Una mirada a la educación artística teatral en el Instituto de Artes desde las prácticas escénicas

Resumen

Una meditación sobre el asunto de la educación, la educación artística teatral y la posible penetración de la educación bancaria en la formación universitaria da como consecuencia una didáctica del agobiado. El yo estudiante y el yo profesor virtuoso, en una constante dialogicidad en el proceso de enseñanza aprendizaje para ubicar los posibles pecados capitales de la educación bancaria y realizar prácticas escénicas de acuerdo a sus necesidades biopsicosociales.


Palabras clave: Educación, pedagogía, educación bancaria, prácticas escénicas y educación artística universitaria. Desarrollo humano. Psicología positiva

Abstract

A meditation on the subject of education, theatrical arts education and possible penetration of banking education in university education gives results in a didactics overwhelmed. He and I virtuoso student teacher in a constant dialogicity in the teaching-learning process to locate possible deadly sins of banking education and conduct performance practices according to their biopsychosocial needs.


Keywords: Education, education, banking education, and university performing arts education practices. Human development. Positive psychology


¿Qué le permite al ser humano sumergirse en el campo de la educación? Una de las grandes preguntas de investigación que intentaré reflexionar en este ensayo pedagógico teatral. Siguiendo las propuestas de Matura: “Preguntarse si sirve la educación chilena exige responder a preguntas como: ¿qué queremos con la educación?, ¿qué es eso de educar?, ¿para qué queremos educar?, y, en último término, a la gran pregunta: ¿qué país queremos?” (Matura. 2001. Pág. 5).[1]

Solo la historicidad de su propia actividad humana, interesada en descubrir en el otro, su propia identidad, lo hace consiente para ahondar en los motivos más intrínsecos y lograr una dialogicidad educativa dentro de la formación teatral. El pensar la práctica pedagógica para conocer las metodologías didácticas que utiliza en su actividad docente, es una actitud poderosa para enfrentar los retos implícitos de la formación.  Y así poder abstraerse en la maraña de significados biopsicosociales espirituales que lo conforman,  para poder transformarlos en un dialogo ontológico necesario para trascender el proceso mismo de la educación.

Educación tiene que ver con el educar y esta palabra a su vez viene:

“…de la raíz etimológica de la palabra educar ex-ducere,  palabra latina  que significa sacar de dentro, actividad que hace fluir fuera de los educandos características serias de su conciencia, espíritu e inteligencia. Significa literalmente conducir hacia delante, extraer algo que está potencialmente presente en el individuo, para conocerlo, transformarlo y así tener la intuición y la capacidad de convertir su esencia en algo positivo que le funcione al alumno de base para poder existir. Es decir, que la acción de educar, tiene que ver primero con quien la hace, no con quien la recibe. Dándose después como segundo término, una correspondencia, donde el educando se convierte a la vez en educador”. (Briones, pág. 8).[2]

Es decir, educar en las sesiones de la materia de “Prácticas escénicas II”, es desde mi experiencia, reconocer dentro de una malla curricular, las relaciones pedagógicas que existen entre alumno y profesor, para saber a través de la didáctica, de la investigación acción, quiénes somos.  

En esta ocasión y siguiendo algunas ideas sobre la pedagogía teatral, esta materia que imparto en el Instituto de Artes de la Universidad Autónoma del estado de Hidalgo, a partir del programa de estudio de dirección escénica.  Es un intento por encontrar las estrategias y metodologías didácticas óptimas, que nos funcionen, (institución, alumnos y profesores),  como guías para el encuentro de una estética y ética biopsicosocial espiritual  de la  actividad teatral  realizada aquí y ahora,  para poder transformarla. Aquí, en el Instituto de Artes de Real del Monte y ahora, porque no hay otro momento para realizarlo. Porque la educación es irreversible y significativa. 

Docente y dicentes volcados ante este proceso ontológico, dentro del concepto freiriano, nos hace responsables de pensar nuestra educación-práctica para evolucionar e intentar alejarnos de un producto habitual-academicista de elitización[3] atiborrado por una educación bancaria, que se ha injertado supuestamente, en el espíritu creador del educador teatral. (Briones 2012. Pág. 29).[4]  Situación didáctica habitual que debido a una constante repetición de valores y conocimiento de moldes preconcebidos generalmente calcados del pasado, ha introducido en los procesos de enseñanza aprendizaje, una formación de pesadumbre y desánimo en el estudio de los contenidos académicos. Es decir; una didáctica del agobiado.  

