La identidad política como fenómeno social en México

Resumen

En el trabajo se presenta una reflexión  acerca de la falta de identidad política como fenómeno social en México, retomando para ello  las aportaciones  de autores de la teoría política  revisados en clase y que dan sustento al análisis social que se abordará a partir de la mirada de Habermas, Anthony Downs,, Mancur Olson, Rowls, Habermas, Foucault, Cohen, Axel Honnet, Anthony Giddens, Iniguez y Giménez, Cabe acotar en estas líneas que se parte de la idea de identidad por ser  el eje analítico en que se centra el trabajo de investigación que se plantea en la tesis en desarrollo.


Palabras clave: Identidad, Identidad política, Análisis social

Abstract

In the presented work reflect on the lack of political identity as a social phenomenon in Mexico , returning to it the contributions of authors of political theory reviewed in class and that support social analysis that will be addressed from the look Habermas, Anthony Downs, Mancur Olson , Rowls , Habermas , Foucault, Cohen , Axel Honnet , Anthony Giddens , Iniguez and Gimenez, worth noting in these lines of the idea of ​​identity as the analytical axis which focuses on the research that arises in developing the thesis.


Keywords:Identity, Political identity, Social Analysis

Introducción

El desarrollo que se plantea para la estructura del presente ensayo se centra en tres premisas  básicas, la identidad y la cultura política, el poder y la democracia y  por último la justicia en el Estado de Derecho.

Para la realización de este trabajo se parten en primer término del concepto de identidad social, concebida como un producto de las interacciones sociales (Iniguez, 2011),  es decir, una acción social continuada en el tiempo dependiente siempre de un contexto comunicacional desde el enfoque de Habermas y la teoría de la acción comunicativa,  con Foucault,a través del sujeto y el poder  así como Anthony Giddens y las consecuencias de la identidad en la modernidad.

Una vez establecido el panorama acerca de la identidad social se abordará  la vinculación que tiene ésta con la cultura política desde la postura del estructuralismo. El poder y la democracia  retomando el enfoque que presenta Anthony Downs y Mancur Olson y con el cual se concuerda en la crítica que realizan los autores en relación a los partidos políticos y la elección “democrática”

El tema de justicia en el Estado de Derecho será visto desde la teoría de la justicia de  J. Rawls y la sociedad retomando así mismo la teoría política del autor Cohen.

El cierre del presente trabajo se presenta con una conclusión que  conjuga las aportaciones teóricas que dan sustento a la reflexión que se presenta en este documento entorno a la identidad política como fenómeno de poder  en  México.

La identidad y la cultura política

El desarrollo de todo planteamiento, se encuentra inmerso en una realidad, sujeta a una serie de interpretaciones las cuales tienen sentido a través de una acción de carácter comunicativo Habermas (1992) el cual encierra una codificación que parte de la percepción del sujeto social,  que se encuentra inserto en un espacio y un tiempo que lo determina en la toma de sus decisiones económicas, políticas, sociales y culturales, donde la pertenencia a un grupo resulta fundamental, tal como lo refiere  el autor Giménez (1997), al referirse que las personas  deben ser percibidas y reconocidas  como parte de un grupo, lo cual constituye su identidad, la cual requiere de la sanción y reconocimiento social para que pueda  existir en este plano así como públicamente.

Habermas (1987), establece que “la identidad es un predicado que tiene una función particular, por medio de él  una cosa u objeto particular se distingue como tal de los demás de su misma especie”. Desde la mirada de Foucault en torno al tema en cuestión, se piensa al sujeto no tanto como una sustancia, sino como una forma y, además de lo anterior, como una forma que "no es sobre todo ni siempre idéntica a sí misma" (Foucault 1994:123), entonces, en primer lugar, se hace necesario rechazar toda concepción o teoría apriorística de sujeto y, segundo, se torna una exigencia imperativa el centrar la discusión a propósito del sujeto en los respectivos modos de producción de subjetividad asociados a prácticas discursivas circunscritas a su vez a momentos históricos o incluso épocas determinada.

