El debate del capital social

Resumen

El planteamiento del siguiente ensayo, se centra en identificar las diferencias de las propuestas que se han realizado en torno al concepto de capital social y la manera en que los diferentes autores lo han recuperado. El objetivo es recuperar el pensamiento de los tres primeros autores que propusieron el concepto y entender, a partir de sus diferencias y similitudes, como han influenciado sus propuestas en autores posteriores. Ubicando el concepto dentro de un debate en cuanto a los alcances que tiene, al ocuparlo en una serie de amplios fenómenos de estudio.


Palabras clave: capital social, redes, vínculos

Abstract

The approach of this essay focuses on identifying the differences of the proposals that have been made around the concept of social capital and the way in which the different scholars have recovered it. The goal is to recover the thinking of the first three authors who proposed the concept and to understand, from their differences and similarities, as they have influenced their proposals in later authors. Putting the concept into a debate as to the scope that can be obtained, to occupy a series of extensive study phenomena


Keywords: social capital, networking, links


Introducción

Capital social, es un concepto que se ha usado para poder entender multiplicidad de fenómenos en las relaciones sociales, pero qué, en varios momentos ha quedado ambiguo. Por lo que no se ha podido llegar a una perspectiva clara de los alcances que puede tener, ya sea dentro de las redes, o para entender los lazos que puedan promover beneficios económicos o cívicos, entre los individuos de una sociedad, por lo que es necesario hacer una revisión de los orígenes del concepto y los alcances que tiene.

Recuperando la siguiente frase, podemos entender la importancia del capital social:  "It's not what you know, it's who you know" (Woolcock y Narayan, 2000). En esta frase (no es lo que conoces, sino a quien conoces) podemos entender la relevancia que se le otorga al concepto de capital social, de que no sólo es la información que tiene un individuo lo que le otorga ciertas ventajas, sino las personas o redes a las que pueda acceder y de las que puede hacer uso.

Woolcock y Narayan (2000) proponen que existen cuatro tendencias con las que se han abordado los estudios referentes al capital social, “La investigación sobre el capital social y el desarrollo económico se pueden clasificar en cuatro perspectivas distintas: la visión comunitaria, la visión de redes, la visión institucional, y la visión de sinergia” (Woolcock y Narayan, 2000:229)[1]. Desde éstas cuatro perspectivas, la que mayor relevancia obtuvo, fue la visión de redes en los que podemos recuperar autores como Coleman o la perspectiva institucional con la propuesta de Putnam.

Son tres autores considerados los clásicos del concepto de capital social, que son Bourdieu, Coleman y Putnam (Portes, 2004). Cada uno, con una definición diferente del concepto; con alcances diferentes y con mayor o menor relevancia dependiendo los elementos que observaron y sus propuestas metodológicas, por lo que procederemos a hacer una breve revisión de ellos, y de algunos autores que retoman este concepto.

1. Las primeras propuestas del capital social

La propuesta de Putnam de capital social es de las que mayor aceptación han tenido. A diferencia de Coleman y Bourdieu, Putnam es politólogo y centró sus trabajos en el norte de Italia, teniendo un enfoque diferente del capital social. Pasa de ser un atributo de los individuos a un atributo de la comunidad (Portes 2004). Por lo que está centrado en el enfoque institucional que se le otorga al capital social.

La teoría de Putnam se distingue por su punto de partida: “su actor es un ciudadano y su unidad de observación es la sociedad, que describe principalmente por las características de las relaciones interindividuales” (Eguzki, 2013:45). A diferencia de los otros dos autores, Putnam se especializaba en estudios comparativos, donde busca identificar a partir del capital social elementos de la democracia. Detectando una fuerte influencia por parte de Tocqueville en cuanto a las nociones de cultura cívica (Eguzki, 2013).

Putnam va a generar una diferencia entre el concepto de capital social y lo que sería la virtud cívica, ya que para él, el capital social tiene mayor fuerza cuando está dentro de una serie de redes o de relaciones sociales reciprocas, más que cualquier manifestación de cultura cívica. Ya que “por capital social entiende las características de la organización social, tales como las redes, las normas y la confianza, que facilitan la coordinación y la cooperación para un beneficio mutuo” (Putnam, 1995 cit. in Eguzki, 2013:45).

