Laberinto de tiempo

Resumen

Una reflexión de las posibilidades del arte contemporáneo a partir de la obra de Cy Twombly[1].


Palabras clave: Cy Twombly, Arte Contemporáneo

Abstract

A meditation on the possibilities of Contemporary Art parting from the works of Cy Twombly.


Keywords: Cy Twombly, Contemporary Art

Tiempo institucional

Visita guiada, domingo 10 de Agosto del 2014, Museo Jumex: El guía aclara que aunque la obra de Twombly nos puede parecer infantil, su valor reside en haber introducido cierta forma de trabajar, anteriormente desconocida en el arte, su valor reside en ser el primero. Se permite porque nadie lo había hecho antes. Pero ahora nadie más puede hacerlo. Twombly llevó cierto tipo de trabajo al arte, y al hacerlo cerró esa puerta. Quien hoy hace algo así, decía el guía con desprecio, sería un pseudo-artista.

Este es el marco institucional0

Ahora, la línea fuera; seguirla a un contexto histórico y económico: Si todos hacen lo mismo no vale nada. La lógica superficial de la moda: la apariencia de cambio, de progreso, con tal de mantener las ventas.

Las múltiples temporalidades que se sobreponen en los dibujos y las pinturas de Cy Twombly: la de la creación, la del espectador, la de la pintura, de la escritura, del dibujo, del mito, de la historia, de la institución… las repeticiones, el tartamudeo elegante, las superficies transparentándose, la línea rasgada, el espacio negativo confundiéndose con el espacio positivo, los rastros del lápiz, cruzándose, perdiéndose, encontrándose. Y aun si la composición (el espacio del cuadro) llega a ser precisa en su equilibrio, provocando una sensación que oscila entre placer y dolor (el síndrome de Stendhal), no se junta a una totalidad, no resuelve las multiplicidades del tiempo. No por crear un espacio autónomo, no por ser su propio mundo, sino, al revés, por ser nuestro mundo, nuestro tiempo.

Espacios decorosos

La línea de Twombly como el hilo de Ariadna y el laberinto mismo a la vez. La construcción del espacio siendo el tiempo del caminar. Un espacio siempre ya de antemano medio en ruinas, el pasado comiendo el momento presente, perdiéndose al momento de construirlo. La pérdida inmediata de la inmediatez: la vida en representación.

Tiempos y espacios divergentes, en vez de la serie de puntos intercambiables de “ahora”. Es decir, en vez del tiempo como compra/venta, en vez del tiempo del sujeto como un punto en el espacio; un punto en un orden, una estructura, una jerarquía. La identidad como algo “propio”, tanto en el sentido de algo decoroso e inevitablemente a la vez como propiedad (solamente la propiedad es decorosa). Tu como tu identidad (debidamente fichada, sellada, enumerada, tus huellas en el registro, tu foto, tu carnet, tu cedula profesional, tu CURP, tu número de pasaporte, tu…). Se aprieta el tejido, nadie escapa. Cada quien atado a su individualidad propia, cada quién en su lugar: la red del historiador. Pero hay otras maneras de tejer.

Twombly juega indecorosamente con lo frágil de esa identidad, con lo arbitrario de lo simbólico: la forma de una letra, del signo, y lo lejos que la podemos seguir hasta darnos cuenta que la perdimos en “solo línea”. Una línea que nos lleva cada vez más lejos, hasta que nos damos cuenta de que estamos perdidos en el laberinto. Y el monstruo que vive ahí, lo monstruoso que es la forma inevitable de lo nuevo, somos ahora nosotros.

Gestos

Roland Barthes proponía en su famoso ensayo sobre Twombly, que el artista es un creador de gestos, siendo estos: “Algo así como el suplemento de un acto.”[2] Un extra, algo que deshace la posibilidad de la “[…] distinción entre causa y efecto, motivación y meta, expresión y persuasión”. [3] Esto ubica la actividad del artista de manera oblicua en relación a los valores de la sociedad actual –que parece enfatizar la eficacia y productividad como un extremo y el descanso como otro- (aun si, como señala Theodor Adorno, el descanso se modela a partir del trabajo: hay que aprovechar el tiempo libre...). Es decir, la obra de Twombly ostenta que el arte no se puede reducir ni a algo útil, ni a algo sin utilidad.

Esto significa que el arte incomoda al no encajar de manera debida, al no tener una función claramente definida. Aun si historiadores, críticos, políticos, guías de museos (y muchos más) se esfuerzan para crear un lugar para el arte (como decoración, expresión, propaganda, etc.).

