Cómics y tabaco. Las historietas de El Buen Tono (1904-1922). La litografía al servicio de la Industria de Thelma Camacho Morfín

El cómic mexicano, hasta hace poco considerado el emblema de la falta de cultura, lentamente se ha convertido en objeto de estudios académicos. Una de las primeras manifestaciones del mismo, surgió de una manera inusitada en una fábrica de cigarros a principios del siglo XX. El trabajo que reseñamos estudia estas historietas publicitarias, que se difundieron en la época en que tuvo lugar la primera oleada de industrialización y en la que la modernidad se abrió paso en un entorno mayoritariamente rural, en el que la dictadura de Porfirio Díaz soñaba con un país que figurara en lo que en la época se llamaba “las naciones cultas y civilizadas”.

 

La autora, Thelma Camacho Morfín, es historiadora del arte por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, se ha desempeñado como profesora e investigadora en distintas universidades y ha escrito varios trabajos previos sobre el tema; su primer libro se enfoca en las Historietas de El Buen Tono publicadas en la transición entre el Porfiriato y la Revolución (Camacho, 2002). En diversos capítulos de libros, se ha ocupado de aspectos como la historia de esa fábrica (Camacho y Pichardo, 2006), las historietas que publicó con la temática de la Revolución (Camacho, 2000) y la vida cotidiana bajo la mirada de las mismas (Camacho, 2006).

 

En su segundo libro sobre el tema, la autora se dio a la tarea de estudiar las casi 500 historietas publicadas por la empresa, mismas que compiló en la prensa y en colecciones particulares. Aborda estos cómics por medio del análisis del proceso de reproducción de la imagen con el que se imprimieron, ello le permite cuestionar una idea generalizada, del fin de la litografía a finales del siglo XIX, debido a la aparición de la fotografía. Por medio de un minucioso examen de las huellas dejadas por el taller de litografía de El Buen Tono, muestra que la impresión con placas de piedra se continuó efectuando en las industrias, hasta muy avanzado el siglo XX. Ello le permite plantear que existió una litografía industrial que se diferenciaba de la litografía del siglo XIX. Si bien la litografía desapareció paulatinamente de la ilustración de revistas y libros, comenzó a usarse para los impresos que requería la pujante industria de la época.

 

El libro, publicado en coedición entre la UAEH y el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, consta de cuatro capítulos, el primero es el más denso, se ocupa de la historia de la litografía y de la discusión en torno a cuándo se terminó este proceso de impresión, en el mismo la autora llama la atención sobre que el llamado fin de la litografía es más una adaptación del esquema organicista spenceriano en la historia del arte, que un proceso que hubiera ocurrido a fines del siglo XIX ya que rompe con la idea de que este proceso de impresión haya pasado como un organismo vivo por un proceso de nacimiento, desarrollo y muerte. También en esta parte, explora la forma de realizar imágenes de artistas contemporáneos como José Guadalupe Posada y José María Villasana, para mostrar que ambos participaron en la gestación de la estética de la litografía industrial y que en el caso de Posada, la siguió teniendo entre sus recursos de creación de imágenes, a despecho de lo planteado por algunos especialistas que ven en el ilustrador aguascalentense el introductor más convencido de la fotografía en las imágenes de prensa.

 

Un segundo capítulo se ocupa de la Historia de la fábrica de cigarros, del empresario Ernesto Pugibet, su fundador y director vitalicio y las estrategias de expansión y crecimiento, que incluyeron una guerra por el mercado con otras tabacaleras. La autora particulariza en el taller de litografía que se encontraba en el interior de la fábrica, en él se muestra con precisión las técnicas que se usaban para imprimir cajetillas, carteles y demás objetos que se requerían para empaquetar y anunciar los cigarros, además nos presenta la maquinaria y los puestos de trabajo dentro de esa dependencia . Con fuentes de lo más variadas (documentos de archivo, manuales de impresión, fotografías, piedras litográfica e impresos) la autora nos presenta una hipótesis de cómo pudieron haberse impreso las historietas de El Buen Tono, con ello, termina de afianzar la propuesta de que la litografía siguió utilizándose en las fábricas durante más tiempo que en las publicaciones periódicas.

