Percepción de mujeres y hombres adolescentes sobre su interacción escolar con los pares

Resumen

Objetivo: se realizó un estudio con el fin de explorar los significados de ciertas prácticas relacionales entre adolescentes hombres y mujeres de secundaria de la Ciudad de México. Materiales y método: participaron 64 estudiantes de secundaria, 32 hombres y 32 mujeres adolescentes. Se utilizó la técnica de Asociación libre para explorar el significado psicológico de tres palabras estímulo a definir: Cotorrear, Llevarse y Desmadre. Se analizaron las categorías de conceptos jerarquizados a partir de su orden de aparición y de la sinonimia entre palabras. Resultados: ambos grupos presentan similitudes en las palabras usadas para definir cada estímulo, y diferencias en torno a aspectos específicos por género y la importancia para su descripción y en juicios de valor sobre éstas. Conclusiones: las interacciones entre los jóvenes son experimentadas de manera similar en cada grupo y diferente por razones de género. Los significados psicológicos de estas prácticas relacionales entre adolescentes mostraron el carácter constructivista de la violencia y de las ideas tradicionales de género, mismas que dependen de sus propias vivencias relacionales contextuales.


Palabras clave: adolescentes, percepción, género, violencia.

Abstract

Objective: a study was carried out to explore the meanings of certain relational practices among adolescent men and women from high school in Mexico City. Materials and method: 64 high school students participated, 32 men and 32 women. We used the free association technique to explore the psychological meaning of three stimulus words to be defined: Cotorrear, Llevarse and Desmadre. We analyzed the categories of hierarchical concepts based on their order of appearance and the synonymy between words. Results: both groups present similarities in the words used to define each stimulus, and differences regarding gender specific aspects and importance for their description, and in value judgments about them. Conclusions: Interactions between young people are experienced similarly in each group and different for gender reasons. The psychological meanings of these relational practices among adolescents showed the constructivist nature of violence and traditional gender ideas, which depend on their own contextual relational experiences.


Keywords: adolescents, perception, gender, violence.

Introducción

La adolescencia es vista generalmente como un proceso de transición de la infancia a la adultez. Para comprenderla mejor, es necesario tomar en cuenta los procesos subjetivos que se desatan en el individuo en el encuentro con su entorno sociocultural y que manifiestan su capacidad de construir o resignificar parte de la realidad que experimenta(1). Aún cuando todas las etapas de la vida muestran ser un continuo proceso de cambio, la construcción de una identidad y la necesidad de aceptación del sí mismo son de las características más relevantes que incluyen a las expectativas que los padres y pares tienen sobre el sujeto, así como la influencia de otros factores psicosociales y culturales(2).

En esta etapa del desarrollo humano resulta particularmente importante el grupo de pares, ya que éste se vuelve el punto de referencia para definir las conductas que considerarán adecuadas e inadecuadas, las formas aceptadas de relacionarse, las características de su entorno relacional, su sí mismo, etc. Por esto, el identificar las maneras en que los(as) adolescentes perciben sus relaciones con los pares, permite profundizar en el conocimiento de la importancia que tienen para ellos los comportamientos o interacciones grupales, que para la mirada adulta pueden carecer de sentido o incluso parecer nocivos.

El incluir la dimensión subjetiva en los análisis de los procesos sociales que los adolescentes construyen con sus pares, posibilita la comprensión del significado que los adolescentes atribuyen a sus experiencias cotidianas(1).

En este sentido, el género resulta un elemento esencial en la construcción de la identidad, ya que determinará ciertas experiencias vitales de las personas, al saberse y asumirse como hombre, mujer u otra identidad, y actuar de formas “masculinas”, “femeninas” o con alguna nueva expresión respecto de los modelos de género dominantes dentro de la sociedad (3,4,5). Debido a la socialización de género producto de las ideas dominantes o estereotipos, se considera que las mujeres se preocupan principalmente de las conexiones interpersonales en la adolescencia, por lo que el desarrollo de su “sí mismo” ocurre en términos de ser empáticas en su relación con los otros. Los varones, por su parte, generalmente se preocupan más por la competencia y el control del medio-ambiente, por lo que su sí mismo es menos interpersonal y más intrapersonal (6,7).

