La separación entre el estado y la sociedad. Una práctica recurrente

Resumen

El texto que a continuación se presenta discute los conceptos de poder, Estado y las instituciones con el fin de que los estudiantes de la licenciatura en Psicología puedan comprender la complejidad que plantean las nociones.


Palabras clave: Psicología, Poder, Estado, Instituciones

Abstract

The text presented below discusses the concepts of power, state and institutions so that students of the BA in Psychology to understand the complexities posed notions.


Keywords: Psychology, Power, State, Institutions


En el imaginario popular existe un amplio distanciamiento entre la sociedad y el estado, esta separación entre estas dos entidades aparece como algo natural e incuestionable, pues casi nadie en la vida cotidiana se percata de este alejamiento. Por el contrario, se crea una imagen y se sitúa al estado como un ente disociado del individuo. Sin embargo, lo que no sabemos es que este distanciamiento no es arbitrario, ni sucede así nada más porque sí, sino que es provocado por alguien,  con la intención de ocultar algo. Atendiendo a esta situación, la intensión de este escrito consiste en saber cómo, porqué  y quiénes han provocado esta disyunción.

Gledhill (2000) señala que el estado moderno se consolidó como tal, en la medida que logró cierto grado de control territorial mediante la penetración en la vida social cotidiana (Guiddens, Hall, Mann, citados en Gledhill, 2000). En efecto, el estado se constituyó como tal cuando logró administrar completamente sus territorios y ejercer el control sobre todos sus habitantes, pues de acuerdo con Giddens,  los estados pre modernos no eran territoriales sino sociedades divididas en clases (Giddens citado en Gledhill, 2000), donde el control y la administración de los territorios también se encontraban divididos por distintos grupos, “…los gobiernos imperiales pretendían ser señores de todo lo que se extendía ante su vista, pero carecían de las infraestructuras necesarias para que esa penetración se hiciera realidad” (Gledhill, 2000, 36).

De modo que, el estado se apuntaló cuando el soberano logró imponer un orden legal y constitucional en sus territorios. Con esta estrategia los soberanos transformaron a la sociedad haciendo posible la visión del estado y no la de él mismo como la única fuente de derecho, dando con ello origen a la noción de ciudadano. Así pues, el estado nació como:…”fuente de derecho y de fuerza legitima en su territorio” (Gledhill, 2000, 41). En consecuencia, los miembros de la sociedad estaban obligados a perseguir sus intereses dentro de un territorio determinado.

Es así como surgió la distinción entre el estado y la sociedad y la sociedad civil. Por lo que, con esta distinción quedaron politizadas todas las cuestiones sociales, de modo que, esta concepción se difuminó primero en Europa y luego por el mundo.

Para explicar esto nos apoyaremos en el concepto de euro-centrismo, la noción de  euro-centrismo hace alusión a la manera arbitraria en que las ciencias sociales bajo los conceptos de occidente han abordado a los grupos sociales no occidentales. Gledhill, (2000) nos muestra como a partir del análisis de la historia de la antropología cómo esta disciplina desde sus orígenes hasta nuestros días ha incurrido en esta práctica. Argumenta que el euro-centrismo en la antropología está ligado a determinadas relaciones de poder que se fraguan al interior de la disciplina y en todos niveles; desde las instituciones académicas hasta las instituciones que financian las investigaciones.

Los problemas analíticos producto de esta postura se generan cuando los conceptos creados en las ciencias sociales no tienen cabida para analizar realidades no occidentales. Ejemplo de ello son los conceptos de estado y sociedad que fueron creados por occidente, pero se utilizan indistintamente para analizar a grupos sociales no occidentales. Esta situación se constituye como un sesgo teórico-metodológico  en la medida que no permiten acercarse a ciertas especificidades de las sociedades no occidentales. “El problema de tomar como modelo los sistemas occidentales es que se corre el riesgo de quitar las diferencias fundamentales entre las diversas formas de vida humana” (Gledhill, 2000, 32). Otro problema recurrente se da cuando se sitúa a la civilización occidental en la cúspide del análisis y de ahí se parte para examinar a los otros grupos humanos no occidentales.

