¿Por qué tanta crítica al enfoque de género?


Este trabajo intenta profundizar en el enfoque de género para comprender las críticas que reciben desde diferentes campos académicos. En primer lugar se analiza el enfoque de género como revisor de la ciencia productora de conocimiento; se definen las bases científicas de esta teoría y se reflexiona sobre sus críticas. En segundo lugar se aborda la ciencia como institución social sin /con presencia y protagonismo femenino en el que se cuestiona la “supuesta neutralidad, objetividad y racionalidad” del pensamiento hegemónico, androcéntrico y sexista de la ciencia tradicional. En último lugar se revisan los estudios feministas para evidenciar las revoluciones sociales con el objetivo de alcanzar la equidad, teniendo en cuenta la subjetividad de cada grupo, su problemática y contexto.

Enfoque de género como revisor de la ciencia productora de conocimiento

El enfoque de género, según Díaz & Moreno (2013) es un marco interpretativo que aporta visibilidad a fenómenos que no son significativos desde otros paradigmas; permite analizar las diferencias construidas entre hombres y mujeres, las dinámicas de construcción social, la naturalización de la diferencia sexual, y el vínculo entre conocimiento y poder. Aporta una visión que permite la crítica a un conocimiento tradicional, ofreciendo otra perspectiva para abordar la investigación de fenómenos científicos.

Este marco interpretativo aborda distintos temas en relación a la situación actual de la mujer, la situación de la mujer durante la historia, y los efectos de su ausencia y presencia en la ciencia y tecnología. En este sentido la epistemología feminista gira en torno a dos interrogantes: ¿Cómo influye el género sobre los métodos, conceptos, teoría y estructuras de organización de la ciencia? y ¿Cómo es qué la ciencia reproduce los esquemas y prejuicios sociales de género? (Blazquez, 2010)

Para otras autoras como Eli Bartra (2010) el objeto de estudio son las mujeres, los hombres o la importancia de género siempre y cuando tengan un compromiso con mejorar la sociedad y la liberación de la mujer. Aunque la categoría género es un concepto relacionado con el feminismo académico, no significa que sea un instrumento exclusivo de las mujeres. Si se pretende analizar las condiciones de vida de las mujeres implica estudiar las relaciones que se desarrollan entre hombres y mujeres por lo que  se vuelve necesario estudiar la realidad de los varones (García-Mina, 2003).

Al hablar de estudios de género se refiere también al conocimiento del  género masculino (para no caer en un supuesto sexismo) y tratan de centrar el estudio, sobre todo, en las relaciones de poder entre los géneros (Bartra, 1998). Las realidades de los varones se investigan en los estudios de nuevas masculinidades, movimientos incipientes de hombres que tienen por objetivo la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida y la erradicación la violencia física o psicológica. Del mismo modo promueven una crítica a la masculinidad hegemónica que identifican como responsable de la negación de los derechos de las mujeres (Soto, 2013).

En este sentido se ha sustituido las incómodas palabras y devaluadas “estudios de las mujeres”, por la nuevas y elegantes “estudios de género”. Si el género es la construcción cultural sobre un cuerpo sexuado. Se pueden dar múltiples combinaciones; incluso se puede decir que quien nace con un sexo no se convierte ineludiblemente en el género que supuestamente le corresponde. Sin embargo, en ocasiones, se adoptan las identidades genéricas del otro sexo. Como es el caso androginia, una identidad de género distinta de la masculina y la femenina pero, a la vez, forma parte de las dos, es como una especie de síntesis de los dos géneros preexistentes (Bartra, 1998).