Los trabajos con Putnam, tuvieron un gran auge en su relación con el civismo, y fueron recuperados por parte del Banco Mundial y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), fomentando el uso del capital social como aspecto que se debía de incluir y considerar para el desarrollo económico de ciertas regiones (Putnam, 2003). De los diferentes trabajos que realizó, se destaca el debilitamiento de las instituciones electorales en las sociedades contemporáneas, detectando el descenso de la participación electoral en países de Europa y en Estados Unidos de América (Putnam, 2003).

Este descenso ocurre paradójicamente en un momento en el que los niveles educativos son los más altos de la historia de cada país: el nivel de instrucción de la población se considera un “fuerte elemento” de la participación política en general, y electoral, en particular (Putnam, 2003).

De acuerdo con esta posición las instituciones tradicionales como los partidos políticos o la iglesia ya no satisfacen a las nuevas generaciones, pero en éste proceso se está generando una pérdida de capital social, entendido en los términos de Putnam, lo que provoca fragmentación social, desigualdad, y exclusión social basada en lo económico y lo étnico (Putnam, 2003).

La visión de Putnam de capital social, ha sido recuperada como una forma de promover los vínculos en las comunidades y de la ciudadanía, como una manera de fomentar el desarrollo económico, por lo que se ha aplicado en diferentes trabajos en América Latina (Portes, 2004). Si bien ha sido de las propuestas que mayor difusión ha tenido, se le ha criticado de ser ambiguo en su concepto, y de fomentar una visión únicamente positiva del concepto, por lo que sus principales críticas son:

el capital social de Putnam es atacado desde dos perspectivas: 1) la ambigüedad y circularidad a las que conduce la definición especialmente funcionalista del concepto, y 2) su carácter implícitamente bueno, de la que desembocaría lógicamente la necesidad de tener un stock elevado de capital social y de favorecer su producción (Eguzki, 2013:58).

A pesar de las críticas que se desarrollaron en contra de esta propuesta, es la que mayor aceptación obtuvo a inicios del siglo XXI. Como una opción de explicación de la participación política y desarrollo económico, por lo que se realizaron varios trabajos con esta propuesta de capital social desde una visión macro, en donde el objeto de estudio es la comunidad y no el individuo.

En la visión del capital social como redes, se encuentra la posición desarrollada desde la sociología norteamericana, y que fue fuertemente influenciada por la teoría del capital humano, siendo su principal representante James Coleman (1988). Coleman es otro de los autores considerados como clásico en la propuesta del concepto de capital social de la escuela norteamericana. Pone el concepto de capital social en el centro del debate en Norteamérica, como observación tiene ciertas similitudes con las propuestas de Bourdieu, pero nunca lo menciona en sus escritos (Portes, 1998). Coleman recupera ideas propuestas por Granovetter, de Nan Lin y de Loury’s, que le permiten hacer una propuesta en relación al capital social, muy cercana a la teoría de redes (Scheinsohn y Cabrera, 2011).

Pero antes de observar la teoría propuesta por Coleman, es necesario entender la fuerte influencia que tuvo Granovetter (1973) en sus trabajos, que, si bien no planteaban un capital social, estudiaron la vinculación que existen en las redes sociales para la obtención de un empleo.

La propuesta de Granovetter (1973) se centra en el estudio de los vínculos débiles, haciendo referencia a que existen una serie de vínculos fuertes, que son los que sostenemos los individuos con los familiares o amigos cercanos, y en relación a los grupos a los que pertenecemos, y que estos vínculos nos proveen una serie de beneficios. Pero al mismo tiempo existen una serie de vínculos débiles, éstos vínculos son fundamentales para la difusión de información, ya que una persona puede ser el vínculo de información entre dos que no se conocen, pero tiene en común el conocimiento de una persona en específico, pone de ejemplo el caso de un chisme, que será transmitido por este tipo de vínculos entre personas, sin que necesariamente se conozcan.

