Revisión del TLCAN y sus antecedentes: en el libre tránsito de exportaciones y la propiedad intelectual

Resumen

El presente trabajo analiza el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tomando en cuenta dos elementos principales: el libre tránsito de exportaciones y la propiedad intelectual como objetivos establecidos desde la firma de dicho tratado y como éstos han variado a través del tiempo y verificar si han beneficiado o perjudicado a la economía mexicana. Con base en los datos analizados se obtendrá un panorama general mediante el cual se conocerá sí las medidas que se han tomado en el Libre tránsito de exportaciones y en la Propiedad Intelectual han impactado de manera positiva o negativa a la economía mexicana desde los años noventa.


Palabras clave: TLCAN, Propiedad intelectual, Exportaciones, Aranceles

Abstract

This paper analyzes the North American Free Trade Agreement (NAFTA) taking into account two main elements: the free transit of exports and intellectual property as two of the objectives established since the signing of NAFTA and how these elements have varied over time and verify if they have benefited or harmed the Mexican economy. Based on the analyzed data, we will obtain a general panorama through which we will be able to know if the measures that have been taken in the free transit of exports and in Intellectual Property have had a positive or negative impact on the Mexican economy since the 90s.


Keywords: NAFTA, Intellectual Property, Exports, duty

Introducción

El Tratado de Libre Comercio fue firmado por Estados Unidos, Canadá y México en noviembre de 1993 y entró en vigor el 1° de enero de 1994. Los objetivos establecidos en dicho acuerdo trilateral fueron: 1) eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y de servicios entre los territorios de las Partes; 2) promover condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio; y 3) proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva, los derechos de propiedad intelectual en territorio de cada una de las Partes” (Díaz, 1993).

El libre tránsito de exportaciones que consiste en eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y de servicios; y la propiedad intelectual que busca proteger y hacer valer, los derechos de propiedad intelectual en territorio de cada una de las Partes; se vuelven de interés como objeto de estudio dado que el TLCAN ha generado un gran volumen de negocios, siendo el tratado más importante para México, y con la propiedad intelectual se abre paso a generar medidas que garanticen la protección adecuada de los derechos de propiedad intelectual de creadores, productores e inventores mexicanos en el marco del Tratado.

El trabajo se divide en cuatro apartados, el primero aborda brevemente los antecedentes históricos del TLCAN, en el segundo se hace una revisión de la literatura sobre el libre tránsito de las exportaciones y cómo estas han sido afectadas desde los años 90s con la firma del TLCAN, en el tercer apartado se presenta cierta literatura sobre la propiedad intelectual y, por último, los comentarios finales.

Antecedentes

“El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un acuerdo regional entre el Gobierno del Canadá, el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el Gobierno de los Estados Unidos de América para crear una zona de libre comercio. El TLCAN fue firmado en Ottawa (11 y 17 de diciembre de 1992), en Ciudad de México, D.F. (14 y 17 de diciembre de 1992) y en Washington, D.C. (8 y 17 de diciembre de 1992) y entró en vigor el 1 de enero de 1994” (Fabra, 2012).

El TLCAN tiene como objetivos: 1) eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y de servicios entre los territorios de las Partes; 2) promover condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio; 3) proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva, los derechos de propiedad intelectual en territorio de cada una de las Partes (Díaz, 1993).

Como afirma Girón (2015) la firma del TLCAN no ha sido del todo benéfico, los datos muestran que esto se debe a que México no estaba listo para entrar en un tratado en donde los acuerdos estaban conjugados con otros dos países desarrollados como Estados Unidos y Canadá mientras que México es un país que se encuentra en proceso de desarrollo, y pese a las asimetrías económicas en gran magnitud se decidió firmar el tratado pensando que con la liberalización económica la economía mexicana mejoraría.

En términos de competitividad, México pasó del lugar 48 al 58, en los primeros 18 años de TLCAN, según el Reporte Global de Competitividad elaborado por el Foro Económico Mundial (FEM), a partir de 2011 pasó al lugar 53 (Secretaría de Economía, 2013).

