La importancia de la parentalidad en la conformación de los estilos de afrontamiento.

Resumen

La manera en que los padres disciplinan, comunican, se relacionan y dan afecto a sus hijos establece el primer contexto de socialización y marca el desarrollo de la personalidad con la que harán frente a la sociedad. La práctica cotidiana de la buena parentalidad fomenta el desarrollo de una autoestima alta, sentimientos de logro y pertenencia elevados, autoeficacia e independencia, que permiten la conformación de estilos de afrontamiento adaptativos. En este sentido, resulta primordial comprender la relación entre los estilos parentales y la forma en que los hijos constituirán una personalidad que les ayude a relacionarse adaptativamente con sus diferentes entornos. La resolución de problemas representa uno de los campos fundamentales en el desarrollo humano y el bienestar individual, sin embargo, la parentalidad mal ejercida obstaculiza la consolidación del afrontamiento adaptativo. Por ello, el objetivo del presente trabajo es presentar una breve reseña sobre la importancia de la parentalidad en el establecimiento de estilos de afrontamiento adecuados que promuevan el sano desarrollo del individuo y que puedan considerarse al momento de diseñar intervenciones biopsicosociales.


Palabras clave: Estilos de afrontamiento, Personalidad, Parentalidad, Socialización

Abstract

The way in which parents discipline, communicate, relate and give affection to their children establishes the first context of socialization and marks the development of the personality with which they will face society. The daily practice of good parenting fosters the development of high self-esteem, feelings of achievement and high belonging, self-efficacy and independence, which allow the conformation of adaptive coping styles. In this sense, it is essential to understand the relationship between parental styles and the way in which children will constitute a personality that helps them relate adaptively with their different environments. The resolution of problems represents one of the fundamental fields in human development and individual well-being, however, improperly exerted parenthood hinders the consolidation of adaptive coping. Therefore, the objective of this work is to present a brief review on the importance of parenthood in the establishment of appropriate coping styles that promote the healthy development of the individual and that can be considered when designing biopsychosocial interventions.


Keywords: coping styles, personality, parenthood, socialization

La parentalidad es un conjunto de acciones, relaciones, sentimientos y comportamientos que son modelados de manera cultural y que se originan y relacionan con la crianza y la procreación, constituyendo el parentesco1. Su estudio se enfoca en como el padre y la madre desarrollan las actividades en el transcurso de socialización, cuidado y enseñanza de los hijos e hijas. Por tanto, podemos concebir la parentalidad como un proceso biopsicosocial caracterizado por reconocer los cambios en el desarrollo de los hijos y las demandas del ciclo vital familiar, así como del contexto social.

Por otra parte, existen dos formas de parentalidad: la biológica, que está relacionada con la procreación, y que existe aún en ausencia del ejercicio de las prácticas parentales; y la social, que tiene que ver con las capacidades para la socialización en las cuales las competencias parentales son importantes y necesarias para una crianza adecuada3. Dentro de esta clasificación de parentalidad resulta importante destacar dos elementos primordiales en la construcción cotidiana de la socialización de los hijos; a) las capacidades parentales, referentes a los recursos cognitivos, emocionales y conductuales que los padres ocupan para poder relacionarse con sus hijos y dar respuestas adecuadas a sus necesidades; y b) las habilidades parentales, que se refieren a la plasticidad que les permite responder adecuadamente de acuerdo a las etapas del desarrollo de los hijos.

Desde esta perspectiva, se entiende que la parentalidad no es exclusiva del parentesco, puede cambiar y ser practicada por diferentes personas. Podría ser el resultado de la transformación de la familia contemporánea5, debido a que en la actualidad, se requiere de estrategias específicas para las necesidades de nuestra sociedad que impactan en las relaciones paterno-filiales6. Sin embargo, se reconoce que en la buena práctica de la parentalidad existen ciertas funciones que deben realizarse inobjetablemente en relación con los hijos:

1) Asegurar su crecimiento y supervivencia saludables

2) Contribuir en el afecto y apoyo emocional para un buen desarrollo psicológico

3) Estimular sus capacidades para relacionarse en su entorno físico y social de manera competente

4) Decidir con respecto a otros contextos educativos que se compartirán en el proceso de educación y socialización.

Los roles paterno y materno están influenciados por la formación general del género que ubican a cada sujeto dentro de estructuras sociales concretas; es así que el padre y la madre deben cumplir con deberes determinados dentro del modelo tradicional8. Los roles especificados en conductas y cualidades constituyen una composición entre el papel ideal y el que otras estructuras imponen al individuo, estos papeles no son duraderos, ya que se modifican conforme la familia se enfrenta a diversas situaciones.

