Hábitos Higiénicos en una Muestra Poblacional Hidalguense como Muestra de la Calidad de Vida
Hygienic Habits in a Hidalguense People Sample as a Sample of Quality of Life

Resumen

Este estudio nos permite conocer cómo, a pesar de las campañas de concientización para el cuidado de la salud y el medio ambiente, la mayoría de una muestra de la población hidalguense, realiza acciones tendientes al deterioro de su propio entorno y no conoce las principales medidas para la protección civil.

Se analiza el concepto de Calidad de Vida como un esfuerzo internacional, teórico metodológico para medir la salud y el bienestar de la población, y se propone una perspectiva holista de ser humano autorrealizado, para la implementación de los Programas Institucionales de Desarrollo Social.


Palabras clave:
Calidad de Vida, Salud, Valores, Desarrollo Social.

Abstract

This study let us how despite the campaigns of awareness for the health and environment care, the majority of a population sample of Hidalgo State carries out actions to damage their own surround and doesn´t know the main measures of civil protection.

It was analyzed  the quality of life concept like a theoretical, methodological international effort to measure health and well-being of the people, and proposes a holistic perspective of auto realized human being to implementation of Institutional Programs of Social Development.


Keywords: Quality of life, Health, Values, Social Development

Desarrollo

A pesar de los esfuerzos que las instituciones de diversos tipos (sociales, comerciales, educativas, etc.), realizan para concientizar a la población sobre el tratamiento a los materiales de desecho y la protección civil; y aunque la mayoría de las personas opina haber atendido al menos a una campaña de este tipo, la mayoría de la gente sigue manteniendo hábitos higiénicos que más bien entorpecen el uso y reuso de la basura, llevando a cabo prácticas de descuido y falta de compromiso para con las acciones elementales para salvaguardar la integridad física personal y del entorno.

El impacto que estas acciones tiene en la calidad de vida, aunque importante, a corto y largo plazos, es totalmente incomprendido. Se esperaría que la población, y dada la difusión sobre todo de anuncios televisivos tendientes al ahorro y uso adecuado del agua o de la luz, a la organización y desecho de materiales orgánicos e inorgánicos, así como la prevención de la seguridad física, la población debiera demostrar con acciones, que realmente le ocupa y no solo le preocupa su entorno y su bienestar inmediato.

Las consecuencias de esto se pueden observar incluso en todo el país: en las carreteras que lo recorren se van encontrando una serie de desechos, desde bolsas de plástico, toda clase de papeles, cartones, botellas, y hasta animales muertos. En las calles se puede encontrar todo tipo de basura, desde envolturas de todo tipo de alimentos, hasta pañales desechables.

México es un país que no está exento de sufrir las consecuencias de los fenómenos naturales como lluvias o sequías excesivas, movimientos sociales como las “peregrinaciones a santuarios” y sobre todo a los movimientos telúricos. Sin embargo, la población no está capacitada para reconocer y establecer los hábitos ni los conocimientos  básicos que le permitirían tener una mejor calidad de vida cuidando de sí misma ni de su entorno; la población no está preparada ni en el cuidado propio ni del medioambiente. Y esto es preocupante por cuestiones obvias: la trasmisión de enfermedades, la contaminación y el calentamiento global, la falta de preparación para actuar en casos de emergencia, etc.

Desde mediados del siglo XX, se ha acuñado el término “Calidad de Vida para el Bienestar Social” como una premisa para dirigir los planes y proyectos de instituciones con intereses diversos, como lo son gubernamentales, educativos, políticos, de salud pública, etc. Sin embargo, existe el problema de definición de lo que significa la calidad de vida y peor aún, evaluarlo, ya que implica una gran carga de subjetividad variable, dependiente de la época, el tipo de población y hasta la zona geográfica en que se trata de medir. 

El concepto de Calidad de Vida, tiene sus orígenes en la necesidad de evaluar el grado con el que los pacientes llevaban su enfermedad; es decir, hasta qué punto una persona podía vivir, con cierta comodidad el transcurso de la enfermedad.  El índice de Karnofsky, (1948) (cit. en: Velarde-Jurado, 2002) es una de las primeras escalas funcionales  desarrollada en el área de la Medicina que sigue siendo utilizada como un indicador de la calidad de vida, pero más bien como factor relacionado a la salud.

