El Discurso de la Muerte.
The Death’s Speech

Resumen

El objetivo de este ensayo es analizar el discurso que las personas adoptan alrededor de la muerte, basándose en la percepción que tiene la familia, la religión y los medios de comunicación. Asimismo, se hace una reflexión acerca de los cuidados paliativos para los que cualquier especialista de la salud debe estar preparado.


Palabras clave: Muerte, familia, religión, medios de comunicación, cuidados paliativos.

Abstract

The aim of this essay is to analyze the people speech around the death, bases on the family, religion and mass media’s perception. Likewise, to meditate about palliative care, for which every health specialist must be ready.


Keywords: Death, family, religion, mass media, palliative care.

Introducción

Desde tiempos remotos ha existido la necesidad de explicar la muerte, sin embargo, resulta difícil hablar o expresar con claridad lo que se piensa respecto a ella.

Consideramos que los tres aspectos que contribuyen a la formación del discurso de la muerte son: la religión, los medios de comunicación y la familia, que a la vez se enlazan entre sí y no se pueden pensar por separado sin aludir a los otros. Los dogmas de la religión influyen en la visión de muerte de las familias que la profesan, esta los transmite a cada uno de sus integrantes, formando así una cultura de la cual surgen los medios de comunicación que al mismo tiempo refuerzan o contradicen esas ideas.

Empezaremos este escrito analizando el mito griego de la muerte y el origen de Thanatos ya que desde esta época se empieza a tratar de explicar la muerte y es así como surgen diversos pensamientos asociados con ella; justo después haremos una pausa para conocer la perspectiva de tres religiones: Islam, Judaísmo y Cristianismo. Posteriormente llegaremos al Medievo en donde la Muerte tiene diferentes rostros, entre ellos el de la superstición y el de la premonición.

El papel de la familia es primordial, pues desde que somos niños escuchamos diversas ideas de la muerte provenientes de nuestros padres y parientes cercanos, siendo ellos nuestro primer acercamiento con el mundo y los que darán forma a nuestra propia idiosincrasia.

Asimismo, no podemos dejar de lado el impacto que tienen los medios de comunicación en nuestras vidas, ya que estos se encuentran por todos lados siendo difícil aislarse de ellos y de los contenidos que presentan.

Finalmente abordaremos la relevancia de la comunicación con enfermos en fase terminal ya que por medio de este proceso todas las personas expresamos pensamientos y emociones, sin embargo, hay ocasiones en las que este se descuida entre cuidador y enfermo.

Desarrollo

Hemos de comenzar hablando de la concepción de la muerte en tiempos antiguos, para ser específicos en la antigua Grecia. En la mitología griega, Tánatos era la personificación de la muerte no violenta, hermana gemela de Hipnos, el sueño.

“Tánatos era hijo de la noche (Eufrone), pero él si tenía padre y este era Erebo o el infierno quién, además de esposo, era hermano de la noche y tanto él como ella eran hijos del Caos” [1].

“Tánatos era una criatura de una oscuridad escalofriante, usualmente representada como un joven alado con una tea encendida en la mano, que se le apaga o se le cae” [2].

No había concepción de cielo o infierno, pues los humanos jamás podrán entrar al Olimpo, donde habitan los dioses.

Podemos percatarnos que ya se relacionaba la muerte con el dormir y como algo obscuro y tenebroso, sin embargo no existía un cielo y un infierno sólo el mundo de los muertos.

Después de este preludio griego podemos darnos cuenta de que en sabias y antiguas culturas no han faltado las ganas de explicar el misterio de la muerte.

Con el paso del tiempo fue surgiendo la necesidad de creer en algo que diera consuelo a la pérdida de un ser querido, encontrándolo en las doctrinas religiosas, de las cuales sólo tomaremos las aportaciones centradas en la comprensión de la muerte.

Empecemos hablando del Islam que es una religión que cree en la existencia de la vida después de la muerte. Nos damos cuenta que la divide en dos mundos, uno bueno y otro malo, a los cuales tendremos acceso después del juicio final, en ambos lugares Alá ve a los hombres como iguales.

