Creencias y actitudes hacia la medicina tradicional Mexicana en las poblaciones de Zacualtipán y Pachuca, Hidalgo

Resumen

La medicina tradicional ha resultado ser una práctica médica importante para la calidad de vida de las personas. No obstante su estudio desde la psicología social y cultural ha visto pocos frutos. A partir del presente ensayo se pretende mostrar el panorama general de la salud, la medicina y la medicina tradicional como una aproximación a tal estudio, de modo que se destaque la relevancia de este estudio por sus consecuencias en la salud, atendiendo a una aproximación sobre la conducta de las personas dirigidas a este tipo de prácticas médicas y el por qué, a pesar de tener al alcance los servicios de salud oficiales, acuden a este tipo de prácticas médicas.

Palabras clave: Medicina tradicional, actitudes, creencias.

Abstract

Traditional medicine has proved to be an important aspect of people life. However their study from the social and cultural psychology has seen only a few results. The aim of this essay is to show the overall picture of health, medicine and traditional medicine as an approach to its study, so the relevance of this study stand out for their impact on health, based on an approximation of the behavior of people aimed at this type of medical practice and why people, despite having to reach health services official, attend this type of medical practices.

Keywords: Traditional medicine, attitudes, beliefs.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha hecho uso de los diferentes recursos materiales, mágicos y religiosos que tenía a la mano para poder afrontar los padecimientos a los que estaba expuesto en el entorno en el que vivía. Dicho comportamiento fue organizándose con base en las normas y cosmovisiones que los pueblos instituían, al grado de formar sistemas particulares de atención a la salud. Dichos sistemas evolucionaron hasta la actualidad para delinear tres grandes categorías en las que las prácticas médicas se fueron consolidando: la medicina científica, la medicina alternativa y/o complementaria y la medicina tradicional.

La medicina tradicional, ha sido objeto de estudio de diferentes áreas de las ciencias básicas intentando obtener evidencia empírica sobre su eficacia. Otras áreas de estudio como la antropología y la sociología, han aportado elementos para comprender mejor este tipo de prácticas de salud en torno a la eficacia simbólica y representacional. No obstante, la psicología, desde la perspectiva psicosocial, ha visto pocos frutos de investigación con respecto a este tema que aborda perspectivas diferentes a los ya tradicionales sistemas de salud oficiales.

Ante esto, el presente ensayo pretende dar una aproximación a la medicina tradicional mexicana desde la perspectiva psicológica social y cultural, a fin de explorar teóricamente, por qué las personas, a pesar de tener al alcance los servicios de salud oficiales, acuden a este tipo de prácticas médicas.

A lo largo de la historia, el ser humano ha desarrollado una amplia gama de métodos, procedimientos y prácticas para tratar diversos padecimientos. Desde el chamanismo, el curanderismo, la yerbería, la hechicería y otros rituales, hasta los tratamientos quirúrgicos y farmacológicos de la actualidad [1].

Cavazos y Carrillo [2] dividen el estudio de la historia de la medicina en tres grandes períodos:

  1. 1. La medicina primitiva y las civilizaciones antiguas. En la que las diferentes concepciones culturales sobre salud y enfermedad se hacían patentes para cada sociedad y bajo ciertos preceptos mágico-religiosos.
  2. 2. Etapa racional de la medicina. En la que destacan los avances filosóficos griegos, romanos y árabes en el desarrollo de los conocimientos médicos.
  3. 3. Etapa científica de la medicina. Donde una serie de descubrimientos, desarrollo y avances en cuanto a conocimientos biomédicos, procesos de diagnóstico, tratamientos terapéuticos, de especialidades medicas y oficialización dan por sentada la cientificidad de la medicina.

No obstante, al paso del tiempo algunas de prácticas llamadas hoy alternativas, complementarias o tradicionales, se han logrado mantener a la par de la medicina científica, con un importante papel en la vida de las personas que integran una sociedad. Actualmente, la investigación científica en torno a las terapias alternativas y complementarias, ha focalizado sus esfuerzos en obtener evidencia empírica sobre la eficacia de éstas prácticas en padecimientos que usualmente son tratados desde la medicina científica, así como su impacto en la calidad de vida de las personas [3]. Claro está que también hay quienes someten a crítica dicha efectividad buscando sustentar una relación entre la reducción de la calidad de vida y el uso de las terapias alternativas y complementarias [4]. Otros estudios más, plantean la posibilidad de relación de éstas prácticas con fenómenos como el efecto placebo [5], sin embargo, ninguna corriente ha logrado establecerse fehacientemente y la controversia sigue.

