Identidad globalización y etnofagia. Reseña a El laberinto de la identidad de Héctor Díaz Polanco


Díaz Polanco, a partir de ejes analíticos de la antropología y la sociología, nos presenta un análisis reflexivo y puntual sobre las nuevas dinámicas dentro de esta nueva sociedad global que ha transformado las prácticas de identidad y consumo desde hace algunas décadas, de esta nueva seducción a la carta (Lipovetsky, 2013). Propone hacer un recorrido sociohistórico de los aportes que ha tenido la antropología social para con las ciencias sociales y la diversidad de análisis y métodos que han surgido a partir de sus bases (como la etnografía y la observación participante), principalmente de las escuelas antropológicas de Estados Unidos e Inglaterra. Finalmente, Díaz Polanco analiza de brevemente cual ha sido el papel de la izquierdas en la sociedad latinoamericana con énfasis dentro del contexto indígena y la crisis que desde hace ya varios años han vivido estas políticas de izquierda.

El objetivo de este texto es analizar de manera general cuales son las categorías centrales que maneja Hector Díaz Polanco y como estas nos pueden ayudar para un análisis a profundidad de la sociedad actual dentro del contexto latinoamericano, además de esto se hará un aporte sobre qué matices pudo haber abordado el autor desde la teoría sociológica, específicamente de la posmodernidad.

Héctor Díaz Polanco es sociólogo y antropólogo originario de la República Dominicana, catedrático del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el tercer nivel adquirido; galardonado con diferentes premios de universidades nacionales como la UNAM. y la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) entre otras. Cabe mencionar que inicialmente el autor se centró en los trabajos literarios, enfocados en la poesía, sin perder el contenido critico que gracias a su formación pudo mostrar en sus poemas, tal es el caso del poema titulado “No he hablado de América”, en el que da cuenta de una preocupación sobre la crisis económica y de la identidad absorbida por el hambre imperialista.

Díaz Polanco nos presenta su trabajo en tres categorías que son un eje central dentro del mismo, y otros capítulos enfocados al origen y las escuelas de la teoría antropológica además de las prácticas políticas (como las izquierdas dentro del contexto mexicano). Se le dará mayor peso a las ya mencionadas categorías ya que en estas se concentra el análisis crítico del autor[1]  

  1. Identidad: Cómo se presentan estas nuevas dinámicas que se encuentran en constante cambio a partir del nuevo acceso a diferentes medios como el internet, medios de comunicación como la tv, y que se tornan efímeras.
  2. Globalización: Entendida como el efecto creador de estas identidades, con el fácil alcance que se tiene en las nuevas tecnologías.
  3. Etnofagia: Retoma este concepto principalmente de la antropología (con el concepto de antropofagia) y refiere al “engullimiento” de la cultura propia de una ciudad, comunidad o país. Es decir, lo que va en detrimento de los usos y costumbres de sociedades autóctonas a partir de las nuevas lógicas de consumo.

Una vez mencionados de manera general los ejes centrales a los que alude el autor veremos de manera más detallada como presenta su ejercicio de análisis a partir de estos.

Algunos teóricos de la posmodernidad se encuentran en acuerdo acerca de cómo se están dando los nuevos procesos de identidad o identificación a partir del acceso fácil y rápido gracias a la tecnología productora de nuevos factores del hedonismo, lo líquido, efímero y lúdico; como los mass-media. A partir de diferentes postulados de estos autores es como Díaz Polanco entiende estas nuevas prácticas. Cabe señalar que la mundialización del capital tal y como ya lo ha referido será la que ha generado y regenerado nuevas identidades; ya no existen identidades fuertes y sólidas como hace décadas se habían formado —como los grandes movimientos sociales o la identidad prácticamente inquebrantable que generaron la clase obrera, el socialismo y comunismo— todas las relaciones sociales han pasado del estado sólido al estado líquido como Bauman ya lo ha mencionado, en este sentido las fronteras tal y como se habían concebido antes de la mundialización se han resquebrajado, ahora una persona puede estar en contacto con otra desde el África hasta Europa. Esto será lo que se entiende como las nuevas identidades, que no son más que una nueva serie de intercambios relacionales en los que un individuo se encuentra en él vaivén dentro de distintos grupos a los que se siente identificado como puede ser dentro de un estadio de futbol apoyando a un equipo, en el concierto de una banda de rock o en una marcha en pro de la diversidad sexual.

Desde el punto de vista de Díaz Polanco no podemos entender estos tres conceptos manera aislada ya que cada uno de ellos está en constante convergencia. La globalización es lo que generará las nuevas identificaciones las que denomina como estas identidades que se producen de manera rápida y efímera, en las que no existe un sentimiento de pertenencia consistente, esta reconstrucción de identidades son las que han hecho que el capital globalizante (en palabras del autor) se haga fuerte y haya perdurado por varias décadas; el hecho de consumir diferentes productos dentro de nuestra vida cotidiana como refrescos, laptops, teléfonos celulares de última generación, han fortalecido este gran monstruo llamada capitalismo global.

Finalmente, la etnofagia es lo que a partir de lo globalizante junto con el imperio se ha llamado el multiculturalismo. Muchas veces hemos visto que, en comerciales de diferentes empresas, ya sea agencias de viajes, productos comestibles, o electrónicos se habla de la tolerancia y del respeto hacia los demás, y vemos dentro de un mismo espacio a una persona negra, una blanca y un indígena conviviendo, lo que representa desde las posturas de las corporaciones la igualdad entre razas y etnias. Como ya Díaz Polanco retomando a Zigmunt Bauman ha mencionado esto no es sino el reconocimiento del otro, pero viéndolo como el otro, como la alteridad de nosotros y no haciéndolo desde ese reconocimiento y respeto como en los spots de las corporaciones pareciera (Bauman, 2005). Todo esto representa la etnofagia, que va engullendo sin dejar rastros nuestras sociedades indígenas y con ayuda de los nuevos parámetros de belleza y de vida se van desvaneciendo sin tomar en cuenta a estos sectores que también forman parte de muchos países (como el caso de Latinoamérica).

Hemos visto como este autor dominicano ha planteado estos ejes por demás interesantes, pero habría sido interesante saber cómo se han visto esos nuevos procesos de identificación e individualización contrastado con otros autores como Michel Maffesoli que nos habla del nuevo reencantamiento del mundo y dentro del que existe un regreso al arcaísmo posmoderno y se generan lazos fuertes que producen nuevos sentimientos de pertenencia hacia diferentes grupos, ya que más allá de esta individualización estas nuevas identificaciones han permitido que se reformulen las nuevas prácticas que hacen que esta religancia (desde Gilbert Durand) o estos lazos sociales perduren.

En el siguiente capítulo, se hace mención hacia el papel que ha desarrollado la antropología social, y los aportes que esta ha generado dentro de los análisis de las ciencias sociales. La antropología desde su génesis, plantea hacer estudios sobre las comunidades primitivas, en las que se pretendía dar cuenta de cómo actúan estas a partir de un conjunto valores y costumbres (cultura) que han perdurado al paso de los años. El siglo de las luces y la disputa que se tenía con el relativismo histórico (XVIII) serán clave para el prácticamente renacer de la antropología, y darle un matiz crítico a partir de ejes analíticos más consistentes. Con estos nuevos elementos se optará por el uso de la antropología social. Como anteriormente lo hacía la antropología física, la antropología social seguía haciendo sus estudios sobre las comunidades primitivas y con una gran relevancia hacia la cultura. Díaz Polanco hace una crítica sobre el arquetipo que se ha hecho del antropólogo, no solo en las ciencias sino en la televisión o el cine, donde se ha creado un cliché en el que pareciera que este individuo, (el antropólogo) desde una percepción un tanto romántica, es un héroe o salvador. Como ejemplo el autor hacer mención de Indiana Jones, (que dicho sea de paso en las películas tiene formación de antropólogo) a partir de una serie de aventuras y peripecias, haciendo uso de sus conocimientos de las antiguas comunidades logra salvaguardar la integridad de la civilización humana. En las películas de este personaje nos podemos dar cuenta sobre las nociones etnocéntricas que en muchos casos es difícil desprenderse, ya que el antropólogo se ve como el conquistador (implícitamente) que va ayudar a los “otros”. Una de las herramientas que ha ocupado la antropología es la observación participante, desde la visión de varios antropólogos más que una herramienta es una estrategia de análisis hacia grupos que se pretenden estudiar, con la observación participante el científico puede hacerse parte del propio grupo e incluso abstraerse, cuando se puede, a tener cierta carga afectiva hacia el grupo a estudiar. Junto con esto la etnografía (que establece un conjunto de métodos) también pasará a tener un papel importante dentro de la sociología y la antropología. El uso de la etnografía nos permitirá estudiar ciertos sectores o grupos de la sociedad, con esto se pretende no alterar la naturaleza del objeto de estudio, es decir que a partir de ciertos datos (como los estadísticos) se pueda manipular esta naturaleza de los grupos. Estos elementos los empezó a utilizar la escuela de Chicago. Con ayuda de la etnografía los científicos sociales se darían cuenta de lo que no es percibido por los métodos cuantitativos.

En los últimos capítulos, Díaz Polanco muestra cierta inquietud por la poca consistencia que en los últimos años han tenido las izquierdas en la sociedad latinoamericana, esto relacionado directamente con las comunidades indígenas, que históricamente, a pesar de tener una gran riqueza cultural, paradójicamente han vivido bajo el yugo centralista de sus gobiernos; los cuales, más allá de ejercer acciones prácticas para el reconocimiento y la revalorización  hacia las comunidades indígenas, solo se quedan en los meros discursos sin llevar a cabo alguna práctica que tenga beneficios sustantivos. En México tenemos claros ejemplos de como a lo largo de los años se ha buscado reconocimiento a las comunidades indígenas principalmente en la zona sur del país como Chiapas o Oaxaca que han estado en constante lucha por sus derechos y mayores oportunidades de empleo y de trabajar dentro del sector del campo, principalmente en la siembra y cosecha de sus productos o bien en las artesanías elaboradas por las mujeres indígenas.

Referencias

Bauman, Zigmunt (2005) Vidas desperdiciadas, la modernidad y sus parias, Barcelona: Paidós.

Díaz, Hector (2006) El laberinto de la identidad. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Lipovetsky Gilles (1990) La era del vacío. Barcelona: Anagrama.

Maffesoli Michel (2004) El tiempo de las tribus, el ocaso del individualismo en las sociedades posmodernas. México: Siglo XXI.

 

 

[1]Díaz Polanco en los capítulos posteriores hace más un recorrido socio-histórico sobre la antropología y la política en Latinoamérica.


[a] Estudiante de la Maestría en Ciencia Sociales, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Correo-e: ivan_chiv@hotmail.com