Desde la experiencia de algunas personas, las interacciones entre jóvenes pueden nombrarse como violentas, sin embargo, desde la percepción de éstos hombres y mujeres, dichos comportamientos pueden ser vivenciados de manera diferente (8). Por lo tanto, cuando se habla de violencia, se realiza un ejercicio de construcción de significado para las prácticas, mismas que en algunos casos forman parte de interacciones “normales” para ciertos ámbitos o relaciones, es decir, se encuentran naturalizada la violencia, y en otros, podría tratarse de fenómenos diferentes según el significado que le otorguen las personas involucradas.

Desde el ámbito teórico, la violencia no es fácil de definir debido a las diferentes posturas al respecto y la presencia de definiciones amplias o demasiado pequeñas para enmarcar todos los elementos que pueden estar presentes en ella. Sin embargo, es importante destacar su carácter sociocultural, es decir, que depende del contexto, la historia y los procesos sociales para que un acto y quién lo ejerza se considere violento o no. En este sentido, la violencia implica un proceso de significación social que se da a través de una dinámica colectiva de atribución de sentido, y está definida por pautas, creencias y prácticas establecidas que le otorgan sentidos variables y relativos de legitimidad o falta de ésta (9).

Un planteamiento central de la violencia, es que ésta se presenta en el marco de los conflictos entre las personas, es decir, en relaciones de poder donde la mayor desigualdad o desequilibrio de éste, se convierte en el potencial para el surgimiento de las decisiones de violentar. Se puede dar el caso de un desequilibrio de poder permanente, donde la definición de la relación está claramente establecida por normas culturales, institucionales, etcétera, como es el caso de las atribuidas al género; por otro lado, se puede dar el caso de un desequilibrio momentáneo que se debe a contingencias ocasionales. En ambos casos, laconducta violenta entendida como el uso de la fuerza para la resolución de conflictos interpersonales, se hace posible en un contexto de desequilibrio de poder (10,11). En ese sentido, la violencia es un proceso claramente diferente al de agresión interpersonal producto del potencial natural de agresividad (12,13).

El objetivo de este trabajo es mostrar el significado psicológico que tienen tres palabras usadas para describir ciertas interacciones entre adolescentes que en ocasiones se consideran violentas. Los siguientes conceptos empíricos de “Cotorrear”, “Llevarse” y “Desmadre” se utilizaron como palabras estímulo a definirpor estudiantes hombres y mujeres de escuela secundaria. Se utilizó la técnica de Asociación Libre para obtener los significados, especialmente, el significado psicológico, entendido como la unidad fundamental de la organización cognoscitiva compuesta de elementos afectivos y de conocimientos que crean un código subjetivo de reacción, el cual refleja la imagen del universo que tiene una persona y su cultura subjetiva. Por lo tanto el significado psicológico es en sí mismo una unidad natural de estimulación en la producción de las conductas, sean individuales o sociales (14).

Las tres palabras mencionadas fueron utilizadas porque son comunes en el lenguaje cotidiano de los y las adolescentes en la Ciudad de México –CDMX-. Éstas dan cuenta de la forma de relacionarse en varios niveles: verbal, físico y un tercero que incluye los dos anteriores, además de interacciones que no están específicamente dirigidas a un sujeto, grupo u objeto. Por tanto, se consideran eficaces para hacer emerger las definiciones más allegadas a la realidad de los jóvenes, a diferencia de utilizar términos que son propios o frecuentes en el lenguaje adulto o institucional escolar.

