Libro reseñado: Globalización y diversidad cultural. Una mirada desde América Latina
Compiladores: Pajuelo, Ramón y Sandoval, Pablo
Editorial: IEP Ediciones
Año: 2004
El presente trabajo aborda una de las ideas que de manera implícita y explícita atraviesa la mayor parte de los trabajos que se presentan en la compilación denominada “Globalización y diversidad cultural. Una mirada desde América Latina”. La ideología es utilizada para describir los sistemas de ideas y creencias que proporcionan a la gente nuevas formas de conciencia y nuevos marcos de referencia y significado en una sociedad que experimenta por primera vez un ritmo de cambios sin precedentes. Dicho concepto, permea el análisis de algunos constructos ideológicos (desarrollo, globalización, modernidad) que han permitido la expansión del modelo económico neoliberal en la forma de vida y prácticas culturales de las masas, sobre todo, en los países de América Latina.
Palabras clave: Ideología dominante, desarrollo, globalización, legitimación, turismo.
This review is about one of the ideas that implicitly and explicitly through most of the works presented in the compilation entitled "Globalization and cultural diversity. A view from Latin America”. In most of the contributions that make up this paper, ideology is used to describe systems of ideas and beliefs that give people new ways of awareness and new frames of reference and meaning in a society that first experienced a rate of unprecedented change. This concept is taken up to analyze certain ideological constructs (development, globalization, modernity) that have allowed the expansion of neoliberal economic model in lifestyle and cultural practices of the masses, especially in Latin America.
Keywords: Dominant ideology, development, globalization, legitimation, tourism.
De acuerdo con algunos autores citados en esta compilación (Canclini, 2004; Hopenhayn, 2004) fue durante la Revolución francesa y durante otros movimientos sociales surgidos en los siglos XIX y XX cuando la noción de ideología comenzó a usarse para describir los sistemas de ideas y creencias que proporcionan a la gente nuevas formas de conciencia y nuevos marcos de referencia y significado en una sociedad que experimenta por primera vez un ritmo de cambios sin precedentes. A lo anterior, Thompson añade: "La secularización de la vida social y del poder político creó las condiciones para el nacimiento y la difusión de las ideologías que comenzaron a tener una función movilizadora y legitimadora de los intereses de los grupos humanos o clases sociales que las abanderaban" (1990: 11).
Debe reconocerse que la ideología se haya vinculada a un aparato de producción y distribución que recibe un nombre propio: el capitalismo. Las formas de pensar y de entender la vida no son un proceso autónomo, es decir, no se encuentran separadas de las condiciones económicas, sociales e históricas en que se producen. En este sentido, la compilación recupera algunos planteamientos de Marx (1848), quien afirma que la producción de las ideas y, en general, del universo simbólico está en función de los bienes, las mercancías y de las relaciones que se establecen entre las personas en el proceso de producción capitalista.
Uno de los planteamientos fundamentales es que tanto las condiciones económicas como sociales tienen un papel importante en la generación de las ideas y del universo simbólico de la sociedad moderna y posmoderna. Se afirma que estas condiciones económicas han dividido a la sociedad en clases sociales y, por consecuencia, al sistema de ideas que expresan los intereses de esas mismas clases. De ahí, que se enfatiza en que las ideas dominantes en cada periodo histórico serán las ideas de la clase dominante, las cuales generalmente articulan sus intereses, ambiciones y deseos para alcanzar y mantener su posición en la estructura del poder social.
No obstante, algunos autores hacen referencia al planteamiento de Althusser (1970), quien trata de corregir el determinismo económico de Marx a través del concepto de reproducción, el cual es importante porque se desprenden de él una serie de elementos que permiten entender la forma en cómo se instituye determinada ideología en una formación social.
Para explicarlo se hace referencia a la siguiente argumentación, "la reproducción de la fuerza de trabajo requiere no solamente la reproducción de sus habilidades técnicas, sino también […] la reproducción de su sumisión a las reglas del orden establecido, es decir, la reproducción de la sumisión de los trabajadores a la ideología dominante, de tal manera que proveerán a la clase dominante de «palabras» […] escuelas (e instituciones estatales) para enseñar las formas de proceder y actuar que aseguren el sometimiento a la ideología dominante o al dominio de sus «prácticas» (Althusser, 1970: 127-128).
