El juego de la Oca en México: La versión de José Guadalupe Posada

Resumen

En este ensayo proponemos que el tablero del juego de la Oca realizado por Posada para la imprenta de Vanegas Arroyo es una variación de la estructura tradicional del juego al que se añaden elementos de la cultura visual de su creador, los cuales responden a la tradición plástica, elementos locales o coyunturales. Para mostrar esto, exploramos los orígenes europeos del juego de la Oca y analizamos el tablero realizado por Posada. Las fuentes son la citada Oca, así como bibliografía secundaria sobre su creador, la imprenta para la que trabajó y el juego en Europa. Nos adherimos a los estudios sobre la cultura visual que responden a la historia social del arte. A diferencia de textos como los de Johan Huizinga y Norbert Elías que privilegian el estudio del deporte, este trabajo hace énfasis en los elementos plásticos del tablero de este juego de azar.

Palabras clave:José Guadalupe Posada. Juego de la Oca. Cultura Visual

Abstract

In this essay we propose that Goose Game’s board made by José Guadalupe Posada for Vanegas Arroyo’s printing is a variation of the traditional board with elements of the visual culture of his creator, which responds to the plastic tradition, local aspects or conjunturals. To prove this, we explore the European origins of Goose Game and analize the Posada’s board. Our sources are the different boards besides secondary bibliography about the game, Posada and the printing for which he worked. This essay is located within visual culture studies derived from art social history scholars. Unlike Johan Huizinga and Norbert Elías texts, who privilege sport or team play studies, this essay emphasize in the plastic elements of this board game.   

Keywords:José Guadalupe Posada. Game of the Goose. Visual Culture.

Introducción

Cuando se lee sobre Posada todavía es común encontrar referencias a que era un creador popular sin ninguna formación académica, heredero de la plástica prehispánica, aliado de las luchas populares y opositor de la dictadura Porfirista y por lo tanto, un precursor artístico de la Revolución mexicana. Esta visión que ocasionó que Posada se convirtiera en un mito, fue promovida por los intelectuales posrevolucionarios que buscaban un antecedente de la manera en la que ellos concebían el arte. Montserrat Galí menciona a Jean Charlot, Anita Brenner, Frances Toor y Diego Rivera como los iniciadores del mito de Posada. Posteriormente, Leopoldo Méndez como integrante del Taller de Gráfica Popular exaltaría la faceta social de los grabados de Posada (Galí, 2007:143).

El análisis meticuloso de la obra y la biografía de Posada ha permitido que la aureola mítica con la que lo cubrieron los primeros que lo estudiaron, vaya cayendo poco a poco. En las últimas décadas trabajos como los de Aurelio de los Reyes (2005), Montserrat Galí (2007), Agustín Sánchez (2006), Renato González Mello (1994), Rafael Barajas Durán, El Fisgón (2009), Elia Bonilla y Marie Lecouvey (2015), entre otros, han permitido acercarnos a las diversas facetas de este grabador.

En este trabajo nos proponemos estudiar el tablero que Posada hizo para la imprenta de Vanegas Arroyo, debido a que éste es un juego que surgió en otras latitudes y tiene una estructura preestablecida, nos hemos propuesto el análisis de cómo Posada retomó este formato y creó su versión. Este trabajo está en consonancia con las investigaciones recientes sobre José Guadalupe Posada en las que se busca comprender el trabajo del grabador hidrocálido para sacarlo de las miradas simplificadoras que lo encasillan como antecesor del muralismo y el arte comprometido.

Para lo anterior ha sido de gran utilidad enfocar el análisis de la obra de Posada a partir de la propuesta de la Cultura visual, término con el que la historiadora Svetlana Alpers (1983) enmarca los estudios que conjuntan el análisis meticuloso de la imagen y su puesta en relación con la sociedad en la que se realizó. Para el análisis de las distintas figuras y alegorías que se presentan en el tablero fueron de utilidad las propuestas de Witkower (2006) y de María Esther Pérez Salas (2005). Además de la consulta de la bibliografía específica sobre el juego de la oca en España.