Esta doctrina nos brinda una visión acerca de la muerte que se profesa actualmente en el mundo oriental, no obstante, consideramos que pese a que esta religión rige la vida de muchas personas, en varios aspectos reprime y controla la manera de disfrutar la vida y vivir la muerte.

Otra religión que se plantea abordar es el judaísmo, en donde profesan un profundo amor por la vida y respeto por la muerte, se mantiene la creencia que los muertos resucitarán y todos aquellos que en vida hicieron el bien serán recompensados.

“Tras el fallecimiento de una persona se siguen una serie de rituales que van encaminados a honrar la memoria del difunto y llevar consuelo a sus familiares y amigos” [3], pues sabemos que es a través de la religión que las personas logran aminorar su dolor y aceptar la pérdida al pensar que la persona que falleció se encuentra en un lugar mejor.

En contraste, los musulmanes, piensan que el alma debe de tener recompensas o castigos dependiendo del lugar donde llegarán, cielo o infierno, donde pagarán los actos realizados en vida por la eternidad, sin embargo, para los judíos existe una segunda oportunidad para llegar al cielo.

De acuerdo con la religión cristiana, la muerte no debe ser entendida como un final, sino como el estadio que da pauta a la resurrección, la cual conduce a la vida eterna. Puede ser pensada, contradictoriamente, como un castigo o un premio, que depende del comportamiento de la persona en la vida terrenal.

Según Haindl la muerte es concebida como una condena cuando analizamos su origen, ya que ésta fue creada para castigar a los hombres por los pecados cometidos [4].

Se concibe la existencia de un cielo y un infierno, a los que se llegará después del Juicio Final, cuando Jesucristo regrese a la Tierra. De igual forma, creen que la persona está durmiendo o haciendo una parada temporal antes de llegar a la vida eterna. Por todo esto es que está prohibida la incineración u otra práctica funeraria. [5]

Es notable que a pesar de espacios geográficos y temporales la idea de la muerte esté plasmada en la mente de los hombres. No tenemos manera alguna de comprobar tales creencias, estamos más allá de una fundamentación ontológica, en dónde sólo existe Dios con sus diferentes nombres.

En la Edad Media existía la idea de buena muerte y mala muerte. La buena muerte hace referencia a ese dejar de existir anunciado cuyos protagonistas presienten su llegada, por medio de una serie de signos sobrenaturales, razón por la cual esos presentimientos se convirtieron en supersticiones populares a medida del tiempo. En lo concerniente a la mala muerte nos habla de ese fallecimiento inesperado, por el que se etiqueta al muerto como maldito y no se permite despedir con salmos. Pese a estas opiniones, se les concede ser enterrados cristianamente con el beneficio de la duda. [6]

Es preciso resaltar las palabras de Savater “la muerte resulta absolutamente personal e intransferible, nadie puede morir por otro” [7], aunque en muchas ocasiones el amar tanto a alguien hace que tengamos el deseo de morir en lugar de ese ser, esto aumenta en el caso de personas jóvenes, porque aunque en la actualidad la ciencia ha logrado un gran avance y se han creado nuevos medicamentos y métodos para curar las enfermedades, aún no existe ninguna garantía de que la medicina pueda vencer a la muerte y es por eso precisamente que Christoph dice que “nuestras vidas están en manos de Dios” [8]. Acorde a esto pensamos que la mayoría de las ocasiones recurrimos a Dios solamente cuando nos vemos inmersos ante situaciones difíciles mientras que en los días que nos sentimos bien lo dejamos en un segundo plano y no nos acordamos de él.

Christoph plantea que incluso “un agnóstico o un ateo exclamará: «¡Oh, Dios mío!», con la misma frecuencia que un creyente, cuando se sienta arrebatado por un temor repentino o se doble sobre sí mismo a causa de un terrible dolor” [8], creemos que es precisamente por eso que la religión ha tenido un gran auge sin importar el tipo de doctrina que se profese ya que necesitamos creer en algo, los creyentes tratan de realizar buenas acciones para que al llegar al juicio final sean recompensados mientras que los no creyentes quizá teman a lo desconocido o al encontrarse en su lecho de muerte recurran finalmente a la idea de Dios, aunque sea de manera inconsciente, con la esperanza de que exista vida después de la muerte. La religión nos sirve para negar la idea de que nuestra existencia puede terminar, prolongándola así con la creencia en la vida eterna.