La teoría Queer (1990) abrió los horizontes del enfoque de género, esta teoría de la disidencia sexual y la de-construcción de las identidades estigmatizadas consiguen reafirmar las opciones sexuales distintas, aquellas que se alejan del círculo imaginario de la sexualidad "normal" y que ejercen su derecho a proclamar su existencia (Fonseca & Quintero, 2009). Esto supuso ampliar el objeto de estudio para incluir a personas transexuales,  personas travestís, personas hermafroditas, personas gais, personas lesbianas, personas bisexuales y personas andróginas (Bartra, 1998)

Uno de los aspectos que ocasiona ruido a la ciencia es la relación que establece entre el sujeto y objeto; desde el positivismo la ciencia es una relación entre el sujeto (que conoce) con el objeto (lo conocido). Sin embargo desde las teorías feministas se rompe esta lógica y se persigue una relación entre el sujeto-sujeto, en el que el proceso de conocimiento se establece a través de una relación dialógica. El resultado es una construcción compartida entre las/los participantes y los/las investigadores/as, puesto que ambos/as conviven, aprenden, enseñan y se transforma. En esta interacción establecen y profundizan en el conocimiento de la otra persona, del proceso de conocimiento y de sí misma (Ríos, 2010).

Sin embargo también existen detractores en cuanto a esta teoría, José Padrón (2007) en su artículo “Tendencias Epistemológicas de la investigación científica en el Siglo XXI” es muy crítico en cuanto a las nuevas tendencias epistemológicas, entre ellas la feminista; esta epistemología luce como un movimiento poco sistematizado a pesar de la gran acogida en centros académicos y la gran difusión de trabajos. El motivo puede ser a que estos estudios de la mujer se plantean desde una óptica muy general y abordan todos los temas de la vida humana, pero no la filosofía o la teoría de la ciencia.

Padrón (2007) intenta explicar la teoría de género utilizando un artículo de prensa (Billingsley 1966) en el cual relata un texto  realizado por la prestigiosa filosofa Sandra Harding, la cual considera los principios matemáticos de Newton un “manual de violación”.

Desde mi punto de vista reducir toda la epistemología feminista a un documento de una autora es caer es un distorsión cognitiva de sobregeneralización y abstracción selectiva, obviando grandes obras del feminismo como El Segundo Sexo de Simone de  Beauvoir (1949), Ciencia y feminismo de la propia Sandra Harding (1996). En ocasiones interpretamos la realidad de forma errónea, las mujeres estamos acostumbradas a leer interpretaciones de nosotras mismas a lo largo de la historia. Por poner un ejemplo, en la Ilustración, Rousseau (1762) en su segundo momento de Estado de Naturaleza, instaura una desigualdad “natural” entre hombres y mujeres en función de la división sexual del trabajo que perdurará durante toda la Modernidad. Por otra parte el autor no pudo acceder a estos documentos sino que se guió por una noticia en un periódico del año 1966, una fuente secundaria y algo antigua puesto el feminismo ha recorrido mucho camino desde la fecha señalada.

La ciencia como institución social sin /con presencia y protagonismo femenino

El modelo único y universal de la ciencia “supuestamente neutral” a sus vez destila valores de sesgo por un modo de entender la ciencia que ejerce el poder sobre la naturaleza entre entres quienes saben y lo que no (Fernandez, 2010). Los sectores privilegiados reproducen un pensamiento hegemónico, se podría decir que cierta violencia interpretativa para adecuar la realidad a postulados de un pensamiento del que consienten y comparten. Es importante entender qué es la hegemonía para comprender los discursos filosóficos de las academias, centrados en la difusión cultural de países y regiones que marcan la supremacía de los paradigmas epistemológicos y en el que sólo se considera racional aquello que acepta sus propuestas (Gargallo, 2010).

Sandra Harding desarrolla el enfoque de género como una teoría del punto de vista feminista. Esta teorías se basan en el marco teórico marxista y analiza las relaciones entre el poder y el conocimiento que parten de la posición privilegiada y hegemónica de los hombres en el orden social, ofrece un conocimiento parcial del mundo que refleja sus intereses y valores. Las mujeres al igual que otros grupos invisibles, conoce el discurso dominante a la vez que el suyo propio, y como resultado generan nuevas experiencias y discursos (Yanes, s.f).