Siguiendo algunas ideas de la Pedagogía del Oprimido de P. Freire esta representación de la “Didáctica del agobiado” surge de la experiencia de crear planes de estudio en otras Instituciones y que durante en algunos periodos aplique en diferentes escuelas. La creación de estrategias docentes en sistemas formales y no formales para la educación artística, me hizo caer en la cuenta que dentro de la organización didáctica existe una intención pedagógica habitual de marcar la imagen de un opresor y de un oprimido educativo. Una constante reflexión sobre las oscuras técnicas de una didáctica del sometimiento, me estimuló una curiosidad e interés por conocer lo que puede provocar una educación  bancaria.[5] Son temas que ocupan mis planteamientos docentes y que en  realidad enfrentan muchos de los estudiantes  de primaria, secundaria, preparatoria y sin dudarlo también ya dentro de la educación universitaria, todos los días.  

Es decir y según mi experiencia pude entrever,  de que ha mayor número de horas dentro de la escuela, de mayor coercitividad en el trato y sobre todo a la imprecisa humildad del alumno,  se relacionaba con una supuesta educación de calidad. Minimizar el proceso de enseñanza aprendizaje a un cúmulo de actividades educativas sin relación alguna solo hacía reafirmar un academicismo cada vez más intransigente y administrativo.

Por lo tanto pensar la práctica educativa, para entender el origen de este agobio académico,  es una forma de que esta educación bancaria,  enuncie procesos para poder imaginar juntos las alternativas temáticas para el encuentro con la creatividad en  nuestras prácticas escénicas.  Porque estoy convencido de que la pedagogía, como un estudio sistemático, intencionado y científico de la educación, considerándose como la disciplina que tiene por objeto el planteo, el estudio y solución de un problema educativo[6],  es una epistemología fundamental para estructurar el proceso de enseñanza aprendizaje en la formación de un director de escena. Es decir pensar al humano que deseamos ver como creador. No solo imitador de formas, actitudes y pensamientos.

Este ensayo por lo tanto nos delimita a deliberar y a especular, como poder descubrir  algunos pecados capitales de la educación[7]  artística teatral universitaria  que supuestamente también puede afectar la formación de un director de escena del Instituto de Artes.

Primeramente repensaré sobre la delicada, sutil y sorprendente  diferencia que existe entre la pedagogía, la pedagogía teatral y la didáctica. Observar en  el supuesto de que exista dentro de nuestra formación  artística teatral una didáctica del agobiado sin lugar a dudas dentro del IA,  se puede convertir en una didacta de la esperanza. Aquella que se realiza con rabia con amor… una crítica al sectarismo, una comprensión de la posmodernidad progresista y un rechazo de la conservadora, educación neoliberal. (Freire, 1992).

Es real entonces que el academicismo y la elitización son un problema educativo que se ha hecho costumbre. Y que son obstáculos de la creatividad y de la jerarquía axiológica ficcional, ya que han surgido de una supuesta educación artística teatral dolorosa, importada, caduca para aplicarse en  esta época enajenada postmoderna.

O para decirlo de otra forma más contemporánea según Steve Katz,[8] la pre/post desolación de la transmisión de las costumbres habituales en el cuerpo artístico educado. Hay que considerar estos problemas educativos. Aplicar estos pecados de la educación, a la pedagogía teatral, en el proceso de enseñanza aprendizaje, desde un punto de vista personal, sin tomar en cuenta las necesidades ontológicas educativas de los educandos, es decir elitista, convierte  estos obstáculos de la formación, en una hábito primordial que el individuo transmisor comunicante del espacio situacional deberá también asumir en su actividad profesional.

Porque si seguimos insistiendo en este academicismo artístico y solo vemos a la universidad como un conjunto de salones donde solo el profesor conduce a la masa vestida de negro, para responder exámenes, pasar diplomados y obtener títulos, estaremos construyendo  una pedagogía teatral sin pies ni cabeza, donde todos hacen todo y nadie hace nada, donde unos hacen que enseñan y otros hacen que estudian. Dónde las discusiones académicas, siempre serán dirigidas sobre el alumno; patologías y malas conductas, olvidándose de la dialogicidad pedagógica que con lleva la aplicación de una teoría del aprendizaje significativo por parte del profesor.  

Me explico en otras palabras; la idea que ya no estamos oprimidos sino habitualmente  agobiados, surge solo de mi interpretación y experiencia pedagógica  en varias experiencias académicas, y de un supuesto; que la realidad siempre se fije en una cara de la moneda,  en la intolerancia. Pesimista, y sobre todo sufrida por no saber cómo salir de la opresión.  Marchas, desaparecidos, miles de mujeres muertas, devaluación, educación bancaria en todos los niveles de estudio, compromisos morales pedagógicos, ética liquida para conformar una didáctica ambigua y mucha pobreza biospsicosocial[9]. Serán los temas recurrentes que aprender a imitar. Una significación de la realidad habitual, tanto en maestros como alumnos, que nos hace reinterpretar y confundir una gran cantidad de modelos pedagógicos teatrales, y que supuestamente, afecta la comunicación  de un profesor con sus alumnos, volviendo el dilema académico en un academicismo burocrático y elitista.