Di Marco menciona la existencia de dos tipos de roles parentales:

1) El modelo patriarcal: en el que predomina la conducta de la complementariedad de los roles, las tareas físicas corresponden a los hombres y las tareas emocionales a las mujeres. Está basado en la organización de la jerarquía masculina creando la ideología de colocar a los hombres en una posición de protección y superioridad.

2) Un modelo menos tradicional: este se caracteriza por el equilibrio de los roles, en el cual ambos se involucran tanto en tareas físicas como emocionales, requiere un razonamiento equivalente sobre el uso del poder y un enfoque de acuerdos con respecto a la crianza de los hijos.

El rol paterno ha cambiado con el paso del tiempo, ocasionado principalmente por el ingreso de la mujer a la vida laboral, esto hace que el padre se involucre tanto en las tareas domésticas como en el cuidado y educación de los hijos, lo cual es de suma importancia y constituye una pieza fundamental para la crianza y el desarrollo de los hijos.

El ejercicio de la parentalidad por medio de roles se consuma a través de los estilos y las practicas parentales. Los estilos parentales son actitudes y metas generales que los padres utilizan en la educación de los hijos y que van a regular la relación entre las prácticas parentales y el resultado específico deseado en el desarrollo de sus hijos al crear el clima emocional en que ambos interactúan.

Las prácticas parentales en cambio, se refieren a las conductas específicas (reglas para comer, actividades académicas, etc.) que emplean los padres con la finalidad de orientar el comportamiento de sus hijos, que tiene como finalidad lograr la integración a la sociedad e influyen en la conformación de sus características personales como: la adquisición de valores y el desarrollo de la autoestima. Se clasifican en dos grupos fundamentales: 1) el apoyo, que hace alusión al afecto y/o sustento que los padres brindan a sus hijos y 2) el control parental, que se refiere al conocimiento que los padres tienen de las actividades que realizan sus hijos, así como a las reglas y limites que establecen.

En México Andrade y Bencourt retoman la división teórica de las prácticas parentales y agrupan las prácticas parentales en tres componentes principales: apoyo parental, control parental y control psicológico. El primero se refiere al soporte, cariño y afecto que brindan los padres a sus hijos, involucrando tanto conductas afectivas como físicas que hacen que el niño se sienta cómodo y aceptado como persona. El segundo hace alusión a las restricciones que ponen los padres a sus hijos como disciplina y al conocimiento de las actividades que realizan. Por último, el control psicológico se refiere a conductas realizadas por los padres como chantaje, críticas, inducción de culpa, sobreprotección, cuya práctica impide y obstaculiza la autonomía y desarrollo psicológicos de los hijos.

A partir de estos supuestos se propone que las prácticas parentales pueden comprenderse mejor en nuestra población a partir del análisis de cinco dimensiones:

1) Comunicación: Interacción existente entre los padres y los hijos. Las aportaciones que la familia puede hacer en el desarrollo de los hijos dependen en gran medida de la comunicación existente entre los miembros de esta. La comunicación es efectiva cuando se comprende lo que el otro expresa y se atienden las necesidades subyacentes en un marco de confianza que permita y fomente la libre expresión de sus miembros.

2) Autonomía: El respeto que muestran los padres en las decisiones que toman los hijos. Este aspecto facilita el desarrollo de habilidades en los hijos para pensar por sí mismos, tener la capacidad de autorregularse y atender tanto las demandas internas como externas. Es importante tener control, dirección, y rectificación para fomentar la autonomía.

3) Imposición: Hace referencia a la forma en que los padres ejercen su poder sobre los hijos e imponen sus creencias y conductas, utilizando tanto el castigo físico como verbal.

4) Control psicológico. Se refiere a la inducción de culpa, devaluación y críticas excesivas por parte de los padres hacia los hijos.

5) Control conductual: Conocimiento que tienen los padres sobre las actividades que realizan los hijos y que permite el establecimiento de estrategias de supervisión claras y abiertas.

Se considera que la comunicación, la autonomía y el control conductual son benéficos en el desarrollo de los hijos; mientras que la imposición y el control psicológico son negativos. Las prácticas parentales representan el medio por el cual las familias pueden influir en el ajuste emocional y social de los hijos, apoyadas en conductas y actitudes específicas que utilizan los padres para la socialización, la educación y el logro de objetivos determinados de sus hijos.

