Compromiso y distanciamiento. Investigación en ciencias sociales y feminismo. Reseña a Debates en torno a una metodología feminista


Dentro de las ciencias sociales especialmente desde la antropología, sociología, la historia y la filosofía se ha discutido si existe o no una metodología feminista para la investigación. Por ello, Eli Bartra (1998) hace una compilación de ocho ensayos los cuales a continuación se esbozan rescatando sus principales aportaciones. “Debates en torno a una metodología feminista”representa un esfuerzo de varias teóricas y militantes feministas para clarificar los vínculos existentes entre investigación y feminismo.

El libro comienza con el artículo “¿Existe un método feminista?”de Sandra Harding, filosofa profesora de la universidad de California en los Ángeles, E.U; quien centra su reflexión en la interrogante de si existe un método distintivo en la investigación feminista y argumenta que es difícil responder ante la especificidad de ésta, sobre todo por la discusión sobre métodos (técnicas de recopilación de información), metodología (teoría y análisis de procesos de investigación) y sobre problemas epistemológicos (teoría del conocimiento). Para ella el punto de vista feminista se ha articulado como una epistemología que a su vez  “ha sido valiosamente interpretada como un método feminista, en el sentido de que responde a la pregunta de cómo las feministas han llevado a cabo la investigación” (Harding, 1987: 33). Para ella esta teoría empieza por la vida de las mujeres para identificar en qué condiciones dentro de las relaciones naturales y/o sociales, se necesita investigación y que es lo que puede ser útil que se interrogue de esas situaciones.

Este procedimiento o método feminista —menciona la autora— contrasta con la forma usual que da origen a los proyectos de investigación; así este nuevo “método” feminista ha generado nuevas preguntas y respuestas dentro de patrones de conocimiento tradicionales en las ciencias sociales (Harding, 1987).

Al respecto, Mary Goldsmith profesora investigadora del área de mujer, identidad y poder de la UAM-X  en “Feminismo e investigación social. Nadando en aguas revueltas” explora varios aspectos en torno al mismo debate, preguntándose primero que han aportado los estudios de la mujer o de género a las ciencias sociales. Para ella la propuesta de Immanuel Wallerstein (1996) coincide con las de las feministas, que radica en “abrir las ciencias sociales a la discusión y la colaboración [no solo entre ciencias] de diferentes regiones, géneros, razas, clases y culturas. Y así en ese encuentro abrirse a la posibilidad de explorar nuevos caminos para generar conocimiento” (Goldsmith, 1997: 43).

 Para la autora el debate en torno a la epistemología y metodología feminista se encuentra inacabado, ya que no hay acuerdo entre sociedad, política y quehacer científico; sin embargo, argumenta que si existe una metodología feminista en el sentido en que la misma investigación asume una cara abiertamente política y ha hecho un aporte muy importante a la epistemología al convertir a las mujeres en sujetos y objetos de conocimiento (Goldsmith, 1997).

En el entendidido de que la epistemología es una teoría del conocimiento que considera lo que se puede conocer y cómo se puede legitimar un conocimiento como verdadero; me parece importante sumar a este debate –para dar mayor claridad- la postura de Norma Blazquez (2012) de que la epistemología feminista estudia lo anterior, abordando la manera en que el género influye en las concepciones del conocimiento, en la persona que conoce y en las prácticas de investigar, preguntar y justificar en la investigación para la generación de conocimiento científico.

 “¿Investigación sobre mujeres o investigación feminista? El debate en torno a la ciencia y la metodología feminista” es un texto de María Mies, socióloga feminista alemana, quien escribe en respuesta a un debate que se creó entre algunas teóricas respecto a sus lineamientos metodológicos[1] expuestos con anterioridad. Mies, al dar respuesta a las críticas que recibió, va dejando en claro varios puntos que resultan cruciales para entender el sentido de la investigación feminista.

En cuanto a la relación entre política y ciencia se ha visto cómo primero está la ciencia y luego la política, orden que invierte la cronología de los sucesos y tratan esta relación de manera ahistórica, abstracta, desde una tradición positivista rechazando la idea de que la investigación deba formar parte de los procesos emancipadores de la praxis. Por lo cual la relación entre política y ciencia dependerá de la definición del objetivo de la actividad científica.

