Migrantes otomíes retornados de los Estados Unidos al Valle del Mezquital, Estado de Hidalgo Caso San Andrés Daboxtha, Cardonal

Resumen

El presente trabajo tiene el propósito de reflexionar desde las ciencias sociales el proceso de retorno de los migrantes otomíes a sus comunidades de origen, en este caso de los Estados Unidos al Valle del Mezquital, Hidalgo, región que se caracteriza por tener en su mayoría municipios con muy alta intensidad migratoria y por tener población otomí.

En la primera parte del artículo se describe la perspectiva teórica que sustenta dicho estudio, se desarrollan los conceptos claves de la investigación, en un segundo momento presenta las formas de organización comunitaria como uno de los elementos identitarios de las comunidades indígenas otomí y la participación de los migrantes. Finalmente se presentan los datos cuantitativos sobre migración y retorno de otomíes de la localidad de San Andrés Daboxtha, Cardonal.

Palabras clave: Reintegración social. Migrantes indígenas. Retorno. Comunidad indígena.

Abstract

The present work aims to ponder from the social sciences the return process of the Otomi migrants to their home communities, in this case from the United States to the Mezquital Valley of Hidalgo, region which is characterized by having mostly municipalities with very high migratory intensity and Otomí population.

The first part of the article describes the theoretical perspective which sustains such study, key concepts of research are developed, and in a second stage it presents community organizational forms as one of the identity elements of the  Otomí indigenous communities and participation of migrants. Finally, quantitative data on migration and return of Otomí people of the San Andrés Daboxtha village, Cardonal are presented.

Keywords: Social reintegration. Indigenous migrants. Return and indigenous community.

Introducción

La migración internacional de las personas hacia los Estados Unidos es un tema de interés en México debido a las implicaciones económicas, sociales, políticas y culturales, tanto en los lugares de origen como los de destino. En las últimas décadas se han dado cambios en el volumen y tendencias, una de esas transformaciones para el caso mexicano es el retorno, el cual se agudiza desde 2009, cuando se incrementan los flujos de trabajadores migrantes de retorno como resultado de la crisis económica en los Estados Unidos y el impacto negativo en los niveles de empleo de esa economía (Mendoza, 2013). Dicha situación afectó fuertemente a los migrantes irregulares que son los primeros en ser despedidos o incluso deportados. Tan sólo en el Valle del Mezquital, la cuestión migratoria de retorno muestra un incremento considerable del 18 % entre 2005 y 2010 retornaron casi 307 mil migrantes, a diferencia del quinquenio anterior cuando hubo 260 mil casos (Gómez, 2013).

La etapa de retorno implica la reintegración del migrante dentro de la dinámica de una sociedad ya conocida, es decir integrarse al núcleo  familiar y comunitario condicionada por factores de índole individual y del entorno local (Garbey, 2012). Por lo que se entiende como migrante retornado de acuerdo con Cabo (2008:163) cualquier sujeto que regresó al lugar de origen, independientemente del tiempo de duración de la experiencia migratoria y del ciclo de vida en el cuál ocurra.

El estudio se enfoca a hombres y mujeres otomíes que tienen experiencia migratoria a los Estados Unidos y que de manera voluntaria o forzada optan por retornar a sus comunidades de origen e inician un proceso de reintegración a las formas de vida en la comunidad. La reintegración se define “como el acto que el migrante realiza al incluirse en la dinámica de una sociedad ya conocida (Orowalo, 2000, citado en Garbey, 2012: 25). 

Dicho proceso se considera complejo cuando se trata de una comunidad indígena ya que ésta mantiene una estructura de organización social donde sus miembros deben cumplir con ciertas obligaciones para no perder la membresía comunitaria; entonces es necesario partir de las estructuras sociales de la comunidad a través de la identidad colectiva, en este caso desde el espacio social de las comunidades otomíes del Valle de Mezquital. De acuerdo con lo anterior en esta fase de estudio se pretende responder las siguientes interrogantes.