La epistemología feminista pone en tela de juicio las presuposiciones básicas de la epistemología tradicional, como son la defensa una teoría general del conocimiento que ignora el contexto social del sujeto cognoscente. Cuestiona su debilidad en referencia a la explicación y aplicación de los métodos que operativizan cada uno de los paradigmas epistémicos, lo cual ha conducido a la elaboración de teorías dentro de  los estudios de género las cuales no satisfacen los requerimientos de cientificidad propuestos por una epistemología tradicional, por lo que se les califican de discursos que carecen de categorías, supuestos y axiomas, que son la trama con la que se construyen las teorías científicas (Guzmán & Pérez, 2004).

La postura feminista radical sostiene que tanto las epistemologías, metafísicas, éticas  y políticas de la ciencia dominante tienen características androcéntricas, sexistas, racistas que se apoyan mutuamente. Para el sociólogo Bourdieu

es un violencia simbólica, amortiguada, insensible  e invisible, para sus propias víctimas que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o más exactamente del desconocimiento, del conocimiento o en último término, del sentimiento” (2000, p.12).

La ciencia está influenciada por tendencias retrógradas que se manifiestan en la estructura social de la ciencia, sus aplicaciones y tecnologías, sus formas de definir los problemas de investigación y de experimentación. En este sentido las feministas han cuestionado los fundamentos del orden intelectual y social (Harding,1996). 

Los rituales de jerarquía de género se convierten en un instrumento de aceptación de desigualdades estructurales porque constituyen una representación simple y poderosa que sitúa ideológicamente a cada sexo en su lugar. Independientemente de la realidad, lo “sitúa mentalmente” en la subordinación y el dominio (Martín, 2006, p. 234).

La exclusión de la mujer en la ciencia es consecuencia de las características de la sociedad patriarcal que fomentan la desconfianza y el recelo en torno a las capacidades de las mujeres para desarrollarse en diversos campos, en concreto en la ciencia. La perspectiva de género permite documentar y rescatar los trabajos realizados por las mujeres y analizar este fenómeno en el entorno de una sociedad discriminadora, androcéntrica, que ha relegado históricamente a más de la mitad de la población al círculo privado, doméstico, creando una invisibilidad pública (Barale, 2006). El paradigma de la ciencia sigue siendo una noción positivista. No existiría ningún problema si las mujeres accedieran a la ciencia y lo conservasen sin ningún tipo de transformación o cambio (Fernández, 2010).

La mayoría de los científicos sociales asumen el feminismo como una ideología. En el mejor de los casos, las investigaciones han sido salpicadas por conceptos feministas, o abordan alguna cuestión relacionada con las mujeres y el patriarcado. Para eliminar el androcentrismo y el sexismo en todas las áreas, lo más deseable es introducir la visión genérica en todas la disciplina para transformar el conocimiento. La alternativa ante esta situación empieza por integrar visiones feministas en las ciencias y las humanidades como la de crear y conservar la autonomía de los estudios de la mujer, creando poco a poco y lentamente un conocimiento representativo de ambos géneros que desafía los retos que nos impone la institucionalización (Bartra, 1997).

Cómo perspectiva analítica para evidenciar las revoluciones sociales desiguales entre hombres y mujeres, comprender el enfoque de  género implica realizar un recorrido por el devenir de la historia de las mujeres, conocer sus vicisitudes  como colectivo, esto ayuda a entender lo que supone la categoría de género para este movimiento social, intelectual, cultural y político que cuestionan esferas del saber que tienen como objeto el estudio el ser humano (García-Mina, 2003).