El  concepto fue evolucionando desde una definición más bien conceptual hasta métodos que han buscado la objetividad a través de cuestionarios e instrumentos para generar la medición de las dimensiones que caracterizarían a la calidad de vida. Sin embargo, estos instrumentos, aunque se plantean como útiles para diversas áreas, está dirigido principalmente para la clínica y su interpretación se manifiesta con una temporalidad muy limitada, ya que la percepción de la calidad de vida puede variar en cuestión de un par de semanas, sobre todo si es aplicada en enfermos en recuperación o bajo el efecto de alguna otra variable.

Una escala, la WHOQOL (World Healt Organization Quality of Life), es una prueba surgida del Programa de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud, elaborada en principio, por quince centros internacionales como un intento para desarrollar una evaluación de la calidad de vida que pudiera aplicarse trans-culturalmente. Ellos la han definido de la siguiente manera:

Calidad de vida es definida como las percepciones de los individuos de su posición ante la vida en el contexto de la cultura y los sistemas de valores en que viven y en relación a sus metas, expectativas, estándares e intereses.

Esta escala involucra 4 dominios con varias facetas incorporadas – Salud física, psicológica, relaciones sociales y medioambiente. Las facetas incluyen aspectos como dependencia de sustancias o ayudas médicas, imagen y apariencia corporal, autoestima, creencias personales, apoyo social y medioambiente físico (contaminación /ruido /tráfico /clima), entre otras. En este sentido, otros intentos también se han realizado como la Self-perceived Quality of Life.

Hablar de la percepción que una persona o un grupo de ellas tienen ante la vida, resulta un tanto difícil por incluir aspectos muy subjetivos y más si tomamos en consideración que cada persona va construyendo, en el transcurso de su vida, su propia realidad aparente. La comunidad científica se ha esforzado para entender la calidad de vida, pero habría que preguntarnos si para cada ciudadano existe un estándar de lo que esto significa. Además, porque una cosa es percibir y otra es hacer.  Podemos afirmar que para cada persona lo que hace en lo cotidiano o sus logros “están bien” y podrán sentir que esto es tener una buena calidad de vida. Obviamente la persona carente de salud, que sufre dolor o preocupación podrá decir a ciencia cierta, carecer de esta.

Aunque estos instrumentos son un buen intento por medir la calidad de vida en diferentes regiones del planeta, lo cierto es que hay problemas emergentes que nos permiten analizar más de cerca qué es lo que en realidad hace la gente y si existe una concordancia con lo que se esperaría de ella. Por ejemplo, Brito y Pasquali (2006) realizaron un estudio sobre la correspondencia entre las actitudes y el comportamiento de 25 mujeres en Venezuela con respecto al tratamiento de la basura, a través de entrevistas y observaciones. Asimismo, Guevara y Rodríguez (2002) en un estudio similar, con una muestra de 343 sujetos, llegan al mismo resultado que los anteriores: no hay concordancia entre lo que dicen y hacen “La población presenta actitudes orientadas ambientalmente pero de baja intensidad. Inferimos –dicen los autores- que la propaganda ambiental y las posturas gubernamentales y no gubernamentales han generado una preocupación ambiental en la población pero no su desenlace” ( Guevara y Rodríguez, 2002)

Con el fin de puntualizar objetivamente la realidad inmediata de la población se plantea el presente estudio para, de alguna manera, dimensionar el problema y responder a la necesidad de diseñar programas de desarrollo social que permitan capacitar a la población, de tal forma, que se logre un compromiso personal para el mantenimiento y cuidado de su propio entorno y lograr una mejor calidad de vida en los ciudadanos no sólo del Estado.

Objetivo

Conocer las prácticas higiénicas en una muestra de la población en el Estado de Hidalgo, a través de una encuesta realizada en el 2011, para reflexionar sobre posibles campos problemáticos del desarrollo social y calidad de vida.

El diseño de este estudio fue de naturaleza observacional, descriptivo, transversal prospectivo, (Méndez, 1990).

Método

Se realizó un estudio para conocer las acciones que la gente realiza para garantizar su seguridad personal y el cuidado al medio ambiente, en una población del Valle del Mezquital, en el Estado de Hidalgo, en el que participaron 115 personas, de ambos sexos, con un promedio de edad de 37 años, con diversos niveles de escolaridad, desde primaria hasta nivel profesional, con ocupaciones preponderantes en el comercio y la docencia. Se les aplicó una encuesta compuesta por 16 reactivos: 8 de ellos versaron sobre el manejo de materiales de desecho, uno sobre el sobrecalentamiento del planeta, uno sobre contaminación, uno sobre el desperdicio de agua y cinco sobre seguridad y protección civil.