Método

La muestra estuvo integrada por 64 estudiantes de la misma escuela secundaria, 32 hombres y 32 mujeres, cuya media de edad es de 13 años en ambos casos. Se estableció un control por sexo y por grado. La muestra fue probabilística intencional ya que todos los sujetos de la población tuvieron las mismas posibilidades de ser elegidos. Debido a sus características sociodemográficas, se puede considerar que se trata de adolescentes de clase media baja. La técnica Asociación libre, es un método asociativo que se fundamenta en la producción verbal y ayuda a reducir la dificultad o los límites de la expresión discursiva que presentan instrumentos como la entrevista o el cuestionario. Consiste en un instrumento que contiene una palabra definidora y debajo de ella, espacios en blanco para anotar significados; en ese sentido, a partir de la palabra inductiva (o de una serie de palabras), se le pide a cada sujeto producir tolas las palabras, expresiones o adjetivos que se le ocurran. La asociación libre aprueba la actualización de elementos implícitos o latentes que serían ahogados o enmascarados en las producciones discursivas (14).

Se eligió una escuela pública ubicada en el centro histórico de la CDMX. Con el consentimiento de las autoridades, se llevó a cabo la aplicación en un espacio asignado por las mismas, y se garantizó a los alumnos la confidencialidad de la información. Se les pidió a los estudiantes que escribieran las cinco primeras palabras que se les vinieran a la mente después de leer la palabra estímulo. Después se les pidió que escribieran qué significan para ellos esos conceptos.

Resultados

De la lista de palabras definidoras obtenidas de cada grupo de hombres y mujeres, se realizó un ejercicio de categorización de las palabras obtenidas con base en la sinonimia, es decir, tomando en cuenta la palabra definidora y su significado explicado, por medio del cual se obtuvieron 15 ítems con las más altas frecuencias y orden de aparición para cada una de las tres palabras estímulo.

Tabla 1. Total de definidoras más altas para los hombres en cada estímulo. n= 32

Cotorrear

Llevarse

Desmadre

Valor total

Valor total

Valor total

1

Platicar

150

Golpes

139

Juego

96

2

Jugar

105

Aguantarse

93

Relajo

83

3

Amigos

91

Amigos

73

Golpear

70

4

Hablar

58

Jugar

67

Llevarse

69

5

Chismes

34

Groserías

66

Escuela

46

6

Mentiras

31

Empujarse

61

Correr

45

7

Criticar

28

Pesado

54

Platicar

36

8

Bien

26

Llevarse

45

Bien

36

9

Relajo

26

Pelear

31

Calle

34

10

Salir

24

Mal

30

Mal

31

11

Correr

22

Quitar

27

Amigos

30

12

Reír

21

Compañeros

26

Cotorrear

30

13

Alburear

18

Apodos

25

Desmadre

27

14

Bromear

18

Bien

24

Empujar

27

15

Mal

18

Insulto

23

Latoso

25

 

Para definir Cotorrear, el grupo de adolescentes varones registró principalmente palabras que hacen referencia a interacciones verbales de diverso tipo y con fines diferentes, mismas que incluyen actitudes amigables –“platicar”, “hablar” y “reír”- y otras que manifiestan cierto grado de hostilidad –“chismes”, “mentiras” y “criticar”-; con respecto a la interacción física, sólo se registró claramente la palabra “correr”, aunque “jugar” puede incluir este tipo de prácticas; “relajo”, “bromear” y “alburear” también definen este concepto, haciendo alusión a interacciones expresivas y lúdicas; muchos de estos estudiantes consideran que el cotorrear tiene principalmente un valor positivo “amigos”, aunque también puede llegar a ser no deseado: “bien” a la mitad de la jerarquía y “mal” en el último lugar.

Contrario al estímulo anterior, los hombres de secundaria definieron el Llevarse con una mayor cantidad de palabras que aluden a la interacción física, destacando en primer lugar los “golpes”, “aguantarse” y “empujarse”, las cuales se llevan a cabo entre “amigos”, y posteriormente entre “compañeros”; así mismo, conductas como las “groserías”, usar algún “apodo”, y los “insultos”, forman parte de esa forma válida de relacionarse entre los adolescentes; así mismo, el “quitar” pertenencias, “pesado” y “pelear” se usaron para significar está experiencia, definiciones que denotan actos indeseados por algunos jóvenes y que pueden tener un sentido negativo por su carácter de abuso: “mal”; posteriormente, los adolescentes también utilizaron el juicio de valor “bien” en esta definición.

