Hacia la búsqueda de un arte teatral Mexicano a través de la Pedagogía

Resumen

El autor, Fernando Briones, se enfoca en la pedagogía teatral y en los procesos de enseñanza aprendizaje del arte teatral, a partir de sus experiencias en las prácticas educativas teatrales y su quehacer profesional, para proponer un arte teatral abierto a la libertad, el diálogo y el compromiso social. Es a través del teatro como se puede tomar conciencia del mundo que nos rodea y lograr desarrollar una lectura política, social y cultural alternativa. Las problemáticas que enfrenta la pedagogía del arte teatral se resume en tres aspectos: burocratismo, academicismo y domesticación en los procesos de enseñanza aprendizaje.

Palabras clave: enseñanza aprendizaje, arte teatral, compromiso social.

Abstract

The author, Fernando Briones, focuses on theater pedagogy and the teaching and learning processes of theater, from their experiences in educational practices and their professional theater, to propose a theatrical art open to freedom, dialogue and social engagement. It is through the theater as you can become aware of the world around us and develop a reading achieve political, social and cultural alternative. The problems facing the teaching of theater are in three aspects: bureaucracy, scholarship and domestication in the teaching and learning processes.

Keywords: teaching learning, stagecraft, social commitment


Una pequeña historia dramática para reflexionar acerca de la importancia de la pedagogía en la formación de las figuras teatrales1 para contribuir a la búsqueda de un arte teatral mexicano. Dos años y medio han transcurrido desde que inicie un proceso de investigación dentro de la Maestría en Pedagogía. Ingrese a ella con la intención de poder intensificar mis estudios en los procesos de enseñanza y aprendizaje del arte escénico universitario. Para continuar científicamente y aventurarme al estudio de la investigación acción propuesta por Kurt Lewin, como metodología básica para la enseñanza teatral, con aspiraciones de obtener un doctorado.

Comprobé esta necesidad cuando egrese de la carrera de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM. Soy generación 1981/1986. Me titule como licenciado en el 2001. En aquellos años existía una materia opcional que se llamaba Teatro Escolar 1 y 2 impartida por la Maestra Gabriela Perches, ahí pude descubrir cómo aplicar la pedagogía al estructurar obras especializadas en el teatro para niños. El resultado fue una obra con títeres llamada “Las aventuras de Juan”. Hasta ahí tuve relación con lo pedagógico en lo formal. Las demás experiencias en este campo, las realice de manera personal en los talleres y cursos de didáctica que estudiaba en las diferentes escuelas dónde impartía clases. Desde el ingreso a la UNAM, la firme decisión para dedicarme a la noble actividad de enseñar y aprender con los adolescentes fue pasional y certera. Inicie la experiencia en la Guardería Picasso, una materia llamada, expresión corporal para niños y niñas de 0 a 4 años. Sorprendente experiencia, solo dure un año, el trabajo es para especialista, realmente. Después continúe con alumnos de 6 a 10 años en el Colegio Makarenko. ¡Maravilloso! pero insisto, es un labor de mucha experiencia. Hasta que por fin logré ubicar mis inquietudes primero, en el Colegio de Bachilleres y después en el Centro de Educación Artística “Diego Rivera”, fue ahí donde descubrí toda la pasión a la pedagogía teatral y las problemática que afectaban en aquel entonces (1986/1996) el proceso de enseñanza aprendizaje, en la educación media. Datos que pude concretar en mi “Informe Académico de actividad profesional 2” como una opción para titularme.

Mi tesis de Maestría en Pedagogía titulada “Hacia la búsqueda de una pedagogía teatral popular. Diseño de una didáctica no formal a partir de los paradigmas Paulo Freire y Michael Chejov” y sin dejar mi actividad como actor, dramaturgo y director de escena, acciones que realizo como apoyo para mi actividad de profesor, me hicieron retomar tres grandes problemas que siguen manifestándose en la docencia universitaria y ahora con la relación tan estrecha que mantengo en la práctica de la profesión artística y el conocimiento de la teoría pedagógica deberá de investigarse con mucha seriedad durante los procesos educativos para formar las figuras teatrales. Y con esto me refiero a la responsabilidad de coordinadores, docentes y jefes de academias que tenemos como servidores públicos ante una comunidad estudiantil. “Ser responsable en el desarrollo de una práctica implica, por un lado, cumplir deberes y, por el otro ejercer derechos” (Freire. 1977). El docente debe tener experiencia laboral, claridad metodológica y conocimiento teórico de lo que enseña, el jefe de academia una clara observación científica de los obstáculos que conlleva la enseñanza-aprendizaje en las múltiples situaciones didácticas que se acontece día con día dentro del aula, el alumno debe tener curiosidad, disposición y gusto por las áreas de humanidades y finalmente el coordinador un proyecto pedagógico que avale su posición. Sin embargo dentro de la experiencia observable, supuestamente, no existe claridad, sobre estas responsabilidades y por lo tanto la ignorancia de los derechos de la formación teatral. Veamos algunos ejemplos en la educación básica; las secretarias muchas veces, son las responsables del taller de teatro, el maestro de español monta las pastorelas, el actor da clase, el director de escena instala una escuela y da consejos de vida. El psicólogo monta obras realistas y se hace famoso. El adjunto del Doctor es el que enseña. Al futbolista se le utiliza para convertirlo en intérprete dramático. Al investigador teatral se le confunde con militante guerrillero y es perseguido. La señora de sociedad es convertida en Directora de Cultura. Y a nivel universitario, el docente enseña cinco materias y constantemente sale de gira. Al egresado, sin experiencia lo integran como responsable de cátedras, en fin, la nobleza de la actividad, su naturaleza democrática e incluyente permite que todos y todas la puedan practicar sin importar género, raza, conocimiento o condición social y eso es grandioso. Pero es necesario que cada uno tenga claridad y conocimiento, de lo que realiza. Y porque parece ser, que un buen actor, director o dramaturgo no necesariamente será un buen profesor. Ni un buen profesor de teatro tampoco realizará la actividad teatral de manera óptima. Solo en los casos que se refiera a la formación, los responsables necesitan estudio, disciplina y sobre todo gusto, placer y empatía con los estudiantes del área de enseñanza dónde se ha decido ejercer.