¿Quiénes son los que migran y retornan dentro de las comunidades otomíes del Valle del Mezquital, Hidalgo?

¿Cuáles son los procesos que permite la reafirmación de la membresía de los migrantes otomíes dentro de su comunidad de origen?

Para responder a estas interrogantes se hizo la revisión bibliográfica de los estudios realizados en la región sobre las formas de organización social del grupo  otomí así como sobre estudios que se han realizado acerca de la migración. En cuanto a los resultados cuantitativos que se obtuvieron de los migrantes internacionales y retornados de la localidad de San Andrés Daboxtha, se apoyó del censo de la comunidad para hacer los cruces de variables. La aportación del trabajo de campo consistió en localizar a los migrantes retornados que finalmente se presentan en gráficas y estimaciones porcentuales de los diferentes tipos de migración, siendo así la localidad de San Andrés la localidad  del municipio que tiene muy alta población migratoria y de retorno.

Perspectiva teórica de la migración de retorno

La importancia de tomar el enfoque transnacional en el estudio de retorno de los migrantes indígenas es precisamente conocer aquellos procesos o prácticas de los migrantes que ejercieron durante su estancia en los Estados Unidos, de esta manera sería pertinente conocer si estas mismas prácticas facilitan y contribuyen en la reintegración física del migrante en su comunidad de origen.

El término transnacionalismo puede entenderse como una perspectiva teórica y como un conjunto de procesos (Hiray, 2013: 99), dichos procesos donde toman participación los migrantes que se desplazan largas distancias de un lugar a otro, estas conexiones tienen mayores alcances en el mundo contemporáneo lo que nos obliga a un análisis desde distintas dimensiones de espacios interconectados por los migrantes. Esta perspectiva se enfoca en las actividades, organizaciones, prácticas e identidades de carácter transnacional, y en los vínculos que se construyen entre los países receptores y los de origen (Hiray: 2013:99). Es decir, el trasnacionalismo es un enfoque que trata de entender aquellas relaciones que siguen manteniendo los sujetos en distintos espacios geográficos.

La perspectiva trasnacional ha cuestionado las fronteras políticas administrativas de los estados como contenedores de identidades homogéneas (Shiller, 2005). Cuestiona los planteamientos que centran su análisis sobre la migración en términos de asimilación en el país receptor, lo que se entiende como una frontera simbólica donde se interrelacionan y se identifican los migrantes con distintos espacios. En tanto el trasnacionalismo es definido como un proceso por el cual los migrantes construyen campos sociales que articulan a su país de origen con el país de destino (Shiller, 2005).

Para Faist (2013) el trasnacionalismo es el proceso transfronterizo que rebasa fronteras políticas de los Estados nacionales, esto quiere decir que implica entonces la movilidad física espacial de las personas de un país a otro. Dicha perspectiva analiza que durante el proceso de retorno se mantienen relaciones económicas, sociales y culturales entre las sociedades de origen y las de destino, mediadas por un constante intercambio de recursos, dinero, bienes, ideas, información y valores (Rivera, 2013:62). Por tanto la reintegración del migrante a la comunidad de origen tiene que ver con un proceso que vivió antes regresar.

Entonces en el proceso de retorno migratorio, de acuerdo con Cassarino (2004), existen fuertes vínculos sociales y económicos entre los migrantes y sus comunidades de origen, donde los migrantes transnacionales reconocen la necesidad de adaptación al volver. Esta perspectiva ofrece una dinámica más cercana para entender las posibles dificultades que se enfrentaran a su regreso tanto en el núcleo familiar y sobre todo comunitario en el caso de las comunidades indígenas. Para Cassarino:

Desde el enfoque trasnacional se entiende a la migración de retorno como parte de “un sistema circular de relaciones e intercambios sociales y económicos que facilitan la reincorporación de los migrantes mientras transmiten el conocimiento, la información y la membresía…el retorno no constituye el fin de un ciclo migratorio sino que la historia migratoria continúa” después del regreso (Cassarino, 2004:262).

