Entre porcelanas, sedas y biombos. El comercio en Pachuca durante el siglo XVII *

Resumen

El comercio en Pachuca llegó a ser una actividad económica importante durante todo el siglo XVII. Productos traídos a la Nueva España por el Atlántico y por el Pacífico fueron acogidos por la sociedad de las Minas de Pachuca, entre los que se encontraban porcelanas, biombos, muebles orientales, sedas y una gran variedad de ropa y telas. Todos éstos se mezclaron con objetos producidos en territorio novohispano y en el actual estado de Hidalgo, denominados “de la tierra” y “de la sierra”. La población podía adquirir estos objetos en tiendas especializadas.


Palabras clave: comercio, bienes suntuarios, tiendas especializadas de comercio

Abstract

Pachuca trade became an important economic activity throughout the seventeenth century. Brought to New Spain by the Atlantic and Pacific products were welcomed by the society of the Mines of Pachuca, including porcelain, biombos, oriental furniture, silks and a variety of clothing and fabrics. All these are mixed with objects produced in New Spain territory and in the state of Hidalgo, called "de la tierra" and "de la sierra". The population could acquire these items in specialty stores.


Keywords: trade, luxury goods, specialty shops trading

 

Trabajos de excavación arqueológica realizados por Rafael Abascal en la Plaza Independencia en Pachuca mostraron la existencia de abundante porcelana china, holandesa y quizá inglesa, además de cerámica vidriada y de los tipos Mayólica[1] y Talavera,2[] “lo cual nos hace evidente el auge económico de la región de Pachuca” desde el siglo XVI hasta mediados del XVII.[3] Debemos considerar que Pachuca fue, desde sus inicios, un punto estratégico comercial donde circulaban diversos productos que iban a la costa del Golfo, al altiplano o a diversas regiones del norte.

 

Plato de cerámica de talavera

 

La tesis de Woodrow Borah[4] sobre la relación de una caída demográfica de finales del siglo XVI y principios del XVII con una crisis económica ya no es sostenible. Al contrario, existen nuevas propuestas acerca de que el siglo XVII se caracterizó por un crecimiento económico reflejado en una autosuficiencia alimenticia y en el constante abastecimiento de productos y servicios. Las poblaciones novohispanas pasaron entonces de depender de un sistema político tributario desarrollado en el siglo XVI, a constituirse como centros económicos en el siglo subsecuente.

El comercio estuvo estrechamente ligado a la actividad minera, de aquí que la necesidad de obtener herramientas e insumos para la minería favoreció la actividad comercial. Por el Atlántico se efectuaba el comercio ultramarino con España y también con Cuba y Venezuela a través del puerto de Veracruz, y por el Pacífico el principal flujo comercial se dio entre Acapulco y las Filipinas, además con Guatemala y Perú.

Las políticas comerciales y la circulación de mercancías estuvieron reguladas por la Corona, que ejercía un monopolio del mercurio, la pólvora y el tabaco, y por las autoridades reales en territorio novohispano. Existió un periodo de máxima expansión comercial de España en el Atlántico y en el Pacífico a través de la Nueva España, entre los años 1580 y 1620, donde la plata y la seda se comerciaban entre Nueva España, Filipinas y Perú, y fue a partir de 1620 cuando comenzó un deterioro comercial entre Nueva España y la metrópoli, debido sobre todo a la disminución de la supremacía de España y Portugal en Europa y el paso gradual del poderío holandés, francés e inglés, países con los que el imperio español mantenía constantes guerras.[5] En Pachuca, sin embargo, sucedió un flujo comercial constante a partir de 1630 hasta finales de siglo.

La construcción de caminos fue una necesidad para el desarrollo del comercio. Las vías de comunicación en territorio novohispano se reducían a cuatro caminos reales que partían de la ciudad de México: 1) a Veracruz, 2) a Zacatecas y la zona norte que vinculaba a los centros mineros, 3) la ruta a Acapulco que traía los productos asiáticos del Galeón de Manila y 4) a Oaxaca y de ahí se podía ir a Chiapas y a Guatemala. El resto del territorio contaba, en el mejor de los casos con caminos de herradura y veredas donde circulaban bestias de carga. Pachuca por ser un centro minero y por su cercanía a la ciudad de México contó con un camino real.

El desarrollo de nuevas tecnologías marítimas y la apertura de rutas de comercio permitieron que el Galeón de Manila tocara el puerto de Acapulco cada año, trayendo objetos de China, Japón y Manila. El descubrimiento de la ida de las Filipinas al puerto de Acapulco se debió al fraile agustino Andrés de Urdaneta en 1565, lo que permitió alcanzar las ricas tierras orientales.[6] El gusto por los objetos orientales se arraigó sobre todo en las familias adineradas de la Nueva España, adquiriendo para sus casas biombos, rodaestrados[7] y otros muebles de origen oriental, además de porcelana, textiles, pinturas, entre otros. Este gusto también se extendió a familias más modestas y a otras regiones de la Nueva España como las minas de Pachuca.