Menciono este bosquejo biográfico para “explicar y para verificar, por decirlo así, las misteriosas aventuras del cerebro; bio-grafía, escritura viva y múltiple, ficción lógica” Dosse (2007) en Chartier (2005) para darme cuenta que en la actividad teatral educativa es fundamental la metodología para el desarrollo de esos procesos mentales escénicos, entre ellos el mas importante saber, como se da el proceso de la ficción y la relación que tiene con lo biográfico de la historia personal como una alternativa de formación actoral. Existen desde las más elementales empezando por Sampieri, hasta las más especializadas terminando con Gundermann, Taylor y Bogman, por mencionar algunas. Metodologías fundamentales para profundizar académicamente en los supuestos de una problemática observada en las situaciones didácticas que implica la formación de artistas teatrales. En este ensayo algunos tópicos3 sobre la metodología de Paulo Freire serán los guías para reflexionar sobre los caminos que nos permitan acercarnos a la búsqueda de una formación más consciente de la realidad social en que se desarrolla la actividad.

Recapitulo estas experiencias para ubicar la vía que han seguido mis pensamientos y que me hicieron reflexionar sobre mis prácticas educativas teatrales y su relación con el quehacer profesional. Porque son una acumulación de significados que determinan la cultura, Chartier (2005) cita a Geertz (1987) al decir que es “una ciencia interpretativa en busca de significaciones” y coincidencia pedagógica, “porque nuestra identidad solo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o sociedad” Giménez (2010). En mi caso, una gran variedad de grupos de jóvenes adolescentes con los cuales he desarrollado mi teatralidad han sido mi objeto de estudio. Los jóvenes interesados en el teatro y sus procesos creativos. El leitmotiv de mi quehacer teatral. Jóvenes de todas las clases sociales han sido testigos de su propia formación y juntos fuimos conscientes de nuestra evolución cultural. El teatro como fiel manifestante de gustos, deseos, frustraciones, emociones eróticas y tanáticas, permitieron ir definiendo hasta nuestros días, conceptualmente, la idea que guía el teatro educativo4; Los grandes problemas pedagógicos que afligen y desarticulan los procesos formativos de puesta en escena y sus contenidos. Que sin duda alguna, llevan en sí mismos su lúdica inventiva para enseñar y aprender. Gilberto Giménez se refiere a esos contenidos culturales como una telaraña de significados que es necesario solucionar para que se compartan y sean aplicables en el desarrollo profesional. Y es real, ya que han pasado más de 30 años, que la estructura circular de la investigación acción propuesta por Kurt Lewin, me hacen regresar a ese punto de la observación del problema y esas experiencias me ayudaran a identificarme con esos obstáculos educativos de la enseñanza universitaria.

Es decir, hay que hacernos conscientes de a favor de quien estoy y en contra de que. Y creo que en este sentido el arte teatral universitario tendrá que estar a favor de la libertad, el diálogo y el compromiso social. Muchas veces confundidos por la educación bancaria, negando estas reflexiones y estigmatizarlos como “rebeldes contestatarios”, vamos como “resentidos sociales”, que por pretender insistir en la importancia de ver a los alumnos y profesores como sujetos en transformación dialógica, niegan y obstaculizan con su política educativa la posibilidad que tenemos todos los hombres y las mujeres, a través del arte teatral de romper el silencio y tomar conciencia del mundo que nos rodea. Somos seres desarrapados diría Freire que por no estar al margen de un mundo globalizado nos hacen parecer ignorantes en la compra y venta de los artículos de consumo educativo, “nadie ignora todo, nadie sabe todo,”5 los hombres y las mujeres nos educamos mutuamente. Por eso es el proceso lo que importa no los resultados. Supuestos que no han dejado de insistir en mi cabeza.

Primeramente ¿A quién le importan los jóvenes y adolescentes? Esos seres deformes, rabiosos, groseros, impacientes, apestosos, ignorantes, deprimidos, bellos, sarcásticos, burlones, talentosos, burros, creativos, traicioneros, sensibles, amorosos y un gran etcétera. ¿A quién le importa sus sueños y utopías dentro de la formación teatral? ¿A quién le importa la educación artística teatral con toda esa seriedad que merece la actividad? ¿Porque lo pregunto? Por miedo, por rebeldía, por temor a descubrir históricamente que soy uno de los tantos represores que existen en el mundo. Que en el fondo esa estructura no nos ha permito hablar de nosotros mismos. ¿O sí? ¿Por qué lo pregunto? Porque, ¿los adolescentes y jóvenes dentro del proceso educativo y a pesar de este discurso solo son han sido marionetas? “Los oprimidos, como objetos, como “cosas” carecen de finalidades. Sus finalidades son aquellas que les prescriben los opresores”. Freire. (1977) No se les permite opinar, proponer o cuestionar porque inmediatamente son ubicados y acusados de “groseros”. Y si ellos son consumidos como siluetas inertes, y si yo, soy ellos… entonces ¿la actividad que realizamos juntos tendrá un valor educativo para la sociedad? ¿Y si venimos de escuelas donde solo se dictaba, se regañaba, o solo se depositaba la información como en un banco, entonces el teatro educativo universitario puede estar ya sumergido en estas dinámicas de introyección que lo está apartando de una espiritualidad mexicana artística teatral?