Los reactivos 1 al 8 consideraron las acciones del sujeto en cuanto al tratamiento de la basura, y materiales de desecho; del 9 al 16 versaron sobre conocimientos sobre contaminación y protección civil.

Se utilizó el programa SPSS para el tratamiento estadístico de los datos.

Procedimiento

Dos estudiantes de la Licenciatura en Psicología aplicaron la encuesta a transeúntes de la Plaza Principal, que se caracteriza por la concurrencia de personas que acuden a varias oficinas públicas y escuelas.

Se solicitó a cada participante su anuencia para contestar un cuestionario sobre calidad de vida. Se les entregó un formato de encuesta y un lápiz para que respondieran al cuestionario. Se les dio la instrucción de leer cada reactivo y lo fueran respondiendo de acuerdo a lo que ellos consideraran adecuado.

Resultados

Se utilizó el software SPSS (Statistic Program to Social Sciences) para el tratamiento de los datos.

A pesar de las campañas de “poner la basura en su lugar”, el 67.8% de los encuestados tira la basura en calle (fig. 1), aunque sea ocasionalmente y sólo en ocasiones la retiene hasta poder depositarla en algún contenedor. Esto es el reflejo de que no existe el hábito de control de la basura. A su vez, la falta de botes recolectores en las calles,  provoca que la mayoría de la gente se deshaga de los residuos.

Uno supondría que las personas que tienen automóvil, han logrado cierto nivel económico y por lo tanto de educación y cultura, sin embargo, como se muestra en la figura 2, el 77% de las personas reportó conocer a por lo menos a otra que arroja sus desechos fuera de su vehículo.  Contribuyendo así a la contaminación ambiental, y a aumentar el riesgo de generar incendios forestales, ya que, como todos sabemos, los envases de plástico transparente pueden llegar a servir como potenciadores de la luz solar sobre la hierba seca y así encender fuego.

 

 

También se les cuestionó sobre el uso de las bolsas en que los comercios empacan sus mercancías y que también se ha convertido en un problema de contaminación ambiental. La mayoría de las personas (94%) las reusa para acarrear algún tipo de material, o para almacenar la basura generada, antes de desecharlas.

Con respecto a la separación de la basura en orgánica e inorgánica, sólo un 28.7 % de los encuestados dijeron separarla. Algunos encuestados señalaron que no tiene razón seleccionarla, ya que los camiones recolectores no lo hacen. Al respecto el 65.2% lo afirmó categóricamente que los camiones recolectores no separan la basura.

Con respecto al material eléctrico como baterías, hardware, teléfonos celulares, los encuestados afirmaron en un 71.3% desecharlos directamente al bote de basura, sin considerar la toxicidad que estos artefactos producen.

Aunque el 62 % dice cooperar con los esfuerzos sociales contra la contaminación, el 44% tiene goteras en sus casas.

En cuanto a la seguridad, el 67% no tiene identificado cuáles son zonas de seguridad en casa, ni se siente preparado para afrontar cualquier tipo de emergencias (56%). Aunque algunos (30%), reportaron haber tomado cursos de primeros auxilios, el 77% no conoce o no conoce la técnica RCP (reanimación cardio pulmonar).

 

 

Como pudimos observar a lo largo de este estudio, la mayoría de los adultos no hace un uso adecuado de los residuos materiales ni está preparado para enfrentar cualquier emergencia. Si bien es cierto que la mayoría (72%) es consciente de los problemas de contaminación y de seguridad, sus hábitos y actitudes en estos aspectos son casi nulos.

Indudablemente, quienes tengan mejores hábitos de higiene, tendrán mejor calidad de vida, aunque sea de manera inconsciente y dado los resultados de esta investigación, podemos concluir que se requiere de programas de intervención de desarrollo social de mayor impacto, que logren un impacto real y permanente en la población, que logren cambios efectivos en su conducta para que las personas lleven a cabo prácticas de salud y de seguridad de manera automática; que con la misma inconciencia con que tiran en las calles la basura, dejen de hacerlo.

En general, los resultados demuestran que la gran mayoría de las personas encuestadas no maneja adecuadamente ni la basura ni los residuos electrónicos y tampoco están preparados para cualquier contingencia ambiental.

Surge entonces un gran problema de varias vertientes: el del conocimiento, el de la motivación y el de los valores: ¿Cómo lograr un cambio real en las personas? ¿Cómo lograr la concientización de una percepción de una realidad más saludable y que se refleje en su cotidianidad?