Voy a argumentar, en este documento, que el análisis de los procesos en las redes interpersonales proporciona el puente micro- macro más fructífero. De una manera u otra, es a través de estas redes que la interacción a pequeña escala se ve reflejada en patrones a gran escala, y que éstos, a su vez, se alimentan de nuevo en grupos pequeños (Granovetter 1973:1360).

De sus estudios, donde va identificando la frecuencia con la que una persona tiene contacto con la última persona que le ayudo a conseguir información con respecto a su actual trabajo. Identifica que una alta proporción de personas obtuvo esa información de gente con la que tiene poco contacto, o que clasificaría como ocasional, siendo una proporción casi del 55%, por lo que la gente que hace uso de los vínculos débiles para poder obtener información de los posibles lugares a los que podría ir a laborar es alta.

Es importante señalar que, en este proceso, se refiere a la información que una persona puede obtener sobre los lugares a los que podría ir a solicitar empleo, por lo tanto, una “red de información”. Pero que no analiza la forma en que las personas puedan influir en sus probabilidades de ingresar a laborar, sino simplemente los observa en la forma en que las personas distribuyen mejor sus recursos y tiempo en la búsqueda de un empleo.

Teniendo la base del pensamiento de autores como Granovetter, podemos observar que Coleman desarrolla el concepto de capital social desde una visión estructural en la teoría de redes. Entendiendo que los individuos tienen la capacidad de hacer uso del capital social, a partir de una estructura de relaciones, en donde una persona está en relación con otras, y puede acceder a una serie de ventajas, a partir de favores.

James Coleman en 1988 planteó el enfoque del capital social en su forma moderna, influenciado por Parsons. “Por un lado propuso dar cabida a los motivos de los actores y por otro, reconocer la importancia del papel de las relaciones sociales en las que necesariamente se encuentran inmersos los actores en todos los momentos de su vida” (Scheinsohn y Cabrera, 2011:3). Para detectar esto, buscó plantear la relación que existía, entra la visión de Parsons, con su teoría de los sistemas y por el otro lado, la visión racionalista, retomada desde el capital humano (Coleman,1988)

En su artículo el capital social para crear capital humano desarrollado en 1988, muestra la influencia que tenían los trabajos de Granovetter con relación a la sociología económica y los mercados de trabajo, y como estos estaban en estrecha relación con el papel que tienen las redes sociales para fomentar el capital humano, destacando la importancia de la educación. “Llamarlo “capital” significaba entonces recurrir a una estrategia de reconocimiento orientada a dar notoriedad al campo que se trataba de establecer (Coleman, 1988 cit in Cuéllar, 2009:3).

Una de las características de la propuesta de Coleman, es que se presenta en el plano con lo individual como colectivo. En el plano individual tiene que ver con los niveles de integración de un individuo y las redes de contactos a las que se pueden acceder, para obtener reciprocidad. Pero también tiene un nivel colectivo al tener pertenecía a un grupo o un barrio, al tener reglas implícitas para la convivencia (Coleman, 1990 cit in Kliksberg: 87).

La propuesta de Coleman de capital social no retoma un sólo elemento, sino que tiene una variedad de funciones, en donde se enfoca a observar las diferentes esferas en la que el capital social podría ser usado o tendría efecto.  “El capital social por su función como una variedad de entidades con dos elementos en común: Todos ellos constan de algunos aspectos de las estructuras sociales y facilitan ciertas acciones de los actores (como personas o como actores corporativos) dentro de la estructura” (traducción propia del original) (Coleman 1988:98, 1990:302 cit in Portes, 1998). El capital social funciona, a partir del reconocimiento y las creencias de los miembros de un grupo, por lo que el pago de los favores es factible a partir de la confianza y pertenencia, no mediante la ley y la fuerza. Principalmente por el poder de la comunidad (Portes, 1998).

Tanto Bourdieu y Coleman hacen hincapié en el carácter intangible de capital social en relación con otras formas. Mientras que el capital económico está en las cuentas bancarias de la gente y el capital humano en el interior de sus cabezas, inherentemente el capital social se encuentra en la estructura de sus relaciones. Para poseer el capital social, una persona debe estar relacionada con otros, y son esos otros, no uno sí mismo quienes son la fuente real de su ventaja. Como se ha mencionado antes, la motivación de relacionarse con los otros es en la disponibilidad de recursos en concesión de favores que no son uniformes (Portes, 1998:7).

