Hacia el fin del paradigma de la transición democrática: el autoritarismo competitivo y burocrático en México

Resumen

El presente trabajo tiene como finalidad cumplir con dos objetivos. En primer lugar, se busca conocer los orígenes del paradigma de la transición democrática a partir de los cambios ocurridos desde la denominada “tercera ola de democratización”. En segundo lugar, se describen las críticas y limitaciones teóricas y empíricas de dicho paradigma ante la aparición de formas de gobierno estables y consolidadas con características democráticas pero también autoritarias. Para tal efecto, el presente trabajo guarda la siguiente estructura. En el primer apartado son descritos los supuestos del paradigma de la transición. En la segunda sección, se describen las principales críticas realizadas por algunos autores a raíz de los cambios ocurridos en el contexto mundial hacia finales de la década de los noventa. Aunado a ello, en dicha sección se describe a México como un régimen híbrido estable en términos políticos. Finalmente, en la última sección se realiza el cierre de la investigación con una breve conclusión resaltando los alcances y limites de dicho paradigma.


Palabras clave: democracia, autoritarismo, paradigma.

Abstract

This work is intended to meet two objectives. Firstly, seeks to know the origins of the paradigm of democratic transition from the changes that have occurred since the so-called "third wave of democratization". Secondly, criticism and theoretical and empirical limitations of this paradigm as the appearance of forms of Government stable and consolidated holding democratic and authoritarian mechanisms are described. For this purpose, the present work saves the following structure. In the first section are described the assumptions of the paradigm of the transition. The second section describes the main criticisms made by some authors as a result of changes in the global context towards the end of the Decade of the nineties. In addition to this, this section described Mexico as a stable hybrid regime in political terms. Finally, the last section is the closure of the investigation with a brief conclusion highlighting the scope and limits of this paradigm.


Keywords: democracy, authoritarianism, paradigm.

El paradigma de la transición democrática

Desde principios de la década de los setenta el panorama político mundial se encontró caracterizado por una serie de transformaciones en diferentes regiones de los cinco continentes: 1) la caída de regímenes autoritarios en el sureste de Europa, 2) el cambio de dictaduras militares por gobiernos civiles en América latina, 3) la caída del dominio de autoritarismos en algunas partes del Este y Sur de Asia a mediados de los ochenta, 4) el colapso de regímenes comunistas en el Este de Europa 5) la caída de la unión Soviética y el establecimiento de 15 repúblicas postsoviéticas en 1991; 6) la desaparición de sistemas unipartidarios en zonas de África Subsahariana a mediados de la década de los noventa y 7) un proceso de liberalización y democratización en algunos países del Medio Este (Carothers, 2002).

Los cambios ocurridos llevarían a Huntington a plantear en su texto “the third wave” una serie de supuestos sobre la existencia de un nuevo proceso de transición democrática, los cuales se resumen de la siguiente manera:

1.- Cualquier país que se mueva desde una dictadura puede ser considerado como en transición hacia la democracia.

2.- La democratización se despliega en un conjunto de estadios que van desde la apertura democrática y la liberalización, pasando por el rápido colapso del régimen anterior, hasta llegar a la consolidación.

3.- Las elecciones regulares, abiertas y no fraudulentas son de una importancia determinante.

4.- Las condiciones subyacentes como el nivel socioeconómico, la historia política, los legados institucionales y las composiciones étnicas no fueron relevantes. En su lugar, la explicación deriva de las decisiones de las élites políticas y de su habilidad para contrarrestar las acciones de las fuerzas opuestas (supuesto de la no precondición).

5.- Aunque implicaron procesos de rediseño, las transiciones se construyeron sobre Estados coherentes y funcionales.

Aunque las causas de la democratización diferían de un lugar y de un momento a otro, para Huntington los procesos de transición ocurridos a partir de la década de los setenta fueron originados principalmente por una falta de legitimación [1] del autoritarismo, lo cual se convirtió en un factor crucial que fomentó cambios en la estructura social y que condujo hacia un proceso de democratización.