En el presente no se procura discutir la eficacia de dichas terapias; más bien retomarlas para identificar la importancia de las prácticas médicas en la sociedad respecto del mantenimiento o la mejora de la salud como un pilar para la calidad de vida de las personas, así como para comprender cuál es la implicación de lo biopsicosociocultural en las prácticas médicas, en específico de la llamada medicina tradicional.

En América, una de las prácticas médicas más difundida y oficializada es la medicina científica u occidental. Es también llamada medicina alópata, convencional, oficial, cosmopolita, entre otras acepciones. Este tipo de medicina, se ha concretado como un sistema médico de atención a la salud a través de una serie de procesos sociopolíticos y económicos que la ha ordenado bajo los lineamientos de políticas de salud pública en cada uno de los países que la oficializan. Al ser parte de este sistema, se le ha tomado como referencia para clasificar otras formas de atención a la salud que no se han alineado en su totalidad en torno a las políticas públicas de sanidad o a los criterios científico-académicos, como las medicinas alternativas, complementarias o tradicionales [6].

Dados los progresos en la ciencia en general y los constantes movimientos sociales en diversos países de Europa y América, así como el inicio de la revolución industrial a inicios del siglo XX, se genera la expansión de la medicina hacia otros ámbitos distintos de la clínica o el hospital, tal como al campo sociopolítico, en la que su oficialización en los estados, se da por asumir como responsabilidad de éstos, la salud de los ciudadanos, permitiendo así la incursión de la medicina en distintos ámbitos de la vida cotidiana, entre ellos la industria, ya vista en el periodo de la revolución industrial, dando así como resultado la caracterización de “la medicina como una institución social”. [7] De ésta manera se ha hecho considerar a la medicina como un pilar para la salud de la población y de gran importancia para la vida de los pueblos.

La medicina plantea tres objetivos sobre los cuales gira su campo de acción como profesión: 1) Conservar la salud, 2) Curar o aliviar las enfermedades y 3) Evitar la muerte prematura o innecesaria [8], además de aumentar la esperanza de vida y generar mejores condiciones de salud [9].

Una de las definiciones más difundidas y relativamente aceptadas sobre la salud, es la empleada por la Organización Mundial de la Salud, que lleva plasmada en el preámbulo de su constitución desde 1946, y que la define como un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades [10]. Ésta definición ha sido objeto de crítica debido a la ambigüedad del término “completo bienestar”, pues varios autores refieren que dicho término alude a aspectos subjetivos del sujeto y no a características directamente observables, medibles y objetivas.

Independientemente de la acepción terminológica, la definición de salud que proporciona la OMS, no sólo retoma aspectos biológicos que tradicionalmente trata el modelo biomédico de la medicina científica, si no que ahora la salud se trata también de una construcción social lo mismo que la enfermedad, es un fenómeno social [11][11].

Otros autores conciben a la salud como un continuo, un proceso dinámico en constante equilibrio, en el que la salud y la enfermedad coexisten reflejando distintos momentos o grados de éste, siendo así una “actualización permanente de los procesos vitales humanos […] determinada por las condiciones de vida de las personas y las sociedades en las cuales se desarrollan” [12]. En este sentido hay quienes consideran que la salud es el nivel más alto de bienestar físico, social, mental y de capacidad funcional, que permitan los factores sociales en los que vive inmerso el individuo y la colectividad [13].

Debido a lo anterior, han surgido diversos modelos explicativos del proceso de salud-enfermedad que se tornan importantes para la comprensión del proceso en sus diferentes dimensiones y manifestaciones.

Algunos consideran que una parte de la historia de la medicina, sigue vigente en poblaciones que, sujetas al margen de un sistema sociopolítico hegemónico, han logrado conservar sus prácticas médicas basadas en sus propias creencias, como los Tzotziles y Tzetales en México [14]. Incluso la salud y la enfermedad, en algunos lugares, aún son entendidas desde el enfoque mágico-religioso, pues este aun prevalece en las sociedades occidentales.

