El arte rupestre en el estado de Hidalgo, patrimonio cultural que estamos perdiendo

Resumen

El ensayo habla sobre la gran riqueza desconocida del arte rupestre en el estado de Hidalgo y la necesidad de emprender acciones para su protección.

Palabras clave: arte rupestre, patrimonio cultural.

Abstract

The essay talks about the great unknown wealth of rock art in the state of Hidalgo and the need to take action to protect them.

Keywords: rock art, cultural heritage.




Cuando escuchamos el término arte rupestre, invariablemente evocamos lo aprendido en la escuela primaria y secundaria, visualizamos mentalmente los motivos pintados en las cuevas de Altamira España o Lascaux Francia, dos de los sitios más famosos del mundo. A partir de las imágenes de libros y enciclopedias que alguna vez vimos, imaginamos hombres de las cavernas vestidos con toscas pieles de animales que plasman en cuevas y abrigos rocosos, escenas de cacería como una forma de invocar a las deidades protectoras de esta actividad, y tal vez como una manera de reverenciar al espíritu del animal para que permita ser cazado. Los motivos rupestres también pueden representar ceremonias mágico-religiosas para la sobrevivencia y prosperidad del grupo.

Muy probablemente también pensamos en las monumentales pinturas rupestres de la sierra de San Francisco, en Baja California Sur, las más famosas de México, donde existen grandes abrigos rocosos pintados con gran policromía que muestran hombres, animales terrestres y acuáticos, y plantas del semidesierto, en un paisaje árido plagado de cactus que en esas latitudes se funde con el mar azul.

Pocos sabemos que también en Hidalgo tenemos expresiones de la llamada “gráfica rupestre”, que incluye tanto pinturas como petrograbados (también llamados petroglifos). Los trabajos de Carlos Hernández Reyes y Carmen Lorenzo Monterrubio de los 80s y 90s fueron los primeros en dar a conocer la gran riqueza de este tipo de manifestaciones en nuestro estado, que abarca muchos municipios de las diez regiones geoculturales, y probablemente miles de años de tradición pictórica. Las pinturas de cazadores del sitio arqueológico de Tepeapulco por ejemplo, están tan fundidas a la roca, que seguramente proceden de la prehistoria (tal vez tengan más de seis mil años de antigüedad); fueron hechas en una época en la que aún no surgían las grandes civilizaciones agrícolas del centro de México.

 

 

Cazadores prehistóricos. Sitio arqueológico El Tecolote, Tepeapulco.

 

 

En muchas pinturas del Valle del Mezquital es posible palpar al tacto su textura, lo que nos permite suponer que son más recientes. Además, algunas muestran iglesias y cruces mezcladas con motivos prehispánicos como pirámides, incensarios, instrumentos musicales (como el huéhuetl) e incluso juegos de pelota[1]. Éstas seguramente se hicieron en periodos tardíos, posiblemente en el siglo XVI, abarcando tanto el fin de la prehispandad como el inicio del virreinato. Entre ambos extremos encontramos un conjunto interminable de motivos entre los que sobresalen cazadores, animales de todo tipo, ceremonias rituales con danzas y muchos otros temas, que se han conservado mejor en lugares áridos, pero generalmente donde existe o existió alguna fuente de agua como pueden ser arroyos, ríos y lagunas. La lista de lugares es interminable: Juárez Hidalgo, Huapalcalco, Tecozautla, Alfajayucan, Metztitlán, Ajacuba, Cuautepéc, Metzquititlán, Huichapan, Agua Blanca, Tepeapulco, por mencionar sólo algunos.

 

 

Cortejo de venados, Cuevas de Lavero, Minthí, Tecozautla

 

 

Al recorrerlas nuevamente más de 20 años después de haber realizado el registro consignado en el Catálogo del Patrimonio Cultural del Estado de Hidalgo (reseñado en el primer número del Boletín Magotzi), hemos encontrado que tristemente muchas de las pinturas presentan huellas de daño intencional, que sumado al deterioro natural del tiempo y los factores climáticos, hacen de este patrimonio -de por sí frágil-, un bien que estamos perdiendo, y que si no cuidamos, las próximas generaciones conocerán sólo por los libros, en el mejor de los casos. En recorridos recientes hemos encontrado que algunas personas, ignorantes por completo del valor de estos vestigios, los daña aplicando por ejemplo pintura comercial en spray encima de los motivos rupestres, como si el grafitero moderno sintiera celos (o inspiración mal entendida) de su análogo del pasado. En otros casos mucho más dramáticos, usando cincel y martillo han arrancado literalmente pedazos de piedra pintados, ya sea con intención de venderlos o simplemente tenerlos como muestra no de esnobismo cultural, sino de ignorancia y estupidez supina.

 

 

Grecas y mariposas aztecas. Peña del Dibujo, Ajacuba

 

 

Algunos petrograbados del sitio arqueológico El Tecolote en Tepeapulco han sido fragmentados intencionalmente por los buscadores de escamoles[2]. Ante tal panorama desolador, creo que es necesaria y urgente una legislación que cuide y proteja al arte rupestre, pues increíblemente ésta no existe en México. Es imperativo que las instituciones de cultura del Estado (Centro Regional INAH y CECULTAH principalmente), junto con las Comisiones de Cultura del Poder Legislativo local unan esfuerzos, y con el apoyo de la sociedad civil y los grupos culturales organizados que existen a lo largo y ancho del territorio hidalguense, pongan manos a la obra y realicen acciones que contribuyan a proteger este importante legado histórico-cultural. No podemos permitir más pérdidas a nuestro patrimonio, como la que (guardando las proporciones) ocurrió con la demolición del original Teatro Bartolomé de Medina de la Calle de Matamoros en 1943, perdida que -a pesar de su intento de reposición con el moderno teatro Bartolomé de Medina de la Plaza Juárez-, hasta la fecha lamentamos. Hagamos más por defender nuestro patrimonio cultural,[3] que es la verdadera herencia de un pueblo.

 

 

¿Ceremonia a la serpiente emplumada? Cuevas de Banhzá, Tecozautla

Bibliografía

Acevedo Sandoval, Otilio Arturo, et al.

Aguilar Falcón, Juan de Dios y Carlos Calva Neria

Avilés Cortés, Alberto

Lara Galicia, Aline

Lorenzo Monterrubio, Antonio, Carmen Lorenzo Monterrubio y Arturo Vergara Hernández

Lorenzo Monterrubio, Carmen

Morales Damián, Manuel Alberto

Valdovinos Rojas, Elda Vanya



[a] Profesor Investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

[1] Específicamente las de San Antonio Tezoquipan, Alfajayucan.

[2] Larvas de hormiga comestibles.

[3] El Patrimonio Cultural comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo; la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas. Definición elaborada por la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre el Patrimonio Cultural, celebrada en México en el año 1982.