El arte escénico debería ser una actividad liberadora de la introyección del opresor6. Sí, porque hay un teatro que tiene como objetivo solo cuidar, “tranquilizar”. Habrá otro que solo sirva para hacer externar sus problemas emotivos, uno más para castigar, otro comercial y el último, tal vez, para entretener y jugar. Todos válidos, algunos cómplices de las instituciones. Y los que están fuera de la institución, porque no pudieron ingresar a escuelas oficiales para formarse como actores también ¿tendrán que ser víctimas del engaño y rapiña cultural de los otros? El teatro mexicano cree en la utopía de un teatro libre, incluyente y popular; que como diría Freire en Política y educación (2001) “aunque no lo pueda todo, la práctica educativa (teatral) puede algo”. El paréntesis es mío. ¿Cómo entender históricamente la forma en que el arte teatral educativo ha perdido una parte de su concientización social? ¿En qué momento el teatro educativo perdió su identidad y fue absorbido por las culturas elitistas del sistema? Solo a través de “La narración de la propia vida, como expresión de la interioridad y afirmación de sí mismo parecería remitir tanto a ese carácter “universal” del relato” (Arfuch. 2010) para explicar esa realidad y sus contenidos problemáticos. Freire, Chartier, Escobar, Giménez, saben que el hombre que dialoga, que es representante de significaciones simbólicas, de ritos colectivos, de sociedades de consumo y de conductas individuales, puede ser una alternativa espiritual para pronunciarse en un mundo donde el Teatro en cualquiera de sus modos, no ha podido salir del supuesto enajenante mundo político y social en se encuentra. Y que necesita resurgir.

Y es así dialogando y con todo el miedo, en que ha sido introyectada mi formación educativa, quisiera externar una experiencia. Contar una historia. Me gusta contar historias. Un año, bastó para darme cuenta de un “supuesto” mundo deshumanizado. Veinte años entender metodológicamente la idea del opresor y el oprimido en mi quehacer teatral. Diez para entender cómo funciona la educación bancaria. Seguro, toda la vida que me queda, para inventar con los alumnos procesos de liberación. Este ensayo tratará de centrar sus reflexiones en la experiencia histórica personal a partir de un supuesto, la confusión que existe en la didáctica teatral universitaria.

Reflexionar sobre una lectura de mi realidad, será una alternativa para romper el miedo, convertido en silencio. Una lectura política, social y cultural de la realidad, para descubrir los valores estéticos y éticos de una instrucción dominante ante una dominada, será una llave para comprender los mecanismos de opresión. Una educación oficial, ante la posibilidad rebelde de un teatro alternativo, no para negar el uno ante el otro sino para entender cómo se integran y llevarlos al aula/representación. “(…) un entorno a la relación entre educación pública y educación popular. No propone un pensar aisladamente sobre la educación pública en si misma ni tampoco sobre la popular, sino sobre cada una en relación con la otra.” (Freire. 1977). Ubicando, reafirmando y estabilizando los pensamientos ideológicos en la idea de poder dignificar los valores de los jóvenes y adolescentes a través de la educación artística teatral y la problemática estética y ética de un Teatro Nacional. Que pretende reconocer la manera en la que los actores sociales den sentido a sus prácticas y a sus palabras, se sitúa, por tanto, en la tensión entre, por una parte las capacidades inventivas de los individuos o de las comunidades y por otra, las coacciones y las convenciones que limitan con más o menos fuerza, según la posición que ocupan en las relaciones de dominación- lo que les es posible pensar, decir y hacer.” (Chartier. 2005). Es decir la formación del hombre por medio del arte concibiéndose como una manifestación del contacto que tiene con sus diferentes culturas y “la narración de la propia vida como expresión de la interioridad y afirmación del “sí mismo” parecería remitir a ese carácter universal”. (Arfuch 2010). Afirman que el arte teatral educativo y la pedagogía es un binomio indisoluble. Que la estética y la cultura ambos inmersos en las palabras y las acciones de los hombres y las mujeres, son fundamentales para la formación escénica. Que lo político y lo social son fundamentales, en la confrontación y la aceptación de los deseos y necesidades de un camino laboral escénico. No se debe confundir con la famosa libertad de cátedra. Que ya de entrada la figura del catedrático sentado en la cátedra, ya implica una negación del otro y un problema de concepción educativa, el de abajo, el que no sabe, al que se va a iluminar. Al alumno.

Con base a estos supuestos la experiencia dentro de la educación artística teatral me hizo reflexionar sobre el problema del analfabetismo estético y ético pedagógico para poder generar una identidad teatral mexicana. Pretendo demostrar que ese analfabetismos esta conformado, al menos, de tres problemas que se manifiestan constantemente en la enseñanza del arte teatral con jóvenes y adolescentes, el burocratismo, el academicismo y la domesticación en los procesos de enseñanza aprendizaje, negando la cultura que históricamente ha venido influyendo en sus sentidos de vida para la consecuencia de otra alternativa de Teatro, que coadyuve a la identidad del ser alumno que a fin de cuentas ¿no es el elemento más importante en el proceso educativo? Iniciemos.



