FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DESARROLLO DEL TRASTORNO DE PERSONALIDAD ANTISOCIAL EN LOS ADOLESCENTES

Resumen

La importancia de la adolescencia en el desarrollo humano viene marcada por su carácter transicional, al representar una etapa de la vida en la que tienen lugar importantes cambios físicos y psicosociales, etapa que inicia biológicamente alrededor de los 11 o 12 años. De ahí que exista un interés por el estudio del desarrollo socio-emocional del adolescente. Los problemas emocionales y comportamentales son los que tienen mayor prevalencia durante la adolescencia, por ello que es necesario aumentar el conocimiento existente sobre los comportamientos antisociales que se pueden manifestar en esta etapa de la vida.


Palabras clave: adolescencia, comportamientos antisociales, agresión, trastorno antisocial, personalidad

Abstract

The importance of human development in adolescence is marked by its transitional character, representing a stage of life where they have important place physical and psychosocial changes, biologically stage begins around 11 or 12 years. Hence, there is an interest in the study of socio-emotional development of adolescents. Emotional and behavioral problems are those that are more prevalent during adolescence, why it is necessary to increase the existing knowledge about anti-social behavior that can manifest in this stage of life.


Keywords: adolescence, antisocial behavior, aggression, antisocial personality


 

Al revisar la conducta antisocial en los estudiantes adolescentes de México, los resultados más importantes indican que es mayor la proporción de los hombres que incurren en la participación en riñas, el golpear o dañar cosas ajenas, el golpear o herir a otras personas y tomar dinero ajeno, además de comportamientos considerados de mayor gravedad como vender drogas y usar un arma para robar o atacar a alguien (Holguín & Palacios, 2014). Para los fines de este argumento es importante conocer en que consiste el Trastorno Antisocial de Personalidad, punto central del objeto de estudio, por lo tanto, definir que este trastorno es entendido como un producto de la agresión humana normal. Específicamente, la agresividad puede ser definida como la producción de una conducta intencional para causar daño físico o humillación a otra persona que desea evitar dicho daño. Pero la conducta violenta antisocial, además de ser todo lo anterior, se lleva a cabo sin tener cuidado por el bienestar o los derechos de los demás (Holguín & Palacios, 2014).

Las conductas antisociales, dado que incluyen una amplia gama de conductas tales como agresión y violencia, hurtos, vandalismo, piromanía, mentiras, absentismo escolar, huidas de casa y abuso de alcohol y drogas, son ejemplos de conductas menos graves, o también denominadas conductas problemáticas, y cabe mencionar que están las de mayor gravedad que llegarían a la conducta delictiva y/o criminal. Todas estas conductas no se presentan de forma independiente durante la infancia y la adolescencia sino que están fuertemente asociadas entre sí, con un conjunto de factores de riesgo que acabarían por configurar un estilo de vida antisocial en el joven y adolescente. Con lo anterior es importante hacer una pausa y desatacar la importancia de la salud mental en el adolescente, ya que  nos proporciona un marco para comprender, prevenir y tratar conductas antisociales infanto-juveniles.

La salud mental es un fenómeno complejo determinado por múltiples factores sociales, ambientales, biológicos y psicológicos. Los principales factores de riesgo de los problemas de salud mental incluyen malos tratos en la infancia; la violencia en la familia, la escuela y el vecindario, la pobreza y la exclusión social. Por ello que los problemas psicológicos de la infancia y la adolescencia constituyen un campo de vital importancia, y un reto para la salud pública. Las medidas preventivas pueden ayudar a evitar el agravamiento y la progresión de los trastornos mentales, y una pronta intervención detiene la gravedad de los mismos. La prevalencia de trastornos psicológicos en población infanto-juvenil se desarrolla entre los 6 y 17 años, edad donde se sitúan problemas relacionados con la conducta. Durante las últimas décadas se ha planteado la necesidad de delimitar los problemas de conducta de inicio temprano a partir de la manifestación de rasgos afectivos, interpersonales y conductuales similares a los que definen la psicopatía adulta. Si se toma como punto de partida la manifestación temprana de rasgos psicopáticos, especialmente de tipo afectivo-interpersonal, se tendrá como resultado los patrones más severos y persistentes de conducta externalizante (López-Romero et al. 2011) que ayudaran al estudio de los factores que influyen alrededor del desarrollo  de la personalidad disocial en adolescentes.