A pesar de que  la mujer ha sido silenciada e invisible, no hay historia sin mujeres y poco a poco surgieron las voces reivindicativas ante la desigualdad y la injusticia. Durante la Revolución Francesa colaboraron activamente en el proceso, junto a otros hombres crearon instituciones para hacer valer sus derechos. La Revolución Industrial  supuso un cambio en el sistema de organización del trabajo, relaciones sociales y sistemas de producción, pese a participar en los movimientos sociales y en el sistema de producción, las mujeres no disfrutaban de los mismos derechos que los varones y reivindicaban la educación, el voto y un salario justo. Para el Siglo XIX la educación en todos los niveles abrió las puertas a las mujeres y comenzaron a acceder al mercado laboral.  En el siglo XX las mujeres habían conquistado espacios exclusivos de hombre (espacios públicos) y es en ese momento cuando se convierten en objeto de estudio científico. Sin embargo no gozaban de los mismos derechos que podemos optar hoy en día las mujeres, tendríamos que esperar hasta las últimas décadas el Siglo XX para que se produjeran las transformaciones de las condiciones de vida y el surgimiento de  los estudios de mujeres y el enfoque de género en la ciencia, dando lugar a la segunda ola de feministas que cuestionaba las experiencias y percepciones de los varones como único referente de la humanidad (García-Mina, 2003).

Uno de los aspectos más sobresalientes de las teorías feministas es su compromiso común con el concepto de democracia, a pesar de la realidad histórica y política de la sujeción de las mujeres, de su subordinación, subpresentación y privación de los derechos en estados democráticos. Las teorías feministas no sólo son un proyecto interpretativo, son un proyecto de emancipación, busca desde la democracia una estrategia de representación y participación, de acción colectiva y libertad que integren los principios y metas feminista (Dietz, 2003).

El enfoque de género trata la cuestión de las diferencias, reformula su visión inicial en términos de “multiplicidad y variedad real” contenidas en las experiencias de grupos dominados y  apela las experiencias basadas en grupos (Dietz, 2003).

A pesar de la visión de las mujeres como una identidad constituida por color, clase, etnicidad, cultura, identidad sexual, sexualidad, un sector de la teoría feminista no abandonan al sujeto, lo complejiza y lo sitúa ante diferentes contextos, las perspectivas parciales o sujetos complejos se conectan o traducen a través de múltiples diferencias intersectantes que no están limitadas en ningún caso al género (Dietz, 2003).

A lo largo de este continuo aparecen numerosas voces de la diferencia las cuales puntualizan que no existe un modelo único ni una problemática única de la mujer, y que las características generales y comunes corresponde a mujeres blancas, heterosexuales y de clase media en los países occidentales (Beltrán, Maquieira, Álvarez, & Sánchez, 2001). En el contexto de esta crítica se puede ubicar el feminismo negro, el feminismo lésbico, el feminismo postcolonial o descolonial.

El feminismo negro norteamericano lucha contra la esclavitud, la opresión la marginación, la pobreza, las violaciones; características muy comunes al feminismo en general, no obstante,  no se puede dejar de reconocer que las mujeres negras ha sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de una discriminación agravada por el racismo y la xenofobia vigente (Beltrán et al., 2001).

El feminismo lésbico surge como un desafío a la categoría de género, como una crítica a los conceptos esencialistas que abordan a las mujeres desde las experiencias heterosexuales. Las lésbicas han defendido pautas de identidad en las que crean su propia identidad, iniciativas que no corresponden con los patrones de la heterosexualidad impuesta por los valores y culturas dominantes (Beltrán et al., 2001).

El feminismo postcolonial es una corriente que tiene por objetivo descolonizar las corrientes eurocéntricas del feminismo dominante. Aunque otras autoras como Silvia Marques prefiere utilizar el término descolonial. Su mirada se dirige hacia la diversidad, cuestiona formas de discriminación dentro de las comunidades de los oprimidos y reivindica la diversidad dentro de la diversidad (De Sousa, 2010). Proponen propuestas teóricas que permiten contextualizar el análisis de la desigualdad desde la diversidad y el reconocimiento de la pluralidad de contextos en los que las mujeres latinoamericanas construyen su identidad de género (Hernández, 2008).