Esta dinámica no es lineal sino tiene distintas dimensiones interrelacionadas entre sí, simultáneamente el sentido de comunidad se reproduce en distintos espacios simbólicos donde los migrantes vinculan a sus lugares de origen mediante la reproducción de prácticas culturales, organizativas y políticas. Dicho vínculo con la comunidad de origen en contextos indígenas se propone recurrir a la etnicidad y la membresía comunitaria que poseen los migrantes para conocer cómo las prácticas trasnacionales permiten o no al migrante reintegrarse en su comunidad de origen.

Membresía comunitaria y etnicidad

Las comunidades son espacios sociales que reúnen a conjuntos de personas interdependentientes en razón de las relaciones políticas, transnacionales y parentales históricamente establecidas entre ellas (Bartolomé, 2005:66). Se considera a la comunidad como un primer referente identitario, debido a que en este espacio se encuentra el hogar como un núcleo de reproducción familiar y por otra parte como espacio comunal.

Las comunidades indígenas en México desde tiempos prehispánicos tienen sus mecanismos que garantizan su cohesión social mediante vínculos que establecen con la tierra, el trabajo y los cargos que actualmente se conoce como usos y costumbres que son un sistema político propio o apropiado, históricamente constituido y legítimo en la comunidad.

La autonomía política supone entonces el derecho a ejercer formas organizativas propias y capaces de articularse eficazmente con los de otros sectores populares. De manera que no es necesario participar en un modelo político único para desarrollar relaciones igualitarias entre colectividades diferenciadas…el derecho a la diferencia es también el derecho a la diferencia política (Bartolomé, 1997: 35).

Dicho lo anterior nos fijamos en las estructuras de organización comunitaria que se presentan en el Valle del Mezquital, por ejemplo en cargos civiles y religiosos se presentan variaciones significativas, a diferencia del modelo tradicional donde de las líneas civiles y religiosos suelen estar vinculadas, en esta región se ejercen por separado (Oliver et al., 2003). Los sistemas sociorganizativos indígenas demuestran formas alternas de pensar y ejercer la vida política; en algunos casos como refiere Bartolomé (1997:35) con más eficiencia y justicia que la democracia representativa teóricamente propuesta por la formación estatal que los incluye. Esto no quiere decir que es una forma política ideal sino también tiene contradicciones de diversas formas en diferentes contextos, como la limitada participación política femenina en algunos casos, sin embargo constituyen una forma alterna de organización política.

Las formas de organización explican el vínculo histórico que los miembros de la comunidad tienen con su espacio a través de la “membresía” que guardan en un sentido colectivo. Los miembros se interrelacionan dentro de su espacio social, que incluye a los otomíes que migraron a los Estados Unidos y por supuesto los que retornan a las comunidades de origen. En tanto que los migrantes indígenas que trabajan y viven en los Estados Unidos mantienen una membresía en su comunidad de origen, pues el individuo adquiere este derecho desde su nacimiento debido a que su pertenencia a una familia lo relaciona con todos los demás miembros de la comunidad, es reconocido como miembro de su comunidad debido a que las relaciones de parentesco conforman una de las características más importantes con las que se define la membresía comunitaria (Oehmichen, 2005: 349)

En todos los grupos indígenas las relaciones de parentesco son parte de la filiación étnica, es decir, una membresía al grupo de acuerdo con  Bartolomé:

El sistema de parentesco más generalizado es la parentela, es decir, los parientes consanguíneos, afines, por alianza y por compadrazgo. Por otra parte la institución del compadrazgo aumenta el número de personas clasificadas como parientes, de esta manera ser miembro de una comunidad es también estar involucrado en una compleja red de derechos y obligaciones parentales que influyen en la configuración de la identidad personal y social (Bartolomé, 1997: 97).