En cuanto a los métodos de investigación, afirma Mies que son instrumentos para la estructuración de la realidad y critica los métodos cuantitativos ante su pretensión de tener el monopolio de la descripción precisa del mundo, aun sin olvidar que también los métodos cualitativos fueron desarrollados como instrumentos  para el ejercicio del dominio; la diferencia entre ambos reside en que a pesar de sus distorsiones ideológicas, estos últimos no tienden a fracturar los vínculos vivos de la misma manera que lo hacen los cuantitativos, en ese sentido considera más útiles los métodos cualitativos en la investigación feminista (Mies, 1991).

La relación entre acción e investigación, la autora la resume de la siguiente manera: “la integración de la investigación a procesos de emancipación también exige, naturalmente el trabajo de elaboración teórica, la búsqueda de bibliográfica y documental, y el estudio de la historia” (Mies, 1991: 78).

Por último, para la relación entre investigadora y objeto de investigación expone dos ejemplos de trabajo de investigación donde ha empleado su enfoque metodológico; el primero con campesinas de Nalgonda en la India y el segundo en Holanda que denomino “el trabajo de campo en estudios de la mujer”. Sobre la base de estas experiencias la autora concluye y propone dos conceptos: “identificación parcial” y “afectación e interés”; el primero significa que partimos de nuestro propio estado de conciencia, es decir, que no se trata de concebir a las mujeres como las otras, sino de aceptarlas como propias, ya que como mujeres nos unen las experiencias en tanto victimas de represión, sexismo y explotación, aunque también implica reconocer lo que nos separa y distingue; mientras que el concepto de afectación se vincula al estatus de víctima y de objeto que caracteriza a los seres oprimidos, explotados  y humillados que están sometidos a la violencia y a la represión, es decir, que han sido simultánea y directamente afectados por la injusticia y discriminación (Mies, 1991).

La aplicación y discusión sobre que métodos y técnicas son los más apropiados sin duda ha representado también un debate en la investigación y sobre todo en la feminista. El artículo “Hilvando palabras y cifras. Un ejemplo sobre política, mujeres y hombres” de Anna Poncela —antropóloga cultural— además de reflejar un estudio sobre la participación y cultura política de hombres y mujeres, hace una aproximación a las herramientas y técnicas de investigación, mostrando la conveniencia de utilizar conjuntamente métodos cuantitativos y cualitativos, utilizando las técnicas de encuesta y estudios de opinión para el primero y las entrevistas a profundidad para el segundo.

Esta intención que aborda los métodos y algunas de las técnicas para la investigación, es importante ya que como lo menciona Jorge Aceves (1998) desarrollar una actitud y disposición práctica hacia el aprendizaje y manejo de diversas técnicas para la investigación social, es lo sustancial para impulsar en los diversos campos profesionales y académicos una sólida cultura de investigación.

Así, para la autora, la metodología cuantitativa permite contextualizar un fenómeno social concreto, la encuesta y los estudios de opinión como instrumentos permiten conocer el estado de la opinión de una población o una muestra representativa de la misma sobre un tema, su función por tanto es informar o recrear una situación dada; mientras que las entrevistas a profundidad son parte de un método cualitativo que permiten una aproximación a los hechos sociales, permiten conocer actitudes, opiniones, comportamientos a partir de la interacción directa con los sujetos estudiados. Para ella, el sentido de completar información y datos que provengan de ambos métodos, es dar voz, sentido y contenido tanto a la opiniones como a las cifras (Poncela, 1998).

Por otro lado, pero no desvinculado, Teresita de Barbieri socióloga investigadora en temas de género, comienza su artículo titulado “Acerca de las propuestas metodológicas feministas” haciendo una clara diferenciación entre estudios de la mujer y estudios de género. Los estudios de las mujeres están centrados en la comparación entre hombres y mujeres y el interior en el conjunto de éstas; los estudios de género enfatizan en las construcciones sociales y carácter relacional y los estudios feministas, los cuales ponen énfasis en la voluntad política para la superación de la desigualdad entre los géneros. Aclara que en un sentido amplio se habla de estas formulaciones como metodologías feministas tanto para referirse a las prácticas de la acción feminista como a las formas de generación de conocimiento.