El grupo describió Desmadre con palabras que denotan formas de interacción física, ente ellas los “golpes”, “correr” y “empujarse”; y sólo “platicar” como relación verbal; lo definen principalmente con “jugar” y el “relajo”, y se señalan principalmente a los espacios “escuela” y “calle para su desarrollo”, así como un tipo de relación: “amigos”; está “bien” y “mal” el llevarlo a cabo, incluyendo la actitud de “latoso”. Destaca en la definición de esta palabra, el carácter sin normas, con patrones no muy definidos y con amplitud para las inclusión de formas de interacciones, ya que la propia definición además incluiría las prácticas positivas y/o negativas de las definidoras “Llevarse” y “Cotorrear”, así como haber sido definida con el mismo concepto que la palabra estímulo: “Desmadre-desmadre”; por lo tanto, además de un carácter caótico o muy amplio de este concepto, pareciera que para los adolescentes varones, la palabra misma se basta para auto-definirse a falta de un significado determinado.

Tabla 2. Total de definidoras más altas para las mujeres en cada estímulo. n=32

Cotorrear

Llevarse

Desmadre

Valor total

Valor total

Valor total

1

Platicar

128

1

Jugar

130

1

Malo

96

2

Jugar

92

2

Mal

48

2

Jugar

76

3

Bromear

82

3

Convivir

44

3

Relajo

61

4

Hablar

75

4

Familia

40

4

Gritar

46

5

Bueno

69

5

Platicar

40

5

Destruir

41

6

Amigos

51

6

Bien

39

6

Bueno

36

7

Reírse

34

7

Amigos

36

7

Diversión

34

8

Diversión

31

8

Aguantar

33

8

Amigos

33

9

Compañeros

27

9

Groserías

32

9

Groserías

29

10

Relajo

27

10

Insultar

31

10

Fiestas

28

11

Chismorrear

26

11

Pesado

31

11

Desorden

27

12

Malo

25

12

Llevarse

27

12

Salir del salón

27

13

Fiestas

23

13

Golpear

25

13

Correr

26

14

Convivir

22

14

Pegar

24

14

Insultos

26

15

Gritar

20

15

Niños

23

15

Pelear

25

 

Las adolescentes definieron el Cotorrear con una mayor cantidad de palabras que indican interacción verbal: “platicar”, “hablar”, “reírse”, “chismorrear”, y “gritar”; sólo hicieron alusión una posible interacción física con la palabra “jugar”; otros comportamientos con carácter positivo usados para definirlo son “bromear”, “bueno”, “diversión”, “relajo” y “convivir”, así como “amigos” y “compañeros”; las “fiestas” son el espacio considerado más adecuado para esta manera de relacionarse según las mujeres; y finalmente, también algunas consideraron “malo” el llevarlo a cabo.

El Llevarse implicó principalmente para las mujeres, el “jugar” y el juicio de que está “mal” hacerlo; otras palabras que usan para definir este tipo de interacción son “convivir” y “platicar” con “familia” y “amigos”, conceptos que tienen un carácter similar al del estímulo anterior; posteriormente, aparecen definiciones que se podrían considerar negativas y el consenso para tolerarlas: “groserías”, “insultar”, “pesado” y “golpear”, “pegar”, así como “aguantar”. Destaca que este grupo considera al otro sexo –“niños”- dentro de los principales significados de la palabra, a diferencia del caso de los hombres; también, que usan la propia palabra para su definición: “Llevarse-llevarse”.

Para la palabra Desmadre, las jóvenes utilizaron la palabra “malo” como la principal definidora, seguida de “jugar”, “relajo”, “gritar”, “destruir” y “bueno”, haciendo notar la ambivalencia del concepto, la falta de normas limitantes y la expresividad de los comportamientos que se reflejan en las 15 principales palabras definidoras para el estímulo; además de manifestaciones como “groserías”, “desorden”, “insultos”, “correr” y “pelear”, se puede calificar como “diversión”, y se presenta con “amigos”, en “fiestas” y por medio de o al “salir del salón”.