Medina (1983) refiere que la membresía comunitaria depende del nacimiento, ello debe ser convalido por la participación en el sistema político local (Medina, 1983 citado en Bartolomé, 1997:97). De acuerdo con lo anterior, estudios realizados en el Valle del Mezquital por Rivera (2006), Cortés, (2014), Quezada (2012) y Schmidt (2013) documentan que la organización comunitaria se basa en el consenso; las decisiones y acuerdos tienen como base de su organización a tres instituciones: la asamblea, la faena y los sistemas de cargos. Sustentan que la pertenencia étnica es un sentido construido a partir de una membresía (ciudadanía comunitaria) que gira en torno a esas tres instituciones, con ello los integrantes de la comunidad tienen derechos y obligaciones.

En el contexto de migración que se agudizó a mediados de los años ochenta en el Valle del Mezquital y otros factores que intervienen en la flexibilización de estas instituciones como resultados de algunos estudios que se han realizado en esta región. Se puede decir que el fenómeno migratorio y la ausencia de muchos integrantes de la comunidad no representan un obstáculo para el funcionamiento o reproducción de la organización social, los migrantes otomíes participan de alguna forma a distancia ya que de éste depende el derecho a la ciudadanía en la comunidad.

Dicho lo anterior tenemos entonces que la unidad de análisis es la participación de los migrantes en las formas de organización comunitaria lo que permite reafirmar su membresía comunitaria. De acuerdo con Sarmiento (1991:22), los individuos en familia o como comunidad, recurren a diversas estrategias de sobrevivencia para responder a los problemas. En este caso cuando existen demandas y necesidades dentro de la comunidad se tiene que recurrir a la organización del grupo en busca de soluciones, es la manera en que a través de las organizaciones comunitarias los otomíes buscan reivindicar su identidad como miembros del grupo.

De acuerdo con Ernest Gellner, la etnicidad es un principio de organización política surgido con la modernidad y constituido por diferencias culturales sobrepuestas y recíprocamente reforzadas que llevan a sus poseedores a identificarse con su cultura y oponerse a quienes portan culturas distintas (Gellner, 1994:54-55 citado en Bello, 2004). Por su parte Bartolomé (1997) refiere que la etnicidad se manifiesta entonces como la expresión y afirmación protagónica de una identidad étnica específica en acción resultante de una definida conciencia para sí mismo. De esta manera la identidad puede funcionar como un movilizador de recursos sociales, culturales, ideológicos y económicos (Borsaman, 1992 citado en Bartolomé, 1997:63). Se expresa entonces como un estructurador de conductas políticas, cuyos objetivos dependerán de la situación contextual.

Las comunidades indígenas en el contexto de la migración buscan reconfigurar sus formas de organización debido a que los miembros de las comunidades migran a los Estados Unidos por diversos motivos, principalmente por cuestiones laborales desde donde mantienen vínculo con la comunidad; es precisamente en esta parte donde se cuestiona si la membresía comunitaria se transforma durante el retorno.

Organización comunitaria otomí y participación de los migrantes del Valle del Mezquital

La comunidad otomí constituye uno de los grupos indígenas de México, asentados principalmente en la región central del país en los estados de Puebla, Estado de México, Hidalgo, Querétaro y Guanajuato. La presente investigación se remitirá en particular a los otomíes de la región del Valle del Mezquital en el estado de Hidalgo. Dicha región situada en el centro de la república mexicana al noroeste del estado de Hidalgo, como la región más grande geográficamente del estado. Se caracteriza por ser mayormente rural con un gran número de familias otomíes, siendo la región más grande en extensión territorial integrada por 34 municipios que representan el 49.3% total del estado, casi la mitad del territorio estatal es habitado por el grupo otomí, quienes fueron unos de los primeros pobladores del estado y es el segundo grupo indígena de mayor importancia en el estado, después de los nahuas (Pizarro, 2010:71).