Cabe mencionar que dos terceras partes de las exportaciones nacionales corresponden a Empresas Transnacionales (ETN), donde los frutos generalmente se mantienen en la órbita global, en particular en la esfera especulativa, y pocos beneficios para los territorios nacionales. Adicional a esto, el rezago tecnológico de las empresas mexicanas se manifiesta como un factor principal que las ha llevado a la quiebra y/o ser absorbidas por extranjeras, alimentando la concentración, pero sin elevar la inversión (Cabrera, 2015).

Aunque las exportaciones han reflejado un crecimiento desde inicios del TLCAN, estas no han sido suficientes, así como la economía en su conjunto, justamente por la diferencia en el desarrollo entre los tres países lo que ha hecho más dependiente a la economía mexicana. Por ello urge revisar integralmente el TLCAN, así como aquellas reformas emprendidas en México que siguen la estrategia exportadora a costa de la nacional(Cabrera, 2015).

Revisión de literatura sobre las exportaciones de México

Entre 1933 y 1981, la economía creció 6.13 por ciento anual en promedio; entre 1994 y 1999, 2.24 por ciento, y entre 2000 y 2008 también 2.24 por ciento. “La formación de capital se redujo de haber tenido coeficientes por encima de 25 por ciento en los años setenta, a niveles apenas superiores a 20 por ciento en el periodo siguiente: la retracción de la inversión pública decidida en 1982 como parte del ajuste externo fue mantenida a todo lo largo del periodo sin haber sido compensada o sustituida por la inversión privada mexicana y foránea que se esperaba vendría gracias al cambio estructural y el TLCAN” (Cordera, 2015).

Las exportaciones se multiplicaron por 10 y su composición cambió en favor de las manufacturas y en contra de las petroleras; otro tanto ocurrió con las importaciones que crecieron con celeridad. Pero, por otro lado, el crecimiento del (PIB) se redujo y trazó una trayectoria de largo plazo inferior a la de los 30 años previos (Cordera, 2015) .

En las gráficas 1 y 2, se puede apreciar que a lo largo de tres décadas consecutivas el crecimiento de las exportaciones no petroleras fue de más de 100 por ciento, mientras que las petroleras descendieron drásticamente.

Fuente: Elaboración propia con base en el Sistema de Cuentas Nacionales de INEGI. Varios años.

En la composición de las exportaciones no petroleras, la actividad manufacturera fue la más favorecida, al crecer en aproximadamente un 20 por ciento, aunque las actividades de agricultura y extractiva casi fueron nulificadas de la estructura de exportaciones de 1980 al año 2013 (véanse gráficas 3 y 4).

Fuente: Elaboración propia con base en el Sistema de Cuentas Nacionales de INEGI. Varios años.

Cabe mencionar que, dentro de las exportaciones manufactureras la actividad maquiladora registró un incremento del 10 por ciento, al pasar de 45.4 en 1980 a 55.44 por ciento en el 2013, y el resto de las actividades manufactureras descendió de 54.6 al 44.56 por ciento en dicho periodo de estudio. 

De acuerdo con Girón (2015) después de veinte años de la puesta en marcha del TLCAN y con el objetivo de un crecimiento económico equitativo para los tres países no logrado, además de la sugerida integración de las cadenas productivas de valor y la modernización de la planta productiva. Esta integración no fue homogénea y más bien varía mucho según la industria, por ejemplo, el caso del sector automotriz pues además de modernizar la planta productiva, el comercio se incrementó en proporciones importantes (exportaciones en 587 por ciento e importaciones en 245 por ciento). “Existe un diferencial en salarios que hace que la desigualdad entre los tres países no se reduzca y, por tanto, se observa un mayor intercambio comercial e integración productiva con crecientes niveles de desigualdad” (Girón, 2015).

En relación con las barreras comerciales entre los tres países del TLCAN, con la firma de dicho tratado se eliminaron los aranceles impuestos a más de la mitad de los bienes que México exportaba a Estados Unidos y Canadá, y a más de un tercio de los que Estados Unidos y Canadá exportaban a México. Los tres países acordaron eliminar los aranceles bilaterales restantes durante los siguientes 10 años, con excepción de los aranceles sobre el comercio de algunos bienes agrícolas con México, eliminados progresivamente en el transcurso de 15 años. La única parte del TLCAN que los tres países no negociaron en conjunto fue la agricultura: las reducciones arancelarias se convinieron en tres acuerdos bilaterales. Aproximadamente, el 75 por ciento del comercio entre Estados Unidos y Canadá ya estaba exento de aranceles conforme al Acuerdo de Libre Comercio de 1989 entre estos dos países (CUSFTA por sus siglas en inglés), y al 1 de enero de 1998, ya se habían eliminado todos los aranceles comerciales entre Canadá y Estados Unidos (Cameron, 2017).