Acto uno. El principio

La búsqueda de un teatro mexicano a través de la educación artística debería surgir, según mi tesis de licenciatura, en la formación de los valores estéticos de los adolescentes concretamente en la educación secundaria. De ahí, el contacto en la preparatoria con la actividad teatral, puede ser alentadora o devastadora de acuerdo al tipo de analfabetismo teatral con que se enfrente. Por lo tanto ubicare esta reflexión según lo que a mi experiencia conlleva a partir de una gran cantidad de contactos, entrevistas informales con jóvenes universitarios y a las observaciones cualitativas en las diferentes escuelas profesionales en las que he participado. Los datos obtenidos están desorganizados en escritos, programas de estudio, cuentos, aún sin interpretar, pero que me dan una guía para comenzar a reflexionarlos sobre estas historias escolares. Me gusta contar historias y que mas difícil, que la de uno mismo para lograr entender la de los otros, en esta maravillosa actividad humana llamada pedagogía teatral. Se replantean tres problemas fundamentales que afectan, el progreso de la enseñanza y del aprendizaje y que surgieron de la lectura de Reynaldo Suárez Díaz “Los siete pecados capitales de la educación”; (Suarez Díaz, 1989) El academicismo, la domesticación y la burocratización, que a mi parecen siguen influyendo en la formación axiológica de los estudiantes y que retomo como grandes problemas aún sin solución en la formación teatral universitaria. Sucesos culturales que vienen determinados por ideas opresoras a partir de la normas y la manera en que estas han influido en las relaciones docente alumno, alumno y alumnas y ambos con el conocimiento para la convivencia social y cultural de la vida académica cotidiana.7

Escena 1

La situación pedagógica teatral está enmarcada en una serie de paradigmas educativos, que encaminan el proceso de enseñanza y aprendizaje a través de un sin fin de metodologías. Por lo tanto no está de más reiterar la importancia que tiene la Secretaria de Educación Pública para definir esos caminos para dirigir todas esas acciones escolares hacia el logro académico de los integrantes. Seguiré afirmando que la filosofía, la estética, el conocimiento dominado de cada materia, la comprensión de los procesos de enseñanza-aprendizaje y la creatividad, son facetas vitales que constantemente se deben afrontar y evaluar en las realidades cotidianas del aula/teatro. Erradicar de una vez por todas la cultura del grito y la amenaza para lograr control, bajar los niveles de la murmuración para provocar la desunión, desaparecer la famosa doble moral y ubicar al amiguismo académico como una estrategia didáctica para integrar a una planta docente, será valiente y trascendente para ubicar como un lastre esos “pecados capitales” que afectan a la formación de actores, a la educación a través del arte y a la sensibilización estética.

Este lastre inicia según mis observaciones académicas, en que muchos profesionistas no necesariamente estudiaron para desarrollarse como profesores en las áreas que enseñan, sino muchos de los casos, llegaron a ejercer la actividad docente de manera circunstancial. Situación manipulada que por el hecho de ser un problema bien conocido, mantiene entretenida a las instituciones y dejan en el olvido y al menosprecio lo más importante del proceso; lo humano. Latente en el seno de todas las comunidades educativas y la fuerza primordial que nos ayuda o hace fracasar cualquier plan o sistema pedagógico. Es decir, según lo menciona Suárez Díaz es su libro “La educación”, el llamado academicismo, esa imperiosa y obligada necesidad que tiene la escuela y algunos profesores de generar técnicas y dinámicas, muchas veces inservibles, que alejan a los alumnos del proceso creativo por no tener una información de las situaciones didácticas de enseñanza-aprendizaje que se da en la formación teatral y que son sui-generis de cada grupo. Por mencionar algunos casos; Los famosos conceptos abstractos de la teoría teatral como energía, pasión, bloqueos, verdad, fe y un gran etc. Mencionados sin un sustento científico y filosófico crean muchas incoherencias en los contenidos cognitivos de los estudiantes. Las clases totalmente verbalizadas en las materias teóricas serán aburridas, enfrascándose en temas ya caducos sin ninguna relación con la realidad. La obligación de frecuentar eventos sin la mayor identificación social y política a lugares y eventos culturales, serán totalmente intrascendentes para la vida académica y para la edad de los estudiantes. Orientará a los alumnos a pensar que la escuela es solo un lugar donde se repite, se archiva, se obedece y se recuerda solo la información dada por el profesor, con el fin de tratar de mostrar y comprobar que la institución aparentemente, realiza sobre los jóvenes muchas actividades académicas para su formación. Intentando comprobar ese conocimiento con un simple reporte escolar. Lo estricto (no tiene que ver nada con la cultura del grito y la amenaza) y lo metodológico tienen la virtud de especificar y definir con más rigor los contenidos cognitivos y observar los fenómenos didácticos que se dan en clase. Es decir, mediante la acción de relacionar juntos, las actividades, los contenidos cognitivos, las didácticas de clase, los entrenamientos íntimamente relacionados con la idea de los sueños y utopías de todos los integrantes (Profesores, alumnos e institución) son elementos estratégicos para hacernos madurar y caer en la cuenta, que la actividad académica, dentro de la escuela es importante porque ahí se integra la información y que el academicismo reduce, a un solo pensamiento; lo que dice el docente sin importar la parte teórica y metodológica.