Es importante no soslayar que la noción de sujeto es un concepto polivalente, múltiple sobre determinado y complejo que se afirma y se reconoce  en los contextos  pertinentes de interacción y comunicación social, es decir el sujeto no sólo es distinto de todos los demás por definición sino que se distingue cualitativamente, al desempeñar una serie de roles  socialmente reconocidos, que le dan pertenencia a un grupo que también lo reconoce y le proporciona una identidad de pertenencia conocida y reconocida, elementos que son discutidos por Foucault  y Habermas  quienes establecen que tal situación  como es el lugar y estatuto del sujeto se construyen a partir de sus respectivos procesos de constitución, tanto en Jürgen Habermas como en Michel Foucault.

Se examina, fundamentalmente, la relación del sujeto con el lenguaje y con la historia. A propósito de la constitución subjetiva se distinguen modalidades productivas altamente diferentes, que, a su vez, ponen en juego conceptos teóricos divergentes, dando origen a modalidades subjetivas contrastadas, con posibilidades y vías de acción sumamente discordantes. Recuperando ciertos conceptos de la Teoría Crítica, se propone pensar en un tipo de subjetividad dialógica que recoja estas diferencias sin anularlas o ignorarlas  porque su síntesis da lugar a una cultura cambiante que se perfila de acuerdo al grupo dominante (Honnet, 2006:445)

Dominación que influye  en el desarrollo de la identidad del sujeto por la relación del éste hacia el lenguaje y, por el otro, por la relación del mismo hacia la historia (Habermas, 1987), así como los ajustes que debe hacer el sujeto de su identidad a raíz de las revoluciones generadas por el contexto de la modernidad son aspectos retomados por Anthony Giddens quien es uno de los principales teóricos sociales del siglo XX, quien presenta un “análisis institucional de la modernidad” centrando su interés en lo cultural y epistemológico de la misma. En su obra construyó una primera aproximación al término de “modernidad” definiéndolo como los modos de vida y organización social que surgieron en Europa a partir del siglo XVIII, y cuyas consecuencias se expresan en manifestaciones sociales concretas que tienen una repercusión a nivel mundial y que dieron pauta para abordar de manera crítica los problemas derivados de la modernidad (Giddens, 1994:15). Las consecuencias de la modernidad representan para el autor, un marco teórico que le permite interpretar las transformaciones asociadas con la modernidad, enfatizando en los aspectos cultural y epistemológico, la modernidad, el tiempo, el espacio; el desanclaje; fiabilidad y riesgo; seguridad y peligro son analizados como ejes categóricos interpretativos  de  la realidad social a través de la institucionalización de la duda como consecuencia de la ruptura con la tradición.

La modernidad el tiempo, el espacio y el lenguaje se configuran para dar pie a la construcción del lenguaje a través de la comunicación que conlleva a la conformación de una cultura política que como refiere el autor Giménez (1997) son una “una pareja conceptual indisociable”, en sociología y antropología.  En efecto, declara el autor que  “nuestra identidad sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad”. Lo cual comenta el Giménez (1997), resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos.

Rasgos que permean en la cultura política del sujeto, puesto que es a partir del conocimiento de los valores, creencias, convicciones y conductas podrá comprender e incidir en la posibilidad de construir y garantizar la solidez y permanencia de un sistema democrático.

El poder y la democracia

El sujeto social como se hizo referencia en párrafos anteriores construye una identidad social que se configura en una cultura cambiante y ajustada a los nuevos contextos de la modernidad Giddens (1997), contextos que configuran  a la cultura política, como rasgo de comprensión del cual parte el individuo para entender  e incidir de manera democrática en un sistema, como refiere el autor  Anthony Downs (1992)  el individuo genera una serie de expectativas relativas al sistema de gobierno que le asegure las máximas ventajas  sociales como resultado de su acción, que se debieran de traducir en un bienestar social, el cual debiera de tener como elemento constitutivo una igualdad en su distribución social. Creando como refiere el autor  Downs (1992) un conflicto  porque  no queda claro, que significado maximizar el bienestar social y como éste es utilizado para la obtención de un “botín”  por parte de los partidos políticos en México,  que utilizan una serie de artimañas, para la obtención de escaños dentro del gobierno y que les permita gozar de una renta , del prestigio y del poder  que supone la dirección del aparato gubernamental Downs (1992), alejándose de aquella idea que tiene el sujeto, el cual se identifica con una ideología de partido y que piensa que la elección de ese partido que se encuentra en el poder responde a esa necesidad de beneficiar a la sociedad, donde el gobierno como agente de poder, podrá coadyuvar en la realización y construcción de un verdadero sistema donde la toma de decisiones se realice por ciudadanos consientes y que se identifican con una causa justa de distribución equitativa de la riqueza.