Pertenecer a un grupo o comunidad implica, según Bartolomé (2007), compartir el núcleo de representaciones colectivas que los caracteriza y define; dichas representaciones se pueden entender como formas socialmente construidas de percibir, entender y actuar sobre la realidad, es decir, son formas de conocimientos compartidos que otorgan sentido específico para la conducta (Castillo y Fernández, 2005:315). Entonces cuando hablamos del grupo otomí se refiere a una forma de organización social que conforma una colectividad que se identifica a sí misma y es identificada por otros dentro del espacio social conocido como “comunidad”.

De acuerdo con Cortés (2014:109), los “otomíes” tienen una manera de vivir socialmente dentro de la comunidad, de las cuales existen reglas, valores y símbolos. La identidad del grupo otomí es una construcción simbólica donde los miembros demarcan sus fronteras y se distinguen de los demás.

La identidad étnica resulta ser un proceso multifacético debido varios elementos que los distingue; no sólo la lengua o lugar define a los otomíes como “indígenas”, si no que existen otros elementos como: la comunidad, la organización comunitaria, las relaciones de parentesco, estilos de vida; éste último se traduce en las formas culturales que se manifiestan en los miembros (Cortés, 2014:109)

El elemento de interés que permite a los otomíes su sentido de pertenencia a la comunidad es a través de la organización comunitaria, donde los miembros se interrelacionan dentro de su espacio social que incluye miembros que se encuentran en los Estados Unidos y por supuesto los que retornan a las comunidades de origen. La forma de organización explica el vínculo histórico que los miembros de la comunidad tienen con su espacio a través de la “membresía” que guarda como un sentido colectivo.

La organización comunitaria de los otomíes del Valle del Mezquital basada en las tres instituciones ya mencionadas en el apartado anterior se basa en el consenso, las decisiones, acuerdos de los miembros. De acuerdo con  Schmidt (2013) y Quezada (2012) la asamblea es un proceso democrático en la toma de decisiones colectivas y serán respetadas por todos incluyendo a aquellos que no asisten, son percibidas como justas por los ciudadanos que participan en ellas y se hacen legítimas. En ella tratan asuntos de interés colectivo como el nombramiento de las autoridades civiles, en algunos casos la selección de los cargos religiosos o elección de diversos comités. Asimismo, se discuten sobre las cooperaciones, servicios a la comunidad y demás temas relativos a la organización de la comunidad.

De acuerdo con las investigadoras, la faena es un trabajo sin remuneración económica que se realiza para la comunidad que en otros contexto se conoce como “tequio”, la finalidad es brindar un servicio social que beneficie a la comunidad en diferentes actividades colectivas tales como: limpieza del áreas públicas, construcción de obras para la comunidad (escuela, centro de salud, iglesias etc.), así como para la introducción de servicios públicos (agua potable, luz, drenaje), etcétera.  Dicha actividad sirve como un espacio de socialización y de inculcación de los valores del trabajo cooperativo y solidario; es donde se construye el sentido de pertenencia a la comunidad a través del trabajo, el respeto y reconocimiento de los demás (Cortés; 2014:120).

En la organización comunitaria existe una estructura social que le permite cumplir con ciertos objetivos, en el Valle del Mezquital expone Quezada que figuran en la estructura las autoridades civiles quienes representan a la comunidad tanto dentro como fuera de ella, por su parte la autoridad religiosa es quien realiza actividades de servicio a las iglesias católicas que, en algunos casos, son electas en asamblea comunitaria. 

En las comunidades indígenas según Fox y Rivera (2004) un miembro activo se dice aquel que cumple con sus obligaciones específicas y puede por tanto ejercer derechos específicos, es considerado un ciudadano de dicha comunidad. En el caso del Valle del Mezquital según los estudios realizados lo que sustenta la pertenencia étnica es un sentido construido a partir de una membresía (ciudadanía comunitaria) que gira en torno a esas tres instituciones, con ello los integrantes de la comunidad tienen derechos y obligaciones, referente a lo primero se encuentra la posesión de la tierra, servicios públicos, voz y voto en la toma de decisiones a través de la asamblea. Entre las obligaciones está el trabajo comunitario así como las aportaciones económicas o en especie.