Aguzar los sentidos, para que el hábito, la elitización y el academicismo sean ubicados como un problema educativo teatral, será fundamental en la formación teatral para dar origen a nuevas propuestas escénicas, a fin de inventar una nueva didáctica[10] de la práctica, mas acuerdo con la idiosincrasia y necesidades temáticas del grupo.  Sin olvidar que el contexto donde se desenvuelve la acción dramática observada, será un elemento más dentro de la estructura simbólica de la representación.

Sin embargo existe dentro de la psicología positivista, otra parte de la moneda; una visión de creatividad, ética, de innovación estética, y  alegría[11]  que nos ayudará a  reconocer epistemológicamente esa otra educación-realidad bancaria. Una educación concebida desde las fortalezas y virtudes de los estudiantes.

Descubrir el conocimiento juntos, institución, alumnos, padres de familia y profesores a través de la dialogicidad lúdica y de la  libertad del ser, puede convertir la práctica escénica en un proceso de enseñanza-aprendizaje alentador, despreocupado, humano,  para la selección pedagógica de los contenidos académicos a investigar.

Trabajar las dos caras de la moneda en el proceso de formación del artista escénico, es otra alternativa para que las practicas subjetivas existenciales del alumno y el profesor dentro del laboratorio, del aquí y ahora axiológico visual, se incluyan en una misma creación educativa, porque como diría Freire, el educador también es un artista, donde junto con el alumno nos enseñarnos a aprender a pensar. No pensar la escuela sino pensar la vida. Aprender a saber, aprender a hacer y aprender a ser.  El asunto de la famosa, vituperada, exaltada y confundida educación por competencias. Presente sin dudarlo en este curso de especulación universitaria.   

A saber, la pedagogía como parte de las Ciencias de la educación,  es una disciplina que en grupos colegiados piensan al humano del futuro,  un humano que se comporte como desea esa sociedad educativa con la que se convive. Sabiendo que este funcionará para el sistema dado. Conducirlo a través del modelo a seguir conservando los hábitos y costumbres de esa moral educativa siempre necesaria para ese orden estético, sin duda denotará todas las estrategias del proceso de la enseñanza y aprendizaje.  Pero este grupo que reflexiona a partir de los modelos educativos ya establecidos, el conductismo o el constructivismo, sabe que implica una didáctica específica. Las competencias académicas, las técnicas y las formas de comunicar los contenidos por parte del profesor serán avaladas  por ese modelo pedagógico y serán fundamentalmente oportunas para la evaluación de una didáctica, más coherente, objetiva y creativa en el beneficio de su propia comunidad escolar.

La didáctica constructivista cuestiona, dialoga, propone, mientras que la didáctica conductista castiga; no dialoga el error, es verbalista donde el profesor es un especialista en la materia, que hace que se memorices para que después el alumno acierte[12] en cómo se deben seguir los hábitos y las costumbres estéticas que por tradición teatral o moda han sido funcionales para ese sistema educativo de cierta comunidad artística.

De aquí y después de estas grandes definiciones acerca de la didáctica y la pedagogía, ya podríamos dar un primer salto hacia el concepto de la pedagogía teatral.

La pedagogía teatral[13] compuesta por el estudio de los diferentes modelos[14]  conocidos en el mundo del teatro universitario para la enseñanza-aprendizaje de los procesos para formar; actores, directores y dramaturgos, por mencionar algunas categorías clásicas, podríamos señalar de entrada, el reinterpretado paradigma[15] stanislavskiano, siempre oculto pero intencionado en muchas clases de formación teatral, siguiéndoles después en menor reflexión  los modelos propuestos por Chejov, Meyerhold, Brecht, Artaud, Grotowski, Brook, y las nuevas corrientes contemporáneas; Pina Bauch, Richard Foreman, Robert Wilson, entre otros, por mencionar los más reconocidos por mi practica escénica, están, aunque no se quiera o se desconozca, dentro de un modelo pedagógico.

Por lo tanto, cada profesor que forma artistas de la escena, quiero decir,  aquellos que decidieron antes de ser actor director o dramaturgo, ser un profesor o pedagogo, no por casualidad sino por decidir una forma de vida, una existencia ontológica, deberán pensar sus prácticas escénicas  para transformarlas, con base a esta unión-acción pedagógica y teatral.  

