Perro cebado. Arte prehispánico del Occidente de México

Resumen

En este ensayo se analiza una pieza de cerámica con forma de perro, procedente de la Tradición Tumbas de Tiro de Colima. Dichas figuras zoomorfas representan un papel de vital importancia en la cosmovisión, vida diaria, el arte y la religión de la cultura de Occidente.


Palabras clave: perro prehispánico, cerámica, tumbas de tiro de colima, arte prehispánico, simbolismo

Abstract

This essay analyzes a piece of pottery with dog form, from the shaft Tombs Tradition Colima. These zoomorphic figures represent a vital role in the worldview, daily life, art and the religion of Western culture .


Keywords: pre-hispanic dog, ceramics, shaft tombs, colima, pre-hispanic art, symbolism.

Introducción

Los pueblos del Occidente de México dedicaron especial importancia a la honra de sus muertos, por lo que es notable que en su cosmovisión, la muerte ocupaba un lugar de suma importancia.

Los alfareros de Colima fueron escultores menores que recrearon las formas de su vida cotidiana; por lo que  a través de estas figuras podemos intentar interpretar las escenas y costumbres que tenían estos pueblos en el aspecto social, cultural y ritual de su vida diaria.

Una característica distintiva del culto a los muertos que practicaron los habitantes del Occidente de México queda atestiguado en las tumbas de Tiro que abundan en la zona, las cuales presentan una singular arquitectura funeraria en sus bóvedas y cámaras, además del Tiro.

 

Ilustración 1. Perro cebado. Tradición de Tumbas de Tiro, Colima. Clásico, 200-900 d.C. Museo Nacional de Antropología, Sala Occidente de México.

Foto recuperada de http://www.artehistoria.com/v2/obras/26938.htm

 

Descripción formal de la obra

La obra elegida para su análisis, se denomina “Perro cebado ” y se encuentra en la vitrina número 47 de la Sala de las Culturas de Occidente del Museo Nacional de Antropología e Historia del INAH.

El objeto corresponde a una obra de cerámica hueca, tridimensional, que representa  una figura zoomorfa, identificada como un perro, elaborada a base de modelado en cerámica bien pulida, cuya materia prima es el barro rojo. Sus medidas son 28 x 43 cm.

Pertenece a la cultura de la Tradición de Tumbas de Tiro, de la región de Colima y en el periodo Clásico (200 a.C.-900 d.C.) de la fase Comala (100 d.C.-700d.C.). Por lo que la pieza se encuentra asociada a los contextos funerarios.

En la representación, el perro (de talla pequeña), aparece sentado en posición relajada (dócil), con la cabeza elevada, apoyado en sus pequeñas patas delanteras, bajando el cuerpo y mirando hacia el frente, por lo que pareciera que el animal establece contacto visual con el observador. Su cuello es corto, con orejas rectas y puntiagudas y su pequeña cola esta hacia abajo. Además, presenta el hocico abierto, mostrando  dos hieleras de dientes, en donde son visibles dos pares de colmillos; asimismo se aprecian los orificios de la nariz. En ambos casos, a través de estos rasgos se aprecia que la figura es hueca. Las líneas de sus gestos parecen haber sido delineadas.

La pieza es de color rojo y brilla por el proceso de pulido y bruñido al que seguramente fue sometida.

Técnica de manufactura

Estas se refieren a los procesos mediante los cuales una cultura transforma una materia prima con la intención de obtener un artefacto determinado.

En el caso de esta figura zoomorfa, el fabricante recurrió a la  del modelado, utilizando como pasta el barro color rojo, posiblemente acompañado de algún desgrasante (arena, polvo de cerámica o concha triturada). Durante este proceso se efectuó el detalle de los ojos, patas y líneas de expresión del animal por medio de incisiones practicadas sobre la pieza fresca con un punzón de hueso o de madera. Posterior al proceso de dar forma a la obra se procede a cocer la pieza en un horno de leña a una  temperatura media, reguladas por el fabricante de la misma.

Al final de la cocción se realiza el proceso de pulido, con el cual se comprimen las partículas de barro y se da brillo a la superficie de la pieza, frotándola con pulidores, objetos duros o fragmentos de hueso. Está técnica fue aplicada  en la totalidad de la figura zoomorfa, lo cual podemos identificar por la brillantez de la superficie, aunque esto también puede depender de la calidad de la materia prima utilizada.

El proceso final al que la pieza fue sometida es el bruñido. El  brillo que se obtiene durante la fase anterior, puede mejorarse, empleando un fragmento textil de cuero, de hueso o de fibras vegetales que en nuestra pieza fue aplicado en la totalidad de su superficie.

Contexto arqueológico

Derivado de la investigación efectuada en el Museo Nacional de Antropología, se sabe que nuestra pieza no fue encontrada in situ, pues la mayoría de las Tumbas de Tiro a las que pertenecen este tipo de materiales cerámicos han sido saqueadas y no proceden, de un contexto arqueológico sellado, con sus respectivas excepciones.

Por  lo anterior es importante conocer el contexto de las Tumbas de Tiro selladas para obtener una aproximación o una idea al tipo de situación  arqueológica al que pertenece la pieza.