Restos y suplementos

Aparte de esta incomodidad general del arte, la obra de Twombly aparentemente tiende a despertar cierto nerviosismo más particular. En la visita guiada del museo, por ejemplo, el mismo guía sentía la necesidad de defender el supuesto carácter infantil de los dibujos (que justificaba por esa noción de “novedad”).

Otra incomodidad se ve en la comparación que se ha hecho con el graffiti; una forma distinta de dibujo/escritura que justo molesta por la falta de la debida administración. En parte aquí entonces el graffiti es anárquico, una práctica fuera de un control reglamentado (sea estatal o comercial). Pero también porque el graffiti es “[…] una marca que se forma en la misma presencia de su creador como residuo, como sobras”[4] . Algo que simplemente queda, una actividad que solo deja una huella, que entonces no exactamente produce un “algo”. Podemos trazar una línea aquí a otro texto, la novela The Recognitions de William Gaddis que dice: “¿Qué es un artista, sino los restos de su trabajo?”[5]. Juntas estas ideas sugieren que lo único “real” es el acto, la actividad, de la creación. Tanto la obra como el artista son solamente residuos, sobras, restos de ese proceso, algo que se crea casi a pesar del arte; lo que en alquimia se conoce como caput mortuum (literalmente cabeza muerta).

Estas sobras, los restos de un proceso que es en sí lo que importa, se cosifican por parte del pensamiento capitalista, que hace de la obra un objeto de consumo de lujo y del artista un genio y estrella. Y comprar uno es comprar a los dos.

Monumentos

Aun si no tienden a superar la escala humana en tamaño, las esculturas de Twombly tiene un carácter monumental (la relación entre los dibujos y cuadros y las esculturas refuerzan esta noción). También tienen muchas veces un carácter fúnebre, es decir conectan con ideas de historia y memoria, con la relación entre algo pasado y algo presente. Pero no para exhortarnos a “entender” un pasado, a reducir los eventos, las acciones, a un significado, sino al revés para arrebatarlos de las garras de la historia (que es siempre la historia, única y oficial). Las reverberaciones del pasado no nada más no terminan (es decir, su significado nunca se puede fijar), sino además se estrellan con el eco del futuro, abriendo grietas en el “tiempo oficial”, en el ahora/aquí.

Líneas y tiempo

En la obra de Twombly el trabajo viene primero, la actividad, el acto, aun si es un acto que “[…] produce efectos que no son obligatoriamente los deseados […]”[6]. Los paisajes son nuestras huellas, y las huellas de personajes históricos y mitológicos. Espacio no se distingue de tiempo (caminando en el laberinto), de una manera similar a como a veces el tiempo se vuelve espacio en la música[7]. Aunque es un tiempo psicológico (más que el espacio-tiempo explicado por las teorías de la física), que no “avanza” de manera lineal, y fragmentos luminosos de viajes que nunca hicimos resultan ser recuerdos de nuestro futuro; lo poroso de las ideas, lo poroso de nuestros deseos. Las narrativas a la vez épicas y mínimas de Twombly (como Beckett reescribiendo La Odisea) nos permite despellejar las ilusiones de la religión; regresar la posibilidad de lo espiritual a su forma original: la magia, es decir el arte. Y vemos claramente lo que siempre estaba a plena vista, lo único que siempre hemos tenido para entender o cambiar al mundo: cuentos e imágenes.

Referencias

[1]Este ensayo surge de una serie de observaciones a partir de la exposición “Cy Twombly Paradise”, en el Museo Jumex, (05/06/14-12/10/14).


[2]Barthes, Roland. “Cy Twombly o Non multa sed multum” en Lo obvio y lo obtuso. Imágenes, gestos, voces. Paidós, 1986, Barcelona. p.164


[3]ibíd


[4]Foster, H., Krauss, R., Bois, Y., y Buchloh, B.H.D. (2004). Art since 1900. Modernism. Antimodernism. Postmodernism. New York: Thames & Hudson. p. 372.


[5]William Gaddis, The Recognitions (1955) citado en Franzen, Jonathan. Perchance to dream. In the Age of Images, a Reason to Write Novels. en: http://people.virginia.edu/~mes2ee/handouts2/perchance%20to%20dream.htm


[6]Barthes, Roland. “Cy Twombly o Non multa sed multum” en Lo obvio y lo obtuso. Imágenes, gestos, voces. Paidós, 1986, Barcelona. p.164.


[7]Por ejemplo, escuchen a “Thither and Yon” en Cosmic Tones For Mental Therapy (1963), de Sun Ra and his Solar Arkestra.



[a] Profesor Investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.