Dentro de las 15 palabras más representativas con las que ambos grupos de adolescentes definieron el Cotorrear, existe un alto índice de consenso presentándose en 10 de las 15 definidoras con mayor peso, aunque como se observó, varias tienen diferente jerarquía según se trate de los hombres o las mujeres:

Tabla 3. Palabras representativas para definir el término “Cotorrear”

Hombres

Lugar

Mujeres

Lugar

  Platicar

1

Platicar

1

Jugar

2

Jugar

2

Amigos

3

Amigos

6

Hablar

4

Hablar

4

Chismes

5

Chismorrear

11

Bien

8

Bueno

5

Relajo

9

Relajo

10

Reír

12

Reírse

7

Bromear

14

Bromear

3

Mal

15

Malo

12

 

Las nueve categorías comunes y con diferente orden de importancia que utilizaron ambos grupos de estudiantes para definir el estímulo Llevarse se muestran en la siguiente tabla:

Tabla 4. Palabras representativas para definir el término “Llevarse”

Hombres

Lugar

Mujeres

Lugar

Golpes

1

Golpear

13

Jugar

4

Jugar

1

Amigos

3

Amigos

7

Groserías

5

Groserías

9

Pesado

7

Pesado

11

Llevarse

8

Llevarse

12

Mal

10

Mal

2

Bien

14

Bien

10

Insulto

15

Insultar

10

 

Finalmente, las categorías comunes que utilizaron los jóvenes hombres y mujeres para definir el concepto Desmadre fueron sólo cinco:

Tabla 5. Palabras representativas para definir el término “Desmadre”

Hombres

Lugar

Mujeres

Lugar

Juego

1

Jugar

2

Relajo

2

Relajo

3

Correr

6

Correr

13

Mal

10

Malo

1

Bien

8

Bueno

6

Discusión y conclusiones

Pese a las definiciones comunes en estas posibles dimensiones de interacción entre adolescentes, se observan diferencias de género en las prácticas y las valoraciones que hacen de éstas. Respecto a Cotorrear en los hombres, el haber utilizado la palabra correr a diferencia de las mujeres, denota una práctica activa con atributos como la agilidad y la fuerza asociados al estereotipo “masculino”; así mismo, el hecho de alburear, es decir, el juego verbal que remite roles activo-pasivo sobre prácticas coitales o genitales, donde papel “masculino”-activo es sobre valorado, refleja la visión y ciertas prácticas mandatadas por las ideas dominantes de género para los varones; en general, las conductas expresivas y lúdicas consideradas por los varones para esta palabra estímulo, fueron de tipo verbal y valoradas positivamente y/o permitidas. Por otro lado, las mujeres adolescentes indicaron que no sólo se lleva a cabo con formas verbales y entre amistades, sino que también se realiza con compañeros y en fiestas, mostrando con ello prácticas de socialización más amplias en tono al sexo de las personas y a otros espacios diferentes al escolar; tal vez ello sea producto de la más rápida maduración psicofisiológica de las mujeres en esta etapa, además de una socialización especializada para la empatía y la vinculación social con otras personas que caracteriza a la feminidad ideal en el mundo occidental.

Para el estímulo Llevarse en el grupo de hombres, podría pensarse que el hecho de haber utilizado las palabras golpes, insultos y aguantarse como formas agresivas y toleradas de relacionarse en el grupo de pares, señala a las principales maneras aceptadas socialmente para expresar sentimientos entre varones, y que otorga sentido de pertenencia de género y grupo, sin embargo, ello también se presentó para el caso de las mujeres pares, incluyendo la valoración de esta forma de relacionarse: mala, pero buena. A diferencia de ello, las definiciones sobre esta forma de relación entre varones que fueron particulares son empujarse, pelear y quitar (objetos), mismas que señalan un grado mayor de interacciones agresivas, violentas o abusivas entre los hombres a diferencia de las mujeres; las actitudes agresivas podrían ser parte de la influencia hormonal esperable para los varones en esta etapa del desarrollo, sin embargo, la violencia y el abuso responderían principalmente a patrones culturales que toleran la violencia y a mandatos de género para realizar estas prácticas como parte de la conformación de una identidad de verdadero “hombre”. Las adolescentes usaron particularmente las definiciones convivir y platicar para comprender esta forma de interacción, así como la consideración de otras direcciones de la misma: con el otro sexo y en la familia.  De esta manera, pareciera que las mujeres realizan prácticas relacionales más incluyentes, con carácter nutriente, interactivas y fuera del grupo del mismo sexo, en mayor medida que los varones; tal vez se deba al hecho de no percibir un mandato social para evitarlas por razones de género, o por el fomento de ciertas habilidades emocionales compatibles con la dependencia familiar y la pasividad, es decir, consideradas “femeninas”.