De acuerdo con Puig (2014), México inició un proceso unilateral de disminución de sus aranceles buscando que entraran productos baratos del exterior y en consecuencia frenar la inflación que se vivía en aquellas épocas; y al mismo tiempo para conseguir insumos más baratos del exterior, con el fin de producir con costos más bajos y reforzar la tendencia a la baja en los precios.

Para el año 2012 más del 80 por ciento de las exportaciones (petroleras y maquiladoras) fueron hacia Estados Unidos y, aunque el balance comercial con Estados Unidos es positivo, si le restamos el petróleo, las ventas de las maquiladoras (que son más compras y ventas dentro de la misma empresa, con poco valor agregado nacional y nulo consumo de materias primas locales) y las remesas de los migrantes, este saldo comercial se hace negativo (Molina, 2014). El crecimiento genera una reducción en las exportaciones netas debido a la dependencia del aparato productivo de la importación de insumos, maquinaria y equipo y la incapacidad de las exportaciones para financiarlas (Mejía, 2007).

El proceso de apertura comercial, así como a la inversión extranjera directa (IED) ha sido aprovechado por las empresas transnacionales, en particular las estadounidenses, en su estrategia de producción compartida a nivel internacional, en un esquema de comercio intraindustrial e intersectorial (CII), el sector automotor mexicano es un claro ejemplo (Puig, 2014).

Cárdenas (2007) afirma que el TLCAN, no estuvo exento de intereses geopolíticos sobre todo de Estados Unidos, ya que la reducción arancelaria no fue tan importante para Estados Unidos y Canadá como para México. Los aranceles con Estados Unidos disminuyeron drásticamente desde la entrada en vigor del TLCAN, pasaron de un 3.3. por ciento en 1993 a un 0.10 por ciento en el año 2001, mientras que para los países sin tratado comercial el arancel fue de 2.69 por ciento. Y con Canadá sucedió algo similar, en 1993 el arancel promedio para productos mexicanos fue de 2.4 por ciento, y en 2000 fue de 0.3 por ciento cuando para otros países fue de 3.5 puntos porcentuales. Lo relevante en el caso de México fue que acordó aranceles con economías con diferentes grados de desarrollo y a veces sin considerar los riesgos en ciertos sectores clave como el agropecuario.

“Si bien es cierto que la reducción de aranceles ha generado un crecimiento importante del comercio. De 1994 a 2001 el comercio entre los socios creció 115 por ciento. En solo siete años, el comercio trilateral pasó de 339 000 millones de dólares a 622 000 millones. Sin embargo, este comercio se centra en Estados Unidos, de cuya economía dependen en gran medida Canadá y México” (Cárdenas, 2007).

La gama de conflictos entre México y Estados Unidos cubren las dos principales formas de barreras no arancelarias: la estacionalidad y las fitosanitarias. Para los casos de estacionalidad, los conflictos se resolvieron por medio del establecimiento de cuotas aplicadas a los productos mexicanos permitidas a la entrada en los meses en los que la producción norteamericana es mayor, y que las importaciones no significarían una disminución del precio interno. Para los productores mexicanos la solución de este conflicto significó la modificación de sus procesos productivos para la exportación del producto, beneficiándose al mismo tiempo porque abrió una ventana más de mercado ante la mayor competitividad frente a los productos norteamericanos (Rojas, 2003).

“Al momento de la firma del TLCAN, la producción de hortalizas de exportación se encontraba con mucha ventaja por sobre la de granos básicos. Al interior del sector a los productores dedicados a la exportación se les considera como privilegiados, aunque, en algunos casos, las condiciones para los productores en el mercado externo pueden llegar a ser adversas. Las concesiones que México otorgó en cuanto a la eliminación de barreras a la entrada no fueron correspondidas para sus exportaciones agrícolas. La mayoría de estas exportaciones están sometidas a barreras no arancelarias o estuvieron detenidas por muchos años por no cumplir con cierto tipo de restricciones fitosanitarias, como es el caso del aguacate” (Rojas, 2003).