Las tumbas de Tiro de Colima

El área cultural mesoamericana que conocemos como Occidente de México comprende los estados de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán y Guerrero y por lo general sus manifestaciones aparecen en la tradición Tumbas de Tiro

A diferencia de las zonas del Altiplano Central, en el Occidente de México no florecieron grandes ciudades y aun cuando se aplica el término de “Clásico” para realizar la periodización de esta región, se hace uso de éste con el único propósito de establecer  una relación cronológica con las otras culturas de Mesoamérica. “Las característica principal de estas tumbas consistía en que al fondo del tiro, y mediante túneles de comunicación, en el que fueron excavadas cámaras funerarias, en donde se depositaban a los muertos, acompañados de ricas ofrendas” (De la Garza, Franco y Monreal, 2009:24).

Por lo general estaban provistas de una a tres cámaras funerarias. El tiro pudiera significar un “psicoducto”, es decir, un “conducto para la salida del espíritu de los muertos” (Schöndube, 1996:37).

Una vez efectuado el entierro y depositadas las ofrendas (vasijas, figuras y otros instrumentos) se clausuraba la bóveda colocando lajas o una vasija grande, generalmente una olla, e inmediatamente después  se rellenaba el pozo con tierra hasta la superficie. “Las Tumbas de Colima presenta por lo general un tiro circular o cuadrangular, en este último, el pozo puede estar inclinado. Las bóvedas son de forma asimétrica, oval, oval alargada o rectangular” (Rodríguez, 1996: 65).

La exploración arqueológica indica que las tumbas fueron usadas en más de una ocasión. En las ofrendas es común la representación de animales como tortugas, pericos, armadillos, tlacuaches, serpientes, cangrejos, patos, etc., pero la que predomina en este tipo de contextos arqueológicos es sin duda la representación de perros. “Pareciera ser que la cerámica localizada al interior de las tumbas de tiro fue un producto destinado únicamente al recinto funerario, razón que  explicaría que sus formas no hayan sido localizadas en contextos domésticos” (Braniff, 2004: 296).

Las figuras de perro fueron hechas  para ofrendas funerarias “no son objetos de culto, ni ornamentos destinados a la casa de los vivos” (De la Fuente, 1994: 22).

Con respecto a nuestro perro cebado, no podemos saber con certeza en qué posición estaba ubicado dentro del contexto arqueológico, sin embargo podemos suponer que su ubicación como ofrenda ocupaba una posición muy importante en dirección al hombre, tanto como su compañero en la vida y la muerte.

Propuesta de interpretación del significado de la figura

El perro funge en Occidente como compañero de la vida  diaria, cuidando la milpa, ayudando en la cacería  del hombre y se le atribuía una función ceremonial, pues estos eran sacrificados para conducir el espíritu o tonalli de los muertos al inframundo, enterrándolos junto con los difuntos y como alimento ritual, al ser engordados especialmente para ser consumidos por los seres humanos. “Los perros se cebaban con maíz y eran vendidos en los mercados para su consumo” (García, 1998: 25).

En el contexto funerario fungían también como “perros guardianes” y  fueron ofrendados como alimento para el difunto en su viaje hacia el inframundo. “El perro  se considera un ser nocturno que conoce los caminos en la oscuridad y puede ver los espíritus,  además, es el compañero inseparable del hombre, por lo que va con él hasta el más allá” (De la Garza, 1999:35).

La función que tenía la pieza era la de guiar al hombre en su camino al inframundo. Asimismo, suponemos que las figuras desempeñan la función de sustituir a un perro real en el contexto funerario.

 

Ilustración 2. Tlalchichi, Sahagún, Bernardino, Códice Florentino [Historia General de las cosas de la Nueva España]Libro, XI, f.17r. Códice florentino http://www.wdl.org/en/item/10096/view/1/1/

 

Conclusiones

Es probable que la figura de perro cebado de Colima bajo discusión no haya sido un objeto utilitario, sino que fue un artefacto que fungió como ofrenda  en un entierro, puesto que al observarlo no presenta ningún desgaste en las patas.

Por sus características formales y de manufactura,  su proporción y su dentadura completa, el perro representado corresponde  a un tlalchichi (perro de piso, en náhuatl), el cual  es un “perro cebado, gordo, chaparro, de patas cortas, hocico afilado, ojos saltones, piel gruesa y sin pelo, del que se dice que era engordado para comer su carne” (De la Fuente, 1994:31).  Por lo que podemos proponer que dicha figura zoomorfa, representa a un perro engordado para el consumo del difunto para el cual fue ofrendado.

Referencias

Braniff Cornejo, Beatriz (2004) Arqueología del Occidente de México. México: Universidad de Colima-INAH.

Fuente, Beatriz de la (1994) Arte prehispánico funerario: El occidente de México. México: El Colegio Nacional.

García Oropeza, Guillermo et al. (1998) Perros en las tumbas de Colima. México: Gobierno del Estado de Colima-Universidad de Colima.

Garza, Mercedes de la (1999) “Los animales en el pensamiento simbólico y su expresión en el México antiguo”, en Arqueología Mexicana, Vol. VI, Núm. 35,  pp.24-31. México: Ed. Raíces, INAH.

Garza, Mercedes de la, Franco González, Teresa y Monreal, Luis (2009) Vida y muerte: Arte funerario del Occidente de México. México: Fundación la Caixa-INAH.

Rodríguez Almazán, Verónica Josefina, (1996) Las tumbas de tiro, un sistema de enterramiento prehispánico. Tesis de licenciatura en Arqueología. México: Escuela Nacional de Antropología e Historia.

Schöndube B., Otto (1999) Espejo de la Vida, Arte funerario del Occidente de México. México: Museo Nacional de Seúl, Corea-INAH.


[a] Estudiante de la Licenciatura en Historia de México, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.