Al igual que en el caso de las mujeres, los varones adolescentes utilizaron mayormente palabras que definieron a los dos estímulos anteriores para el concepto Desmadre. Particularmente, agregaron a su definición la posibilidad de realizarlo tanto en la escuela como en la calle, un espacio de ocio para los jóvenes masculinizado, además del calificativo o tal vez posibilidad/requisito de ser latoso. En este sentido, al no presentarse en las mujeres la calle como posible espacio para realizarlo, ello podría reflejar la oposición privado/público que tradicionalmente se considera ideal para los espacios de mujeres y hombres respectivamente. Varios aspectos destacan para el caso de las mujeres. Primeramente, el hecho de percibir estas interacciones como algo malo, hace pensar en las diferencias respecto a las prácticas que son permitidas desde la normativa hegemónica de género para un hombre y para una mujer, teniendo para las segundas la prohibición de trasgredir el orden o las reglas en general, y a los varones, como poseedores de la facultad de trasgresión; esto también reflejaría el doble estándar o doble moral característica de los estereotipos de género. Segundo, para esta palabra estímulo, las adolescentes usaron varias definiciones que no habían usado en los otros casos, palabras que denotan la trasgresión de reglas, la agresividad y la actividad física, prácticas comúnmente consideradas propias de hombres, lo que muestra el carácter relativo de los mandatos tradicionales de género frente a los contextos particulares.

Consideramos que el significado psicológico que le atribuyen a sus relaciones con los pares los grupos de hombres y mujeres participantes, permite identificar elementos de diversos de una subcultura de grupo en la adolescencia, sus prácticas, normas, valores. Se observan diferencias provenientes de las ideas tradicionales de género en la percepción de cada grupo, similitudes en los significados de sus experiencias escolares con los pares, así como la referencia de actitudes y prácticas que se esperarían propias del género contrario según sus estereotipos. Respecto de la violencia en función de estas dimensiones de relación, destaca que los adolescentes hombres manifestaron más que las mujeres, cierta pro-actividad, menos juicios de valor limitantes de la conducta y principalmente, comportamientos hacia otros varones que imponen acciones en contra de la voluntad. También se presenta el caso de que el uso de la fuerza causando un daño al otro, forma parte del pertenecer al grupo de pares según la visión tanto de hombres como de mujeres. En el caso de éstas últimas, destacó el hecho de que hicieran una evaluación más negativa, en comparación con los varones, de las prácticas que implican la transgresión de roles y reglas, aunque identificaron claramente estas posibilidades con el tercer estímulo.

Respecto al alto consenso entre sexos en las definidoras del concepto Cotorrear, se puede decir que hace referencia a prácticas que son llevadas a cabo por ambos sexos, y con amigos principalmente; además, el sentido de estas interacciones es claramente bidireccional, es decir, hay una comunicación o retroalimentación de contenidos verbales, nutrientes y supuestamente placenteros. La proporción de palabras comunes para el caso de Llevarse, es casi igual que en el estímulo anterior aunque presentan diferentes jerarquizaciones por género en todas las prácticas, destacando el uso de los golpes y el juicio de valor negativo como las más amplias y en el sentido señalado arriba. A diferencia del “caso anterior, en esta dimensión de las relaciones entre pares, una parte de estas interacciones comunes en ambos sexos denota un sentido de unidireccionalidad, es decir, de un(a) adolescente a otro sin consentimiento previo, por lo menos en un principio. Pareciera también, que estas formas generales de relacionarse tienen la función de expresar emociones, energía o comunicar sentimientos por medio de actos físicos y verbales.