Reconociendo que un modelo pedagógico ya sea constructivista o conductista, ubicará la práctica docente artística y el concepto de la libertad, siempre necesaria para la actividad teatral. Aquella libertad que antes que nada ubica las normas morales, de las éticas, y la gran diferencia que existe entre el yo director, y el yo humano, como un juego dialectico ontológico fundamental para la lograr una ficción representacional.  Esta posible figura del director de escena-pedagogo en formación,  tendrá como base de estudio de los modelos teatrales, un modelo de las Ciencias de la educación, referido a una teoría del aprendizaje para un óptimo desarrollo humano educativo del artista escénico.  

Esta es la reflexión que llevaré a cabo en el Instituto de las Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Aquí y ahora. Y que conforma un intento por buscar las dos caras de la moneda dentro de la formación de un director, a través de las practicas escénicas II.

Un Instituto que desde mi punto de vista, no solo mira al humano agobiado, también piensa al humano artista con voluntad de vivir, alegre, positivo para el encuentro con el nuevo humano virtuoso; el creativo, el incluyente, el demócrata a favor de los más desprotegidos, el, solo él, responsable con todas las posturas epistemológicas, ontológicas, políticas y sociales que se asuma como un comunicador de la vida biopsicosocial espiritual de su propia comunidad.  

Un Instituto de Artes que piensa al artista de la dirección escénica, más empático al entendimiento de las nuevas emociones, sensaciones y sentimientos de un humano contemporáneo, en búsqueda de su post dramaticidad escénica.

Un curso que intentará realizar prácticas escénicas II, donde el  antiguo hábito para desarrollar humanos directores de escena, dentro del complejo arte teatral; vuele, llore, sueñe, mienta,  piense y muera por su propuesta creativa. Porque intentar y morir, es aquel antiguo arte, de crecer flores en la tierra[16], para enseñarnos juntos a convertirnos en personas.[17] Solo hay que intentarlo.

Bibliografía

Astolfi Díada Jean Pierre. (2004). El “error”, un medio para enseñar SEP Biblioteca para la actualización del Magisterio México.

Briones Durán Fernando (2001). Informe sobre una experiencia de trabajo en la enseñanza del arte teatral con adolescentes de 12 a 16 de años en el  Centro de Educación Artística Diego Rivera del INBA. México. UNAM. Informe académico.

Briones Duran Fernando. (2012). Hacia la búsqueda de una pedagogía teatral popular; Diseño de una didáctica no formal a partir de los paradigmas Paulo Freire y Michael Chejov. México UNAM. Tesis Maestría.

Fernández,  Aldara. (2002). La educación artística y musical en México. Incompleta, elitista y excluyente. Portal de revistas científicas y arbitradas de la UNAM.

Freire, Paulo. (1977).  Pedagogía del Oprimido. Colombia. Ed. S.XXI.

Larroyo, Francisco. (1970). Didáctica General Contemporánea. México. Ed. Porrúa.

Matura, Humberto. (2001). Emociones y lenguaje en educación y política. Ed. Dolmen Ensayo Edición: Décima. Psicolibro. Chile. 

Rogers, R, Carl. (2010). El proceso de convertirse en persona. Ed. Paidós. México. Buenos Aires. Barcelona. 355 pág.

Patnella Ceballos Argentina. Corrientes contemporáneas de la pedagogía. Texto básico. México. SEP/Subsecretaria de educación superior e investigación científica. 3er. Grado. 2do. Semestre. Dirección General de Capacitación y mejoramiento profesional del magisterio. 246 pág.

Suarez, Díaz Reynaldo. (1989). La educación. Su filosofía. Su psicología. Su método. México. Trillas. (Antología).

 

 

[1] Matura, Humberto. (2001). Emociones y lenguaje en educación y política. Ed. Dolmen Ensayo, Edición: Décima. Psicolibro. Chile. 

[2] Briones Durán Fernando (2001). Informe sobre una experiencia de trabajo en la enseñanza del arte teatral con adolescentes de 12 a 16 de años en el  Centro de Educación Artística Diego Rivera del INBA. México. UNAM. Informe académico.

[3] Fernández,  Aldara. (2002). La educación artística y musical en México. Incompleta, elitista y excluyente. Portal de revistas científicas y arbitradas de la UNAM. http://www.revistas.unam.mx/index.php/cem/article/view/7322

La discriminación educativa de la que es objeto la educación artística y particularmente  la educación musical, se advierte con mediana claridad en la lectura del artículo 3ro. Constitucional y en la Ley General de la educación, en donde no se encuentra ninguna sola línea que aluda o refiera puntualmente el caso.