La autora hace un recorrido de cómo estas propuestas surgen y debaten a partir de la observación sistemática de varias feministas académicas acerca de que el conocimiento producido en las ciencias sociales no daba cuenta de la subordinación de las mujeres, para ejercer este cambio debían revolucionar las formas de conocer y hacer ciencia y son precisamente estas formas las que la autora explora en su artículo; distinguiendo cuatro líneas principales 1) los problemas epistemológicos, 2) las cuestiones metodológicas, 3) las cuestiones técnicas y 4) la sociología del conocimiento. Al respecto, existen dos acuerdos principales entre feministas, que son acabar con la “ceguera de género” y producir una teoría que contribuya a reducir la desigualdad que tenga referentes para la acción política feminista (De Barbieri, 1998).

En el sentido de que “las teorías son concepciones o visualizaciones de determinado orden de hechos, pero son respuestas también a ciertas interrogantes específicas, son soluciones a problemas cognoscitivos precisos” (Hernández, 2005: 35),  se considera entonces, que la investigación feminista ha hecho aportaciones teóricas muy importantes a las discusiones sobre familia, democracia, equidad económica, violencia, etc.

Esto nos puede conducir al cuestionamiento de ¿cómo se han abordado estos estudios en el ámbito mexicano?  Eli Bartra (1998) quien es profesora-investigadora del Departamento de Política y Cultura, UAM-Xochimilco y compiladora de este libro, comienza su artículo “Reflexiones metodológicas” haciendo hincapié en que la investigación feminista en México aunque comparte cuestiones generales en su quehacer con los países desarrollados (Europa y Estados Unidos), podría decirse va un paso atrás en cuanto a plantear los desafíos del multiculturalismo y postcolonialismo. Por lo tanto, en México este tipo de investigación vive una situación un tanto sui generis en el sentido en el que se utilizan las teorías que se han planteado en los países desarrollados, ya que en el país se ha escrito relativamente muy poca teoría feminista. De cualquier manera, comenta, dentro de la investigación feminista existen conceptos y categorías que aunque dependiendo del lugar y la época en que se desarrolla la investigación han sido fundamentales, como patriarcado, discriminación sexual, opresión, sistema sexo-género, mujeres, género, empoderamiento y deconstrucción, los cuales son parte nodal del método feminista.

Tal como lo menciona José Hernández (2005) que a fin de hacer posible el conocimiento de cualquier entidad, se requiere dar, prácticamente, con las perspectivas y métodos adecuados para lograrlo; para la autora el punto de vista feminista —aun cuando se trate de distintos feminismos— es el punto de partida que llevara al conocimiento de algún proceso de la realidad y comparte que la investigación se compone de tres fases: la fase investigadora, de sistematización y de exposición. En la fase investigadora es en la que se usan las técnicas y “estas se encuentran siempre dentro de un método y si este es feminista, la manera en que se va a leer, escuchar, observar o preguntar, tendrá un carácter no androcéntrico y no sexista” (Bartra, 1998 :153).

Entonces, ¿Cómo se estudia a las mujeres? Ana Lau Jaivien (1998) nos brinda la posibilidad de dar respuesta y reflexionar este cuestionamiento con su texto “Cuando hablan las mujeres”. La autora, reconocida por sus contribuciones dentro de los estudios de género e historia de las mujeres en México, propone a la disciplina histórica para conocer la vida de estas, partiendo de la historia oral como técnica cualitativa, ya que esta “rescata aspectos subjetivos y objetivos de los actores sociales, buscando conocer como han percibido los hechos en momentos históricos determinados” (Lau, 1998: 185). Por lo tanto se adecua mucho al tipo de conocimiento que las investigadoras feministas desean recuperar en sus investigaciones.