 

Biombo

 

Los hogares de este centro minero no sólo dieron acogida a objetos orientales, sino también a los provenientes de España, Italia, Alemania, Francia, Holanda, incluso de países tan lejanos como India, Siria y Rusia. La población de Pachuca también conoció productos de la Habana y de Guatemala, además de los hechos en territorio novohispano, los llamados “de la tierra” y “de la sierra”.

Los inventarios de bienes, como son las cartas de dote,[8] nos ofrecen una riqueza de información en cuanto a los objetos traídos de otros lugares. Durante el siglo XVII a Pachuca llegaron telas, bordados, listones e hilos que provenían básicamente de España, sin olvidar los ricos mantos con puntas de Sevilla y los tapetes y las alfombras de Alcaraz. El Galeón de Manila traía una diversidad de productos orientales entre los que se encontraban telas bordadas, vestidos guarnecidos con pasamanos de seda o con puntas de seda, sayas de Pequín, medias de seda, cojines de terciopelo, colgaduras de cama, tablas de manteles, cajas, colchones, escritorios de concha y la famosa porcelana en platos, tazas y cocos. De Bretaña, Francia, venían las camisas bordadas y con encajes y pañuelos, además de sábanas, almohadas y acericos. De Cambray, Francia, encontramos pañuelos con puntas y encajes finos. Milán, Italia, fue un centro de producción de puntas y encajes de oro y plata finos con los que se adornaban los vestidos, las naguas, los tapapiés y otras telas. De Alemania provenían los manteles y las servilletas. Moscobia, una región de Moscú, producía las sillas de baqueta.[9] Gran variedad de telas y ropa fue importada de Holanda como pañuelos, paños de manos, camisas, calzones, sábanas, almohadas, entre otros. De India llegaron vestidos, sobrecamas, tapapiés y acericos. Damasco, capital de Siria, fue desde sus inicios un relevante centro comercial y productor de lana, lino y seda. En este lugar se elaboraba el “damasco”, que era un tejido de seda brocada de excelente calidad. Las cartas de dote mencionan a los “damascos” en vestidos, jubones, sayas, polleras (faldas), colgaduras de cama, tablas de manteles, cojines, tapapiés, alfombras, sobrecamas, doseles y pabellones. Las alfombras moriscas de África septentrional también llegaron a la región de Pachuca. De la Habana, Cuba, fueron traídas cajas de madera, en especial de cedro, con cerraduras y llaves, y de Guatemala llegaba el cacao.

 

Miguel Cabrera. Doña María de la Luz Padilla y Cervantes. ca. 1760

 

Analizando los documentos, podemos decir que a partir de la década de los treinta del siglo XVII y durante el resto de este siglo se mantuvo un abasto regular de productos provenientes del comercio exterior en las minas de Pachuca, por lo que esta actividad fue una alternativa para el desarrollo de la región, en especial cuando la minería se encontraba en relativa crisis. Pachuca ofreció la plata extraída de sus minas a cambio de recibir estos productos.

Al igual que el comercio ultramarino, podemos hablar de un abasto continuo de bienes y productos resultado del comercio interior que fueron usados y consumidos por los pobladores de Pachuca durante el siglo XVII, como fueron los escritorios de Michoacán, las colchas de Toluca, el tabaco de Papantla, la cera de Campeche y la famosa loza fina de Puebla, entre otros. En el ahora territorio hidalguense destacaron dos centros productores de la sierra: Molango y Metztitlán, el primero dedicado al trabajo de madera y el segundo a la fabricación de escritorios básicamente. Es interesante anotar la especialización en la producción de estos objetos que perduró siglos después.

 

Escritorio

 

A principios del siglo XVII había en Pachuca siete mercaderes que tenían “un caudal de mil hasta diez mil pesos cada uno”, [10] cantidad considerable en ese entonces, lo que nos muestra que fue una actividad económica importante.

Pachuca contaba además con tiendas especializadas en “todo género de China, de Castilla y de la tierra”, donde se vendía sobre todo una extensa variedad de ropa y de telas. Algunas tiendas fueron incorporadas a las dotes, por ejemplo, en el año de 1692, Cristóbal Pérez de Vargas, vecino y mercader de las minas de Pachuca, declaró haber recibido una “tienda de mercaderías”, que junto con unas casas de morada, preseas y menaje de casa, dieron un total de 650 pesos de oro común.[11] Ésta bien surtida tienda contaba no sólo con ropa y telas, sino también con objetos de uso y adorno personal, objetos de cocina, hilandería, productos agrícolas, herramientas y objetos religiosos.

Con todo esto podemos decir que el comercio fue importante durante casi todo el siglo XVII en Pachuca, sobre todo en momentos en que la minería no producía lo suficiente. No sólo la excavación arqueológica realizada en la Plaza Independencia sino también los inventarios de bienes, como las cartas de dote, nos dan cuenta de esto.