Nuestro interés radica en el tablero que por su riqueza plástica nos otorga la posibilidad de acceder a la cultura visual de Posada; en consecuencia, no retomamos las perspectivas en torno al juego y al ocio de Johan Huizinga (2007) y de Norbert Elías (2014) debido a que ambos especialistas se enfocan en el juego en equipo y en el deporte, ninguno de ellos da importancia a los juegos de azar ligados en sus orígenes a las apuestas y por lo tanto al lucro, frente a  las actividades plenamente lúdicas como el deporte que favorecen la convivencia e integración social, éstas últimas motivo central de sus intereses.

El juego de la Oca

No existe un acuerdo sobre el origen de la Oca. Se le ha relacionado con el disco de Festos que data de 1700 a. C., otros ven su origen en un juego adivinatorio que existía en la Grecia Clásica, hay quienes refieren podemos rastrear su origen en la China de la dinastía Ming. Finalmente se ha escrito que fue creado por la Orden del Temple para representar el camino de Santiago. Modesto Martín opina que se inventó en Florencia en el siglo XVI, a partir de un juego que se ejecutaba al aire libre sobre un tablero con casillas que se dibujaba en el piso. Al parecer el primer impreso del juego lo mandó realizar Francisco de Médicis para regalarlo al rey de España Felipe II en 1580. En los años siguientes llegaría a Alemania y a Inglaterra (Martín, 2005: 75-76).

Durante el siglo XVI se consideraba un juego cortesano, su divulgación por medio de la imprenta y su venta por los buhoneros ocasionó que su uso se extendiera a los estratos populares de la sociedad y que causara escándalo el hecho de que se usara para hacer apuestas con lo que se ocasionaban desórdenes (Ramírez, 1973: 272-274). Actualmente lo consideramos un juego de mesa infantil, esto se debe a que en el siglo XVIII los ilustrados propiciaron que los tableros de la oca se enfocaran al aprendizaje de los niños. El gusto por el juego se extendió con el boom de las publicaciones ilustradas del siglo XIX, época en la que ya se comenzaba a usar no sólo para la educación sino para la propaganda política los anuncios comerciales, tendencia que se prolongará durante la siguiente centuria (Martín, 2005: 76-77).

La Oca es un juego de azar que se practica en un tablero con un máximo de 64 casillas algunas de ellas ilustradas con una oca o pato, los participantes mueven por turnos una ficha de  un color distinto para cada uno de ellos, de acuerdo con el número que le indiquen los dados que arroja sobre el tablero, al iniciar cada turno del participante. El tablero recibe la misma denominación del juego, en este artículo analizaremos las particularidades estéticas de los mismos, no nos detendremos en las prácticas que suscitó el juego.

Los tableros del juego de la oca, generalmente son impresos a color en un cartón grueso, tienen por lo general 63 o 64 casillas. En las distintas versiones del juego hay elementos permanentes tales como las 14 casillas en la que se representa la oca. Otras casillas constantes son las que representan puentes, dados, la posada, el pozo, el laberinto, la cárcel y la calavera (Martín, 2005:74). Dos casillas constantes aunque su iconografía sea variada, son la de inicio y la del final.

Felipe Hernández Cava realizó la descripción de estas casillas presentes en casi todos los juegos de la Oca. Los gansos que están presentes en diversas casillas se representan caminando, volando o en el agua, hay un caso raro en los que en la última casilla se le representa como parte de los platillos del banquete para festejar el final del juego (Hernández, 2005: 105). Este autor infiere que la oca está presente en casillas relacionadas con el número nueve; en algunas es múltiplo casillas 9, 18, 27, 36, 45, 54 y 63. También está presente en las casillas 5, 14, 23, 32, 41, 50 y 59 (Hernández, 2005:102).