Los problemas de conducta presentan dos trayectorias bien diferenciadas: el patrón persistente en el ciclo vital por un lado; que se caracteriza con un inicio temprano del desajuste conductual como consecuencia de la relación entre un niño vulnerable y un ambiente adverso, es decir los factores sociales que giran en torno al patrón. Y por otra parte el patrón limitado a la adolescencia que surge de experimentar de forma exagerada un salto madurativo propio de la etapa adolescente (López-Romero et al. 2011). Por esto puede decirse que la pronta manifestación de problemas de conducta se mantiene con comportamientos de tipo agresivo, delictivo y antisocial que son persistentes y severos. Estos comportamientos siguen un curso y desarrollo que evoluciona al Trastorno de Personalidad Antisocial en la vida adulta, sino existe un tratamiento y seguimiento adecuado. La personalidad antisocial es un tipo de personalidad más propenso a cometer actos de violencia, por ello que se haya desarrollado una teoría sobre la relación entre personalidad y delincuencia. La cual menciona que desde la infancia hay individuos que muestran niveles elevados de rasgos denominados: “dificultades de temperamento”, estos individuos son propensos a desarrollar una conducta antisocial, con lo antes mencionado es fácil comprender porque el estudio de las conductas agresivas en la infancia tienen relación con lo que hasta ahora se ha mencionado.

Hay que advertir que en el estudio de la conducta antisocial los factores individuales y factores externos o sociales son un punto de partida para conocer las causas explicativas de dicho comportamiento. La literatura existente coincide en que una historia de maltrato, vivencias difíciles o una escasa red de apoyo familiar son aspectos predisponentes para cometer una conducta violenta. En esta línea de argumentación, el desarrollo de conductas agresivas en la infancia, están caracterizadas por impulsividad, ausencia de miedo y búsqueda de sensaciones; por lo que estas conductas buscaran una forma más evolucionada y darán paso al desarrollo de un Trastorno Disocial, que consiste en un conjunto persistente de comportamientos caracterizado por actos que van en contra de la sociedad, (antisociales) que violan los derechos de otras personas, las normas y reglas adecuadas para la edad; estos comportamientos antes mencionados van unidos a situaciones familiares, sociales y escolares que se inician o mantienen en la infancia y podrán continuar en la adolescencia extendiéndose a la edad adulta bajo el nombre de Trastorno Antisocial de la personalidad. En el caso más extremo estos individuos que siguen la trayectoria antes mencionada se convertirán en psicópatas o sociópatas.

Los factores que desencadenan dichos trastornos y comportamientos son indicativos de que se genera un problema patológico. Cruz et al (2014) y Peña (2010) coinciden en que las conductas antisociales que presentan los infantes se caracterizan por presentar conductas agresivas repetitivas, tales como:

Cuando los niños se convierten en adolescentes y adultos sus problemas continúan, y dentro de este marco ha de considerarse que se presentan otras conductas que van unidas de las antes mencionadas y como resultado podemos encontrar personas con:

Es importante tomar en cuenta el ambiente donde se va desarrollando el individuo que nos dará como resultado de una serie de situaciones externas e internas que caracterizan y hacen particular la historia de cada individuo. Existen diferentes factores que determinan la con­ducta del ser humano, incluyendo los aspectos biológicos, psicológicos, emocionales y sociales. Estos últimos juegan un papel importante en la red de apoyo de una persona, ya que los valores, creencias y hábitos prevalecen en la cultura en particular y pueden refle­jarse en la conducta del individuo (Cruz et al, 2014).

Referencias bibliográficas

Cruz, B; Montiel, D & Aldana, G. (2014). Análisis de las conductas consideradas como parte del trastorno de personalidad antisocial: una mirada desde la teoría Gestalt. Revista Digital Universitaria, 15 (1). Recuperado de http://www.revista.unam.mx/vol.15/num1/art03/art03.pdf

Holguín Mendoza, T. E. & Palacios Casados, J. J. (2014). La genética del trastorno antisocial de la personalidad: Una revisión de la bibliografía. Salud Mental, 37(1) 83-91. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58229962010 

López-Romero, L; Romero, E & Luengo, A. (2011). La personalidad psicopática como indicador distintivo de severidad y persistencia en los problemas de conducta infanto-juveniles. Psicothema, 23 (4) 660-665. Recuperado de http://www.unioviedo.net/reunido/index.php/PST/article/view/9141/9005


[a] Profesora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.