Una vez entendida la percepción de estas tres religiones trabajadas nos damos cuenta que influyen en la explicación que se tiene que dar al momento de la muerte, tanto del cuerpo como del alma.

Nos podemos percatar que nunca estamos exentos de enfrentarnos a estas situaciones de pérdida, ya que puede incluir el simple extravío de un objeto con valor sentimental hasta el fallecimiento de una persona querida.

Como indicamos hace unas líneas, desde que somos niños es inevitable tener que afrontar la idea de la muerte, ya sea al ver que un ser vivo fallece o cuando nos damos cuenta que nosotros, como cualquier persona, un día moriremos [7]. Por obligación moral, bien o mal, la familia es la primera que nos explica qué es eso de morir, pues son los que tenemos más cerca y quienes creemos que nos pueden responder el porqué de todas las cosas, pero ¿qué pasa cuando un pequeño les hace preguntas a sus padres sobre el tabú más complejo de la vida? ¿Existe un concepto universal de la muerte? ¿Cómo esperamos que los padres se comuniquen con sus hijos correctamente si ellos recibieron la misma información confusa?

La ciencia define a la muerte como “la interrupción de la vida indicada por la ausencia del latido cardiaco y de respiración” [9], podríamos entender esta cita como la definición general de la muerte, empero, ésta va tomando diferentes tintes conforme lo mezclamos con ideas religiosas y sociales. Por ende, hay tantas nociones de muerte como culturas en el mundo.

Creemos que explicarle a un niño cualquier tema no es algo fácil, pero se complica más cuando se trata de la muerte porque quizá el niño no tenga aún las herramientas cognitivas para entender aclaraciones científicas, pero también porque es un tema prohibido del que no muchos desean discutir, seguido de que nadie tiene evidencia de que ocurre después de ella, por lo que es complejo explicar algo que ni nosotros mismos conocemos.

Por lo regular, las pocas veces que los adultos platican del fallecimiento de un ser vivo, basan su discurso en la religión, es común escucharlos decir que la persona “se fue al cielo” o “que está allá arriba” lo que tiende a crear confusión en los pequeños, porqué también santa Claus está en el techo y viene cada navidad [10]. También hacemos uso de eufemismos o del sentido del humor para referirnos a este hecho, pero rara vez se habla de ella de manera clara y directa [10]. Por ejemplo hace unas semanas esperando la microbús escuché a dos personas, una de ellas pregunta ¿y la Rosa?, por lo que la otra mujer contestó –no te enteraste, colgó los tenis hace como un mes-. Con esto podemos notar que independiente del tiempo nos cuesta trabajo dar la noticia de una muerte, que la utilización de estos juegos de palabras quita el impacto que este tipo de noticias genera, e incluso ver de otra manera más amena el deceso de una persona.

Según Bowlby las personas siempre postergan lo más que se pueda la comunicación a sus hijos de la muerte (principalmente la de un padre), y tristemente prefieren utilizar cualquier tipo de mentira para justificar la ausencia. A esto, los clínicos revelan que lo único que pueden crear es una patología. [11]

Para el Centro Clínico de los Institutos Nacionales de la Salud lo ideal es dar explicaciones breves, honestas, claras, sencillas, de acuerdo a la edad y grado de desarrollo, ya que el concepto de muerte varía con ello. Podría ser de mucha ayuda el uso de ejemplos concretos y conocidos. Es esencial comprobar si un niño ha entendido lo que se le ha dicho, ya que los niños pequeños a veces confunden lo que escuchan. Independientemente de las explicaciones que se le den, el niño necesita conocer que el padre muerto no regresará y que su cuerpo está enterrado o ha sido reducido a cenizas [12].

Pero existe otro factor que hacen que los pequeños no entiendan por completo las explicaciones que se le dan ya que actualmente la gente tiene acceso a diversos medios de información, siendo la televisión, radio, revistas, periódicos e internet fuentes por medio de los cuales las personas adquieren conocimientos acerca de la muerte. La imagen de la muerte que se muestra hace referencia a que sus causas son inevitables y que provienen del exterior, a menudo de forma violenta, tales como accidentes, asesinatos y enfermedades, buscando así culpables de la muerte, omitiendo que esta es lo único certero que tenemos en nuestra vida aunque no sabemos cuándo, dónde o cómo moriremos [10].