Es inevitable pensar que el academicismo no toma en cuenta al alumno, ve a la escuela sola, como un conjunto de salones, exigiendo a muchos profesores, (respetados si gritan más) a mantener a los alumnos sentados y enclavados en butacas incomodas para que solo respondan a preguntas y exámenes con el fin de obtener títulos, como si esto fuera una garantía de plenitud en la vida. ¿Por qué no dejar que los alumnos se enteren y comprendan que también se aprende de la vida misma? Es decir de una situación conflictiva de la acción educativa, de la suciedad de la calle, del bosque, visitar un salón de baile, ver una película, una charla en una cafetería, una discusión o una pregunta en el pasillo de la escuela, un gesto de un profesor, un problema que se suscita y como le da solución la institución, un seminario etc., etc. y etc. Así podría mencionar un sin fin de acontecimientos didácticos pedagógicos que conlleva la educación dentro de una concepción amplia. Todo lo que le interesa a un sujeto humano y que el academicismo pretende ignorar y aún menospreciar pero que se relacionan directamente con los conocimientos y la información de un posible programa de estudio. ¿Qué saca un joven en aprobar con diez todos los exámenes si después fracasa en la vida o se suicida o se pone a trabajar en otra actividad radicalmente a lo que estudio? ¿Por qué no cuestionar la eficacia de nuestros programas, de nuestras didácticas y su utilidad vital? Entiendo que este academicismo genera contenidos tan austeros que el profesor y el alumno tienen que “ir recogiendo el hilo del programa”, a cada rato, debido a la gran cantidad de compromisos educativos que hay que cumplir, si no cierran la escuela. Sistema que genera estrés, conflicto y frustración humana debido a la presión para desempeñar los contenidos establecidos para no perder el trabajo. ¿Detendrá el academicismo permitir un diálogo escolar entre alumno, profesor y autoridades? Parecería ser que la rigidez académica esta confundida con el academicismo al contemplar, mantener y crear solo hombres y mujeres de carga, al servicio escolar de individuos educados en una relación de opresor y oprimido, (maestro-institución y alumno) preparándolos para ocupar dignamente un puesto de explotador o explotado, regidos y ordenados por calendarios y sonidos de fábricas, de teléfonos, moldeados para que este esquema de sociedad funcione. Las precipitaciones por lograr terminar primero el montaje olvidando que ese no es el fin sino el resultado de la aplicación de objetivos didácticos y de una metodología de enseñanza-aprendizaje muy clara. La famosa actitud de la vieja escuela, reitero, del docente que grita mejor gana respeto, o el que enseña bajo su currículo oculto su poder ya sea por jerarquía, ignorancia o por consenso, son otros elementos que componen esta posición academicista tan tristemente estructurada en nuestras escuelas de arte teatral. ¿No sabremos que los jóvenes de ahora son diferentes? Seguir pensando que el profesor es una gama de soluciones y convertirlo en una máquina para generar calificaciones. Es cuartar su creatividad y ver solo a un ser humano (profesor o alumno) como objeto, como sujeto de compra y venta al cual se puede quitar o poner de acuerdo a los intereses de la institución. Es limitar el proceso de aprendizaje y enseñanza a un ligero y fatuo mecanismo de mercancía. ¿A cuántos esfuerzos inútiles se someten a estudiantes y profesores con el fin de comprobar lo que no existe? ¿Por qué no dar libertad para que realmente el suceso de aprendizaje y enseñanza surja del encuentro de ambos? ¿Por qué no hacer de una universidad un lugar de juego, reflexión y creatividad? ¿O hasta donde ha llegado el academicismo que será mejor erradicar los exámenes y dejar que los alumnos sean promovidos al siguiente grado como en el nuevo modelo educativo propuesto por la SEP para la educación básica? Por ahora no se la respuesta, pero es lógico pensar, que tipo de ser humano quiere construir este sistema educativo. El operacionalismo como dogma metodológico, dijera Geertz, en Chartier (2005) nunca tuvo sentido. ¿Por qué retomarlo ahora?

Es inevitable pensar que el academicismo no toma en cuenta al alumno, ve a la escuela sola, como un conjunto de salones, exigiendo a muchos profesores, (respetados si gritan más) a mantener a los alumnos sentados y enclavados en butacas incomodas para que solo respondan a preguntas y exámenes con el fin de obtener títulos, como si esto fuera una garantía de plenitud en la vida. ¿Por qué no dejar que los alumnos se enteren y comprendan que también se aprende de la vida misma? Es decir de una situación conflictiva de la acción educativa, de la suciedad de la calle, del bosque, visitar un salón de baile, ver una película, una charla en una cafetería, una discusión o una pregunta en el pasillo de la escuela, un gesto de un profesor, un problema que se suscita y como le da solución la institución, un seminario etc., etc. y etc. Así podría mencionar un sin fin de acontecimientos didácticos pedagógicos que conlleva la educación dentro de una concepción amplia. Todo lo que le interesa a un sujeto humano y que el academicismo pretende ignorar y aún menospreciar pero que se relacionan directamente con los conocimientos y la información de un posible programa de estudio. ¿Qué saca un joven en aprobar con diez todos los exámenes si después fracasa en la vida o se suicida o se pone a trabajar en otra actividad radicalmente a lo que estudio? ¿Por qué no cuestionar la eficacia de nuestros programas, de nuestras didácticas y su utilidad vital? Entiendo que este academicismo genera contenidos tan austeros que el profesor y el alumno tienen que “ir recogiendo el hilo del programa”, a cada rato, debido a la gran cantidad de compromisos educativos que hay que cumplir, si no cierran la escuela. Sistema que genera estrés, conflicto y frustración humana debido a la presión para desempeñar los contenidos establecidos para no perder el trabajo. ¿Detendrá el academicismo permitir un diálogo escolar entre alumno, profesor y autoridades? Parecería ser que la rigidez académica esta confundida con el academicismo al contemplar, mantener y crear solo hombres y mujeres de carga, al servicio escolar de individuos educados en una relación de opresor y oprimido, (maestro-institución y alumno) preparándolos para ocupar dignamente un puesto de explotador o explotado, regidos y ordenados por calendarios y sonidos de fábricas, de teléfonos, moldeados para que este esquema de sociedad funcione. Las precipitaciones por lograr terminar primero el montaje olvidando que ese no es el fin sino el resultado de la aplicación de objetivos didácticos y de una metodología de enseñanza-aprendizaje muy clara. La famosa actitud de la vieja escuela, reitero, del docente que grita mejor gana respeto, o el que enseña bajo su currículo oculto su poder ya sea por jerarquía, ignorancia o por consenso, son otros elementos que componen esta posición academicista tan tristemente estructurada en nuestras escuelas de arte teatral. ¿No sabremos que los jóvenes de ahora son diferentes? Seguir pensando que el profesor es una gama de soluciones y convertirlo en una máquina para generar calificaciones. Es cuartar su creatividad y ver solo a un ser humano (profesor o alumno) como objeto, como sujeto de compra y venta al cual se puede quitar o poner de acuerdo a los intereses de la institución. Es limitar el proceso de aprendizaje y enseñanza a un ligero y fatuo mecanismo de mercancía. ¿A cuántos esfuerzos inútiles se someten a estudiantes y profesores con el fin de comprobar lo que no existe? ¿Por qué no dar libertad para que realmente el suceso de aprendizaje y enseñanza surja del encuentro de ambos? ¿Por qué no hacer de una universidad un lugar de juego, reflexión y creatividad? ¿O hasta donde ha llegado el academicismo que será mejor erradicar los exámenes y dejar que los alumnos sean promovidos al siguiente grado como en el nuevo modelo educativo propuesto por la SEP para la educación básica? Por ahora no se la respuesta, pero es lógico pensar, que tipo de ser humano quiere construir este sistema educativo. El operacionalismo como dogma metodológico, dijera Geertz, en Chartier (2005) nunca tuvo sentido. ¿Por qué retomarlo ahora?