A diferencia de Marx (1848), quien contemplaba a la ideología como una especie de velo que cubría los ojos de la clase trabajadora o como un conjunto de representaciones deformadas de la realidad social que eran equiparadas con la "falsa conciencia"; Althusser (1970) oponiéndose a esta concepción centró su interés en la actuación de agentes, estructuras e instituciones mediante las cuales la ideología del sistema capitalista penetra en la vida práctica de los hombres. La escuela, la religión, la familia, los sindicatos, los medios de comunicación llevan a cabo un trabajo esencialmente ideológico porque suministran a los hombres un conglomerado simbólico que les permite comprender el mundo, al mismo tiempo que les brinda las reglas de conducta moral para guiar esas prácticas sociales.
El anterior planteamiento es quizá una de las fundamentaciones teóricas que guían las explicaciones empíricas en algunas de las contribuciones de esta compilación. La mayor parte de los trabajos hacen referencia a ciertos constructos ideológicos que han permitido la expansión del modelo económico neoliberal en la forma de vida y prácticas culturales de las masas, sobre todo, en los países de América Latina.
Otro de los constructos ideológicos es la noción de desarrollo. La legitimación de la idea de desarrollo como parte de la globalización cultural, implicó la existencia de una élite que impulsó la consolidación de las condiciones institucionales e ideológicas apropiadas para ello. Los actores sociales interesados en la globalización cultural fueron representantes de sectores de punta de la economía, los miembros típicos de esta élite mundial, capitalistas financieros globales seguidos por aquellas élites nacionales que se guiaban por el capitalismo posfordista flexible y que propagaban las ideologías neoliberales de la globalización.
A pesar de los intereses implicados, el discurso del desarrollo fue presentado como algo aparentemente neutral y tenía la intención de que la gente trabajara unida hacia un mejor futuro. Aunque, en realidad se trataba de un discurso ideológicamente orientado que por sí sólo no era alienante sino que fue por medio de procesos simbólicos y políticos que despertaron una serie de estereotipos y prejuicios que remitían a aproximarse a los modelos socioeconómicos propios de las sociedades urbano˗industriales que eran consideradas como avanzadas (Ribeiro, 2004).
La noción de desarrollo fue una estrategia para convencer a las masas de abandonar los modelos culturales propios que eran considerados como tradicionales para adoptar los de la sociedad del consumo, ideológicamente lo que importaba era que las sociedades subdesarrolladas asumieran valores y modos de conducta social similares a las de las sociedades dominantes con la intención de transitar a la modernización.
Tras varias décadas de expansión de este constructo ideológico, se pone de manifiesto que el tan aclamado desarrollo no era más que un crecimiento, que en vez de favorecer a las grandes masas de población sólo permitía a un reducido grupo de la misma disfrutar de sus avances. Ni el desarrollo ni los préstamos financieros, ni los ajustes económicos pudieron paliar la grave crisis que han enfrentado los países periféricos en su constante peregrinación hacia "la meca del desarrollo"; ya no cuestionando la misma idea de "desarrollo" sino convirtiéndola en una forma ideológica de poder.
En este caminar por las estrategias para lograr el "desarrollo del subdesarrollo" es que se sitúa el surgimiento de una de las actividades que lejos de beneficiar a los países periféricos vendría a contribuir aun más al imperialismo económico de los países desarrollados: el turismo. En el discurso económico, la actividad turística es concebida como un instrumento de “desarrollo”; algunas instituciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) afirmaron que era una actividad potencial para lograr tales efectos e incluso señalaron podría tener alcances ilimitados. Lo anterior motivo tanto a los gobiernos de diversos países pobres como a organismos internacionales (Banco Mundial y Naciones Unidas) a sumergirse en la promesas alegres del turismo, lo cual implicaría asumir como estrategia central el desarrollo a través del turismo.
El efecto multiplicador de esta actividad, la generación de empleos, la captación de divisas fueron los argumentos que las entidades públicas, privadas o solidarias, organizaciones no gubernamentales, sectores productivos o instituciones, utilizaron para legitimar el desarrollo turístico entre la población que ocupaban los espacios susceptibles para ello. A través de la política turística como principal instrumento de transmisión de la ideología desarrollista, se enfatizó la situación de precariedad, pobreza, vulnerabilidad en la que se encontraban muchos espacios en los países periféricos para después destacar y cualificar los beneficios que el turismo pudiera traerles.