Esto se puede observar en la manera en que son trasmitidas las noticias puesto que la información que más se difunde y a la que se presta mayor atención es acerca de muertes originadas por desastres, pero pocas veces se divulga cuando las defunciones ocurren por causas naturales. Por tal motivo es importante que los reportajes nos brinden conocimientos fidedignos haciéndonos conscientes de que todos en algún momento de nuestra existencia sufriremos pérdidas y nos orienten acerca de cómo superar el duelo acontecido.

Es común que pensemos que nuestra muerte va a venir de afuera, debido a que, Según Kübler- Ross en nuestro inconsciente no existe la idea de muerte, para él solo nos pueden matar y es inconcebible morir de manera natural o por vejez, por tal razón es que es asociada con algo terrible, que exige pena y castigo [13]. En esto se basan los medios de comunicación para escoger las noticias realmente impactantes que logren tocar las fibras sensibles de los receptores.

Cada vez se notifica más acerca del número de muertes que ocurren a diario, dando mayor relevancia al de personas que cuentan con un alto prestigio o que son significativas para gran parte de la sociedad. Con frecuencia estas fuentes marcan la pauta de lo que debemos sentir cuando alguien muere e inclusive nos invitan a guardar un momento de silencio ante la pérdida o estar en luto, pues a través de ellos se puede dar las condolencias a los familiares, especialmente cuando fallecen gran número de individuos.

Este tipo de noticias estremecen a la población, pero al mismo tiempo les alegra pensar “fue el otro, no fui yo”[13] dando la impresión de poder dominar su muerte. Pongamos un ejemplo; si se trasmite la noticia de que una persona muere en un accidente automovilístico por ir a exceso de velocidad y alcoholizado, es muy probable que el individuo que la reciba racionalice que a él nunca le va a pasar porque modera su manera de beber y conduce con cautela, entonces se crea una falsa idea de controlar su propia muerte, olvidando que tarde o temprano, de esa u otra manera va a fallecer.

En muchas ocasiones tal es el interés de la prensa por capturar la experiencia de las noticias con mayor auge, que llegan a traspasar las barreras de intimidad de la población sin tener respeto hacia la familia doliente, por la dignidad del fallecido o por consideración a los receptores, presentando el suceso de manera directa y un tanto adverso para obtener la atención del público y así elevar su audiencia, dejando de lado los sentimientos de las personas en duelo.

A lo largo de este escrito, hemos intentado subrayar la magnitud de ver a la muerte como un hecho natural e inevitable. Pero ¿Qué sucede cuando este tema se hace tan cotidiano que ya no sorprende? Es claro que nos referimos a esas muertes violentas, de las cuales ya no son novedad en la actualidad. De acuerdo con Perea las escenas de violencia en la TV han aumentado en los últimos años lo que ha hecho creer que los asesinatos son la forma normal de morir [14]. Esto es una situación preocupante, ya que como menciona Bateson la comunicación no sólo transmite información, sino que al mismo tiempo impone conductas [15]. Por tanto opinamos que lo que vemos en TV lo repetimos siendo la causa de los actos violentos en nuestra sociedad.

“Los medios tienen no sólo la capacidad de llegar a un número importante de ciudadanos, sino que para la población tienen legitimidad. Son acogidos como una representación válida de la realidad” [16]. Por tal motivo desempeñan un papel importante en la formación del concepto de muerte porque conforme a lo que los ellos expresan la gente va creando su propia idea de muerte y a su vez lo trasmite mediante el discurso a las personas más allegadas a ellos, tales como la familia, los amigos, vecinos o simplemente a sus compañeros.

Al enfrentarnos con situaciones relacionadas con la enfermedad y muerte las personas expresan sus dolencias a través de acciones que han sido inculcadas por su núcleo primario, como son comportamientos, palabras, miradas, gestos e incluso silencios, que es la herramienta utilizada con mayor frecuencia puesto que se piensa que al comunicar al paciente sobre su enfermedad, este perderá la motivación para seguir viviendo. No obstante, los silencios dificultan la comunicación, porque el enfermo no expresa sus necesidades y el cuidador teme preguntar e incluso evade el tema.