En la casilla del principio, es probable que en las ocas se representara un mago rodeado de gansos, posiblemente esto ocasionó la representación de jokers, duendes, enanos o payasos en esta casilla. En algunas se representaba una campesina bretona, que por el parecido de su traje con el de la holandesa ocasionó que en algunos tableros se representaran en el paisaje molinos de viento (Hernández, 2005:109). En la última casilla generalmente hay una o varias ocas en un estanque o en un jardín, un sitio que resalta por su hermosura y placidez. Hay versiones en las que esto se sustituye por un tesoro o una bolsa de dinero (Hernández, 2005:112).

Hernández también proporciona la descripción de las casillas constantes: la posada está representada generalmente con el dibujo del exterior de un lugar rústico o de un hotel, generalmente un cartel indica su nombre. Es raro que se presente al dueño o encargado del lugar o que se dibuje el interior. En la cárcel generalmente se presenta un interior que tiene una ventana con barrotes, un banco, unas argollas, la frugal comida del preso representada por una jarra y en ocasiones un pan, en algunos tableros los dibujantes representan ratas. El pozo y el puente se representan sin muchos elementos que los caractericen, el primero algunas veces tiene un cubo para extraer el agua. La muerte generalmente es una calavera con las tibias cruzadas debajo. El laberinto generalmente se sustituye por una torre (Hernández, 2005:102-111).

Con respecto de las casillas cuyas imágenes no están establecidas previamente y forman parte de algún aspecto del juego Hernández Cava menciona

Las estampas de los siglo XVII y XVIII habían difundido, preferentemente a raíz del rococó y de la ilustración, el pintoresquismo de los diferentes tipos locales. Pero, a partir del siglo XIX, este costumbrismo fue creciendo geométricamente. Impregnado por esa circunstancia, el juego de la Oca se fue poblando de personajes estereotipados, con oficio o sin oficio, pero con marcadas señas de identidad: pescadores, cazadores, soldados, campesinos policías, malabaristas y otros personajes de circo, criadas y criados, niños jugando, cocineros, bailarinas, deportistas, músicos, toreros, picadores, marineros, damas, caballeros… y, por supuesto, chinos, payeses, japoneses, baturros, esquimales, holandeses, mexicanos… (Hernández, 2005:108).

La imagen de la Oca parece la representación de un laberinto, están relacionados formalmente y en cuanto su uso con los juegos de dados tales como serpientes y escaleras. Hay autores que los colocan como el antecedente de las aleluyas o aucas, pliegos de papel ilustrados con viñetas seriadas que narran o describen una historia (Ramírez, 1973:272).

Existe una enorme cantidad de versiones de la Oca, en ellas se hacen variaciones sobre una misma estructura y se repiten las casillas que ralentizan o aceleran el avance de los jugadores, además de repetir los tipos y personajes de las casillas genéricas. En México, el desarrollo de las artes gráficas favorece que se repitan muchos de los impresos, entre ellos el juego de la Oca. En el siguiente apartado analizaremos el realizado por Posada para la imprenta de Vanegas Arroyo.

La Oca de Posada

Posada realizó un juego de la Oca para la imprenta de Vanegas Arroyo entre 1888 y 1913, mismo que se puede consultar con muy buena definición en esta dirección electrónica http://hdl.loc.gov/loc.pnp/ppmsc.03447. En ese lapso el grabador ya se había instalado en la ciudad de México. Nacido en Aguascalientes el 12 de diciembre de 1852, aprendió a leer y a escribir con su hermano Cirilo, quien probablemente lo impulsó a convertirse en aprendiz en el taller de litografía de Trinidad Pedroza, perfeccionó sus conocimientos de dibujo en la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes, donde estuvo inscrito de 1869 a 1871 (Luévano y Ramírez, 2015). En los primeros años ejerció su profesión en su ciudad natal, posteriormente se trasladó a León donde se hizo cargo de un taller y enseñó en la escuela de Artes y oficios. Además por esos años conoció a la mujer con la que se casaría y tendría un hijo que seguiría sus pasos en las artes gráficas, pero que moriría muy joven (Sánchez, 2008:15-81).