Señala Lau que la historia oral de las mujeres, como técnica de investigación y  proceso de historización dentro de la investigación feminista, dota a la mujer de características especiales y compartidas por el mismo género femenino (identidad genérica asignada); la dificultad radica en que intervienen tanto la subjetividad de la narradora como la de entrevistadora, por lo cual se corre el peligro de que en la interpretación este plasmada la  identidad de la investigadora; ya que “al fin y al cabo nosotras mismas somos participantes del proceso histórico que estamos explicando y elegimos investigar sobre mujeres no a partir de una concepción idealista sino para entretejer nuestra voz en la interpretación de estas historias y para explicar nuestro presente” (Lau, 1998:197).

Por último, Ana Lidia García, desde su posición como historiadora, plantea en su texto “Historia de las mujeres del siglo XIX: algunos problemas metodológicos que uno de los mayores retos de la historiografía es la construcción de un campo que vincule la historia global con la historia particular de las mujeres; para explicar esto divide su texto en tres partes, la primera dedicada a tratar la relación entre historia de las mujeres y la historia global, la segunda, discute algunos problemas metodológicos y la tercera muestra un panorama de los análisis y problemas de la historiografía del siglo XIX en México.

La autora, concluye que lo importante no es estudiar la opresión y documentar el honor de resistencia, sino la complejidad de los procesos y la diversidad de las experiencias de las mujeres que han vivido de muchas maneras la dominación masculina pero también ejercieron poderes alternos:

el reto está en producir una historiografía que incluya el análisis de genero dentro de un cuerpo teórico que explique las desigualdades y diferencias entre mujeres y hombres y no una simple historia descriptiva […] debe apuntar a la meta de construir una historia ya no de las mujeres , sino una historia total que rebase el androcentrismo (García, 1998: 228).

Puedo concluir que hablar de investigación feminista incluye tanto teoría del conocimiento, metodología y métodos; asimismo se puede relacionar con lo que plantea Norbert Elías (1983) cuando habla de la posición entre compromiso y  distanciamiento en la investigación científica. De acuerdo a Mies (1991) la integración de la investigación a procesos de emancipación también exige el trabajo de elaboración teórica, bibliográfica y documental.

Así, el compromiso se entiende como el acto en el que el investigador social incorpora sus propias experiencias e ideología en lo que investiga, tiene que ver con las condiciones previas para comprender los problemas que se volverán objeto de estudio; mientras que el distanciamiento, consiste en centrarse en la reflexión del objeto en sí, mediante herramientas conceptuales y modos de proceder (metodología); separarse cognoscitivamente de las situaciones que se estudian, permitirá observarlas y analizarlas críticamente y no solo intuitivamente (Elías, 1983).

Por esto,“Debates en torno a una metodología feminista” me parece una propuesta y reflexión bastante útil que permite lograr un balance entre el compromiso y el distanciamiento para explicar la realidad social, pero no solo en la investigación feminista (que es donde radica mi critica), sino que también puede ser aplicable en cualquier tipo de investigación que realice el científico (a) social, puesto que dentro de cualquier análisis se deberá tener la misma vigilancia y ruptura epistemológica en la construcción de los conocimientos para evitar desvíos teóricos- metodológicos o falsos planteamientos de problemas.

Referencias

Aceves, Jorge E. (1998). “La historia oral y de vida: del recurso técnico a la experiencia de investigación” en Galindo, Luis. (1998). Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, pp. 207-276.  México: Addison Wesley Longman.

Bartra, Eli, compiladora (1998). Debates en torno a una metodología feminista. México: Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco.

Blazquez, Norma. (2012) “Epistemología feminista: temas centrales” enBlazquez,  Flores & Ríos, coordinadores, Investigación feminista. Epistemología, metodología y representaciones sociales, pp.21-38. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Elías, Norbert (1983). Compromiso y distanciamiento. Ensayos de sociología del conocimiento. Barcelona, España: Península.

Hernández, P. José. (2005). Epistemología y sentido común. México: UAM-Azcapotzalco.

 

[1] Estos lineamientos metodológicos se encuentran en “Hacia una metodología de la investigación feminista” el cual de acuerdo con la misma autora muchas acogieron como uno de los fundamentos de la ciencia social feminista (Mies, 1991).


[a] Licenciada en Sociología y Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Correo-e: carina.vargas.mtz@gmail.com