A raíz de ello, el autor llegaría a la conclusión de que aquellos países que dejaron regímenes autoritarios pasarían inminentemente por un proceso de transición y, posteriormente, de consolidación democrática.

Críticas al paradigma de la transición democrática

A pesar de que el paradigma de la transición democrática fue durante muchos años aceptado, la existencia de diferentes trayectorias ocurridas en varios países durante la década de los noventa pondrían en cuestión su validez y vigencia. Muchos de los cambios ocurridos en diferentes regiones del mundo podían no solo no ser considerados como nuevos países democráticos sino que incluso, tampoco podía dárseles un trato de regímenes en “transición” en un sentido explicito y por lo tanto, pasarían a ser ubicados en una categoría denominada "zona gris", es decir, entre la dictadura y la democracia liberal.

Así, aunque el primer entusiasmo que dio lugar a los análisis sobre el empleo del término “transición” para definir a países que habían pasado de regímenes autoritarios hacia formas de gobierno más democráticas, algunos especialistas como Carothers replantearían dicho paradigma a raíz de la aparición de regímenes de gobierno democráticos parciales (semidemocráticos, de democracia formal, electoral, democracia de fachada, pseudo democracias, democracias débiles, democracias parciales o democracias delegativas) -como las existentes en África, Euro asía postcomunista y América Latina, las cuales combinaban rasgos democráticos y autoritarios en diferentes grados pero que se habían logrado mantener estables (Ibidem: pág. 161).

Ello condujo como resultado, una nueva discusión sobre el rumbo y destino de las formas de gobierno democráticas y autoritarias.

El fin del paradigma de la transición evidencia empírica

De acuerdo con Carothers (2002), muchos países que desde la década de los noventa han sido considerados en transición democrática no han mostrado avances que sugieran un proceso de democratización.

Aunado a ello, muchos de los cambios ocurridos han transitado linealmente por las etapas que propone dicho modelo.

Como ejemplos se encuentra que de 100 países calificados en ”transición”, menos del 20 por ciento de ellos han logrado obtener avances significativos en el proceso de democratización (Ibídem), e incluso, en algunos se han presentado casos como en latinoamericana donde se han restituido regímenes o prácticas autoritarias (Hagopian y Mainwaring: 2005).

En términos generales, los hallazgos obtenidos han puesto en debate los supuestos del paradigma de la transición a partir de la siguiente evidencia empírica (Carothers Op. Cit):

1.- Los patrones más comunes presentes en los países "en transición" (pluralismo débil y política de poderes dominantes) incluyen elementos democráticos pero no deben considerarse como proclives a transitar hacia la democracia liberal.

2.- A diferencia de lo que propone el paradigma de la transición, algunos de los casos que muestran resultados positivos en su proceso de democratización (Taiwán, Corea del Sur) siguieron procesos extremadamente lentos y no graduales. Por otro lado, muchos países siguieron trayectorias hacia atrás (regreso al autoritarismo) y hacia los lados (regímenes híbridos) en lugar de hacia adelante.

3.- En muchos países en “transición" se han presentado elecciones genuinas, pero la participación política ha sido superficial y la rendición de cuentas es débil.

4.- Los partidos personalistas, transitorios o una política patrimonialista han prevalecido al lado de procesos pluralistas y competitivos al punto de ser considerados medianamente legítimos.

5.- Los casos recientes y exitosos de democratización (Europa Central, Cono Sur o Asia del Este) muestran que el bienestar económico relativo así como las experiencias positivas pasadas han contribuido al éxito del proceso. Además, las diferencias encontradas al interior del mundo comunista y África Subsahariana muestran que los legados institucionales han afectado los resultados de la transición.