Esto se ve reflejado en las palabras de Behar al decir que “la comunicación es cada vez más complicada de entender ya que el enfermo no habla de sus necesidades para no incomodar a su cuidador, sin embargo este tiene que leer toda comunicación corporal”. [17]

El hablar de la muerte en el ámbito médico es algo complicado como en cualquier otro ambiente pues ¿Para qué fue creada la medicina si no es para curar? ¿Qué puede hacer un médico que juró siempre velar por la vida humana y hacer todo lo que esté en sus manos para no permitir que alguien fallezca? Es claro que los médicos están adiestrados para que por medio de medicinas, cirugías y otros medios curen a sus pacientes ¿Qué pasa cuando ya ninguno de estos métodos sirve para salvar la vida? Para comenzar, la muerte es vista como un fracaso médico, ya que quiere decir que el tratamiento no funcionó y que lo inminente es la muerte. Diría Kübler-Ross, los médicos intentan prolongar la vida sin saber que es vida, sin humanizarla [13].

Esta idea de alargar la existencia como tarea esencial de la medicina es renovada con la llegada de la tanatología y la atención paliativa, definida por la Organización Mundial de la Salud como la atención integral a pacientes cuando sus enfermedades ya no responden a tratamientos curativos, cuyo objetivo principal no es solo aliviar el dolor, sino también mitigar el sufrimiento físico, psicosocial, emocional y espiritual de los pacientes con enfermedades graves en fase avanzada y ayudar a los familiares de esas personas a cuidar de sus seres queridos. [18]

Si los cuidados paliativos tienen como objeto ayudar al buen morir de una persona entonces ¿por qué los familiares prefieren ocultarle la verdad o no hablar acerca de su enfermedad?, porque como lo dice la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) “la comunicación es una herramienta terapéutica esencial que da acceso al principio de autonomía, al consentimiento informado, a la confianza mutua, a la seguridad y a la información que el enfermo necesita para ser ayudado y ayudarse a sí mismo. También permite la imprescindible coordinación entre el equipo cuidador, la familia y el paciente”. [19]

La deshumanización en la interacción médico- paciente es evidente desde que el enfermo le hace preguntas sobre su malestar al médico y éste no sabe cómo contestarle, no puede ponerse en su lugar para darle la noticia de una patología grave ¿A qué se debe esto? Para Kübler- Ross lo que le importa a la sociedad es la inteligencia y las buenas notas que un médico pueda obtener durante sus estudios y no la interacción, que desde un principio se acorta por el uso de la tecnología que hace irrelevante la relación profesor-alumno [13]. Asimismo, la ciencia y la tecnología se empeñan en buscar “solución a la muerte”. Se reemplazan órganos por máquinas modernas o se ponen en el congelador a personas ricas que han muerto en espera de que la ciencia progrese tanto que en un futuro puedan volverlos a la vida, todo ello para no afrontar la muerte como una realidad.

Behar cita a Cicely Saunders por ser una figura importante dentro del tema de cuidados paliativos, ella establece pasos para tener una buena comunicación médico- enfermo: saludar al enfermo por su nombre y de ser posible darle la mano, presentarse a sí mismo, explicar la razón de la visita, si se puede, permanecer ambos sentados, dejarle tomar decisiones, mirarle a los ojos, visitarlos de forma regular y finalmente, que se dé la comunicación [17].

Opinamos que se debe entender como punto de partida de los cuidados paliativos a la manera en que el médico le da la noticia al paciente de que su vida se está aminorando. Recordemos que Alizade dice que las personas perciben a la enfermedad como sinónimo de muerte y que eso trae consigo un “golpe diagnóstico” [20]. Para evitar esto, algunos proveedores de servicios de salud deciden primero decírselos a los parientes y que sean ellos los que enfrenten el desborde emocional, aunque también existen otros que tienen las herramientas para hablar con sus pacientes sin desahuciarlos, haciéndole saber que aún quedan esperanzas y que van a hacer todo lo posible para que él no sufra. “Lo realmente significativo es como decírselo a la persona y no pensar en si es conveniente o no hacérselo saber” [13]. Con esto nos referimos a que el tacto es de suma importancia, por medio de éste podemos ganarnos la confianza del paciente, hacer que se sienta seguro, que el diagnóstico no lo derribe y sobre todo que no se sienta abandonado.