[4] Briones Duran Fernando. (2012). “Hacia la búsqueda de una pedagogía teatral popular; Diseño de una didáctica no formal a partir de los paradigmas Paulo Freire y Michael Chejov”. México UNAM. Tesis Maestría.

[5] Ibíd.

[6] Patnella Ceballos Argentina. Corrientes contemporáneas de la pedagogía. Texto básico. México. SEP/Subsecretaria de educación superior e investigación científica. 3er. Grado. 2do. Semestre. Dirección General de Capacitación y mejoramiento profesional del magisterio. 246 pág.

[7] Suarez Díaz, Reynaldo. (1989). La educación. Ed. Trillas. México. Dirección General de Publicaciones. (Antologia).

[8] https://translate.google.com.mx/translate?hl=es-419&sl=en&u=http://www.newyorkartworld.com/commentary/SpeakAndWritePostmodern.html&prev=search

[9] Este modelo ya no piensa a la persona dividida, como una mente que gobierna una máquina, el cuerpo; sino que la comprende de un modo holístico como la integración de sistemas y subsistemas siempre interrelacionados en un proceso dinámico y transaccional: determinantes biológicos de las enfermedades.

[10] Aquella que como parte de las ciencias de la educación; su tarea reside en el estudio de los métodos y procedimientos más eficaces y adecuados en la compleja labor de la enseñanza aprendizaje

[11] La psicología positiva estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad así como de las fortalezas y virtudes humanas. Tradicionalmente la ciencia psicológica ha dedicado mucho esfuerzo a estudiar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (ansiedadestrésdepresión, etc), dejando de lado a menudo el estudio de aspectos más positivos como, por ejemplo, la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, la felicidad, la resiliencia, etc

[12] Astolfi Díada Jean Pierre. (2004). El “error”, un medio para enseñar SEP Biblioteca para la actualización del Magisterio México. http://estudiaen.jalisco.gob.mx/cepse/sites/estudiaen.jalisco.gob.mx.cepse/files/astolfi_jean_pierre._el_error_un_medio_para_ensenar.pdf

[13] En manos de Peter Slade quien realiza los primeros usos de técnicas dramáticas en relación a la evolución y aprendizaje de los niños (as), Slade ya en la década de los cincuenta defendía que “existe una expresión dramática que es belleza exquisita y supone una forma superior de Arte. Debería ser reconocida, respeta y protegida” (Slade, 1954, 68. En Navarro, 2009). En Pedagogía teatral una propuesta didáctica cargada de innovación de Felipe Sandoval Adán. 

[14] Un modelo es un esquema o patrón representativo de una teoría psicológica o educativa y son formas históricas culturales de materialización de un enfoque, una corriente o un paradigma.

[15] Un paradigma es el resultado de los usos, y costumbres, de creencias establecidas de verdades a medias; un paradigma es ley, hasta que es desbancado por otro nuevo. http://www.bibliotecapleyades.net/esp_paradigmaholo03.htm

[16] Volando, pienso que nunca aprendo a volar / pienso que gasté mi entera vida intentándolo/ porque volar es aquel antiguo arte/ de mantener un pie en la tierra... /Mentir, pienso que nunca me cuidé de la mentira/ pienso que perdí todo por suspirar / porque mentir es aquel antiguo arte/ de esconder palabras que nunca se encontraron / Llorar, pienso que nunca terminará aquel llanto/ que siempre soñaré con morir/ porque llorar es aquel antiguo arte/ de verter ríos dentro de la tierra / Oh, morir, pienso que nunca vi la muerte/ yo pasé mi entera vida volando/ porque morir es aquel antiguo arte/ de mantener un mundo girando/ Suspirar , pienso que nunca me guardé de suspirar/ pienso que siempre estaré allí llorando/ porque suspirar es aquel antiguo arte/ de respirar la tristeza que nos rodea/ Intentar, yo pienso que pasé mis tiempos intentando/ pienso que pude dejar de mentir/ porque intentar es aquel antiguo arte/ de probar que el mundo es redondo/ Oh, volando, oh, oh, mintiendo, oh, oh/ Llorando, oh, oh, suspirando, oh, oh/ intentando, oh, oh, y muriendo, oh, oh/ porque morir es aquel antiguo arte, de crecer flores en la tierra/ Si así es...  Chris de Burgh. 

[17] Rogers. R. Carl. (1961). El proceso de convertirse en persona. Ed Paidos. España. 356 pág.


[a] Profesor del Instituto de Artes de la UAEH.