La ciudadanía comunal de acuerdo con Schmidt (2013), es producto de un proceso continuo de negociaciones culturales, sociales y económicas, es decir, es un tipo de ciudadanía negociada a través de un sistema de relaciones sociales tanto interna como externa de la comunidad indígena, dicho proceso ha permitido a muchas comunidades otomíes reproducir sus formas de organización social como proyectos viables y diferentes a las definiciones normativas de ciudadanía de Estado-Nación. La ciudadanía como  práctica activa cotidiana de los otomíes a través de la participación comunitaria es el cimiento de la identidad y el sentido de pertenencia (membresía) comunal, que se ha ido transformado con el tiempo; como dicha autora expone, actualmente incluye espacios trasnacionales donde las prácticas son reproducidas y negociadas desde diferentes espacios geográficos.

La participación de los migrantes, es una práctica social que va más allá de las fronteras físicas-geográficas, es decir es reproducido desde espacios trans-locales tal como lo aborda el trasnacionalismo, como un proceso por el cual los inmigrantes construyen campos sociales que articulan a su país de origen con el país de destino (Shiller, 2005). Dentro de los espacios simbólicos la práctica de las comunidades es reproducida, esto permite mantener una cohesión donde sobresalen los diversos mecanismos de solidaridad y reciprocidad.

Los migrantes, a pesar de estar fuera de su lugar de origen siguen siendo miembros de la comunidad, es decir; buscan estrategias para cumplir con sus obligaciones a través de la aportación económica o la sustitución de algún familiar en los compromisos con la comunidad, esto con la finalidad de seguir manteniendo la membresía y que a su regreso les permite seguir teniendo los derechos como ciudadano de la comunidad.

La participación de los migrantes en la forma de organización trasnacional refleja, en unos de los estudios realizado a los otomíes que radican en Florida en 2010 llevado a cabo por Miriam Solís y Patricia Fortuny, la obligación moral que tienen con su pueblo de cumplir sus obligaciones ya sea de manera física o pagándole a una persona que lo pueda cubrir de sus obligaciones, esto con la finalidad de no perder su derecho que acredita como ciudadanía comunal. El único mecanismo de reproducción de la membresía comunitaria es la participación en cualquiera de las formas ya mencionadas, de manera que con la migración internacional ha provocado cambios en las formas de organización social, política, económica y cultural de las localidades expulsoras.

Los migrantes, al pertenecer a una comunidad indígena, mantienen con la comunidad de origen un vínculo para sostener su membresía comunitaria en diversas esferas de la comunidad (gobierno comunal, trabajo colectivo), por lo tanto, ellos siguen formando parte de su comunidad desde que migraron. A continuación presenta los resultados cuantitativos previos de los migrantes internacionales y de retorno de la localidad de estudio.

Resultados sobre migrantes internacional y de retorno en San Andrés Daboxtha, Cardonal

San Andrés es una localidad rural indígena ubicada a 40 minutos de la ciudad de Ixmiquilpan y aproximadamente a tres horas de la capital del Estado de Hidalgo. Se caracteriza porque su población  tiene tradición migratoria tanto interna como internacional como el resto de las localidades del Valle del Mezquital, las cuáles intensificaron su movilidad a partir de los mediados de los años ochenta.

Dicha localidad cuenta con un total de 1335 habitantes de acuerdo con el censo de la población levantada por las autoridades comunitarias en 2016. Es considerado como la localidad de mayor migración dentro del municipio de Cardonal (Gómez, 2013) por tanto, fue uno de las razones por lo que se eligió esta localidad para llevar a cabo trabajo de campo. Para analizar la migración en esta localidad se establecieron cuatro categorías: a) migrantes internacionales, aquellas personas que se dirigieron a los Estados Unidos; b) migrantes internos, aquellas personas que salieron de la comunidad y se establecieron por un tiempo en otros estados de la república mexicana; c) migrantes temporales, aquellas personas que salen del pueblo o la región con fines educativos y d) emigrantes retornados, aquellas personas que han regresado de Estados Unidos a la comunidad.