 

En el tercero y cuarto capítulos analiza las historietas, plantea que en las tres primeras colecciones se experimentaba en la búsqueda de un formato y un lenguaje para la creación de las historietas, para ello muestra las fuentes visuales que las inspiraron, la caricatura, la historieta, las aleluyas y las estampas de Epinal. Estas dos últimas influencias son impresos compuestos por imágenes y textos, los primeros procedentes de España y los segundo de la industria de imágenes que existía en la ciudad francesa de la que toman su nombre. Menciona que la mayoría de estas series, muestran una temática en torno de sucesos cotidianos y un talante apolítico, que sin embargo, no puede hacer abstracción de algunos hechos de la esfera política. En el último capítulo se ocupa de las 3 últimas colecciones de historietas, que en el criterio de la autora son las que muestran una consolidación del medio y la búsqueda de las temáticas políticas y sociales.

Nos encontramos ante un libro profusamente ilustrado, sus 208 páginas contienen 75 ilustraciones cuyo significado y contenido se ve analizado por la autora, acorde con el planteamiento de que hacer historia con imágenes no es describir un contexto histórico y luego poner un texto que lo ilustre. Hay un verdadero diálogo entre el texto y las imágenes.

 

Inscrito disciplinarmente en la Historia del Arte, este libro retoma el estudio de la técnica como objeto de ésta, mismo que generalmente se aborda de manera marginal y que sin embargo, constituye uno de las problemáticas enunciadas por Alois Riegl, uno de los pioneros de la disciplina, para quien la esencia de lo artístico se encontraba en la dinámica entre lo que permitían las condiciones técnica y las posibilidades expresivas (Hauser, 2005, 12). Es del tipo de estudios que nos confirman que la historia del arte no es ya la vieja historia de los estilos o la de los artistas y que desde que Baxandall planteara la propuesta de estudiar el ojo de la época y Svetlana Alpers lo retomara ampliando el concepto a la cultura, el campo disciplinar se ha expandido hacia la cultura visual es decir los distintos modos de ver, de hacer y de interpretar las imágenes. Un estudio multidisciplinario de historia del arte, que por medio de un brillante estudio de la Historiografía del arte, hace un llamado a romper con las ideas preconcebidas y los dogmas positivistas que en la escritura aparecen como periodizaciones. Además es un estudio de las historietas, el más completo hasta el momento que al mismo tiempo se convierte en una antología de esas expresiones gráficas.

 

El trabajo reseñado coincide en tiempo con la aparición de dos libros sobre temáticas cercanas el año pasado salieron dos libros que se ocupan sobre la cigarrera El Buen Tono, el texto de Steven Bunker sobre la cultura del consumo en México (Bunker, 2012) y el de Denise Hellion sobre la publicidad cigarrera en la Ciudad de México (Hellion, 2013). El libro reseñado es una lectura recomendable para aquellos interesados en el cómic o la historieta, la litografía y la estampa popular, la vida cotidiana entre el siglo XIX y XX y la cigarrera El Buen Tono, un tema de actualidad que a juzgar por la vitalidad editorial de los dos últimos años seguirá dando mucho que escribir e investigar.

 

Camacho Morfín, Thelma (2013), Las historietas de El Buen Tono (1904-1922): La litografía al servicio de la industria, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas – Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Referencias bibliográficas

Bunker, Steven (2012) Creating Mexican consumer culture in the age of Porfirio Díaz. Albuquerque: University of New Mexico Press.

Camacho Morfín, Thelma (2000) “Las imágenes de la Revolución en las historietas de El Buen Tono (1911-1914)” en Ronzón León José y Saúl Jerónimo Romero (coordinadores), Formatos, géneros y discursos. Memoria del Segundo Encuentro de Historiografía, pp. 41-67. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapotzalco.

__________ (2002), Imágenes de México. Las historietas de El Buen Tono de Juan B. Urrutia 1909-1912. México, Instituto Mora.

__________ (2006) “La historieta mirilla de la vida cotidiana en la ciudad de México” en: Aurelio de los Reyes, Historia de la vida cotidiana en México, Tomo V, volumen II, Siglo XX. La imagen ¿espejo de la vida? , pp. 49-81. México: Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México.

__________ y Hugo Pichardo Hernández (2006) “La cigarrera El Buen Tono” en María Eugenia Ibarra, Mario Contreras y Jesús Méndez Reyes, Poder público y poder privado. Gobierno, empresarios y empresa en México, 1880-1980, pp. 83-106. México: Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Economía.

Hauser Arnold (2005) Historia social de la literatura y el arte I. Barcelona: De Bolsillo.

Hellion, Denise (2013) Humo y cenizas. Los inicios de la publicidad cigarrera en la ciudad de México. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia.

 

 

[a] Profesor investigador de tiempo completo en el Área Académica de Historia y Antropología, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAEH. Contacto: mjgm@hotmail.com