En este proceso que llevó a muchas poblaciones asumir su transición hacia el ofrecimiento de servicios turísticos, el discurso sobre el aprovechamiento de su territorio jugó un papel de suma importancia en la política turística nacional e internacional, pues ésta se encargó de crear una serie de representaciones simbólicas en torno a las bondades del turismo con la finalidad de incitar a las poblaciones "dueñas" del espacio para que permitieran la entrada de los diferentes actores poseedores del capital para emprender el desarrollo turístico.
En el discurso, se les presentó la actividad turística como si fuera "un sujeto cultural dotado de atributos simbólicos y materiales que había que intervenir, modificar, explotar" (Carreira, 2007: 51) en pro de su propio desarrollo. Las políticas daban cuenta de las fortalezas del territorio con el objetivo de preparar a las poblaciones para la modificación de su espacio y de su paisaje; se trataba de aprovechar los recursos pero encubriendo las intenciones basadas en ideas de progreso continuo e ilimitado.
Además de la noción de desarrollo algunos autores también hacen referencia a los paradigmas de la globalización y el libre mercado como sustento de la sociedad actual, los cuales tratan de imponerse como " «verdades infalibles»", únicas y, por tanto, incuestionables, pretendiendo convertirse en «certezas y verdades universales» como fundamento de su reproducción, que al ser transmitidas mediante un lenguaje ideologizado pareciera que actúan en función de los intereses hegemónicos porque recurren al fin de la historia, de los estilos de vida, de las identidades.
Caracterizan todos estos constructos ideológicos como una nueva fase del imperialismo que va de la mano con la transnacionalización de la economía, pero haciendo referencia a que no sólo se trata de un imperialismo puramente económico sino también se trata de una integración de tipo cultural.
A lo largo de la compilación se hace énfasis en que la mayoría de las interpretaciones en torno a estos procesos se presentan como un montón de movimientos comerciales y de capitales orientados por el neoliberalismo, si bien estas interpretaciones son un rasgo sobresaliente en la vida contemporánea; esto no significa que sean procesos que se desarrollan únicamente en el plano económico, por tanto, se destaca la necesidad de comprender que también los cambios económicos, y en particular el neoliberalismo, requieren de la legitimación en el plano ideológico.
Se afirma que en estos tiempos de globalización aparecen nuevos metarrelatos, se generan nuevos mitos que giran en torno a una forma de vida construida a la imagen de la mercantilización del bienestar y de su objetivación en el presente. Ejemplo de ello son los países subdesarrollados y, sobre todo, los latinoamericanos que desde su incorporación al mercado mundial, han estado expuestos a cierto tipo de influencias no sólo de tipo económico-político sino también ideológicas; las influencias extranjeras se han concentrado en terrenos de carácter secundario, es decir, se han instaurado en el plano de la cultura como forma simbólica de la ideología, en la conciencia colectiva de las sociedades que han interiorizado algunos estilos de vida y las formas de ver el mundo en sí.
Finalmente, para algunos autores es a través de estos constructos ideológicos que se han propagado de manera más intensa los logros y paradigmas de la civilización metropolitana: notables mejoras en las comunicaciones, la tecnología, la actividad diaria de la televisión son responsables por los datos, las imágenes y leyendas del poderío, progreso y opulencia dignos de ser imitados, especialmente, por los países latinoamericanos. Se trata de un fenómeno donde la conciencia colectiva está de manera abierta y sometida a los efectos de la demostración de modos de vida superiores, lo cual puede ser considerado como un método de la legitimación ideológica que el nuevo modelo económico ha venido implantando en las masas y que se traduce como el anhelo colectivo por obtener lo más pronto posible los frutos de la civilización metropolitana.
Althusser, L. (1970). Ideología y aparatos ideológicos del estado. México: Quinto Sol.
Canclini, N. (2004). La globalización: objeto cultural no identificado. En: Pajuelo, R. y Sandoval, P. (comp). Globalización y diversidad cultural. Una mirada desde América Latina. Perú: IEP editores 89-117.
Marx, C. y Engels, F. (1848). Manifiesto del Partido Comunista. Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras.
Ribeiro, G. (2004). La condición de la trasnacionalidad. En: Pajuelo, R. y Sandoval, P. (comp). Globalización y diversidad cultural. Una mirada desde América Latina. Perú: IEP editores. 303-347.
Hopenhayn, M. (2004). La aldea global entre la utopía transcultural y el ratio mercantil: paradojas de la globalización cultural. 399-415.
[a] Profesora Investigadora del ICEA-UAEH.
[b] Profesor Investigador del ICEA-UAEH.