La proyección migratoria en San Andrés Daboxtha se observa en la gráfica que 32.9 por ciento de la población ha sido migrante, lo que representa 439 habitantes del total de la población.

Grafica 1: Migrantes y no migrantes de la comunidad San Andrés Daboxtha, 2016. Fuente: Elaboración propia basados en el censo de la comunidad.

De este universo de migrantes, 179 continúan en Estados Unidos, equivalente a (13.4 %), 247 son de retorno (18.5 %), 9 migrantes internos y 4 migrantes temporales (0.3 %) realizan otro tipo de migración (ver gráfica 2).

Gráfica 2: Tipos de migrantes de la comunidad San Andrés Daboxtha. 2016. Fuente: Elaboración propia basados en el censo de la comunidad.

El fenómeno migratorio Internacional en la localidad de San Andrés Daboxtha se da básicamente en las edades más productivas, como podemos observar en la siguiente tabla, los rangos de edad son preponderantemente de jóvenes. Al respecto 17.3 por ciento tiene entre 25 a 29 años de edad y 21.8 por ciento entre 30 a 35 años, estos son los grupos de edades que predominan en los migrantes internacionales que actualmente viven o trabajan en el país vecino.

Grupos de edad Migrantes internacionales
0-4 años .6%
5-9 años 4.5%
10-14 años 3.9%
15-19 años 4.5%
20-24 años 10.1%
25-29 años 17.3%
30-34 años 21.8%
35-39 años 13.4%
40-44 años 11.2%
45-49 años 5.6%
50-54 años 1.7%
55-59 años 1.1%
60-64 años .6%
65-69 años .6%
Edad no especificada 3.4%

Tabla 1: Grupos de edad de los migrantes internacionales. Fuente: Elaboración propia basados en el censo de la comunidad.

La mayoría de los migrantes que aún se encuentran en el otro lado son hombres. La siguiente gráfica muestra la preponderancia de hombres, representan el 46.7 por ciento (equivalente a 199), respecto a las mujeres quienes representan sólo el 11.3 por ciento (48), dicho resultados coincide con los flujos que se dan a nivel nacional.

Como se observa en la gráfica 3, la cifra de migrantes de retorno a la comunidad supera en cantidad con respecto a los encuentran en Estados Unidos, cerca de  la mitad de estas personas volvieron en los últimos ocho años. Esto coincide con el periodo de crisis económica suscitada en Estados Unidos; algo similar se observa en el contexto nacional, es decir, el incremento de retornados tiene relación con la situación económica que atravesó el país vecino. En relación con el sexo de los migrantes retornados también se observa la preponderancia de hombres respecto a mujeres, mientras que  33.1 por ciento son hombres, el 8.9 por ciento son mujeres.

Gráfica 3: Migrantes internacionales y de retorno por sexo de Daboxtha, 2016. Fuente: Elaboración propia basados en el censo de la comunidad.

Al analizar el nivel educativo de los migrantes tanto de los que están en los Estados Unidos, como los retornados se captó que tienen una escolaridad de nivel secundaria, 78 por ciento respecto a los que están en el otro lado y 70 por ciento de retornados que tienen éste nivel. Un porcentaje menor cuenta con primaria 14 por ciento y 20 por ciento en los retornados. No se tienen registrados casos de migrantes con algún nivel superior, como suele pasar en otros lugares; en cambio se tiene que el 2.8 por ciento de migrantes de retorno no tienen ningún nivel de escolaridad (Ver gráfica 4).

Gráfica 4: Población migrante por escolaridad, San Andrés Daboxtha, 2016. Fuente: Elaboración propia basados en el censo de la comunidad.

Se tiene registrado que 3.9 % mujeres migrantes son madres solteras, se encuentra que en algunos casos dejan los hijos con familiares cercanos y migran para solventar los gastos de alimentación y educación de sus hijos, esto se encuentra en los visitas exploratorias al campo.