Las prácticas parentales influyen de manera positiva en los diferentes escenarios en los cuales interactúa el individuo tales como la escuela, el hogar y el trabajo, promoviendo el desarrollo de habilidades sociales. Sin embargo, las prácticas inadecuadas afectan el desarrollo de los hijos fomentando el surgimiento de conductas agresivas o dificultades en la interacción en los distintos contextos de socialización.

El control psicológico y control conductual son variables predictoras tanto de problemas internalizados (depresión, problemas somáticos y problemas de ansiedad) como externalizados (rompimiento de reglas y conducta agresiva)16 .Por otra parte, la imposición y el control psicológico ejercido por los padres promueve el desarrollo de problemas conductuales (hiperactividad y falta de atención) y emocionales, por lo que se recomienda el fomento de prácticas como la comunicación, la autonomía y el control conductual para tener un adecuado desarrollo de los preadolescentes.

En el ámbito escolar los alumnos que perciben alto control patológico o autonomía extrema de parte de sus padres tienen menos estrategias de aprendizaje comparados con sus pares quienes reportan una percepción de estilos parentales normales y muestran un mejor desarrollo y utilización de estrategias de aprendizaje20. Asimismo, los adolescentes que perciben alto apoyo en la socialización y la autonomía desarrollan menos sintomatología depresiva y mayores relaciones sociales. Por el contario, si se percibe mayor imposición y control psicológico la sintomatología depresiva aumenta.

De este modo, debe comprenderse que la familia es un eje fundamental en el desarrollo de los individuos y el uso de las prácticas parentales positivas dentro de este núcleo, favorece en los hijos la percepción de sentirse amados y apoyados. Es así como se establece el uso de estilos de afrontamiento funcionales con mayor probabilidad, apoyando al proceso de la adecuada socialización en los distintos contextos del individuo.

Los estilos de afrontamiento son predisposiciones utilizadas para enfrentar distintas situaciones que establecen el uso de ciertas estrategias, además de la estabilidad temporal y situacional. En este contexto se plantea que el afrontamiento cuenta con dos funciones principales: la regulación de las emociones (afrontamiento centrado en la emoción) y la solución del problema que causa la inquietud (afrontamiento centrado en el problema).

Estos estilos se construyen a partir de combinaciones de pensamientos, creencias y conductas que resultan de la práctica cotidiana de enfrentarse a situaciones estresantes y que se exteriorizan independientemente del tipo de estresor, son estables en el tiempo y en diversas situaciones, porque reflejan la individualidad de los procesos de la personalidad.

El afrontamiento entonces, se compone en su operatividad de los pensamientos, sentimientos y actos específicos del individuo al momento de enfrentar una situación generadora de estrés. Por ello, el utilizar estilos de afrontamiento adaptativos de manera frecuente, facilita la posibilidad de salir airoso ante las situaciones desbordantes de la vida cotidiana y otorga a cada persona la posibilidad de construir el bienestar psicológico.

Analizado desde esta perspectiva resulta fácil comprender porque la interacción de los padres constituye un elemento fundamental en la construcción de los estilos y estrategias de afrontamiento de los hijos. La aceptación y el control adecuados por parte de ambos padres facilita la estructuración de un estilo funcional para resolver las dificultades inherentes al proceso de socialización en los hijos, les brinda herramientas para desarrollar la autonomía e independencia en la resolución de problemas cotidianos y fomenta el uso de la asertividad como herramienta de comuniación en dichos contextos.

Es así que la práctica cotidiana de estilos de afrontamiento adaptativos fomenta en el individuo la percepción de sentirse aceptado por su entorno social, así como sentir apoyo para enfrentar sentimientos de soledad y tristeza. En la contraparte, podemos deducir que el desarrollo de los hijos permeado por relaciones parentales negativas, control patológico, por ejemplo, impide el desarrollo de estilos de afrontamiento adaptativos y limita el proceso de socialización y bienestar.

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[a] Egresadas del Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Pachuca de Soto, Hidalgo. México. jose_pineda@uaeh.edu.mx

[b] Egresadas del Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Pachuca de Soto, Hidalgo. México. yessi_tit@hotmail.com

[c] Profesor de Tiempo Completo del Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Pachuca de Soto, Hidalgo. México. jaquelinefloresdaniel@gmail.com

[c] Profesor de Tiempo Completo del Área Académica de Psicología del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Pachuca de Soto, Hidalgo. artur78@yahoo.com