Los países en desarrollo interesados en un comercio más libre deberían negociar programas de reducción arancelaria más prolongados y graduales para los productos agrícolas importados de los países ricos y negociar salvaguardas especiales para protegerse contra la práctica de inundar el mercado con cultivos subsidiados (dumping). La necesidad de contar con medios de absorción del choque es especialmente importante en los países en desarrollo más pobres, donde la agricultura es una de las principales fuentes de empleo. Los convenios comerciales regionales y bilaterales no deberían permitir a los países desarrollados soslayar el importante tema de los subsidios a los productores agrícolas (Audley, 2003).

Revisión de literatura sobre la propiedad intelectual en México

Actualmente existen varias razones importantes para promover la Propiedad Intelectual (PI); en primer lugar, el progreso y bienestar del país radica en la capacidad de lograr nuevas creaciones en las áreas tecnológicas, culturales y empresariales; en segundo lugar, la protección jurídica de estas nuevas creaciones alienta la inversión de recursos adicionales que, a su vez promueven seguir innovando y en tercer lugar, la promoción y la protección de la propiedad intelectual estimula el crecimiento económico de nuestro entorno social dando como resultado la generación de nuevos empleos e industrias, lo que mejorará la calidad de vida de los profesionistas (García, 2015).

De acuerdo con Salas (2016), la propiedad intelectual es una de las herramientas que brindan competitividad a un país, por lo que es de suma importancia para el crecimiento nacional, proteger jurídicamente a las y los creadores. Este rubro, se encuentra como objetivo principal en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y versa como “la procuración de una protección adecuada a los derechos de propiedad intelectual y el establecimiento de procedimientos efectivos para su aplicación” (Puig, 2014).

El mundo globalizado donde estamos insertos se encuentra en constante movimiento tecnológico. En efecto, la gran difusión del conocimiento y su fácil acceso a través de Internet, permite que los investigadores y en general cualquier persona interesada en desarrollar un prototipo tecnológico, puedan consultar múltiples bases de datos de patentes en todo el mundo, y así conocer el estado de la técnica de la materia de su interés en aras a mejorarla. Esta condición, aunada a programas que fomentan y apoyan la innovación tecnológica, impulsa la creatividad en nuestro país y asegura un gran avance tecnológico en los próximos años. Sin embargo, es claro que en México no prima una cultura de protección en materia de propiedad intelectual. La generalidad de los inventores y autores mexicanos antes de proteger legalmente sus inventos u obras, las comercializan o dan a conocer públicamente, lo que acarrea la pérdida de la exclusividad en el caso de los inventos o incluso que terceros sin escrúpulos obtengan la protección legal en su favor y en detrimento de los legítimos inventores o autores (Rufino, 2011).

En el mismo tenor, México le ha apostado al desarrollo de las tecnologías de la información y los medios digitales masivos, la expansión en estos sectores ha sumado a nuevos emprendedores, cuyas herramientas directivas son eficaces para el desarrollo de bienes y servicios, pero usualmente son insuficientes para asegurar el aprovechamiento eficiente de las innovaciones creadas (Huerta, 2016).

“La propiedad intelectual, y su adecuada protección, fomenta un ambiente regulatorio favorable para el desarrollo económico de un país. Si bien es cierto que es necesario hacer reformas estructurales, para alcanzar los objetivos de crecimiento y desarrollo deseados, es indispensable mejorar el estado de derecho e impulsar cualquier otra medida que logre incentivar la innovación e inversión en investigación y desarrollo de propiedad intelectual para mejorar la productividad del país. Un incremento en el número de registros per cápita refleja un incremento en el PIB per cápita; México durante el 2009 tuvo 0.00037767 registros per cápita (esto implica que en México se reconocieron, en total, 40,574 aplicaciones de Propiedad Industrial), un incremento del 10 por ciento en el número de aplicaciones reflejaría un crecimiento del PIB per cápita de 36.5 dólares. Esto se traduciría en $4,101,365,928 pesos adicionales al PIB total o un incremento del 0.47 por ciento. Estos hallazgos demuestran que la inversión en propiedad Intelectual es rentable para cualquier país y para el beneficiario del registro” (Feria, 2011).