Es seguro que una universidad que aplique un proyecto educativo con una metodología mas allegada a la investigación acción, para enseñar y aprender, rigor académico a través del diálogo y una disciplina8 que conlleve un orden logístico y administrativo, los riesgos serían muchos, pero generaríamos hombres y mujeres teatrales realmente libres, capaces de colaborar con el muy alejado e importante principio de libertad y valor ético que tiene la enseñanza teatral, la solidaridad humana, en la instauración de seres más creativos y nobles en el quehacer teatral.

Dos

Sabemos que todo comportamiento es resultado de nuestro tiempo, del lugar y muchas veces es madre de nuestros sentimientos. Por lo tanto la educación en la universidad debería comenzar a generar en nuestros alumnos una conciencia social y política que les permita valorar y cuestionar de manera benéfica lo que ellos saben que afecta a un mundo que comienzan a interpretar. Porque en un momento de descubrimiento, de vitalidad, de caos, de reafirmación y rectificación de valores, de cuestionamientos y de la explosión de sus impulsos, o nos aprovéchanos de esa vitalidad creativa o su inquietud rebelde nos destruye. Si la sociedad insiste (a través de los diferentes niveles educativos) de convertir estos estadios del ser humano en una domesticación9 y una actividad adoctrinadora ya concebida, sin dejar opinar y sentir a los alumnos, si se empecinan las instituciones educativas en imponer y obligar a los alumnos a una serie de costumbres, actitudes y valores calcados del pasado, correremos el peligro de que las escuelas donde se formen a los artistas, alcancen un índice mayor de deserción del cual ya padecemos y que seguro en un futuro no muy lejano estarán vacías y por lo problemático de sus integrantes, y aquí permítaseme la reflexión, con peligro a desaparecer. Y esto se debe, según el caso, porque los responsables de coordinar, teorizar y sistematizar, modelos, dinámicas, no partimos de un proyecto pedagógico y no tomamos en cuenta los valores estéticos y éticos de los educandos. No partimos de la realidad circundante ya que muchas veces nuestras propuestas no provienen de las necesidades reales de los alumnos y de todos aquellos que interfieren en el proceso creativo de aprendizaje, dejamos al sistema educativo en un simple proceso de domesticación. Pensamos que son nuestros hijos, y así los queremos domesticar, no educar, “calladitos se ven más bonitos”, permítaseme aquí este refrán popular, como ejemplo de una óptima actitud escolar para el concepto de la domesticación. Parecería que los paradigmas pedagógicos son rebasados por la realidad económica y social de los profesores, por el desinterés político del “Jefe” que se vive en cada plantel.

Querer repetir los viejos sistemas educativos por el hecho de que resultaron en su momento sin un estudio real, vuelve la escuela en una guardería sin pies ni cabeza donde cada director busca los recursos solo para poder solo mantener la actitud docente en una labor ocupacional. Depender del uno y del otro sin mayor sin mayor discusión, no pensar, no hablar, no ser en favor de la domesticación, “así es-confirmó el zorro- Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a mí. No soy para tí más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...” (El principito. Capitulo XXI). Retomar esta parte de la lectura de un niño que a fuerza de voluntad intenta aprender de los adultos que al crecer supuestamente nos volvemos por conveniencia más estúpidos, me hace pensar en lo complejo y sublime que adquiere la pedagogía en la formación de un artista del arte teatral y que con nuestro salvajismo doméstico pretendemos educar.

Tres

Es decir la acción de enseñar y aprender como un asunto burocrático10, a saber; como que instruyo solo para subsistir, como que aprendo solo para exhibirme, colaborar solo por alcanzar puestos oficinescos que mantengan mi economía, cumplir con las tareas para no ser castigado, son actitudes asumidas a fuerza de voluntad por muchos de los que ejercen la actividad docente teatral. Y las más peligrosa de esta actitud burocrática; el miedo y a la libertad de hablar, el temor a la duda y el de mostrarse como ser humano, el pánico a equivocarse mientras se aprende, y al estigma de ser considerado mal maestro, alumno o directivo. Esta actitud burocrática de la educación da preferencia a la seguridad que al riesgo, rinde culto a la autoridad y al orden, en una palabra, es amante del engaño, de la hipocresía, del dolor, la mentira y la mediocridad. ¡Te lo advierto, la próxima y te vas...! No habrá mucho que decir en cuanto al termino pero si a la gran cantidad de actividades que se realizan solo por cumplir un trámite administrativo, desde el llenado de formatos didácticos, cronogramas, mapas curriculares hasta juntas de academias y proceso que aparentan ser un seguimiento pedagógico, pero que en el fondo solo cumplen su cometido de cantidad numérica administrativa. Lógico es pensar que una universidad apegada a este tipo de norma y pensamiento educador solo alejará a una comunidad juvenil ansiosa por adentrarse al mundo académico del arte teatral.