Durante la inundación de León en 1888 perdió su taller, lo que probablemente ocasionó su traslado a la ciudad de México donde empezó a colaborar en la ilustración de periódicos, entre ellos los dirigidos por Ireneo Paz y Francisco Montes de Oca, realizó ilustraciones para la editorial de los hermanos Maucci; sin embargo, la mayor parte de su obra de esa época la realizó para la Imprenta de Vanegas Arroyo, un impresor de cuentos populares, hojas volantes y de tableros de juegos de azar tales como serpientes y escaleras, el nuevo coyote, una variación de éste intitulada El Cinco de Mayo, los charros contrabandistas, la lotería y el que nos ocupa en este texto el juego de la oca. Posada murió en la ciudad de México el 20 de enero de 1913 (Sánchez, 2008:91-182).

El tablero del juego de la Oca realizado por José Guadalupe Posada para la imprenta de Vanegas Arroyo, impreso en tinta negra, en un pliego, con imágenes que tienen el inconfundible estilo de Posada. Como veremos más adelante, respeta la mayor parte de las convenciones de las ocas de procedencia europea, traducidas a la manera de expresión personal y al contexto que caracterizó al grabador hidrocálido. Impresa entre 1888 y 1913, lapso que abarca la dictadura porfirista y la revolución maderista, caracterizada por el aumento de las masas urbanas en la ciudad de México, las que demandaban entretenimiento a precios módicos, esta demanda y el desarrollo de las artes gráficas que permitía la impresión en papel barato y con un tiraje económico, permitieron que un creador como Posada encontrara trabajo en uno de los talleres que producían ese tipo de estampas.

El tablero ilustrado por Posada es rectangular, en la esquina inferior izquierda está el punto de salida del juego, ilustrado con unos niños jugando burro castigado en un entorno en el que los adultos andan en bicicleta y que por los árboles en el horizonte, parece ser un parque. Una cartela en la parte superior izquierda anuncia el juego de la Oca. La mayor parte del tablero la ocupa la espiral que es más larga que ancha, integrada por las diversas casillas del juego. La espiral que conforma el juego de la Oca queda enmarcada por un rectángulo, por eso quedan tres esquinas en las que el margen del juego y el del marco que no coinciden y dejan un espacio libre.

Las tres esquinas que quedan entre el límite de la espiral y el marco del rectángulo, sirven para ubicar a la oca como parte de las diversiones infantiles. En el triángulo inferior derecho vemos niños jugando; los de la esquina inferior derecha están enfrente de un edificio de dos pisos, con una puerta a la izquierda y a la derecha un letrero, sobre unos ventanales, que anuncia “Imprenta”. La esquina superior derecha muestra a un grupo de niños reunidos en un espacio arbolado, al parecer tienen juguetes en las manos. La esquina superior izquierda presenta a unas niñas que saltan una cuerda, una mujer sostiene un extremo de esta mientras otra niña la detiene al otro lado. Llama la atención que están claramente diferenciados los juegos de los niños y los de las niñas.

La espiral que compone esta oca tiene tres “vueltas”, en la parte central están las instrucciones y a la derecha de éstas, la casilla número 63, en la que Posada representa a una mujer con la cabellera larga y suelta al aire, que porta un vestido largo, entallado en la cintura, en una pose de hacer equilibrio (un brazo rodea su cabeza y el otro está semi extendido), sólo un pie se sostiene en un círculo con el número de la casilla. Es una clara referencia a la alegoría de la Fortuna, aunque no tiene la cornucopia y el timón que son los atributos que generalmente la distinguen y aunque está de pie, sí tiene la esfera en la que aparece sentada en algunas representaciones (Witkower, 2006: 152).