Otras poblaciones han incorporado a sus sistemas sanitarios, elementos de prácticas médicas extranjeras como resultado de un proceso de transculturación. De ésta manera se entiende que todas éstas prácticas médicas alternativas se encuentran disponibles para todos los sectores de la sociedad. Así, una persona puede acudir con un médico y a su vez consultar con un curandero.

Conforme a esto, las diversas prácticas médicas alternativas y complementarias se sujetan también a una delimitación sociocultural en cómo se conciben los diversos padecimientos del ser humano. De esto se deriva el término “Medicina Alternativa y Complementaria”, como categoría diferencial entre la medicina científica y otras prácticas médicas. En ocasiones son también llamadas medicinas paralelas; sin embargo, uno de los principales problemas en su concepción, es definir oportuna y adecuadamente lo “alternativo/complementario” y su finalidad para con la salud de las poblaciones que la utilizan [15].

Entre las distintas prácticas terapéuticas de la medicina alternativa y complementaria están el curanderismo, la homeopatía, la acupuntura, la medicina tradicional indígena. La medicina alternativa y complementaria funge diversos roles acordes a los contextos en los que se practica. Por otra parte, para la OMS [16] la medicina tradicional se distingue de la medicina alternativa y complementaria por su integración a la tradición sociocultural de un país o por su no integración al sistema sanitario prevaleciente del mismo. Una forma de ilustrar esto, es por ejemplo la acupuntura que, siendo una medicina tradicional china, algunos países europeos que la practican, la conciben como una medicina alternativa o complementaria, puesto que no forma parte de su tradición cultural sanitaria.

Otra de las características por las cuales se distingue a la medicina alternativa y complementaria de la medicina tradicional, es por su implicación socioeconómica, ya que la medicina alternativa y complementaria está presente en países con un alto nivel de desarrollo socioeconómico. Por otra parte, es su identificación en países con un desarrollo económico en vías de desarrollo lo que caracteriza a la medicina tradicional. Así, se ha hecho también otra distinción de las prácticas alternativas o complementarias y de la medicina tradicional por regiones geográficas. Se habla entonces de Medicina Alternativa y Complementaria en países europeos y norteamericanos, en tanto que se habla de Medicina Tradicional en países como África, Latinoamérica y Australia. Pese a estas distinciones y por su relación, se ha hecho uso del término “Medicina Alternativa y Complementaria/Medicina Tradicional” cuando se hace referencia en un sentido global a todas esas características socioculturales, económicas y políticas en las prácticas médicas.

Por lo tanto la medicina, como la salud, se identifican como productos del ser humano en un contexto determinado influenciados por una serie de aspectos socioculturales, en conjunto con otros factores como lo económico y lo político, permitiendo la identificación de la medicina tradicional, como una categoría más de clasificación de las prácticas médicas.

La medicina tradicional, también llamada medicina tradicional indígena, medicina popular o medicina folclórica, folkmedicine [17] se fundamenta en una visión integral u holística del ser humano y del llamado proceso de salud-enfermedad. Así, algunas de las principales características que distinguen a la medicina tradicional de las demás prácticas médicas son:

  1. Mantiene un sistema de conocimientos empíricos sustentados en la experiencia directa de las personas, mediante la observación de la naturaleza, las relaciones sociales y los fundamentos filosóficos, éticos, morales y religiosos o sobrenaturales de la comunidad en la que viven.
  2. Los elementos que utiliza son plantas, minerales, animales u objetos asociados a rituales, técnicas manuales y/o espirituales.
  3. El conocimiento generado es construido sobre sí mismo y socialmente transmitido de forma oral por tradición de generación a generación.

De cualquier forma, la medicina tradicional se define por la importancia atribuida a la relación entre los elementos de la naturaleza (plantas, minerales y animales) y los conocimientos empíricos y filosófico-religiosos transmitidos social y generacionalmente entre los miembros de una comunidad. De ahí considerar a éstas prácticas como un fenómeno en constante transformación.

Desde la perspectiva institucional se ha concebido a la medicina tradicional como [18]:

  1. El antagónico de la medicina científica, como una medicina no científica.
  2. Como una forma de resistirse al cambio, a la evolución social.
  3. Un elemento proceso de antagonismo cultural, ideológico y político.