Esta visión de la educación y compartida por lo que toca a mis interrogaciones me da pauta para proponer una educación donde se permita a los alumnos dar tiempo a la evocación de sus recuerdos, al contacto con sus sensaciones, al encuentro de sus sentimientos, a la realización de sus ideas, al proceso de la equivocación, a la imperiosa necesidad que tienen del amor, al silencio, al abandono, permitirles que conviertan la escuela en su casa, en su club, en su lugar real de convivencia, de cobijo y armonía, en una palabra a permitirles ser. Porque solo así podremos encontrar juntos, maestros, alumnos y autoridades la verdad como proyecto de búsqueda de vida y no como una idea ya formada, única y preconcebida. Todos nos educamos unos a otros en la experiencia, en la vida. Nuestro maestro es la realidad vivida. El profesor solo es guía, orientador, catalizador, animador de este proceso comunitario. Conocer es confrontar la realidad, transformando y desafiando al mundo. Aprender es buscar significados, criticar, inventar, indagar, en contacto permanente con la realidad.

Conclusiones

Estos tres problemas educativos; el academicismo, la burocracia y la domesticación representan al opresor y estarán introyectados en los jóvenes y adolescentes incansablemente en sus formas de valorar, normar y reglamentar sus actividades teleológicas, psicológicas y ontológicas. Como profesor de educación artística teatral, con un gran interés hacía los niños, jóvenes y adolescentes a través de lo escénico como una metodología para ir entendiendo, junto a ellos, el devenir histórico y la condición social mexicana entre otros factores que tanto han evolucionado en los últimos 50 años en el México condescendiente. Defender los derechos que tienen como seres humanos en un país que parece ser, no les causa ningún interés ni social, ni político ni mucho menos humano. Ya que basta leer las ultimas noticias y comprobaremos que en muchos estados, ellos los adolescentes, cada vez más están en peligro, y aquí permítaseme una metáfora verbal a un problema tan delicado, si, en peligro de “extinción”. De acuerdo a la revista de la UNICEF “Los derechos de la infancia y la adolescencia en México, una agenda para el presente” en el 2006 existían 48.009 adolescentes en conflicto con la ley” (Pág. 88. Tabla 4.6) cifra que para el 2010 si temor a equivocarme estará en niveles muy críticos y lamentables. “No hay evidencias claras de que la violencia física y/o emocional que se ejerce contra los niños y niñas este disminuyendo en la actualidad, en comparación con lo que existía en el pasado” (Ídem. Pág. 84.) Obvio es de considerar que la violencia a que son sometidos, los malos tratos y la falta de amor sus principios de integridad, fe y esperanza estarán revestidos con una confusa y torturante doble moral. “Siete de cada diez jóvenes en el país viven violencia en su relación de noviazgo, 76% de estos jóvenes sufren violencia psicológica, 16.5% violencia sexual y 15% violencia física. Las mujeres son mayormente afectadas por la violencia física en comparación con los hombres 61.4% y 46% respectivamente. Entre 55 y 62% de los adolescentes en secundaria señalan haber sufrido alguna forma de maltrato en algún momento de su vida. 10.1% de los estudiantes de educación media superior ha sufrido violencia física en la escuela; 5.5% de los estudiantes ha sufrido violencia sexual, y 16.6% de los estudiantes ha sufrido violencia emocional en el ámbito escolar” (Ibídem. Pág. 83) Las cifras pueden resultar sorprendentes y conmovedoras y altamente significativas. Sin embargo en lo que a mí respecta y a la condición que asumí como profesor de servir a este sector tan lastimado de la sociedad, enfrento día con día, mis máximos riesgos normativos para encontrar junto con ellos todas las posibilidades para una real concientización educativa y lograr un acertado diálogo a las normas determinadas por una sociedad de consumo porque, “Los maestros tienen oportunidad de hacer frente a la violencia, capacitándose y desarrollando acciones conjuntamente con los alumnos y alumnas para evidenciar, nombrar y desactivar la violencia; a través de un ambiente escolar que tenga como principio básico la tolerancia cero a la violencia”.

Los jóvenes en los años 80 y en lo que respecta a mis consideraciones mucho más cualitativas, me permitió intervenir en el sorprendente mundo adolescente y tomando en cuenta de la veintena de mis años mozos me permitió coadyuvar con ellos en un sinfín de actividades sociales. La participación en ese mundo fantasmal dio paso a descubrir, compartir y avalar empáticamente muchas vidas y muchas muertes. Fui testigo dentro del salón de clases de la gran necesidad encontrar mecanismos para comunicarse con el mundo adulto, a través de la desprotegida norma de las leyes y castigos impuestos para la formación de su deber Ser. Testifique a favor de ellos, fui amigo, padre, alumno y profesor y asumí una ingrata pero alegre postura en contra muchas veces de la norma establecida y de las reglas de convivencia adulta y burocrática estudiantil a favor de ellos.