La disposición y el entorno de la figura es similar a las pinturas La Fortuna de Rubens y La fortuna con la corona en mano de Reni. Ambos pintores representan esta alegoría como una mujer desnuda con un solo pie recargado en una esfera, los brazos uno sobre la cabeza y el otro semiflexionado junto al cuerpo, el cabello largo al viento y con una cinta envolvente, el entorno son las nubes del cielo. Posada retoma la figura de la mujer en equilibrio inestable, el cabello largo y suelto, la esfera y la cinta envolvente a la que convierte en una cartela que da la razón social del impresor, este elemento y el vestido son indicativos del propósito comercial de la representación, pues el autor optó por integrar el nombre de la imprenta en la composición y por presentarla vestida pues su destino era un juego para niños.

Estas citas de la tradición pictórica occidental son muestra de la influencia de la formación académica de Posada, quien estaba familiarizado con la representación de alegorías como ésta, ya sea por conocerlas por medio de estampas, que formaban parte del acervo didáctico de las Academias o por las fotografías de la prensa ilustrada que cotidianamente publicaba reportajes sobre museos, artistas y obras de arte de Europa. Tal vez sea una muestra de que su breve paso por la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes, dejó en él un acervo de alegorías, temas y motivos de representación, que usaría más tarde para dibujar en las impresiones dirigidas a un público popular.

La oca está sustituida por diversas aves, en las instrucciones no se le menciona, de esta forma podemos leer “Si los dados llegaren al punto Ave…”. Éstas están presentes en todas las casillas donde en las ocas convencionales tienen representado un ganso; sin embargo, éstas no aparecen en la meta. Posada dibuja distintos tipos de aves, la que más se repite es el águila que tiene en sus garras a una serpiente, tal vez en alusión al escudo nacional. No es fácil distinguir qué tipo de ave representa en las otras casillas; sin embargo en una dibuja claramente un loro.

Las otras casillas permanentes del juego, que como habíamos dicho ralentizan o aceleran el avance del jugador, son la posada, la cárcel, el pozo, el puente, la muerte, el laberinto y los dados; la posada, viene perfectamente descrita en las instrucciones; sin embargo, en la imagen es un edificio con un porche, que de no ser por el texto no se sabría qué es. La representación de la cárcel es solamente la puerta exterior con soldados custodiándola. El pozo parece rodeado de vegetación, un cántaro tirado en el piso. La muerte es la representación tradicional del cráneo sobre las canillas cruzadas. El laberinto es una mezcla de torre y laberinto. El puente y los dados, aunque presentes en otras ocas, en esta aparecen, sin que representen nada en particular para el jugador. El puente aparece una vez y los dados en varias casillas son parte de los objetos con los que interactúan los humanos de la ilustración.

Las demás casillas presentan escenas costumbristas que representan oficios urbanos y tipos sociales rurales, animales, chinos, indios, payasos, equilibristas, jorobados, niños, ancianos, militares etc. Salvo por aquellas casillas en las que se presentan los oficios que desempeñan personajes de calzón de manta y huaraches o mujeres con el tradicional rebozo, esta sección de la oca tiende a reproducir los tipos y oficios que podrían representarse en cualquier otra Oca.

En conclusión el juego de la Oca que José Guadalupe Posada realizó para la imprenta de Vanegas Arroyo es una variación de la oca tradicional con elementos locales. Por medio del análisis de la estructura de las ocas europeas y la de Posada, detectamos las variantes y los motivos permanentes, así como los referentes gráficos del autor. Formulamos la idea de que la oca de Posada presenta los elementos de las europeas pero también presenta tipos, oficios y alegorías que son referente de la formación académica del grabador y de su producción anterior. Este texto va a contracorriente de aquellos que plantean que Posada era un creador popular sin ninguna influencia académica o aquellos autores que estudian el juego haciendo énfasis en el deporte, pues realizamos el análisis del soporte de un juego de mesa y no el de las prácticas de convivencia en torno del mismo.

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[a] Profesor investigador del Área Académica de Historia y Antropología, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Doctora en Historia del Arte. tcmorfin@gmail.com