El Desmadre por su parte, muestra sólo una tercera parte de consenso en las palabras utilizadas por ambos grupos. En este poco entendimiento común, destaca la valoración negativa que hacen las mujeres y la actividad física –correr- que incluyen los hombres en la importancia de las definiciones. Este nivel de interacción es bastante incluye muchas prácticas al no tener reglas o límites –des-, incluye prácticas procedentes de las dos dimensiones anteriores y presenta menos consenso en la experiencia de estos hombres y mujeres.

Conclusiones

Se aprecia el significado psicológico por género que tienen estos dos grupos de adolescentes sobre las palabras definidoras seleccionadas: Cotorrear, Llevarse y Desmadre. La importancia de la interacción y la pertenencia grupal en las personas adolescentes es parcialmente descrita con los tres niveles de interacción explorados, destacando los significados de los/as adolescentes e independientemente de la visión adulta de tales conceptos y las interacciones entre los pares. Ello abona a la compresión de las experiencias y comportamientos del estudiantado de este nivel educativo en contextos similares, destacando los significados producto de su experiencia particular de género.

Algunas de las prácticas descritas por las mujeres para estas interacciones, aunque principalmente por los varones, son generadoras de daños físicos y emocionales, y no difícilmente pueden ser asociadas al bullying. Así mismo, al llevarse a cabo con amigos y formar parte de las prácticas “requeridas” para la pertenencia grupal, es posible diferenciarlas de las experiencias negativas y considerarlas como prácticas deseables por ellos/as mismos/as. Lo anterior puede resultar complejo en algunos casos, ya que se habla de comportamientos que pueden afectar la salud física y mental, cuya valoración como positiva o negativa depende de la experiencia que tengan ellos y ellas mismos/as; en ese sentido, pueden considerarse “matonismo”, abuso, juego o ser códigos de pertenencia grupal. Desde el ámbito teórico, se trataría de prácticas violentas naturalizadas por su cultura y sociedad –en el caso de las mujeres- y los mandatos de género dominantes para los varones, independientemente de que ellos mismos no las perciban como tales o las vivan como dañinas, sino como formas necesarias y/o principales para vincularse y expresar afectos hacia sus pares.

Finalmente, estos hallazgos invitan a recordar que no existen obviedades respecto de lo que puede identificarse como violento en las interacciones entre las personas y grupos, y entre los(as) adolescentes en particular, ya que estos significados se construyen socialmente, y en este caso, muchos de ellos no resultaron violentos; de hecho, el concepto o palabra no aparece dentro de las principales que se usaron para definir los tres estímulos en ningún grupo. Así mismo, tampoco resulta una interpretación fácil en términos de estereotipos de género el análisis de las experiencias y comportamientos de las personas particulares, ya que los planteos o modelos teóricos en ocasiones no son suficientes para dar cuenta de las realidades concretas de las poblaciones; en este caso –contexto y población-, los estereotipos de género no se manifestaron tan definidamente por grupos de hombres y mujeres, y en varios casos, las conductas pasivas, afectuosas y amigables, así como las activas, independientes o de maltrato, formaron parte de las interacciones de ambos grupos de jóvenes, o por lo menos, en su concepción sobre ellas. El uso de términos tan utilizados -formal e informalmente- como son la violencia o el género, puede resultar en análisis complejos y novedosos si se utilizan con apertura hacia los hallazgos implicados en los objetos de estudio, y en sentido, contrarios a las lecturas que intentan forzar los conceptos para adecuarlos a los hallazgos de investigación, mismas que aportan pobremente a una mejor comprensión de la realidad humana desde la mirada científica, y en este caso, no tendrían aportes sustanciales a la comprensión de la experiencia de las personas jóvenes sobre sus interacciones y las diferencias o similitudes debido a razones de género u otras causas.

Referencias

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[a] Profesor Investigador de Tiempo Completo, Escuela Superior de Actopan, universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Correo: fernando_bolanos@uaeh.edu.mx

[b] Profesor Investigador de Tiempo Completo, Escuela Superior de Actopan, universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.