Pero no vistos estos como incentivos selectivos que incentivan a los sujetos no por ideología, sino por razones económicas a incidir  en los resultados de un proceso democrático  Olson (1992),  retomando las palabras de éste autor  se establece en estas líneas que sí, de manera general los individuos de determinada clase social tuviesen un grado suficiente de interés propio, si se sintiera  identificados como un grupo  con intereses compartidos, se generaría una identidad colectiva  que como refiere Habermas (1987), serían personas  que son percibidas y reconocidas, que requieren el reconocimiento social y público como grupo, que se define y auto determina las necesidad del sujeto social, ya que como refiere el autor Olson (1992) la acción de cambio no funciona, si la participación resulta ser individual,  así como aquella participación de grupo donde no exista un interés común, la cual se debilita; por ello la acción de los miembros del grupo (Habermas, 1987),  que se identifican con una causa, verán que su acción colectiva tendrá mejores resultados que un actuar disgregado individual y desarticulado.

Sin embargo este actuar no debiera de ser motivado por casusas externas a un interés legítimo de obrar democráticamente, haciendo referencia a aquellos incentivos selectivos de carácter positivo o negativo que te incitan a actuar en una dirección en particular, incentivos que como refiere el autor Olson (1992), que se traducen en castigos o beneficios que obtiene un grupo, es importante referir que en estos procesos democráticos donde los incentivos sociales se generan de manera positiva o negativa para influir en las decisiones del grupo, está limitada por la heterogeneidad social o categorías que se benefician de un bien colectivo, los elementos de empatía así como el de pertenencia e identidad a parecen, y donde las semejanzas o diferencias impiden o desarrollan con mayor o menor fuerza la interacción social[1].

La interacción social de los sujetos, se complica a un más en cuestiones de política al plantearse como refiere Olson (   ), problemas de organización que derivan de la falta de acuerdos  acerca de la naturaleza exacta del bien colectivo del cual se trate o sobre la causa que desde la perspectiva del grupo tiene mayor o menor peso  para luchar por ella, provocando que esta indecisión e intereses propios, reduce el poder que la acción colectiva  pudiera tener, sin embargo es aquí donde los estrategas en la política fincan y reclutan  a través de un criterio selectivo  a aquellos pequeños grupos que compaginan con sus propuestas de campaña, como pudo evidenciarse en el proceso de elección presidencial, donde grupos opositores ideológicamente se unieron para formar un frente contra un partido que utilizó, la deficiente información y la falta de interés por la política en México, para posicionarse convirtiendo como establece el autor Downs (     ) en un experto en las áreas de política en las que deseaba influir , y maximizando los beneficios  políticos que obtuvo ante el manejo de las fuerzas irracionales, que demuestran que los ciudadanos responden  racionalmente a las exigencias  de la vida en un mundo imperfectamente informado como sucede en la actualidad en México, donde se percibe una apatía de los ciudadanos respecto a las elecciones, la ignorancia por los principales problemas que aquejan al país, la tendencia bipartidista de los partidos políticos  a aparecer el uno al otro son consecuencias de una información imperfecta en una democracia aparente, se utiliza éste término, porque democracia implica una toma de decisión consiente por parte del pueblo en el ejercicio del poder, que conduzca al bienestar colectivo que es el bienestar de todos y no sujeto a intereses propios y mezquinos que deterioran la concepción e identidad del sujeto como parte integrante de una acción colectiva.

La justicia en el estado de Derecho

No podemos soslayar que los cambios sociales que se verifican en el ámbito internacional en materia normativa influyen directamente en la conformación normativa nacional, tal acotación se realiza a partir del cambio estructural que se implementó  en nuestra Constitución política que es el eje estructural del Estado de Derecho, enfocada en el respeto irrestricto a los derechos humanos  a través del principio pro homine.