Existen aspectos muy similares en las propuestas que tienen Bourdieu y Coleman, ya que al igual que el autor francés, Coleman sugiere la existencia de un capital financiero y de un capital humano, los cuales son muy similares a la propuesta que plantea Bourdieu, pero en la que este autor no los desarrolla con tanta especificidad como lo realizo Pierre Bourdieu:

El capital financiero se mide por la riqueza o ingresos que puede obtener la familia. Que provee los recursos físicos que pueden ayudar a un logro: un lugar fijo en el hogar para estudiar, materiales para facilitar el aprendizaje, los recursos financieros de los problemas familiares comunes. El capital humano se mide por la educación de los padres y ofrece la posibilidad de un ambiente cognitivo apto para el aprendizaje del niño. El capital social dentro de la familia es diferente de cualquiera de éstos (Coleman, 1988:109).

La relación que considera Coleman del capital social con la importancia para el desarrollo del capital humano, es la capacidad que tendría la familia de poder transmitir el conocimiento a los otros miembros, representado por los hijos. En donde las relaciones sociales juegan un papel fundamental, para el desarrollo del capital humano, y que se puede detectar una gran similitud, con la propuesta de capital cultural de Bourdieu (2011).

Coleman no solo se queda con esos límites del capital social. Para expresar la importancia de los vínculos familiares, para el desarrollo del capital humano, sino que pone otra serie de ejemplos en donde el capital social, tiene la posibilidad de ser usado (Portes 1998). Por ejemplo, en su análisis Coleman (1988) considera que el capital social, ayuda a los vínculos económicos, y a la posibilidad de ventas en ciertos grupos a partir del prestigio y de la posibilidad de no ser excluido, por ejemplo, en la venta de diamantes, entre sectores de judíos, en donde no se arriesgarían de vender diamantes de baja calidad, por la posibilidad de ser excluidos si ese fuera el caso.

A diferencia de Coleman, Bourdieu, es el primero en usar el concepto de manera formal, pero Portes (1998) considera que, si bien es una de las definiciones más claras del concepto, fue poco recuperado en Estados Unidos de América, lugar en donde se desarrolló principalmente éste concepto, por la tardanza en la traducción de sus trabajos al inglés. Por lo que algunos autores lo consideran como clásico, y en algunos casos ni si quiera es mencionado.

Este autor se enfocó principalmente en la importancia de la institución escolar, desarrollo sus trabajos con relación a su teoría de los campos, pero la mayoría de sus trabajos se dedicó a desarrollar el concepto de capital cultural, mientras que su propuesta de capital social, la desarrollo en un artículo publicado en 1985.

El primer análisis sistemático del capital social contemporáneo fue hecho por Pierre Bourdieu, que definió el concepto como: “el agregado de los recursos reales o potenciales, que están vinculados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento o reconocimiento mutuo (Bourdieu, 1985: 248  cit in Portes, 1998).

Los elementos del concepto se centran en los beneficios que se pueden obtener de manera individual, ya que no se considera que los vínculos sociales es algo que se obtenga de manera natural y que todos puedan adquirir. A partir de esos elementos se considera que los individuos buscaran adquirir capital social al igual que los otros capitales de Bourdieu.

El capital social es el conjunto de recursos actuales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de interreconocimiento; o, en otros términos, a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no solo están dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mismo), sino que también están unidos por vínculos permanentes y útiles (Bourdieu, 2011: 221).

Por lo que la importancia del capital social de Bourdieu es que no puede ser comprendido y analizado sin retomar el contexto de que es un capital en particular, que se construye en la interrelación con los otros tipos de capitales que plantea el autor. Para su transacción de unos con otros, y entendido en su conjunto teórico. Partiendo de esta interrelación entre capitales, el capital social se refiere a una valorización social dentro de la estructura de un campo y la dominación o jerarquización que se presentan dentro de éste (Scheinsohn y Cabrera, 2011).