6.-Cerca de 20 países de las ex Unión Soviética y Yugoeslavia tuvieron que construir instituciones nacionales donde no existía ninguna. La ola de liberalización en el África Subsahariana de los noventa se topó con la realidad de estados débiles devastados. En muchos lugares de Latinoamérica, Medio Oriente y Asia, el cambio ocurrió en el contexto de estructuras estatales estables pero su desempeño errático complicó cada paso.

En suma, los resultados obtenidos sobre las transformaciones ocurridas a partir de la década de los noventa llevaron a la aparición de fuertes críticas de los supuestos teóricos en los cuales descansaba el paradigma de la transición.

Aunado a ello, el estudio de los países que han dejado los regímenes autoritarios se dirigiría gradualmente a hacia nuevos marcos, nuevos debates y eventualmente hacia un nuevo paradigma para explicar la permanencia y el cambio político.

El fin del paradigma de la transición nuevos marcos, nuevos debates

Un punto de partida extendido en torno al estudio de los países que han abandonado formas de gobierno autoritarias es el que se ha enfocado en identificar los tipos y características de regímenes intermedios -entendidos estos no como democráticos o autoritarios en el sentido extenso de la palabra- que han logrado mantener formas de gobierno estables o consolidadas.

Entre estos nuevos tipos es posible identificar algunos de ellos: la democracia delegativa, el autoritarismo burocrático, regímenes de fachada, el autoritarismo competitivo entre otros.

Las democracias delegativas son aquellos regímenes que cumplen con estándares mínimos de democracia pero que se caracterizan por la existencia de bajos niveles de responsabilidad financiera, funcionarios poderosos, plebiscitarios y en ocasiones abusivos (O´Donell, 1986).

Por su parte, los autoritarismos burocráticos son aquellas formas de gobierno excluyentes y con un énfasis no democrático, con una coalición burguesa dominante e internacionalizada, el mando de los militares y un diseño de política pública orientada hacia la producción de bienes intermedios y de capital (Collier: 1997 ).

Los regímenes de fachada hacen alusión a aquellos países que cuentan con instituciones electorales ficticias que no representan una fuerza significativa para el poder de quienes gobiernan (Levitsky y Lucán: 2004).

Finalmente, encontramos el autoritarismo competitivo el cual es aquel régimen en el que las instituciones democráticas formales son vistas como los principales medios para obtener y ejercer la autoridad política pero que, a diferencia de los regímenes democráticos modernos donde existen lecciones abiertas, libres y justas de los cuerpos ejecutivo y legislativo, existe el derecho a voto, libertades civiles (de prensa, asociación, y de criticar al gobierno sin represiones), se caracteriza por violaciones recurrentes a ciertos criterios democráticos generando un campo de juego desigual entre gobierno y la oposición (Ibidem).

A pesar de ello, la existencia de instituciones democráticas en este tipo de regímenes permiten que las fuerzas de oposición pueden debilitar e incluso vencer a los funcionarios autocráticos mediante mecanismos electorales más competitivos o formas de representación más incluyentes tales como: la arena electoral, la legislativa, la judicial y los medios de comunicación.

Con respecto a la arena electoral, podemos encontrar que los regímenes autoritarios competitivos presentan elecciones fuertemente reñidas.

En la arena legislativa, la oposición puede tener un peso de suma importancia, particularmente, cuando los funcionarios no son miembros de partidos mayoritarios fuertes.

Por su parte, el poder judicial, separado de los diferentes poderes, limita a que los gobiernos autoritarios para evitar prácticas irregulares permitiendo proteger a grupos de oposición.

Finalmente, la existencia de una prensa independiente puede jugar un papel importante en la vigilancia e investigación de los gobiernos.

A partir de la nueva clasificación de países que eran considerados como en “transición a la democracia” es posible encontrar ejemplos tales como nuestro país donde no solo no se ha logrado consolidar el proceso democrático, sino que, como se verá a continuación, al mantener sus sistemas de gobierno relativamente estables, podrían ser ubicados como formas de gobierno ”híbridas” sin que por ello sean evaluados negativamente en cuestiones de desempeño y calidad democrática.