Nos damos cuenta que las personas, a pesar de conocer los problemas que se originan por la contaminación o por siniestros ocasionados por la propia naturaleza o por descuido humano, realmente no “internalizan” los mensajes de las campañas públicas y privadas sobre la conducta saludable y de prevención que caracterizaría al humano posmoderno. No encontramos la intención en él.

Según Kosik (1965) “El hombre vive en varios mundos, y cada uno exige una clave distinta; no puede, en consecuencia, pasar de un mundo a otro sin poseer la clave correspondiente, es decir, sin cambiar de intencionalidad y de modo de apropiarse de la realidad. Para la filosofía y la ciencia moderna –enriquecida ésta continuamente con el concepto de praxis- el conocimiento es uno de los modos de apropiación del mundo por el hombre. Por otro lado, los dos elementos constitutivos de todo modo humano de apropiación del mundo son el sentido subjetivo y el sentido objetivo”.

El ser humano no solo vive en el mundo físico, lo aprehende. No es solo lo que en apariencia percibe de él, hay una construcción subjetiva, desapercibida a simple vista, que se crea en la praxis objetiva de la humanidad. Si queremos lograr un cambio real para dirigirnos hacia una mejor calidad de vida en la población deberíamos de considerar que cualquier campaña pone al individuo en el lado puramente observacional, en el que se conmueve hasta las lágrimas cuando ve propaganda de los estragos del calentamiento global sobre la fauna y la flora.  “No es posible captar de inmediato la estructura de la cosa o la cosa misma mediante la contemplación o la mera reflexión. Para ello es preciso una determinada actividad… Esta actividad son los aspectos o modos diversos de la apropiación humana del mundo” (Kosik, 1965).

Los programas sociales, públicos y privados, debieran acercarse más a un modelo metodológico dialéctico, para evitar todo reduccionismo de los fenómenos concretos del mundo, por ser este un “método de la reproducción espiritual e intelectual de la realidad, el método del desarrollo, o explicación, de los fenómenos sociales partiendo de la actividad práctica objetiva del hombre histórico” (Kosik, 1965).

Así mismo, tomar en cuenta que, como procedimiento, este debe estar dirigido principalmente a los infantes, por ser en esta etapa de la vida cuando el individuo asume el mundo en el que ya viven otros. Es a través de la socialización primaria que se “crea en la conciencia del niño una abstracción progresiva que va de los “roles” y actitudes de los otros específicos a los “roles” y actitudes en general”, que devienen en la norma o convención subjetiva. “solamente en virtud de esta identificación generalizada logra estabilidad y continuidad su propia auto-identificación” (Berger y Lukman, 2006).

El interés actual por la salud, la ecología, la tecnología, el arte, entre otros, nos ha llevado a replantear nuestros conceptos sobre la naturaleza humana. Tomar en cuenta el doble carácter que juega todo ser humano: el de Sujeto y de Individuo. Sujeto asido a su contexto histórico social, pero en un proceso dialéctico de Individuación, en el que los valores llamados universales, incluyan la bondad, la alegría, la autodeterminación.

“Un aspecto crucial del desarrollo saludable de la conciencia de la propia personalidad y de la plena humanidad consiste en desechar las técnicas utilizadas por el niño para adaptarse a los adultos fuertes, grandes, todopoderosos. Debe sustituir dichas técnicas por las técnicas de ser fuerte, independiente y de ser él mismo un progenitor. Esto implica especial renuncia al desesperado deseo del niño por gozar del amor exclusivo y total de sus padres, mientras aprende a amar a los demás. Debe aprender a satisfacer sus propias necesidades y deseos, y no los de sus padres, ya a hacerlo por sí mismo, en vez de depender de sus padres,  que hasta entonces han actuado en su lugar. Debe aprender a renunciar a ser bueno por miedo o para conservar su amor y debe ser bueno porque él desea serlo.  Debe descubrir su propia conciencia y renunciar a la interiorización de sus padres como única guía moral. Debe hacerse responsable y menos dependiente, y debe también aprender esperanzadamente a gozar con esta responsabilidad. Debe sustituir el miedo por el valor.” (Maslow, 2009)

Deberíamos de considerar en los programas sociales de desarrollo, un ser humano que se responsabilice de su toma de decisiones; que promuevan la autorealización, constante y dinámica; que en el proceso de su propia vida, llegue a un alto nivel de madurez, salud y desarrollo.