El capital social está constituido por la totalidad de los recursos potenciales o actuales asociados a la posesión de una red duradera de relación más o menos institucionalizada de conocimiento y reconocimientos mutuos. Expresado de otra forma, se trata aquí de la totalidad de recursos basados en la pertenencia a un grupo. El capital total que poseen los miembros individuales del grupo les sirve a todos, conjuntamente, como respaldo, amén de hacerlos -en el sentido más amplio del término- merecedores de crédito (Bourdieu, 2001:148-149).

Las relaciones de intercambio ya sea de material o simbólico, es un punto central de este capital, ya que, sin la existencia de estos intercambios, la unión deja der ser reconocible, por lo que la fortaleza del mismo se verá reforzada por las relaciones de intercambio que se perpetúen entre agentes. Un agente tendrá diferentes volúmenes de capital social dependiendo de la extensión de sus redes, que en dado caso efectivamente pueda movilizar, haciendo uso del capital económico, cultural o simbólico de otros agentes (Bourdieu, 2001).

Un punto central para comprender la relevancia de este capital es que “la existencia de relaciones no es un efecto natural, sino que es un esfuerzo continuo de institucionalización. “(Bourdieu, 2001: 151). El capital social, depende de la red de relaciones que el agente busque mantener, producto de una estrategia individual o colectiva, haciendo uso de relaciones que prometan un provecho posterior o inmediato. Ya que el capital social, tiene un efecto multiplicador sobre los otros capitales (Bourdieu, 2001).

La existencia de una red de vínculos no es un dato natural, ni si quiera un dato social, construido de una vez y para siempre por un acto social de institución (representado, en el caso del grupo familiar, por la definición genealógica de las relaciones de parentesco que es característica de una formación social), sino producto del trabajo de instauración y de mantenimiento necesario para producir y reproducir vínculos durables y útiles, adecuados para procurar beneficios materiales y simbólicos. En otros términos, la red de vínculos es producto de estrategias de inversión social consciente o inconscientemente orientadas hacia la institución o la reproducción de relaciones sociales de utilidad directa, a corto o a largo plazo (Bourdieu, 2011: 222).

Las propuestas de Coleman y Bourdieu, tienen muchas similitudes, desde el planteamiento de varios capitales, y buscar encontrar un punto intermedio entre las visiones objetivas y las visiones subjetivas en las ciencias sociales. Es de llamar la atención, que, en el desarrollo de la obra de los dos autores, en ningún momento hacen referencia a la obra del otro, por lo que se puede considerar que existía un desconocimiento por parte de ellos de la similitud de sus planteamientos.

Posterior a los clásicos del capital social

La propuesta de Coleman, se vio fuertemente influenciada por la propuesta de las redes, por lo que es necesario mencionar a Granovetter. Si bien no hace uso del capital social como concepto, su teoría de los vínculos débiles y fuertes, se vuelve fundamental para la propuesta que hace Coleman y posteriormente en la propuesta de Woolcock.

El capital social, en este sentido otorga ventajas y obligaciones, por un lado, se puede obtener favores como cuidar a los niños, o referencias de trabajo, pero al mismo tiempo se tiene obligaciones con esa comunidad; pero los lazos entre la gente de una comunidad pueden ser tan fuertes que pueden terminando aislando a la gente de obtener información de otros lados. Teniendo presente que el capital social puede tener elementos positivos o negativos.

Por lo que se debe tener presente que el éxito o no de una comunidad puede verse atribuido por la información con la que cuentan, y que en ocasiones ese proceso de aislamiento que generan, puede provocar efectos negativos en los miembros del grupo, por lo que el capital social no debe de considerarse solo en su estado positivo.

Recuperado la visión de los vínculos débiles de Granovetter, hacen una propuesta con las redes de tres niveles de capital social, que es el bonding el bridging y el linking social capital (Woolcock y Narayan, 2000).  El bonding es equivalente a los vínculos fuertes de las personas, que sería equivalente a las relaciones con familiares y amigos. El bridging es un equivalente de los vínculos débiles, que serían los conocidos del individuo o los puentes de información a los que se puede acceder y linking es cuando existen relaciones sociales de manera vertical, desde un superior.

