Requiem por Vesalto

Reseña de la exposición de 14 dibujos-collages de Jesús Rodríguez Arévalo. Presentada en el Centro Cultural de Actopan Hidalgo, en Julio de 2012.


Cuando pensamos en las posibles relaciones entre cuerpo y tecnología en el arte contemporáneo viene a nuestra memoria el célebre Tercer brazo del artista australiano Sterlac, que en 1993 utilizó una prótesis robótica que se movía a voluntad de su usuario alterando dramáticamente las funciones y la forma del cuerpo humano. De manera paralela, dentro de la cultura cyberpunk, Shinya Tsukamoto abordó la idea de la fusión entre hombre y máquina en su filme Tetsuo (Iron man) de 1988, en donde el protagonista, después de insertarse un pedazo de metal en el cuerpo, gradualmente se transforma en una máquina humana. Ambas piezas se insertan dentro de una estética del cuerpo transgredido, transfigurado e impuro. Estos hombres-máquina son, a su vez, una metáfora de nuestra sociedad tecnológica y una alegoría del dominio y control de la naturaleza por parte del ser humano. Esta idea recurrente que subsiste desde la filosofía modernista de Francis Bacon pasando por la obsesión por el progreso en la cultura occidental del siglo XIX y principios del siglo XX ha sido alentada o criticada, según el caso, por una numerosa cantidad de artistas a lo largo de la historia.



Los dibujos y collages que integran la presente exposición de Jesús Rodríguez Arévalo se insertan dentro de esta tradición y estética. Sus imágenes remiten a los fotomontajes elaborados a principios del siglo anterior por los constructivistas rusos y por los dadaístas alemanes: composiciones dinámicas basadas en construcciones de líneas diagonales, fusiones singulares entre figuras humanas, edificios y engranes de máquinas y la saturación de fragmentos de imágenes inconexas como síntesis o abstracción de la cultura y la sociedad. Por otra parte, la obra de Rodríguez Arévalo también se alimenta de la escuela muralista mexicana haciendo paráfrasis u homenajes a la obra de Arnold Belkin o José Clemente Orozco. Esta serie de obras también tiene su origen en la antigua tradición renacentista que tomaba el cuerpo humano como canon para las proporciones de la arquitectura o incluso de la sociedad misma, se basa también en la obra de disecciones humanas de Andrea Vesalio, quien fue el anatomista más importante del Renacimiento Italiano, sin embargo, Arévalo nos muestra cuerpos fragmentados y forzados a integrarse con cuerpos arquitectónicos o con engranes o máquinas. El cuerpo humano se observa desprovisto de esta armonía proporcionada por la naturaleza, en su lugar, la figura humana se sirve de prótesis mecánicas y dispositivos electrónicos como instrumentos de control. Jesús Rodríguez Arévalo se sirve de la imagen para estructurar un discurso crítico sobre nuestro entorno y nuestra situación histórica.