Los nuevos programas de desarrollo en el Estado de Hidalgo marcan claramente la misión de contribuir a detener el deterioro ambiental de las comunidades a través del fomento y desarrollo de una cultura de la sustentabilidad, y así mejorar la calidad de vida de sus habitantes (Plan Estatal de Desarrollo 2011-2016).  “La tarea consiste ahora en desplegar las estrategias de influencia y persuasión social para generar un cambio en la intensidad actitudinal de la población” (Guevara y Rodríguez, 2002).

Por otra parte, en el ámbito educativo, las universidades latinoamericanas están proponiendo cada vez con mayor énfasis que se incluyan actividades en temas ambientales (Damin y Montelone, 2002), que se tomen en consideración las competencias, actitudes y valores para una educación para la vida (UAEH, 2011), realizando propuestas e incorporando en sus planes de estudios asignaturas  para preparar a los futuros profesionistas en el desarrollo sustentable, sostenido y en la mejora de la calidad de vida de la sociedad.

Aunque la misión es similar, la tarea no es fácil. Se requiere conjuntar esfuerzos entre el gobierno y las entidades educativas de nivel superior a través de la investigación para lograr analizar, de una manera científica, las necesidades y problemas concurrentes en los grupos sociales inmediatos; de la misma forma, diseñar programas de intervención con un sólido bagaje teórico metodológico  y lograr así una verdadera modificación de conducta en grupos sociales determinados que coadyuven a impactar de forma positiva la calidad de vida de los hidalguenses.

Referencias bibliográficas

BERGER, Peter L. y Luckmann; La Construcción Social de la Realidad; Ed. Amorrortu; Buenos Aires, 2006.


BRITO, Erkis y Pascuali, Carlota; Comportamientos y Actitudes Asociados a la Disposición de la Basura en Áreas Urbanas No Planificadas; Interciencia, Mayo 2006, Vol. 31 N° 5; 338-344 pp.


DAMIN, Roberto y Montelone, Adrian; Temas Ambientales en el Aula. Una Mirada Crítica Desde las Ciencias Sociales; Ed. Paidós, Buenos Aires, 2002. Cit. en:  SANTIAGO Rivera, José Armando, Reseña de…; Geoenseñanza; enero-junio, año/vol. 10, núm. 001; Universidad de los Andes, San Cristobal, Venezuela, 119-121 pp


GUEVARA Martínez, Javier y Rodríguez Álvarez, Carolina; Localización de Actitudes Proambientales; Revista de Psicología de la Universidad de Chile, Vol. XI, No. 2, 2002; 93-109 pp.


KARNOFSKY DA, Burchenal JH. The clinical evaluation of chemotherapeutic agents in cancer. En: Evaluation of chemotherapeutic agents. CM MacLe, cit. En: Link de acceso , C. Puiggròs, M. Lecha, T. Rodríguez, C. Pérez-Portabella y M. Planas; El índice de Karnofsky como predictor de mortalidad en pacientes con nutrición enteral domiciliaria; Nutr Hosp. 2009;24(2):156-160; ISSN 0212-1611 • CODEN NUHOEQ S.V.R. 318. Recuperado el 27 de abril de 2011


KOSIK, Karol, Dialéctica de lo Concreto (Estudio sobre los problemas del hombre y el mundo); Editorial Grijalbo; 7ª ed. México, 1967


MASLOW, Abraham H.; El Hombre Autorrealizado; Ed. Kairós; 18 ed; Barcelona, 2009. Modelo Educativo de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, recuperado el 14 de abril de 2011;  Link de acceso 


MÉNDEZ Ramírez, Ignacio, Bamihira, Moreno y Sosa; El Protocolo de Investigación; Ed. Trillas, México, 1990.


Plan Estatal de Desarrollo 2011-2016; Dirección General de Desarrollo Social Sustentable; Gobierno del Estado de Hidalgo; Link de Acceso ; recuperado el 8 de junio de 2011.


Self-perceived Quality of Life Scale The Theory; http://life-scale.org./the_theory.asp , recuperado en abril de 2011.


VELARDE-JURADO E, Ávila Figueroa C.; Evaluación de la calidad de Vida; Salud Pública de México; Vol 44, no. 4, julio-agosto de 2002.


WHOQOL-BREF; Introduction, administration, scoring and generic versión of the assessment. Field trial version, December 1996. Programme on mental health. World Healt Organization, Geneva.

[a] Profesor Investigador Titular de Tiempo Completo en la Escuela Superior de Actopan, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

[b] Alumnos de la Licenciatura en Psicología de la UAEH.