La posibilidad de estas diferencias de los niveles de capital social, es reconocer que, en el proceso de las redes, se llega a hacer uso de los vínculos de manera diferente dependiendo el contexto, los autores ponen de ejemplo que en la apertura de un negocio son fundamentales en un inicio los vínculos fuertes, pero que posteriormente adquieren mayor relevancia los vínculos débiles como propaganda.

Un ejemplo del uso de esta teoría se puede observar en la India, con Kozal and Parker (2000), que identifican que los grupos sociales sirven para la protección de los miembros, en diferentes niveles (Woolcock y Narayan, 2000). La propuesta de estos dos autores, ha tenido relevancia en desarrollo del capital social, desde la perspectiva de redes.

Portes también se caracteriza por enfatizar que el capital social cuenta con un lado negativo, y que los estudios del capital social, tienen la tendencia de enfocarse solamente el aspecto positivo del capital social. “Estudios recientes han identificado al menos cuatro consecuencias negativas del capital social: exclusión de extraños, reclamaciones en exceso sobre los miembros del grupo, las restricciones a las libertades individuales, y las normas de nivelación a la baja “(traducción propia del original) (Portes, 1998: 15). 

Dentro de los aspectos negativos del capital social, podemos entender que se resume a la probabilidad de que un grupo se aislé de otros grupos, por lo que no tienen posibilidad de recibir información nueva, por lo que se pueden encerrar en una lógica interna, y el capital social al igual que es una valiosa herramienta, resulta que, para ciertos individuos, limita las posibilidades de acceso (Portes, 1998).

Por lo general el uso del capital social se relación con las consecuencias positivas, para individuos y para los grupos, pero de igual manera tiene una serie de consecuencias negativas, que si no se tienen presentes se puede caer en el error de generar un análisis inadecuado.

Algunos casos en lo que se puede considerar el uso del capital social en América Latina en casos en específico son, por ejemplo, el caso de los indígenas mayas en Guatemala que usan su estructura comunitaria para la exportación de vestidos regionales, o el caso de los migrantes salvadoreños que ocupan sus redes, para seguir apoyando a sus comunidades de origen (Portes, 2004).

O en el caso de México estudios como el de López (2006) y Bustos (2011) que desarrollan la importancia del capital social para el ingreso al mercado laboral, por personas que ya alcanzaron títulos de licenciatura o de posgrado. O la encuesta Nacional de capital social que busca generar indicadores directamente del capital social y no depender del uso de indicadores proxy.

En la actualidad se pueden encontrar un gran número de estudios con respecto al uso de capital social, ya sea en su nivel macro o micro, recuperando propuestas como la de Woolcock del bonding y bridgind o recuperando propuestas como la de Putnam, pero que se han desarrollado principalmente en países asiáticos.

A manera de conclusión se puede considerar que el capital social, ha sido estudiados desde diferentes perspectivas, buscando identificar la importancia que existe en las relaciones sociales, para obtener beneficios de manera individual o grupal. Parte de los retos que se encuentran en este concepto es por la ambigüedad que se presenta desde los planteamientos de los clásicos.

De igual manera no existe una propuesta clara en cuanto a la metodología que se puede plantear, para poder observar el capital social, por lo que las principales vertientes a las que se han recurrido es a partir del estudio de las redes. Pero es un concepto que aún se le puede considerar de manera relevante, y que es necesario seguir cuestionando. Como en los procesos como la inserción al mercado laboral, para poder identificar los beneficios que se pueden obtener de pertenecer a ciertos grupos en específico, siendo importante no considerar al concepto como superado, sino que es necesario mantenerlo en la discusión teórica, y mantenerlo presente para la explicar los beneficios que se pueden obtener de los relaciones sociales.

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[1] Todas las versiones en español de las citas tomadas del inglés son del autor del ensayo.


[a] Alumno de la Maestría en Ciencias Sociales del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Correo electrónico: mmiguez07@gmail.com