Este planteamiento nos remite a la idea de estrategia propuesta por Maquiavelo en El Príncipe, en el sentido de que esta  concepción fue hábilmente maquilada y fraguada para llevarse a cabo. Por lo que podemos apuntar que esta concepción no surgió de la nada como se nos pretende hacer creer, sino que es resultado de las objetivaciones de un grupo de hombres quienes la crearon y la establecieron y al paso de los años se impuso como una concepción natural e incuestionable. En efecto, la concepción de distanciamiento entre el estado y la sociedad fue arbitrariamente creada con el fin de ocultar las relaciones desiguales de poder y así mantener el orden social y político desde los grupos dominantes.

Mitchel (1991), en relación con lo anterior, nos dice que crear y mantener la distinción y/o separación entre el estado y la sociedad, es en sí un mecanismo que genera recursos de poder. “La línea entre estado y sociedad no es el perímetro de una unidad intrínseca, la cual podría pensarse como un objeto o actor libre. Es una línea dibujada internamente, dentro de una red de mecanismos institucionales a través de los cuales un cierto orden social y político es mantenido” (Mitchell, 1991,90). Mitchel argumenta que el estado es una suma de efectos estructurales debido a que es el resultado de prácticas políticas y culturales. Por lo que, la construcción del estado no ocurre como una simple creencia subjetiva, sino que es incorporada en el pensamiento y las acciones individuales y es representada y reproducida dentro de las formas visibles, cotidianas tales como el lenguaje de la práctica legal, la arquitectura de los edificios públicos, el uniforme que usan los militares y policías o el señalamiento y el mantenimiento de las fronteras. (Mitchel, 1991, 90).  De acuerdo con Mitchel la separación entre el estado y la sociedad se constituye como un mecanismo de control social y político de los ciudadanos aparentemente libres.

Con relación en lo anterior Abrams (1998) a partir de un análisis sobre el estado, plantea que esta distinción entre el estado y la sociedad oculta la verdadera historia y las relaciones de sometimiento detrás de una máscara ahistórica de ilusión y legitimación (Abrams, 1988, 77).

Así pues,  las disciplinas (reglas) actúan dentro de las instituciones penetrando procesos sociales particulares, resquebrajándolos con funciones separadas, reestructurando las partes, incrementando su eficiencia y precisión y volviéndolos a montar en combinaciones más productivas y poderosas. Estos métodos reproducen el poder organizando ejércitos, escuelas y fábricas y otras instituciones distintivas de los estados nación (Mitchell, 1991).

En conclusión, es necesario reconocer que las nociones de estado, separación y autonomía del estado respecto a la sociedad son productos de la historia y no hechos ahistóricos ni universales (Gledhill, 2000, 37). De modo que, para entender estas nociones es necesario reconocer que estos conceptos fueron creados por hombres con el fin de que los miembros de las sociedades pensaran al estado como un ente ficticio, actuante y autónomo de la sociedad, con el fin de ocultar las relaciones de dominación entre los gobernantes y los ciudadanos. Y tal como lo propone, Abrams es necesario desenmascarar al estado para que queden al descubierto las relaciones de dominación que afectan la vida cotidiana de las personas.

Referencias

Abrams, Phillip, 1998, “Notes on difficulty of studying the state (1977)”, Journal of historical sociology, 1, pp 57-58

Gledhill, jhon, 2000, El poder y sus disfraces, Ediciones Bellatierra, Barcelona, España

Maquiavelo, Nicolás, (1945), El príncipe, SEP, México

Mitchell, Timothy, 1990, “Everyday metaphors of power”, Theory and society XIX, 5, Pp 545-577



[a] Profesor Investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.