Es decir la gran cantidad de acciones a los que fuimos sometidos a través de nuestras diferentes culturas tenían un solo objetivo, el de intentar existir libremente en el proceso de enseñanza aprendizaje y el de poder cultivar nuestro Ser a través del contacto corporal, emotivo y racional con los otros. Porque la necesidad por defender el derecho y la cultura de los jóvenes estudiantes del arte teatral, será fundamental como estímulo para la búsqueda de un devenir histórico de la teatralidad mexicana que puede existir en la cultura de los jóvenes mexicanos. Descubrimos que uno de los grandes momentos en que se puede generar conocimiento para el desarrollo de una clase, seminario, coloquio y un gran etcétera que tenga que ver con procesos de enseñar y de aprender dentro de un espacio académico, auditorio o recinto, es cuando podemos dejar que el oyente, el receptor o el alumno y el hablante, comunicador o profesor puedan externar la cultura a la que pertenece. El poder Ser significa dejarse escuchar, la voluntad de reconocerse en los otros y con los otros a través del lenguaje. Cualquiera que este sea, verbal, corporal y/o emotivo estará siempre cargado de anhelos y deseos. Porque es verdad que desde entonces los he visto lastimarlos por absurdas injusticias, he sido testigo de maltratos y humillaciones, los he visto llorar, reírse, amar, obedecer y sobre todo vivir. Conocer los diferentes sistemas de aculturación a los que están sometidos y me refiero a los sistemas televisivos en primer lugar, periodísticos y musicales nos permitirá, rompiendo la famosa doble moral, a ser empáticos en todos sus momentos sublimes de comportamiento social. Con uno solo fin; el de encontrarnos con su alma.

Los jóvenes de los 90s, los del 2000 y en este ajetreado siglo XXI y en lo que respecta a mi contacto, no se han alejado de este mundo normativo donde a ellos, los siguen sin tomarlos en cuenta. Es decir nacieron, en un mundo de normas y reglamentos arbitrarios, en una sociedad donde el consumo, la corrupción entre otros factores han sido lo que ha determinado su vida moral, ética y sexual. Porque entre ellos, es innegable aceptar que como sociedad estudiantil también están organizados por leyes, normas y reglamentos muy concretos pero más libres, menos influenciadas por el deber ser y por supuesto alejados de la hipocresía de una estructura familiar ya caduca, pero también permeada de la burocracia en sus relaciones, lo académico de sus conceptos y finalmente lo domestico de sus estructuras familiares, educativas y sociales muy difíciles de romper. Esto es lo que los hace conflictivos, luchar dentro de su Ser, entre lo que ven, que les decimos los adultos que tienen que deber ser y lo que ellos saben lo que realmente son, los aleja del verdadero encuentro pedagógico y que de que de manera circunstancial siempre será asumido diferente. Un gran choque de fuerzas sociales, corporales y sexuales que coadyuvan en la creación de su sique, es decir de sus formas de sentir, de amar, de ser solidarios, amistosos y en lo que corresponde a este ensayo el de bailar y el de vestirse de acuerdo a su cultura, muestran una gran cantidad de factores que descontextualizarlos provocaran siempre el descontento, la apatía y la fría simpatía de las relaciones humanas.

Hablar de la formación de artistas escénicos contemporáneos, integrados como seres bio-psico-sociales culturales, realmente nos permitirá estar con ellos. Hay que saber, sentir y pensar como ellos, actitud muy difícil para los adultos si los motivos e intereses para relacionarnos pedagógicamente son más morales que estéticos. Porque domesticar, y burocratizar como sistema normativo que guíe una academia seguro será simbólico de acuerdo a los cánones establecidos por las directivos y orientar a los alumnos universitarios según las normas del buen comportamiento, solo generará en ellos una ética y estética confusa e interesada, ya que esa escala de valores que cada uno asumirá como correcta, se introyectará según sus deseos y anhelos e influirá en su comportamiento social, intelectual, cultural y sobre todo creativo que nos seguirá hundiendo en el desdeño para la búsqueda de un arte teatral mexicano a través de la pedagogía.

Referencias


  1. Las figuras teatrales. Director, Actor, Escenógrafo, Iluminador, Docente, Vestuarista, Pedagogo, Tramoyista y Dramaturgo. <<
  2. Informe sobre una experiencia de trabajo en la enseñanza del arte teatral con adolescentes de 12 a 16 de años en el Centro de Educación Artística Diego Rivera del INBA. (2001) Universidad Nacional Autónoma de México. <<
  3. Paulo Freire. Pedagogía del oprimido. (1997). La educación bancaría. La deshumanización y los conceptos del opresor y el oprimido. <<
  4. Esther Seligson (2010). “El que induce al conocimiento de la historia del teatro, para desentrañar ante ellos las claves de las grandes obras y de los movimientos significativos que han ido jalonando la evolución de la dramaturgia y el fenómeno escénico” <<
  5. Paulo Freire. Pedagogía del oprimido. (1997) <<
  6. Paulo Freire. Pedagogía de Oprimido. (1977) Se refiere a toda condición humana de minimizar al otro con la intención de ser más. “Sufren una dualidad que se instala en la interioridad de sus ser. Descubren que, al no ser libres no llegan a ser auténticamente. Quieren ser, más temen ser. Son ellos y al mismo tiempo son el otro yo introyectados en ellos como conciencia opresora. Su lucha se da entre ellos mismos o ser duales. Entre expulsar o no al opresor desde dentro de sí. (…) Entre decir la palabra o no tener voz, castrados en su poder de crear y recrear, en su poder de transformar el mundo”. <<
  7. Cfr. Jacques Hallak y Muriel Poisson. Escuelas Corruptas, universidades corruptas. ¿Qué hacer? Paris. Francia. Unesco. Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación. 2010. <<
  8. Cfr. Gabriela Noyola. Modernidad, disciplina y educación. México. Ed. Universidad Pedagógica Nacional. Colección Textos. 14. 2000. <<
  9. La palabra domesticar viene del latín domesticus y este deriva de domus (casa). Esto se refería a tomar animales salvajes y hacerlos que trabajen en la casa. La palabra dominar esta relacionada y se refiere al control del amo sobre el esclavo. Las palabras dominio, domar, domestico, domicilio, dueños y don también viene de domus. <<
  10. Conjunto de actividades y trámites que hay que seguir para resolver un asunto de carácter administrativo <<