Aunque es un derecho del paciente conocer el diagnóstico, así como el mejor y peor escenario, un médico nunca puede dar un tiempo específico para la consumación de la vida.

Después de este análisis, ¿cuál es la forma adecuada de dar la noticia? De acuerdo con Kübler- Ross esto depende de dos aspectos: nuestra actitud y nuestra capacidad para afrontar la enfermedad mortal y la muerte [13]. Si nosotros vemos a la muerte como un tabú, un castigo o algo aterrador no seremos de mucha ayuda para un paciente en estas circunstancias, porque no lo escucharemos y evitaremos a toda costa hablar del tema.

El paciente siempre se da cuenta de un modo u otro, ya que se les brinda mayor atención, se dirigen a ellos de manera diferente, disminuyen el tono de voz, se reducen visitas, etc.

La clave está en tratar a los enfermos terminales como nos gustaría que nos trataran a nosotros si estuviéramos en su lugar, usando el arte de escuchar y la empatía, tal como dice Behar “hay más ocasiones de escuchar que de hablar, por lo menos el doble, es por eso que tenemos dos orejas y una sola boca” [17]. Hay que tener siempre en cuenta que son personas con las mismas necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales que cualquier ser humano.

Consideramos que es trascendente apoyar y acompañar a personas que se encuentran en fase terminal no importando que esta labor resulte estresante y agotadora porque pensamos que vale la pena tener un gesto amable hacia otra persona, sin sentir lástima y compasión.

Conclusión

El discurso de la muerte sirve tanto para instaurar como para transmitir nuestra concepción de la muerte, siendo este mermado por las ideas que difunden los medios de comunicación y las creencias de nuestra familia que generalmente se basan en la religión que profesa, esta devoción es la encargada de dar consuelo por la pérdida de un ser querido.

Dado que las enseñanzas de la familia son fundamentales para entender la muerte es complicado cambiar la manera en que se habla de ella, convirtiéndose así en un ciclo vicioso ya que la forma en que se le enseñe a un niño a cómo pensar y actuar con respecto a este tema, será la misma en la que él educará a sus hijos. Asimismo, el discurso de la familia es el reflejo de la sociedad en la que se encuentra inmersa, también influenciada por los medios de comunicación que muestran a las personas fallecidas más con morbo que con deseos de informar.

El tener un ser querido con una enfermedad terminal es algo muy desgastante tanto física como emocionalmente, ya que implica ayudar al enfermo a satisfacer todas sus necesidades, verlo agonizar día con día y muchas veces hacer gastos que no teníamos planeados para medicinas y atención médica, pero gracias a la tanatología y los cuidados paliativos este proceso puede ser más tolerable tanto para el paciente como para la familia porque nos enseña cómo tratarle, hablarle y apoyarlo durante su padecimiento sin hacerlo sentir una carga y también a prepararnos para su posible defunción.

Bibliografía

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[17]Behar D. Un buen morir. Encontrando sentido al proceso de la muerte. México: Pax México; 2003.

[18]Organización Mundial de la Salud. Primer atlas mundial de las necesidades de cuidados paliativos no atendidas [en línea]. 2014. [Fecha de acceso 24 de mayo de 2014]. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2014/palliative-care-20140128/es/

[19]Sociedad Española de Cuidados Paliativos. Guía de cuidados paliativos [en línea]. [fecha de acceso 22 de mayo de 2014]. Disponible en: http://www.chospab.es/enfermeria/Documentos/Guia_cuidados_paliativos.pdf

[20]Alizade A. Clínica con la muerte. Argentina: Paidós; 1993.



[a]Pasantes de la Licenciatura en Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

[b] Profesora que asesoró el ensayo. Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Correo de Correspondencia: marilu.escamilla16@gmail.com