Gráfica 5: Poblacional migrante por estado civil de San Andrés Daboxtha, 2016 Fuente: Elaboración propia basados en el censo de la comunidad.

Un indicador más que se menciona es la composición según estado civil de los componentes del flujo migratorio. Se encontró que tanto los que se encuentran en la Unión Americana como los retornados viven en unión libre, muchos de ellos se juntaron en el otro lado, cuando regresan traen a la familia con hijos que nacieron en los Estados Unidos, lo que significa que las relaciones sociales y el vínculo de los migrantes de San Andrés, se mantienen en el otro lado de la frontera.

Conclusiones

La migración internacional de los otomíes de la comunidad de San Andrés Daboxtha obedece a la necesidad de obtener mejores ingresos, con las cuáles puede mejorar su calidad de vida; éstos no pueden obtenerse en la localidad, ni en la región. La falta de servicios, como el riego que es una necesidad básica para hacer producir las grandes extensiones de tierra que poseen, debería ser subsanada, esto podría ser una solución a sus necesidades según manifiestan los mismos habitantes.

Los migrantes internacionales están concentrados en las edades de 25 a 35 años, lo que representa casi el 40 por ciento de los migrantes que se encuentran en los Estados Unidos tienen entre estas edades, lo que indica que es la población en etapa de vida más productiva la que va a trabajar en las agroindustrias de los Estados Unidos.  Con un peso casi proporcional, de 38%, los que regresan se ubican en los rangos de edad entre 30 y 39 años, lo cual significa que la mayoría de los retornados son jefes de familias que han cumplido con algún propósito, sin desconocer que las causas de retorno pueden ser distintas.

La educación de la localidad de San Andrés Daboxtha tiene distancias  importantes entre secundaria y preparatoria lo que puede explicarse por la migración, es decir, los jóvenes de la localidad una vez que terminan la secundaria optan por migrar y sólo un porcentaje mínimo de la población continúa con sus estudios. En relación a esto se tiene que la escolaridad de los migrantes, tanto de los que se encuentran en otro lado como los retornados, en su mayoría es la secundaria.

La parte de reintegración social de los migrantes es un proceso que sustenta un lazo histórico de los sujetos con su comunidad, como se expuso anteriormente, a través del ejercicio de una serie de obligaciones para mantener la membresía comunitaria. Los migrantes otomíes cruzan de manera física las fronteras geográficas del estado nación pero no se desentienden con los compromisos de su comunidad, dicha comunidad, como frontera simbólica, es reproducida en distintos espacios sociales.

La importancia que tiene la participación de estos migrantes en los deberes de la comunidad a través de las tres instituciones de organización comunitaria (faena, asambleas y sistemas de cargos), como parte de las estrategias que permite la reafirmación de la membresía, sin embargo se cuestiona que en caso de no participar activamente ¿cómo se negocia con la comunidad sobre los derechos de la membresía cuando retornan?, ¿qué tipo de conflictos y tensiones sociales que se genera en la comunidad de origen durante la reintegración comunitaria de los migrantes internacionales otomíes? Estas son algunas de los interrogantes que aún falta por resolver como parte de los objetivos trazados en la tesis de maestría que está en proceso.

Por lo tanto, se tiene como hipótesis del mismo estudio que hablar de una adecuada reintegración social de los retornados se da en base al cumplimiento de sus obligaciones. Los otomíes con experiencia migratoria del Valle del Mezquital se insertan a nivel familiar y comunitario a partir de un proceso continuo de negociaciones culturales, sociales y económicas. A partir de un sistema de relaciones sociales que es propio de una comunidad indígena, dicho sistema está en función de las reglas comunitarias que son definidas a través de la asamblea comunitaria, es decir; esto supone tensiones que finalmente son negociables en función de la relación que haya establecido el retornado con el origen a lo largo de su experiencia migratoria.

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[a] Estudiante de maestría en Ciencias Sociales, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Correo-e: Fridel_86@hotmail.com