El autoritarismo competitivo el caso mexicano

La historia política de México contrasta en muchos sentidos con las abruptas transformaciones de régimen que sufrieron otros países latinoamericanos desde la década de los sesenta.

México ha experimentado una estabilidad política básica y continuidad institucional a pesar de haber mantenido durante muchos años un régimen autoritario.

A partir de la década de los setenta México inició una serie de reformas que permitiría a los grupos de oposición ocupar cargos legislativos y gubernamentales (O´Donnell, 1988).

Esta tendencia condujo no solo un cambio en la correlación de fuerzas del congreso sino que incluso llevaría a la derrota del partido oficial durante las elecciones de 2000. A casi quince años del proceso de alternancia política, las reformas políticas iniciadas desde la década de los setenta han llevado a pensar que México podría encontrarse inmerso en un proceso de transición democrática [2] .

La existencia de derechos y libertades políticas y civiles [3], elecciones competitivas, un papel tanto proactivo como reactivo por parte de la oposición en el poder legislativo, una plena separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, así como una prensa independiente sugieren dicho proceso.

Sin embargo y a pesar de los avances realizados en el proceso de democratización, investigadores como Linz (2000) consideran que el caso mexicano se adapta más a una forma moderada de autoritarismo, particularmente, por la existencia de algunas violaciones a los estándares mínimos democráticos tales como: campañas de desprestigio a grupos de oposición, niveles elevados de corrupción, persecución periodística, la convivencia de prácticas autoritarias entre otras.

A pesar de ello, México es evaluado con altos puntajes en derechos y libertades civiles y de proporcionalidad de la representación de partidos en el Congreso, así como de una elevada a moderada participación electoral en las elecciones, así como una percepción de buena calidad democrática[4].

Lo anterior lleva a pensar que no existen incentivos para revertir los avances democráticos pero también, a dejar de implementar prácticas autoritarias dada la estabilidad política.

En suma, el caso mexicano muestra una forma de gobierno consolidad en la cual confluyen características tanto autoritarias como democráticas que indican que los cambios ocurridos desde finales de la década de los noventa, no condujeron hacia una democracia en el sentido extenso de la palabra y que sin embargo, se ha logrado articular como un régimen estable.

A manera de conclusión

El presente trabajo tuvo como principal finalidad conocer los alcances y las limitaciones existentes dentro del paradigma de la transición democrática a partir de algunos cambios ocurridos durante la década de los noventa.

Al respecto se pueden argumentar dos aspectos.

Primero, el paradigma de transición puede ser considerado como un punto de referencia que abrió la posibilidad de ampliar el horizonte de investigaciones referentes al origen, estabilidad y cambio de los regímenes autoritarios y democráticos.

Sin embargo, entre las primeras limitaciones podemos encontrar que los supuestos en los cuales dicho modelo descansó, ha quedado limitado para explicar qué factores han incidido para la consolidación democrática o bien, si esta puede ser considerada un fin último.

Desde esta perspectiva, podemos encontrar que muchos regímenes autoritarios lograron sobrevivir a la tercera ola democrática. En otros casos, la desintegración de un tipo de autoritarismo condujo no a una democracia, sino a una nueva forma de gobierno no democrática.

Los casos mexicano y chileno permiten mostrar que la convivencia de prácticas democráticas y autoritarias no ha sido un factor de inestabilidad política.

Sin embargo, a pesar de su estabilidad así como de las evaluaciones positivas en relación a ciertos estándares democráticos mínimos, el caso mexicano puede ser ubicado no como país en transición a la democracia sino como un sistema de gobierno ubicado en una “zona gris”, es decir, como democracia incompleta pero consolidada.

En suma, el paradigma de la transición debe ser considerado un punto de referencia que permite conocer el rumbo y la trayectoria de algunos países pero que sin embargo, requiere ser refuncionalizado con el fin de aceptar e integrar formas de gobierno en las cuales confluyen prácticas democráticas pero también autoritarias sin que por ello se asuma un proceso de transición.