“El impacto que tiene el desarrollo de propiedad intelectual en el desempleo refleja que incrementos en los registros de propiedad industrial reducen la tasa de desempleo. El porcentaje de la fuerza de trabajo desocupada en México disminuiría en 1.6 por ciento en caso de que los registros de propiedad intelectual aumentaran 10 puntos porcentuales. Tiene sentido pensar entonces que cuando se crea una marca, se incrementa la producción y se generan empleos, lo cual disminuye la tasa de desempleo” (Feria, 2011).

Sánchez (2006) observa que para México la cantidad de patentes es aún pequeña en comparación a su principal socio comercial: Estados Unidos, sin embargo, en 2004, se presentaron 565 solicitudes, y el año en que se solicitaron menos patentes fue en 2005, con 263. Estados Unidos, reflejó su máxima cifra en 2001, con 7,336, y su mínima en 1995, con 3,139.

El número de patentes registradas es una medida de la generación del conocimiento, y un indicador de si se está logrando un desarrollo de cadenas productivas. Durante 2012, por ejemplo, se registraron en México 15 314 solicitudes de patente, pero de ellas sólo 1 292 solicitudes, o sea, poco más de 8 por ciento del total, fueron realizadas por mexicanos, tendencia que ha prevalecido desde hace años (Puig, 2014).

“Según el Índice Mundial de Innovación 2017 México ocupa el lugar número 58 de 127 países lo que demuestra que todavía México necesita fortalecer la propiedad intelectual ya que no se puede comparar con sus vecinos Estados Unidos y Canadá los cuales ocupan los lugares 4 y 18 respectivamente” (Cornell University, 2017).

De acuerdo con Campos (2015) el capital intelectual y su protección son un eslabón primario de un círculo virtuoso de progreso: alguien genera tecnología y la registra, alguien la compra y aumenta su productividad y competitividad, esto genera empleos y ganancias que permiten seguir comprando innovaciones y, por lo tanto, los innovadores siguen produciendo.

Una contribución de los derechos de propiedad intelectual a la competitividad de México es su papel en la economía política de las negociaciones internacionales. Con la firma del TLCAN los beneficios se tradujeron en el acceso a más y mejores productos para los consumidores, y nuevos mercados para los productores (Campos, 2015).

“La propiedad intelectual ofrece la oportunidad de usar el activo más importante de la sociedad, sus ideas y conocimientos, en beneficio de la competitividad y el desarrollo económico” (Campos, 2015). “Los regímenes de propiedad intelectual sirven un doble propósito: proveer incentivos para la generación y comercialización de innovaciones y promover la difusión y uso del conocimiento” (Shadlen, 2009).

Shadlen (2009) afirma que el problema principal con el régimen de propiedad intelectual en México es que está dirigido a un país desarrollado, lo cual no corresponde con la realidad. Dicha autora menciona que, en México se observa la falta de relación entre el sistema de patentes y la infraestructura científica, tecnológica e industrial que posee el país.

Comentarios finales

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no está contribuyendo a alcanzar los objetivos planteados pese a que las exportaciones han ido en aumento la economía mexicana se ha ido estancando, y no se ha visto beneficiada como es el caso de Estados Unidos y Canadá.

La principal problemática con la que cuenta la economía mexicana es la alta dependencia a la economía estadounidense, lo cual es un hecho que debe atenderse creando políticas comerciales, industriales y de innovación que puedan mejorar los procesos productivos del país y lograr diversificar el mercado mexicano con otros países.

De acuerdo con los estudiosos del tema se deben adoptar medidas complementarias que mejoren la productividad y competitividad de la economía mexicana como es el caso de la inversión en propiedad intelectual, la cual genera empleos, mejora la tecnología del país haciendo que este pueda ofrecer mejores productos para exportar con un alto valor agregado nacional, permitiendo la generación de cadenas de valor.

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[a] Egresado de la Licenciatura en Economía, UAEH callinalli@yahoo.com.mx

[b] Profesor investigador del área académica de economía, UAEH callinalli@yahoo.com.mx

[c] Profesor investigador del área académica de economía, UAEH saile2519@yahoo.com.mx