Principios de derecho reconocidos  como la justicia, igualdad y equidad que permean y se extienden  a nivel global; cambios  que no sólo se verifican en el ámbito económico sino,  la vinculación intrínseca que se presenta entre el Estado de derecho y la justicia como elementos que permiten la coexistencia social de los individuos en un espacio y en un tiempo histórico determinado, la cual se encuentra sujeta a una serie de reglas y principios que le permiten un contexto normativo donde el Estado se inserta y que permite su desarrollo y estructuración.

Como refiere Habermas (1987) “la teoría de la acción comunicativa permite una categorización de la trama de la vida social con la que se puede dar razón de las paradojas de la modernidad”, donde se pierde y ajusta una identidad que pasa de lo individual a lo colectivo donde las necesidad de justicia se vuelven cada vez más evidentes, donde los planos de desigualdad, se vuelven constantes, sin aprehender de historia, sin la existencia de una apropiación de tu espacio físico configurado por su orden político, económico, social y cultural.  Sin permitir retomar el reconocer el pasado para interpretar el presente.

Esferas a las que hacer referencia Cohen en su obra  respecto al reconocimiento a la sociedad civil como una “esfera de interacción social entre la económica y el Estado, compuesta ante todo de la esfera íntima, la esfera de las asociaciones, los movimientos sociales y las formas de comunicación pública. La sociedad moderna se crea por medio de formas de autoconstitución y automovilización”, generalizándose a través de leyes y especialmente los derechos objetivos que estabilizan la difenciación social.

Retomando a Cohen, respecto a que en la sociedad moderna el punto medular para la coexistencia social es el respecto por los derechos de las personas como integrantes de una sociedad, derechos que se estipulan con el objetivo fundamental de establecer un marco normativo que permita el desarrollo del individuo en la sociedad, sin distinción de raza, color, ideología, lo que se traduce en una igualdad de todos los individuos ante el Estado, situación que se acota para el Estado mexicano, que establece a nivel constitucional la igualdad de hombres y mujeres.

“Artículo 1. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano …]“Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.

Una sociedad moderna que requiere de un plexo normativo y que le brinde la seguridad jurídica para su desarrollo como establece Rawsl con su teoría de la Justicia, el autor  plantea que toda teoría por más elocuente que sea debe de ser rechazada y revisada, sin embargo existe la posibilidad de tolerar una teoría errónea, debido a la falta de una mejor.

Es importante indicar que el derecho y la sociedad se encuentran vinculadas estrechamente a través del lazo de la justicia la cual no es algo estático, sino que evoluciona y se ajusta a las necesidades de una sociedad moderna como refería Giddens (1997), una sociedad que se ve ligada a manifestaciones comunicativas que integran una cultura, objetiva integrada por  elementos que identifican a un grupo Rawsl (1976) donde la acción comunicativa  como refiere Habermas (1987).

Aspectos que identifican a la sociedad actual que requiere de mecanismos que permitan que la justicia sea transparente, y en la que realmente se valore los derechos que tiene el sujeto como persona y que es el Estado quien se configura como garante de esta derecho. Como refiere Rawsl, la persona presenta una serie de argumentaciones que se distinguirán  de acuerdo al tipo de pretensión que manifieste y que el proponente trate de defender, pero la no podrá ir en contra del bienestar colectivo, constituyéndose como establece Rawsl  en pretensiones de validez superior, que ya no van ligadas a manifestaciones comunicativas sueltas, sino objetivaciones culturales, normas jurídicas y principios de derecho.

Un hablante sólo podrá demostrar y defender su derecho cuando piensa realmente lo que dice y lo configura a través de razonamientos y argumentaciones, actuando en consecuencia. La veracidad de las emisiones expresivas no pueden  fundarse sino sólo mostrarse, cuando no se cuenta con una argumentación valida por parte del proponente se delata en la falta de consistencia entre una manifestación y las acciones vinculadas con ella.