Se puede observar así, que la medicina científica como institución social dotada de un tinte político social, ha llevado a los miembros de un pueblo a aceptarla como verdadera por simple proceso institucional.

Es importante aclarar que muchas de las personas que acuden a estos servicios de medicina tradicional o medicina alternativa no siempre son ignorantes o de bajo nivel educativo o cultural. Muchas de las personas que hacen uso de este tipo de prácticas médicas tradicionales se debe a que consideran que la ciencia médica ha fallado. Son frecuentes en las personas que padecen enfermedades como el cáncer, SIDA, trastornos congénitos, etc [19].

Tanto el proceso de salud-enfermedad como las prácticas médicas tradicionales están permeadas por un efecto de eficacia simbólica, en los que tanto la práctica como las representaciones se han tornado como medios de interacción y desarrollo social. La gente no solo tiene creencias personales, sino que también comparte unas más generales respecto de su contexto, incluso con otras sociedades o culturas. Estos puntos en común pueden llegar a crear sistemas de creencias paralelos a los institucionales, que permiten a las culturas diversidad y flexibilidad con respecto al pensamiento hegemónico.

Poco se ha estudiado acerca de la perspectiva social y cultural y psicológica de las poblaciones urbanas y su diferenciación con respecto a las poblaciones rurales, en cuanto al uso de la medicina tradicional, por tanto se requieren comparaciones en las que más allá de establecer una mera estadística, se explore el peso psicosocial que tienen este tipo de prácticas con respecto a la visión y comportamiento de las personas.

La salud es un continuo ir y venir entre el estado de salud y de enfermedad de cada individuo, entre su bienestar físico, emocional y mental y la disminución de este. Está determinada por el contexto, concepción mediante la cual se le podría contemplar también como una construcción social, un proceso social, donde lo sociocultural coexiste junto a la dimensión biológica. Por tanto el tratamiento de la salud tiene estos mismos componentes socioculturales, dónde la elección de tratamiento de las personas podría implicar sus creencias, sus actitudes, sus intenciones influidas por el medio y la cultura en la que viven y en la que fueron formados.

Por lo tanto, uno de los problemas más importantes es el abordaje de la salud, la enfermedad y la medicina desde diferentes perspectivas, entendiendo el comportamiento de salud, prevención de enfermedad y atención como el resultado de una serie de esquemas a los que se apegan los individuos. Esta perspectiva abarca también la necesidad de un enfoque multidisciplinario científico y tecnológico en el estudio de fenómenos bio-psico-socio-culturales relacionados con la salud y la enfermedad.

Es lamentable, que siendo la salud una de las prioridades básicas de cualquier cultura, no existan estudios desde la psicología respecto de las creencias, valores y actitudes e intenciones hacia la medicina tradicional en México.

Investigaciones en este rubro, permitirían comprender la implicación de lo psicosociocultural en las prácticas médicas tradicionales y sus diferencias entre el medio urbano y el rural, por ejemplo; también permitirían conocer las pautas que consentirán una mayor flexibilidad al respecto del cuidado de la salud en los mexicanos. Pues, es de suma importancia tomar en cuenta las creencias, prácticas, formas de control, socialización y estructura cultural que sustenta el entendimiento de la salud y la enfermedad.

Un matiz de integración puede ser una forma de compensar los efectos perjudiciales hacia la salud. Ya que incluso, se ha propuesto que este fenómeno se debe a la decepción generada por la idea de que la medicina científica ha fallado, por ejemplo ante una enfermedad terminal, así como del mayor conocimiento sobre las consecuencias del uso de fármacos, etc. Sin embargo, estas posturas siguen siendo meras hipótesis, que en el presente intentan tener una fundamentación en lo que se considera la implicación de factores biopsicosocioculturales en el comportamiento de las personas hacia el uso de este tipo de prácticas médicas.

Referencias Bibliográficas

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[19]Ardila R. Prevención primaria en psicología de la salud. En: Oblitas GL y Becoña IE Coordinadores. Psicología de la Salud. México: Plaza y Valdez; 2002. p.183-90.

 



[a]Profesor Investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

[b]Alumno de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo