Las brechas del discurso: del sexismo de nota roja a la violencia de género. Análisis de discurso con perspectiva de género de tres casos de nota roja en los diarios: El Metro y El Universal

Resumen

El trabajo tiene como objetivo visibilizar a través del análisis de discurso con perspectiva de género el tratamiento diferenciado que se da en el discurso de nota roja a hombres y mujeres y cómo éste se puede considerar como violencia de género de acuerdo a los postulados que aquí se sostienen. Se presentan en este reporte las preguntas de investigación, objetivos, hipótesis y marco teórico, el cual parte del discurso como elemento fundamental en la conformación de la identidad de género, así como de la tipología de violencia que ofrece la Ley General de Acceso para las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la propuesta de el término violencia simbólica que acuñó Pierre Bourdieu.

Retomando las categorías de análisis de Oswald Ducrot y Daniel Prieto Castillo se realiza el análisis de tres casos de nota roja: Caso “Mataviejitas”, Caso “Cumbres” y Caso “El Sádico”, incorporando al modelo, los cuatro elementos del género que la teórica norteamericana Joan Scott propone para el análisis de la identidad genérica.

 

Palabras clave: Análisis del discurso, sexismo, violencia de género, periodismo

Abstract

The objective of this paper is to make visible, through discourse analysis with gender perspective, the differential treatment which is given in the speech of red-top journalism to men and women and how this can be considered as gender-based violence in accordance with the principles here argued. The research questions, objectives, assumptions and theoretical framework are presented in this report, which part from the discourse as a fundamental element in the formation of gender identity, as well as the typology of violence that the General Law of access for women to a Life Free of Violence provides and the proposal for the symbolic violence term that Pierre Bourdieu coined.

Reiterating the categories of analysis by Oswald Ducrot and Daniel Prieto Castle, an analysis of three red-tops is performed: "Mataviejitas" case, "Cumbres" case, and the case of "El Sádico", incorporating to the model the four elements of the genre that American theorist Joan Scott proposes for the analysis of generic identity.

 

Key words: Discouse analysis, sexism, gender-based violence, journalism

Introducción

El poder de la palabra es innegable y en los casos de violencia… las descripciones, la forma en que se da cuenta de un hecho de esta naturaleza, las entrevistas, las fotografías y cómo lo sienta, lo entienda y lo escriba un periodista o una periodista, puede ser la diferencia entre una forma más de agresión – por medio de la palabra y/o la imagen- o de ayudar a una sociedad a entender la gravedad de una situación (Aguilar, 2004:22).

La violencia en el discurso periodístico abarca imágenes y formas de expresarse, pues muchas veces está disfrazada de fantasía; pero hay un espacio donde la violencia es violencia en el amplio sentido de la palabra: la nota roja, se le contempla día a día, en los puestos de periódicos, un espacio donde se sabe que harán referencia a crímenes, accidentes y suicidios. El lector se deja embriagar por la violencia de la acción sin reparar en el discurso con el que se nos cuenta la “historia de terror”.

El periodista “olvida” por un momento a la hora de redactar la nota roja que lo que escribe no es un cuento y sin querer encasilla a sus personajes en los moldes que la cultura patriarcal le ha introyectado. Sea quien sea el responsable de este tipo de discurso es necesario concientizar sobre la importancia del lenguaje como constructor del ser humano, especialmente en los medios pues es, a través de ellos donde se puede influir en la gente, ir modificando estereotipos culturales que contribuyen a perpetuar inequidades de género.

Preguntas de investigación

Generales
¿Existen manifestaciones de violencia de género en el discurso periodístico de nota roja de los periódicos: El Metro y el Universal?

 

Particulares

Objetivos de investigación

General
Analizar las manifestaciones de violencia de género en el discurso periodístico de nota roja de los periódicos: El Metro y El Universal.

 

Particulares

Hipótesis o supuesto

El discurso periodístico de nota roja es una manifestación de violencia de género porque contribuye a mantener y legitimar estereotipos genéricos al construir a sus personajes asignándoles determinadas características y juicios de valor dependiendo el sexo de éstos, derivando en lo que Bourdieu denomina violencia simbólica.

Resumen de metodología

Para el análisis que se presenta en este trabajo se recurrió a dos teóricos del análisis del discurso: Oswald Ducrot y Daniel Prieto Castillo, del primero se retomó la autoridad polifónica y del segundo los modos de predicación. La unidad base de análisis fue el párrafo y posteriormente la nota. Aunadas a las categorías mencionadas se agregan al modelo de análisis los cuatro elementos del Género que propuso Joan Scott así como algunos aspectos de los cautiverios de las mujeres que analiza Marcela Lagarde y estereotipos masculinos trabajados en su tesis de maestría por Adiel Martínez. Se dio seguimiento durante tres meses a tres casos de nota roja en dos diarios de tiraje nacional: El Metro y El Universal.

La metodología planteada permitió realizar un análisis a profundidad y con perspectiva de género de los casos trabajados sin embargo, la selección del tiempo de seguimiento y de la unidad base de análisis así como el número de notas producto de esta revisión implicó un reto temporal. Los casos en los que se trabajó fueron el de Juana Barraza, Osiel Marroquín y Cumbres.

 

Caso “Mataviejitas”

Juana Barraza es detenida en enero de 2006, su captura viene a resolver más de 40 homicidios de ancianas que desde 2003 asolaron a la Cd. de México. Este personaje es mejor conocido por el mote que le colocaron los medios masivos “La Mataviejitas”.

Caso Cumbres

La noche del 2 de marzo de 2006, Diego Santoy Riveroll, un joven regiomontano irrumpe en la casa de su ex novia Erika Peña Coss, la hiere a ella y asesina sus dos hermanos menores, luego huye y es detenido el 7 del mismo mes. Se inicia la investigación y se mantiene a Diego bajo arraigo.

Caso “El Sádico”

Tras realizar 6 secuestros, 4 de los cuales terminaron en asesinato, el 23 de enero de 2006 es detenido Raúl Ossiel Marroquín, presunto asesino serial apodado “El sádico”, sus víctimas eran hombres jóvenes homosexuales.

Marco teórico

Este apartado contiene los elementos teóricos básicos para comprender la propuesta de este trabajo de investigación: plantea las dos líneas teóricas elementales para el estudio del objeto propuesto: como primer punto, se explica la importancia del discurso como eje constitutivo de la identidad humana y de la cultura y en segundo lugar, cómo estos discursos son atravesados por la categoría género derivando en muchos casos en violencia simbólica de género y otras variantes. Estos dos elementos culturales se conjugan y expanden a través de los medios, es por ello que en este capítulo se trata de explicar cómo los medios son atravesados por modelos genéricos.

Judith Butler (2004) dice que ningún individuo existe hasta que es nombrado, pues bien, a esto se debe agregar que no sólo ningún individuo, sino ninguna cosa, ningún ser puede existir si no se le puede nombrar de alguna manera, dotar de un nombre a algún objeto o ser, es hacerlo visible para la cultura: presentificarlo (Maorenzic, 2006), es decir, puede hacerse presente un significado sin que la cosa, objeto u persona se encuentre presente de manera física. La creación y el uso de un lenguaje con códigos comunes para la sociedad facilita la comunicación y cohesión social, para lograr lo anterior, es necesaria la creación de ciertos patrones o modelos de significado que construye cada cultura en específico.

Tanto los modelos como los patrones son pautas de pensamiento, estructuras lingüísticas que demarcan el comportamiento y modos de concebir a lo otro, las cuales, indican cómo deben comportarse los seres humanos no sólo como individuos sino dentro de una colectividad, estas guías son algo abstracto que se finca a partir del objeto físico y que traspasa lo material para convertirse en significado como lo menciona Michel Foucault (1976, 13), pasaron del cuerpo sometido a suplicio al cuerpo sometido a prisión y privado de la libertad como derecho, de lo físico a lo ideológico, ya no se toca el cuerpo, pero es en el cuerpo en el que se finca “la justicia” pues es éste el que funge como medio para someter a la idea de libertad, que se convierte en un discurso factible de ser leído y analizado.

El estudio de estos discursos que vienen a confluir en la construcción de la identidad se realiza a partir de metodologías diversas, los intereses son distintos y van desde los turnos de palabra, los tropos, lo dicho y no dicho, etc., cada uno de estos estudios se insertan invariablemente en un contexto, en una sociedad determinada y por lo tanto atravesada por los discursos, sociales, políticos, culturales, morales y genéricos[1] de la época y desde éstos y en éstos, se realizan los análisis.

Estosdiscursos son a los que se refiere Michelle Z. Rosaldo (Lamas, 2002: 29) cuando habla de “esas características” que a traviesan tiempo y culturas, el límite son las construcciones de género, que rompen tiempo y espacio, para correr de boca en boca, de generación en generación.

Los límites, las prisiones del cuerpo que construyen estos discursos no podrían permanecer si no es a través de la comunicación, es decir, se van formando a través de los discursos que atraviesan a los seres humanos desde su nacimiento. El lenguaje es entonces no sólo vehículo sino constructor, al discurso vuelve al género en una relación de feed back en donde el género se alimenta del discurso de la cultura y donde la cultura se alimenta de las estructuras del género.

El género se refiere a “la construcción simbólica que alude al conjunto de atributos socioculturales asignados a las personas a partir del sexo y que convierten a la diferencia sexual en desigualdad social (Aguirre y Cruz, 2009) partiendo de esta construcción simbólica al ser humano se le asignan roles productivos que pertenecen al ámbito público de la política y toma de decisión, mientras que las mujeres se encargan de actividades reproductivas, que derivan en el trabajo no remunerado y menor reconocimiento.

Gayle Rubín (1975: 96) es la primera en denominar a esas relaciones específicas de opresión de las mujeres “sistema sexo/género”, el cual “es el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas” (Ibídem).

Mediante este concepto Rubín trata de explicar el proceso de sometimiento de las mujeres con respecto a los hombres y el ejercicio desigual de poder que ejercen éstos sobre aquellas. Así retomando a Freud, Levi – Strauss y a Marx, Rubín realiza un análisis, un acercamiento teórico partiendo de la opresión de clase marxista para entender la funcionalidad y explotación de las mujeres como ente reproductor, no sólo de la especie sino de todo el sistema social que se finca en lo cotidiano.

Es posible leer connotaciones de género en casi todas las actividades y construcciones socioculturales, sin embargo, para su estudio Joan Scott distingue cuatro elementos (Lamas, op. cit: 90).

1. Los símbolos y los mitos culturalmente disponibles que evocan representaciones múltiples.

2. Los conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los significados de los símbolos. Estos conceptos se expresan en doctrinas, religiosas, educativas, científicas, legales y políticas, que afirman categórica y unívocamente, los significados de varón y mujer, masculino y femenino.

3. Las instituciones y organizaciones sociales de las relaciones de género: el sistema de parentesco, la familia, el mercado de trabajo segregado por sexos, las instituciones educativas, la política.

4. La identidad. Destacan los análisis individuales – las biografías – pero también hay posibilidad de tratamientos colectivos que estudien la construcción de la identidad genérica en grupos.

Como se observa en los elementos que propone Scott, el género se transmite, se enseña, se construye, y en esta “edificación genérica” intervienen todas las instituciones sociales que constituyen el sistema cultural humano, entre ellas, el lenguaje.

Uno de los espacios donde se mantienen y perpetúan tanto el patriarcado como el sexismo a través de las construcciones genéricas es el lenguaje, la constitución del ser humano como tal se da a través de la palabra, ya lo decía Judith Butler ningún individuo deviene en sujeto sin ser constituido discursivamente, y en esta construcción, pervive y se mantiene como eje básico el género, si bien, el ser humano aprende imitando, sobre todo se forma concibiéndose a sí mismo y a los otros a través del lenguaje (Téllez, 2001:42).

Lagarde, partiendo de éstas y otras reflexiones, realizó un extenso estudio sobre los diversos espacios en los que se mueven las mujeres y cómo son construidos éstos por ellas y por los otros. Las formas de ser mujer en esta sociedad son denominadas por Lagarde como cautiverios, Lagarde define este concepto como: una situación de opresión que sostiene y sustenta la subordinación, la discriminación, la violencia, la explotación sexual, la dependencia, en fin, son múltiples las formas de opresión de las mujeres (Lagarde, 2003).

Madresposa: es un cautiverio construido en torno a dos definiciones esenciales, positivas, de las mujeres: su sexualidad procreadora, y su relación de dependencia vital de los otros por medio de la maternidad, la filialidad y la conyugalidad.

Putas: concretan el Eros y el deseo femenino negado. Ellas se especializan social y culturalmente en la sexualidad prohibida, negada, tabuada: en el erotismo para el placer de otros.

Monjas: son el grupo de mujeres que encarna simultáneamente la negación sagrada de la madresposa y de la puta. Las monjas son mujeres que no procrean ni se vinculan a los otros a partir del servicio erótico.

Presas: concretan la prisión genérica de todas, tanto material como subjetivamente: La casa es presidio, encierro, privación de libertad para las mujeres en su propio espacio vital.

Locas: actúan la locura genérica de todas las mujeres, cuyo paradigma es la racionalidad masculina. Pero la locura es también un modo de los espacios culturales que devienen del cumplimiento y de la trasgresión de la feminidad.

Las categorías desarrolladas por esta teórica mexicana, si bien forman del instrumento de análisis que propone este trabajo, no son el eje principal, pues se combinan con las propuestas teóricas de Oswald Ducrot, Daniel Prieto Castillo, Joan Scott y parte de las categorías que utiliza Adiel Martínez ( 2006: 36) en su tesis de maestría, además de trabajarse a la par con los tipos de violencia que establece la ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, por considerar que de esta manera se crea una amalgama entre el análisis del discurso y de género. Se incluye parte del instrumento de Adiel Martínez puesto que no se puede hablar de cautiverios de los hombres por las razones que a continuación se explican.

Aunque los varones de una sociedad se ven afectados y construidos de manera violenta desde la infancia, no se puede aplicar la categoría “cautiverio” para explicar esos modos de ser “hombre”, porque como se mencionaba arriba, el cautiverio implica la pérdida de libertad, de derechos y de participación pública y política, cosa que no ocurre en el mundo masculino, si bien, portan “armaduras” que los limitan, para ellos es el espacio público, la política, la fuerza y la toma de decisiones, son ellos los que detentan el poder, desde sus prisiones genéricas, gozan de la libertad que a las mujeres se les ha negado en todos los ámbitos.

Por ello, aunque se puede hablar de violencia de género contra los hombres, la implicación, las formas y el alcance de ésta no tiene comparación con lo que viven las mujeres. Sin embargo, aunque no viven “cautiverios” como los establecidos por Lagarde sí se pueden referir a estereotipos, mitos y símbolos que demarcan los modelos “correctos” e “incorrectos” de ejercer su masculinidad.

A la fecha no existe un trabajo equiparable al de Marcela Lagarde en el estudio de nuevas masculinidades en México, sin embargo, Daniel Cazés y algunos académicos mexicanos han incursionado en este campo de investigación, en una primera revisión, se encontró la propuesta de Adiel Martínez que en su tesis de maestría esboza los estereotipos masculinos más recurrentes en los mensajes mediáticos:

Los estereotipos y cautiverios mencionados en párrafos anteriores han derivado en brechas de desigualdad que colocan a gran parte de la población en situaciones de vulnerabilidad creando las condiciones adecuadas para la existencia de violencia de género, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), señala que la violencia por motivos de género es aquella que involucra tanto a hombres como a mujeres, pero se dirige y afecta específicamente a la mujer (Pérez, 2007). Es decir, existen casos y registros de violencia de género contra los varones aunque ésta no se da en los niveles y en las formas en las que la viven las mujeres. Debido a que dicho término tiene su antecedente en la Declaración de la ONU sobre Eliminación de la Violencia contra las Mujeres -aprobada el 20 de diciembre de 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas- la normativa internacional generalmente utiliza el término “violencia de género o violencia contra las mujeres”, como víctimas más habituales de las agresiones (S/A, 2007).

México tiene varios indicadores importantes de violencia contra las mujeres que han merecido el llamamiento de organismos como la CEDAW[2], ante lo alarmante de la situación en 2007 se aprobó la ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, cuya clasificación y tipología se expone a continuación (Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia:

 

I. La violencia psicológica. Es cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, que puede consistir en: negligencia, abandono, descuido reiterado, celotipia, insultos, humillaciones, devaluación, marginación, indiferencia, infidelidad, comparaciones destructivas, rechazo, restricción a la autodeterminación y amenazas, las cuales conllevan a la víctima a la depresión, al aislamiento, a la devaluación de su autoestima e incluso al suicidio;

II. La violencia física. Es cualquier acto que inflige daño no accidental, usando la fuerza física o algún tipo de arma u objeto que pueda provocar o no lesiones ya sean internas, externas, o ambas;

III. La violencia patrimonial. Es cualquier acto u omisión que afecta la supervivencia de la víctima.

IV. Violencia económica. Es toda acción u omisión del agresor que afecta la supervivencia económica de la víctima.

V. La violencia sexual. Es cualquier acto que degrada o daña el cuerpo y/o la sexualidad de la víctima y que por tanto atenta contra su libertad, dignidad e integridad física.

VI. Cualesquiera otras formas análogas que lesionen o sean susceptibles de dañar la dignidad, integridad o libertad de las mujeres.

 

Dentro de la clasificación anterior falta incluir el término acuñado hace algunos años por el sociólogo Pierre Bourdieu (2000): La dominación masculina, que hace de la mujer un objeto simbólico, cuyo ser es un ser-percibido, tiene el efecto de colocar a las mujeres en un estado permanente de inseguridad corporal o, mejor dicho, de alienación simbólica.

Su característica principal: es invisible, y por eso se ejerce de diversas formas. Bourdieu señala que algunas de las formas en que se manifiesta son: “a través de caminos puramente simbólicos de la comunicación, y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento (Rivera, 2006)”.

Discursos interpersonales, discursos masivos, discursos mediáticos que en ocasiones han contribuido a visibilizar esta temática, sin embargo, el modo y el lenguaje en lugar de contribuir a la denuncia y a la mejora de la condición de las mujeres y su posición de género contribuyen a mantener y perpetuar estereotipos de género y a vulnerar a los personajes de sus notas con una visión y lenguaje sexistas.

Parte experimental – metodología

El análisis de este trabajo se realizó a partir de la autoridad polifónica de Oswald Ducrot y los modos de predicación de Daniel Prieto Castillo. Para Ducrot, el locutor es aquel en cuyo enunciado se remite a otra fuente, es decir se presenta el discurso como obra de alguien más, el ser al que remite el locutor es el enunciador, es decir, el dueño del discurso que transmite el locutor (Ducrot, 1986).

A pesar de que es el periodista/locutor quien construye la nota, en ocasiones, se remite en todo momento a otras voces, es decir, a los enunciadores, lo cual es lo ideal en el periodismo y sobre todo en la nota informativa ya que es deseable que la información esté bien sustentada y que el periodista se abstenga lo más posible de incluir juicios personales. Sin embargo, con la premura del trabajo, la fugacidad de la información y la lucha por la primicia mediática, se dificulta el trabajo y la búsqueda de fuentes, por lo que muchas veces el locutor se convierte en enunciador.

Con esta idea Ducrot se centra en la pregunta quién es en verdad el emisor del discurso, es quién escribe o las fuentes que cita. Para este trabajo es importante determinar quién es el dueño del discurso pues si las notas se sustentan, en su mayoría, en las voces de otros, el discurso periodístico no es el espacio que reproduce la violencia sino las voces que se citan, sin embargo, si el enunciador es el periodista entonces es su discurso el que vulnera a las y los participantes del hecho noticioso, y ya que el objetivo de este trabajo es demostrar la existencia de estereotipos genéricos y la pervivencia de un lenguaje sexista que deriva en violencia simbólica.

Por otro lado, Prieto Castillo (1994: 168) retoma el predicado como eje constructor de discurso y disgrega el predicado en cualificación (calidad) y acción (verbos), para Prieto Castillo los modos de predicación se refieren a aquello que se dice sobre determinado sujeto u objeto, el cual es construido por el discurso y lo hace ser mucho más de lo que el sujeto es fuera del discurso, la predicación puede ser fidedigna al sujeto o distorsionada todo depende de lo que busque el locutor u enunciador del discurso. También se retoma la predicación manifiesta o latente en la que se hace referencia al subtexto de la nota, es decir a aquello que es dicho entre líneas.

Tomando a estos dos autores como ejes del análisis, la primera parte del instrumento quedó de la siguiente manera, hay que mencionar que la unidad base de análisis será el párrafo de primera instancia y posteriormente, cuando se aplicó la segunda parte del instrumento que líneas más adelante se desarrolló, la unidad fue la nota. Cabe mencionar que si bien, las aportaciones teóricas de ambos autores son muy valiosas y por sí mismas arrojarían resultados sumamente interesantes, las categorías que se utilizan serán trabajadas desde una perspectiva de género.

 

INSTRUMENTO ANÁLISIS (PRIMERA PARTE)
FICHA TÉCNICA
PERIÓDICO:
FECHA:
PERIODISTA
CASO:

 

FECHA AUTORIDAD POLIFÓNICA MODOS DE PREDICACIÓN  
TITULO DE LA NOTA LOC ENUN Verbo (ACCIÓN) Verbo (CALIDAD) PREDICACIÓN LATENTE.

 

Ahora bien si del discurso se recuperan las propuestas de Ducrot y Prieto Castillo, del género se rescatan las propuestas de Marcela Lagarde, Joan Scott y Adiel Martínez y la clasificación de violencia de género expuesta en la ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, autores y texto cuya propuesta se presentó en líneas anteriores:

 

INSTRUMENTO (SEGUNDA PARTE)

 

FECHA: SUJETO SOBRE EL QUE SE HABLA IDEAS NÚCLEOS SÍMBOLOS Y MITOS IDENTIDAD

 

Los símbolos y los mitos
Los conceptos normativos
  • Religión
  • Educación
  • Ciencia
  • Legalidad
  • Política
Las instituciones y organizaciones sociales
  • El sistema de parentesco
  • La familia
  • El mercado de trabajo
Los símbolos y los mitos Las biografías
LA VIOLENCIA DE GÉNERO

 

Como se aprecia en la figura anterior de Scott, se retoman dos de los cuatro elementos del género que propone esta autora: símbolos y mitos y la identidad. Se considera que las instituciones sociales y los conceptos normativos pueden resultar de la primera parte del instrumento de análisis. Ahora bien, para determinar cuáles son los símbolos y mitos más recurrentes se hará uso de los cautiverios de las mujeres propuestos por Lagarde y los estereotipos televisivos de Martínez. La categoría de identidad viene determinada por la predicación latente de Prieto Castillo pues es una lectura entre líneas del discurso oficial. En cuanto a la idea núcleo también se retoma de este autor y se entiende como: …el tema o los temas de un discurso y lo que de él o de ellos se dice fundamentalmente (Ibídem: 167).

La tipología de violencia de género complementa el instrumento, pues una vez analizado, el discurso y el género queda observar como esas dos categorías remiten a la violencia simbólica.

Resultados y discusión

La o el sujeto se constituyen a partir de diversos discursos que les atraviesan a lo largo de su vida y que tienen que ver con los roles y actividades que se desempeñan desde que se nace, esto no depende de las capacidades o habilidades que el recién nacido posee o pueda desarrollar mientras crece, sino de patrones culturales que regulan las relaciones entre hombres y mujeres y los juegos de poder entre ambos, en donde la parte femenina queda bajo el yugo del varón.

Algunos de estos modelos promueven y perpetúan la inequidad de género y aún hoy, mantienen a muchas mujeres cautivas como dice Marcela Lagarde, sometidas al espacio privado y a la producción y reproducción del orden familiar, negándoseles su participación como ente político, público y social activo. Mientras que a los varones se les asignan características de fuerza e inteligencia bajo las cuales sustentan el predominio de los mismos sobre las mujeres, sus hijas e hijos.

Los discursos que atraviesan al ser humano recorren todos los espacios de la cultura y por supuesto, es imposible que los medios queden exentos, por el contrario, son espejos exitosos que repiten, en la mayoría de los casos, los patrones culturales establecidos, e incluso, los exacerban, tal es el caso de lo homosexual o lo gay que es representado con burla o con desprecio.

Este trabajo empezó con la finalidad de exponer el tratamiento diferenciado que se hace en la construcción discursiva entre hombres y mujeres, siendo el género un elemento determinante para la reconstrucción de un hecho noticioso, sin embargo, se extendió hacia otros sectores de la población que también son discriminados por los patrones de género existentes y cuya construcción en el discurso deriva en violencia simbólica de género y en la invisibilización de otros tipos de violencia como la sexual, la económica o la psicológica.

La elección de la nota roja como objeto de estudio no fue arbitraria, entre todos los géneros y subgéneros, éste es por excelencia el más criticado, y sin embargo también uno de los más exitosos entre los lectores, por lo tanto, lo que el o la periodista escriba en sus notas llega a un público más extenso.

La nota roja en México se ha convertido, como dice Monsiváis, en los cuentos de aparecidos, los cuentos terribles que se cuentan en tertulias familiares y que queriéndolo o no, contienen la mismas moralejas que antaño transmitían “los cuentos de viejas”. El éxito de este tipo de periodismo radica quizás, en la repetición de estereotipos y patrones culturales fuertemente arraigados en el imaginario social del pueblo mexicano. La concordancia del discurso periodístico con lo aprendido, con los patrones de comportamiento considerados “adecuados” para mujeres y hombres, es decir con modelos genéricos establecidos por la cultura patriarcal, permite que las y los periodistas perpetúen con un discurso sexista la discriminación, la homofobia y la misoginia.

El sexismo significa discriminar por pertenecer a uno u otro sexo, en el lenguaje no se considera como violencia porque no causa un daño físico visible, sin embargo, la propuesta de esta investigación es precisamente fundamentar la teoría de que el lenguaje como constructor de identidades individuales y colectivas en el momento que adjetiva y que construye a otros basándose en estereotipos e invisibilizando a grupos que considera “desviados” se convierte en violencia simbólica que en muchas ocasiones oculta o naturaliza otras formas de violencia de género, porque se expresa a través de canales puramente simbólicos de la comunicación reconociendo y desconociendo según lo marquen los estereotipos genéricos, que la forma en que se habla sobre algo o alguien le coloca etiquetas que al final afectan de manera directa a la persona involucrada, pues influyen en el trato que éste o ésta recibe de la colectividad.

Incluso este trabajo intenta ir más allá pues la repetición de estereotipos genéricos es sólo la punta de iceberg, la invisibilización, el pánico, la falta de contexto que presentan algunas de las notas presentadas, deforma la imagen de los personajes que participan en los casos analizados, con un discurso sexista que favorece la violencia.

Se eligió trabajar con la figura de los presuntos culpables, porque en ese ámbito se presupone que mujeres y hombres son iguales ante la ley y se les juzga sin importar el sexo, la raza o el credo y que los medios ofrecen un tratamiento idéntico sin importar el sexo del delincuente. Sin embargo, se constata que la reconstrucción que ofrecen éstos, en este caso los dos periódicos analizados, en tres casos distintos, se ve diferenciada por el sexo, la educación y la clase social de los protagonistas.

El desglose de las notas párrafo por párrafo permitió visibilizar el sexismo derivado en violencia de simbólica de género, la naturalización de otras formas de violencia radicales como el asesinato de ancianas y homosexuales, asesinatos cuyo motor fue el odio, la extorsión, el robo, el abandono en que viven cientos de ancianos fueron algunas de las problemáticas que empiezan a esbozarse en este trabajo.

El caso de Juana Barraza, es quizás el más sustancioso, pues la cobertura que se hizo de éste fue más larga y constante, además de presentar una característica sumamente interesante: durante la mayor parte de la investigación, la policía, el MP, y la procuraduría buscaron a un hombre como culpable de los homicidios de ancianas que asolaron al Distrito Federal por alrededor de tres años, el tratamiento que dan las autoridades y los diarios al supuesto homicida sufre un cambio importante cuando se descubre que la supuesta responsable de los asesinatos es una mujer, y de ser un personaje casi mítico, brillante y enfermo, equiparable a los más “grandes” asesinos seriales del mundo, pasa a ser sólo una mujer rara, enfurecida con la vida, mala católica y analfabeta, se naturaliza la violencia de género sexual, económica y psicológica que este personaje vivió desde la niñez y se pasa por alto el círculo de la violencia que le vincula con sus víctimas.

Ciertamente el personaje principal es Juana Barraza, sin embargo, durante el análisis de este caso salieron a la luz diversas problemáticas que visibilizaron para esta investigación a otras figuras importantes que el discurso periodístico trata como secundarias:

Las víctimas, en este caso las ancianas, resultan ser lo menos importante, se les expone como mártires de un “loco”, más “buenas que el pan” estas mujeres vivían aisladas, olvidadas por sus familiares y vecinos, por una sociedad que una vez que ha obtenido de ellas el “cumplimiento” de sus roles de madres, esposas y trabajadoras, las considera inservibles, desechables. La idea manejada por las autoridades, los medios, la sociedad entera es la de un asesino que por traumas individuales descarga su frustración en un grupo vulnerable: mujeres adultas mayores; sin embargo, la pregunta adecuada no va dirigida a los motivos del criminal sino a la sociedad, pues si estas mujeres son vulnerables es porque se les ha orillado a esta situación; la vejez en México es símbolo de decadencia, pocos son los que contemplan a sus ancianos como familiares queridos, las y los ancianos son tratados como “cargas” que hay que llevar, en el caso de las víctimas del “mataviejitas”, esas mujeres se encontraban abandonadas, olvidadas para mayor comodidad de sus familias.

Los homosexuales, el caso del “mataviejitas” proveyó a las autoridades y a los ciudadanos de la justificación perfecta para “destapar” la homofobia latente en la sociedad defeña. La hipótesis de que el asesino de ancianas era un homosexual o un travesti se mantuvo hasta la captura de Juana Barraza. Las autoridades se negaban a considerar la idea de que el asesino era una mujer, como el estereotipo genérico femenino no corresponde a una imagen de violencia o agresión, era preferible culpar a los homosexuales, éstos, considerados fuera del orden patriarcal, pueden serlo todo, incluso asesinos. La policía, aprovechó para hacer redadas entre los trabajadores sexuales homosexuales, se les golpeó, humilló, apresó, persiguió, fichó y cazó, sin motivo. Las y los vecinos de homosexuales espiaban a sus vecinos, y bajo cualquier justificación llamaban denunciándolos como el asesino de ancianas.

Y mientras el “mataviejitas” iba del máximo exponente de inteligencia criminal a una mujer ignorante y confundida a la que se le inculpó de más de treinta asesinatos. “El Sádico”, asesino serial de homosexuales, pasaba desapercibido, los medios le daban tan poca cobertura que eclipsado por el constante bombardeo de noticias en torno a Juana Barraza, el caso del asesino de la zona Rosa, se perdía y un Ossiel u Ociel (porque en el diario no se pusieron de acuerdo) cínico aceptaba ante los medios sus crímenes y con lujo de detalles aplaudía sus acciones asegurando que le “hizo un favor a la sociedad”: la sociedad, los medios, las autoridades, etc. al invisibilizar a las víctimas, al darle voz al asesino, al dejar que se construyera con su discurso, lo legitimaban, transluciendo en el silencio la homofobia que trata de disfrazarse.

Así, mientras el juicio legal y social se ensañaba con Juana Barraza y aplaudía con discreción las acciones de Ossiel Marroquín, el “joven universitario”, supuesto asesino de los hermanos de su novia, Erika Peña Coss, era reconocido y convertido en símbolo de éxito, tratado por medios y autoridades como estrella de cine o de televisión, se exaltaba su educación, el poderío de su familia y sobre todo, su belleza física, sus acciones se justifican con titulares donde se dice que cometió el crimen en un “arranque de celos”, más tarde, cuando se ven involucradas Erika Peña Coss y su madre, el juez decide convertir el juicio en privado, cuando este caso debió ser privado desde el principio.

Es notorio que la educación es un bien sobrevalorado, en los tres casos se resalta esta característica de los personajes, lo mismo la clase social y el nivel económico, influyeron en el seguimiento y tratamiento que se les dio a los casos.

Conclusiones y recomendaciones:

El periodista Marco Lara Klahr hace un excelente trabajo con los tres tomos de “violencia y medios” en donde estudia y lleva a la discusión con algunas y algunos colegas el tratamiento de la nota roja, y posteriormente, la propuesta de este mismo periodista con Francesc Barata en el libro “nota roja” hace un análisis y propuesta interesante. En este libro se reconoce que en muchas ocasiones el tratamiento que se le da a las personas que protagonizan la nota roja viola los derechos humanos y ciudadanos de las y los mismos, se violenta con la imagen con el discurso descriptivo y narrativo, se exacerba la violencia y se promueve el morbo, se disecciona tanto a víctimas como a “criminales” aún antes de tener la certeza o la seguridad de lo ocurrido.

Este trabajo no pretende reivindicar o inculpar a nadie, sólo trata de exponer, de visibilizar los “fantasmas” que aún deambulan por los medios, se busca explicar la importancia del discurso como constructor de identidades y por lo tanto, mostrar los alcances del discurso mediático como transmisor y sustento de estereotipos de género que degradan y limitan a muchos seres humanos. Entender que la violencia no es sólo un golpe o una palabra soez y contemplar todas las modalidades que puede adoptar desde la simbólica hasta la física ayuda a visibilizar la magnitud de la problemática que como sociedad enfrentamos, recordarnos que duele, y la violencia, la discriminación y la homofobia, son llagas de intolerancia que aún afectan las relaciones entre hombres y mujeres.

Los códigos de ética, los tratados internacionales, nacionales, convenios, análisis, el respeto, la tolerancia, la equidad, los derechos humanos y ciudadanos, son contemplados en el papel, la Constitución los considera, el artículo 16, 17, 20, el tratamiento de imágenes sangrientas, de cadáveres, el respeto a las víctimas en la imagen y en el relato, se promueve en la búsqueda de una cultura de la legalidad y el respeto; y sin embargo, no se lleva a la práctica el mismo medio que estable como pauta para trabajar en él, el seguimiento de ciertas reglas de respeto, de profesionalismo, promueve desde la línea editorial el tratamiento sensacionalista, qué decir de las portadas de El Metro, periódico derivado del “formal” Reforma, y El Universal, que es de los pocos periódicos que cuenta con un código ético, no tuvo un tratamiento distinto de estos casos al de un periódico amarillista, ¿Acaso por ser nota roja se olvidan del código de ética”, el conservadurismo, se traduce no sólo en lo que se publica sino en lo que se ignora. Marco Lara expone los desafíos que enfrentan los periodistas en cuestiones de género:

Desafíos interesantes, retos para las y los periodistas actuales que no podrán asumir si no contemplan la violencia en todas sus vertientes, si no se entiende que el poder de la palabra está más allá de los tinteros y que radica en la mente de un colectivo social que reafirma su “esclavitud” a través de la explotación mediática del morbo, de la degradación y la burla. Los códigos de ética, las leyes, los tratados son funcionales porque visibilizan problemáticas antes ignoradas pero serán realmente útiles cuando las personas a quienes van dirigidos sean capaces de entenderlos y de asumirlos, no como una obligación sino como parte de la educación y la responsabilidad social que detenta un comunicador o comunicólogo como líder de opinión.

La sensibilización de periodistas y comunicadores es la base para un cambio a favor de la equidad de género y para la erradicación de la violencia de género simbólica en el discurso periodístico, no sólo en la “nota roja” sino en todo las publicaciones.

Lo que es claro es que la importancia del discurso está en su capacidad de ser y hacer a los seres y objetos de este planeta, lo dicho y lo no dicho también transmite, este mundo poblado de discursos que lucha por una mayor igualdad y equidad, debe buscar en sus palabras, en el lenguaje, en los medios, en aquello que será pasado de generación en generación, busquemos las palabras que encuentren el respeto y la dignidad que todo ser humano merece, recordemos que ciertamente, como dice Borges: el nombre es arquetipo de la cosa, en el nombre de rosa está la rosa. Las fronteras están en las mentes, en las teorías, en los instrumentos conceptuales[3]rompamos las teorías, los instrumentos, abramos la mente y construyamos un lenguaje incluyente que no se quede en el aire y que se convierta en acción, en forma, en cambio.

Referencias bibliográficas

Bourdie, Pierre (2000) La dominación masculina. España: Anagrama.

Calsamiglia Blancafort, Helena y Tusón Valls, Amparo (2002) Las cosas del decir. España: Ariel.

Ducrot, Oswald (1986) El decir y lo dicho. Polifonía de la enunciación. Barcelona: Paidós.

Gayle, Rubín (1975) “The Traffic in Women: Notes on the 'Political Economy' of Sexen Rayna Reiter, San Francisco, ed., Toward an Anthropology of Women, New York: Monthly Review Press.

Lagarde, Marcela (1997) Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Lamas, Marta (2002) El cuerpo: diferencia sexual y género. México: Editorial Taurus.

Lamas, Martha (1998) Para entender el concepto género en Usos dificultades y posibilidades de la categoría género. México: PUEG.

Lara Klahr Marco y López Portillo Vargas, Ernesto (2006) Violencia y Medios 2. Instituto de la Seguridad y la Democracia. México: División de Estudios Jurídicos del CIDE.