Rawsl (1971)

La justicia fundamenta el Estado de Derecho, y los sujetos sociales deberían sentirse protegidos por este cuerpo normativo que supone una creación a raíz de la necesidad social, con esta idea moral de Rowsl de imparcialidad incrustada más en el plano ideal que el real.

Donde el sujeto social en su rol de ciudadano activo y propósito participa en la toma de decisiones, pensadas como colectivos identificado con una causa común que es el beneficio colectivo, como constructo social, al cual se integran y lo identifica como individuo sujeto a un continuum cambiante y complejo.

A manera de conclusión  los aspectos que identifican a la sociedad actual y que requieren ser objetivados son  aquellos mecanismos creados por el Estado  que le permitan que la justicia sea transparente, y en la que realmente se valore los derechos que tiene el sujeto como persona para exigir su derecho a la democracia y al ejercicio de la política como una función participativa, no ajustada a intereses perversos como ha sucedido en México.

Como refiere Rawsl, la persona se identifica con un discurso  esa serie de pretensiones que para el proponente puede ser legítima pero que dejan de lado un concepto fundamental que el bienestar social, pretensiones de validez superior, que ya no van ligadas a manifestaciones comunicativas sueltas, sino objetivaciones culturales, normas jurídicas y principios de derecho.

Manifestaciones que configuran una identidad que como refiere  Habermas (1987), se vuelva un “un predicado que tiene una función particular, por medio de él  una cosa u objeto particular se distingue como tal de los demás de su misma especie”.  Pensado  al sujeto como  indica Foucault al sujeto no tanto como una sustancia, sino como una forma y, además de lo anterior, como una forma que "no es sobre todo ni siempre idéntica a sí misma" (Foucault 1994:123),  haciendo necesario rechazar toda concepción o teoría apriorística de sujeto y, segundo, se torna una exigencia imperativa el centrar la discusión a propósito del sujeto en los respectivos modos de producción de subjetividad asociados a prácticas discursivas circunscritas a su vez a momentos históricos o incluso épocas determinada, donde el fenómeno de la política se encuentra en el centro de la discusión aí como la participación de los ciudadanos.

Alejándose  como refiere  el autor Downs, de aquella idea que tiene el sujeto, el cual se identifica con una ideología de partido y que piensa que la elección de ese partido que se encuentra en el poder responde a esa necesidad de beneficiar a la sociedad, donde el gobierno como agente de poder, podrá coadyuvar en la realización y construcción de un verdadero sistema donde la toma de decisiones se realice por ciudadanos consientes y que se identifican con una causa justa de distribución equitativa de la riqueza.

Referencias bibliográficas

 Cohen, Jean y Andrew Arato (1992). Sociedad Civil y Teoría Política, México: Fondo de Cultura Económica.


 Downs,  Anthony (1992)  Teoría económica de la acción política, Madrid: Ariel. 


Foucault, Michel . Revista Mexicana de Sociología, Vol. 50, No. 3. (Jul. - Sep., 1988), pp. 3-20 . Disponible en:  Link de acceso [consulta: 17 de noviembre de 2014]


Giddens, Anthony (1997). Modernidad e identidad del yo. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes


Giménez,  Gilberto (1996). La identidad social o el retorno del sujeto a la sociología, in III Coloquio  Paul Kirschoff, Identidad, México DF.: UNAM, Instituto de investigaciones Antropológicas.


Habermas , Jurgen, (1987). Teoría de la acción comunicativa Vol I y II, Madrid: Taurus.


Iniguez    (2011). La identidad y la identidad profesional: Acercamiento conceptual a la investigación contemporánea, Revista CES, Psicología, Volumen IV No. 2, (julio diciembre 2011)


Olson, Mancur   ( 1992 ) . La Lógica de la acción colectiva, México: Mc Graw Hill


Rawsl,  John   (1971). Teoría de la Justicia. México: Fondo de Cultura Económica.

 

 

[1]Interaccionismo social, corriente epistemológica que considera que las personas aprenden y dan sentido al mundo que les rodea a través de las interacciones en las que participan desde el momento en que nacen.

[a] Profesora Investigadora Adscrita a la Escuela Superior Actopan.