Referencias

Ackerman, John M. Democratización: pasado presente y future, en revista perfiles latinoamericanos. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales., México, pp. 117-157.

Carothers, Thomas (2002) “The End of the Transition Paradigm”, en Journal of Democracy, Volume 13, Number 1, January 2002, pp. 5-21.

Collier, David, and Steven Levitsky. 1997. ‘‘Democracy With Adjectives: Conceptual Innovation in Comparative Research.’’ World Politics 49, no. 3 (April): 430–51.

Dahl, Robert. 1971. Polyarchy. New Haven, CT: Yale University Press.

Garretón Manuel Antonio (1997) “Revisando las transiciones democráticas en América Latina, en Nueva Sociedad, N. 148 Marzo-Abril, pp. 20-29.

Hagopian, Frances y Scott P. Mainwaring. The Third wave of Democratizatión in Latin Amèrica. Advances and Setbacks. Cambridge, United States of América. 2005, pp. 1-58.

Huntington, Samuel (1993). La tercera ola. La democratización a finales del siglo XX. Paidós, Barcelona, pp. 17-40; 41-106; 251-282.

Linz, Juan, 1990. "Transitions to democracy", Washington Quaterly, vol 13.

Mainwaring, S, O'Donnel, G. &Valenzuela S , eds., 1992. Issues in Democratic Consolidation: The New South Amercian Democracies in Comparative Perspectives. Notre Dame: University of Notre Dame Press.

O'Donnell, Guillermo. 1996. ‘‘Illusions about Consolidation.’’ Journal of Democracy 7, no. 2 (April): 34–51.

O’Donnell, Guillermo, and Philippe C. Schmitter. 1986. Transitions from Authoritarian Rule: Tentative Conclusions about Uncertain Democracies. Baltimore: JohnsHopkins University Press.

O’Donnell, Guillermo, Philippe C. Schmitter, and Laurence Whitehead, eds. 1986. Transitions from Authoritarian Rule: Prospects for Democracy. 4 vols. Baltimore: Johns Hopkins University Press.

O’Donell, Guillermo (1994): “Delegative Democracy”, Journal of Democracy, vol. 5, n° 1 (enero), pp. 55-69.

Collier, David, (1979), El nuevo autoritarismo en América Latina, FCE, Capítulo 1 (pp. 25-38) y Conclusiones (pp. 366 - 401).

Levitsky, Steven and Lucan Way. (2002), “The Rise of Competitive Authoritarianism”, Journal of Democracy, V13, N2, pp. 51-65.


[1] El término se refiere a la manera en la cual las acciones de un gobierno deben de ir acorde a los intereses de los gobernados. En los sistemas políticos democráticos, tales acciones pueden legitimarse bien en términos de proceso decisorio, haciendo referencia a las preferencias colectivas de los gobernados o bien en términos de resultado.

[2] De acuerdo con Garretón, México puede ser considerado como un caso particular de transición democrática debido a que, a diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, inició un proceso de extensión o profundización democrática ante la ausencia de un cambio formal de régimen o de apertura democrática. Para mayor información, véase, Garretón, A. Antonio. Revisando las transiciones democráticas en América latina. En revista Nueva sociedad. No 148, Marzo-Abril. 1997, pp. 20-29.

[3] De a cuerdo con el índice Freedom House, México obtuvo la calificación de 8.7 en cuestiones de libertades políticas y civiles ubicándolo como uno de los países más libres de la región latinoamericana.

[4] De acuerdo con O´Donell, la calidad democrática hace referencia a todos aquellos elementos objetivos y subjetivos que por medio del Estado conducen a que un país sea considerado plenamente democrático -estado democrático de derecho-.

[a] Profesor investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo en la Escuela Superior Atotonilco de Tula.