Martínez Hernández, Adiel (2006) Representaciones de lo masculino en la ficción televisiva, análisis de los programas: La vida es una canción y Lo que callamos las mujeres. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Prieto Castillo, Daniel (1994) La Fiesta del lenguaje. México, Ediciones Coyoacán.

Valle, Norma, Hiriart, Bertha, Amado, Ana María (1996) El abc de un periodismo no sexista. Fempress.

Van Dijk, Teun A. (1985) “Structures of news in the press” en Teun A. Van Dijk, Berlin, ed. Discourse and Communication.

Apéndices

CASO: MATAVIEJITAS

Para el análisis de este caso se revisaron 58 notas que abarcan de diciembre de 2005 a febrero de 2006, 29 de estas notas pertenecen al periódico El Universal y 29 al periódico El Metro. El análisis de discurso se realizó párrafo por párrafo arrojando un total de 682, 305 pertenecientes a El Metro y 377 a El Universal.

 

CASO: AUTORIDAD POLIFÓNICA MÁS RECURRENTE MODOS DE PREDICACIÓN
  MATAVIEJITAS   EL O LA PERIODISTA . EL MÁS RECURRENTE Verbo ACCIÓN) Predicación latente. La historia de este personaje da un viraje drástico cuando se descubre que el asesino es una mujer, de ser una mente brillante y enferma, se convierte en una mujer “sana” que puede asumir el castigo por sus crímenes, ignorante y fanática, es el estandarte que la policía enarbola como muestra de sus éxitos.

 

CASO: SUJETO SÍMBOLOS Y MITOS IDENTIDAD
  MATAVIEJITAS JUANA BARRAZA MADRE ESPOSA, PUTA Y LOCA. Este personaje rompe con ciertos parámetros “femeninos” por ello, se le considera loca, pero no como enfermedad sino como loca genérica. Es madre y este aspecto, es lo único que provoca algunos comentarios benévolos. Finalmente se asume como mujer pobre, ignorante, en una condición y posición de vulnerabilidad.
Violencia de género Simbólica Sexual Económica

CASO: CUMBRES

Para el análisis de este caso se revisaron 28 notas que abarcan del mes de marzo a junio de 2006. 19 de las notas analizadas pertenecen a El Metro, las otras 9 a El Universal. A diferencia del caso anterior que presentó igual número de notas en el periodo revisado, en el caso Cumbres El Metro registró un seguimiento más amplio y una mejor cobertura que El Universal. Debido a que el análisis se realizó por párrafo se trabajaron en total 286, de los cuales 178 corresponden a El Metro y 108 a El Universal.

 

CASO: AUTORIDAD POLIFÓNICA MÁS RECURRENTE MODOS DE PREDICACIÓN
  CUMBRES   EL O LA PERIODISTA . EL MÁS RECURRENTE Verbo (ACCIÓN) Predicación latente. Los dos diarios presentan imágenes contradictorias de diego santoy riveroll, por un lado tratan de justificar su comportamiento, resaltan su nivel académico, su poderío económico y sobre todo su belleza física. Las víctimas desaparecen, frente a la espectacularidad del asesino.

 

CASO: SUJETO SÍMBOLOS Y MITOS IDENTIDAD
  CUMBRES DIEGO SANTOY MASCULINIDAD HEGEMÓNICA Diego y Erika se ajustan a los roles que tradicionalmente se le asignan a mujeres y hombres, a ella la construyen débil, dependiente, y al mismo tiempo, responsable de los actos de diego al provocar sus celos, su ira, etc. Él se erige como dueño del espacio público, poderoso.
Violencia de género Simbólica Física Psicológica (y probablemente sexual)

 

CASO: EL SÁDICO

Durante el seguimiento de este caso se revisaron 10 notas, de las cuales 6 pertenecen a El Universal y 4 a El Metro. El periodo revisado abarca de enero a abril de 2006. Es notorio el poco interés que despertó este caso en los medios a pesar de que Raúl Ossiel Marroquín es también un asesino serial confeso.

 

CASO: AUTORIDAD POLIFÓNICA MÁS RECURRENTE MODOS DE PREDICACIÓN
  EL SÁDICO   EL O LA PERIODISTA . EL MÁS RECURRENTE Verbo (ACCIÓN) Predicación latente. Se aplaude la homofobia, la poca cobertura que invisibiliza a los homosexuales, aprueba sin decirlo, las acciones de este personaje, al permitirle el uso de la voz se le hace dueño del espacio. Aunque el universal le da voz a Monsivaís y a Patricia Kelly, lo hace fuera de tiempo y en una sola ocasión.

 

CASO: SUJETO SÍMBOLOS Y MITOS IDENTIDAD
  EL SÁDICO OSSIEL MARROQUÍN MASCULINIDAD HEGEMÓNICA Él es el dueño del espacio, el que se pasea y consigue lo quiere, orgulloso de sus “éxitos” los presume y espera la aprobación mediática y social
Violencia de género Simbólica Sexual Económica y psicológica

 

[1] En este trabajo se considerarán “discursos genéricos” los referentes al género.

[2] Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) adoptada el 18 de diciembre de 1979, declara que los Estados-parte se comprometen a condenar cualquier forma de violencia, discriminación o exclusión que afecten a las mujeres, así como a establecer todos los medios y políticas necesarias para eliminar la discriminación contra las mujeres. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. {en línea}, http://www2.ohchr.org/spanish/law/cedaw.htm

[3] Ibídem. Pág. 226

[a] Profesor del Área Académica de Ciencias de la Comunicación y estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, UAEH. Contacto: sakuntala83@yahoo.com.mx