 

Tibor oriental

 

Posteriormente, en el siglo XVIII los comerciantes novohispanos llegaron a ser un grupo poderoso que competía con los comerciantes peninsulares por el manejo del comercio exterior.[12] A mediados de ese siglo, Real del Monte, por el auge minero, se perfilaba como un gran centro comercial regional. En las ferias de este Real se daban cita mercaderes y población en general, que traficaban con ropa y “otros géneros al rescate de las platas”.[13]

Bibliografía

Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo.
Pachuca Protocolos.

Abascal, Rafael, “Restos prehispánicos en la Plaza Independencia, Pachuca, Hgo.”, en Historiografía Hidalguense II. Teotlalpan, Memorias del Segundo Simposio, Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas, A.C., FONAPAS, núms. 10, 11 y 12, Pachuca, Hgo., 1978, pp. 193-204.

Borah, Woodrow, El siglo de la depresión en la Nueva España, Ediciones Era, S. A., México, 1982.

Israel, J. I., “México y la “crisis general” del siglo XVII”, en Enrique Florescano (compilador), Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina 1500-1975, Fondo de Cultura Económica, México, 1979, pp. 128-153.

Menes Llaguno, Juan Manuel, Monografía de la ciudad de Pachuca, Instituto Hidalguense de la Cultura, Col. Lo nuestro, Gobierno del Estado de Hidalgo, México, 1993.

Rueda Smithers, Salvador, “La nao de China, riqueza a contracorriente”, en Arqueología Mexicana, Ed. Raíces, CONACULTA, INAH, Vol. VI, núm. 33. Septiembre-octubre 1998, pp. 56-63.

Souto Mantecón, Matilde, “El renacimiento de la historia del comercio colonial, estudios de caso y visiones comparativas”, en Virginia Guedea y Leonor Ludlow (coordinación), El historiador frente a la historia. Historia económica de México. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2003.

Villaseñor y Sánchez, José Antonio de, Theatro Americano. Descripción general de los Reynos y Provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, Ma. Del Carmen Velázquez (prólogo), Ed. Trillas, México, 1992.

 

 

 

[1] Mayólica: cerámica provista de esmalte metálico, originario de la isla de Mallorca, alcanzó importancia en el siglo XV.

[2] Talavera de la Reina: cerámica azul que adquirió importancia entre los siglos XVI al XVIII.

[3] Rafael Abascal, “Restos prehispánicos en la Plaza Independencia, Pachuca, Hgo.”, en Historiografía Hidalguense II, Teotlalpan, Memorias del Segundo Simposio, Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas, A.C., FONAPAS, núms. 10, 11 y 12, Pachuca, Hgo., 1978, p. 200.

[4] Woodrow Borah, El siglo de la depresión en la Nueva España, Ediciones Era, S. A., México, 1982.

[5] Ver J. I. Israel, “México y la “crisis general” del siglo XVII”, en Enrique Florescano (compilador), Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina 1500-1975, Fondo de Cultura Económica, México, 1979.

[6] Ver Salvador Rueda Smithers, “La nao de China, riqueza a contracorriente”, en Arqueología Mexicana, Ed. Raíces, CONACULTA, INAH, Vol. VI, núm. 33, septiembre-octubre 1998.

[7] El rodaestrado era una especie de zócalo rematado con molduras pintadas y doradas, ubicado en el recinto llamado estrado, adjunto a la sala, y cuyas paredes se forraban.

[8] Estos documentos se localizan en el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo. Fueron consultados en Pachuca Protocolos los años de 1604 a 1702.

[9] Baqueta: varilla delgada de hierro o madera que se colocaba en los respaldos de las sillas.

[10] “Anónima Descripción de las Minas de Pachuca”, en Juan Manuel Menes Llaguno, Monografía de la ciudad de Pachuca, Instituto Hidalguense de la Cultura, Col. Lo nuestro, Gobierno del Estado de Hidalgo, México, 1993, p. 42, 45.

[11] Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo, Fernando de Contreras (escribano), EN. 47, NC. 15, C. 38, NP. 265, 1672, f. 136r.

[12] Matilde Souto Mantecón, “El renacimiento de la historia del comercio colonial, estudios de caso y visiones comparativas”, en Virginia Guedea y Leonor Ludlow (coordinación), El historiador frente a la historia. Historia económica de México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2003, p. 40, según estudios de Carmen Yuste.

[13] José Antonio de Villaseñor y Sánchez, Theatro Americano. Descripción general de los Reynos y Provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, Ma. Del Carmen Velázquez (prólogo), Ed. Trillas, México, 1992, p. 150.


[a]Doctora en historia por la UNAM. Profesora investigadora del Instituto de Artes

* Ponencia presentada en el Seminario Historia, Sociedad y Arquitectura de la Plaza Independencia, Presidencia Municipal de Pachuca, Hgo., 4 de diciembre de 2008.