En México la lucha de las mujeres ha ido encaminada a hacer frente a la doble moral católica que afectó a sus vida y la relación con los varones, tanto lo que tiene que ver con la sexualidad, la familia y el trabajo, como a lo social y lo político. Sin embargo la presencia indígena se mantuvo marginada para la sociedad y los movimientos sociales  (Marcos, 2014)

Por lo tanto se puede decir que el género queda integrado en una mezcla de identificaciones y subjetividades, es un fenómeno cuyos tejidos se hallan tintes distintos.  A pesar de la visión de las mujeres constituida, la teoría feminista no abandona al sujeto, simplemente lo complejiza y lo sitúa dentro de diversos saberes, perspectivas parciales o sujetos complejos que se traducen en múltiples diferencias interesantes que no limita en ningún caso al género sino que genera una pluralidad del yo y múltiples antagonismos para describir la subjetividad de las mujeres. El sujeto como un proceso de relaciones encarnadas, materiales, interconectadas, que permite una multiplicidad de posicionamientos y entrelazamientos  (Dietz, 2003).

Consideraciones finales

A modo de conclusión se puede decir que el enfoque de género es un marco interpretativo que permite analizar las diferencias construidas entre hombres y mujeres y las relaciones de poder, con el objetivo de conseguir la liberación de la mujer. Por lo que el objeto de estudio no sólo son las mujeres y los hombres en relación a las nuevas masculinidades, se incluye también a personas transexuales, personas travestis, personas hermafroditas, personas gais, personas lesbianas, personas bisexuales y personas andróginas.

Las teorías feministas son criticadas porque rompen con la lógica de la ciencia sujeto-objeto y persigue un relación entre sujeto-sujeto a través de una relación dialógica. Aunque existen muchos detractores de esta teoría no existen gran cantidad de artículos científicos argumentando su punto de vista. Tras mucha indagación encontré un solo artículo escrito por José Padrón en el que trata explicar el enfoque de género utilizando una fuente secundaria y poco representativa con lo que supone el enfoque de género hoy en día.

El enfoque de género cuestiona a la ciencia tradicional por su supuesta “neutralidad” y por reproducir un pensamiento hegemónico en el que se considera adecuado solo lo que sigue las líneas de sus propuestas. Analiza las relaciones de poder y conocimiento donde el hombre parte de una posición privilegiada en la ciencia, la cual tiene características androcéntricas, sexistas y racistas que sitúan ideológicamente a las personas en subordinación y dominio.

Uno de los objetivos que ha tenido la lucha feminista ha sido la democracia que integre los principios y metas de la equidad de género. El enfoque de género a través de estos procesos democráticos reconoce las diferencias múltiples, experiencias y contexto que no limitan al género pero que problematiza las situaciones de las mujeres como el feminismo negro, lésbico y poscolonial o descolonial. Por lo tanto se puede decir que el género queda integrado en identificaciones y subjetividades que se traducen en múltiples diferencias que generan una pluralidad del “yo” y permite una variedad de posicionamientos y entrelazamientos.

En cuanto a la pregunta de por qué el enfoque de género recibe tantas críticas de la academia, podemos concluir que los estudios de la mujer —los cuales nacen como consecuencia de luchas históricas por conseguir la equidad de género—, siempre han resultado polémicos y por eso se sustituyeron por el enfoque de género con el cual amplían el objeto de estudios a otros grupos, como las nuevas masculinidades, personas homosexuales, personas gais, personas lesbianas, personas andróginas, personas travestis, personas hermafroditas. Otro de los aspectos a recalcar son las críticas que realiza a la ciencia tradicional y propone otras formas de realizar la ciencia y distribuir de una forma más equitativa las esferas de poder a todos los grupos que han sido invisibles por una ideología dominante.

Referencias

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[a] Licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Valladolid y Graduada en Trabajo social por la Fundación Perré Tarres. Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales por la UAEH.