La imagen homosexual en el cine mexicano

Resumen

El presente reporte de investigación tiene el objeto de exponer los resultados del proyecto intitulado “La imagen estereotipada de la homosexualidad masculina en el cine mexicano de la década de los 80”. Se realiza el análisis semiótico de secuencias del largometraje Doña Herlinda y su hijo (1984) del director Jaime Humberto Hermosillo; partiendo de los postulados de Charles Sanders Peirce, enfocándonos en los personajes, la música, los ambientes y lo social.


Palabras clave: cine, estereotipo, homosexualidad, imagen

Abstract

This research report is intended to present the results of the project entitled "The stereotypical image of male homosexuality in Mexican cinema of the 80´s". By semiotic analysis of the film Doña Herlinda y su hijo (1984, Jaime Humberto Hermosillo). This analysis was carried out with the tenets of Charles Sanders Peirce, focusing on characters, music, and social environments.


Keywords: film, stereotype, homosexuality, image


Introducción

El presente trabajo de investigación tiene el objetivo de mostrar mediante el análisis semiótico de secuencias de un largometraje la forma de la representación homosexual masculina en el cine mexicano, para ello se seleccionó la película Doña Herlinda y su hijo (1984) del cineasta Jaime Humberto Hermosillo, quien es uno de los precursores en plantear el tema de la homosexualidad en el cine mexicano en varias de sus obras.

Dicha película se eligió debido a que durante la década de los ochenta, periodo de análisis de la presente investigación, el número de producciones cinematografías con temática homosexual es limitada, reduciéndose a ocho; además de que este film es considerado como el primero en realizarse durante la década de los 80, iniciando así una oleada de películas de temática homosexual suprimida hasta entonces debido a las políticas de estado aplicadas a la industria cinematográfica y a las organizaciones en pro de la decencia (Legión Mexicana de la Decencia, la Unión Nacional de Padres de Familia y la Liga de la Decencia)[1] además del poco interés de la sociedad en temas de las minorías sexuales.

Para analizar la imagen en movimiento se ha apelado a los postulados acerca de la semiótica de Charles Sanders Peirce, debido a que se pretende no sólo analizar el signo icónico, entendiendo este término a todo aquello ya sea propio del icono o relativo a este, por lo que  también se abordará la música, el espacio y demás elementos que conforman un film; descomponiendo sus elementos, con el fin de que dicho análisis pueda ser menos complejo, ya que el cine toma prestados lenguajes consolidados como el humano o la señalización, para mezclarlos, superponerlos y articularlos a fin de lograr una comunicación con el espectador.

Marco teórico

Una película, como medio audiovisual y de masas, desde su inicio ha ocupado un espacio de entretenimiento social, formación de opinión y cultura. En el séptimo arte intervienen elementos que incrementan su capacidad de comunicación, como son la música, el lenguaje o la imagen, y dentro de esta última objetos que por sí solos son meramente convencionalismos o también denominados símbolos, pero que en conjunto forman códigos, que a su vez nos permite aproximarnos a una cultura. Es por ello que la cultura debe estudiarse como un fenómeno de comunicación, basado en un sistema de significaciones estructuradas. Debemos entonces definir el proceso comunicativo como el paso de una señal desde una fuente, a través de un transmisor, hasta un destinario, tomando en cuenta que la fuente no necesariamente debe ser dada por un ser humano (Eco, 2005:44). En términos más coloquiales estaremos hablando de percepción, sin embargo al hacer uso de la semiótica pasamos al mundo de la significación, pero al final ambos conceptos se funden en uno solo ya que se trata de captar el sentido de las cosas que los constituyen.

Para el análisis del filme, es necesaria una breve digresión para concretar el punto de partida. Los análisis académicos que siguen los postulados teóricos consolidados como la semiótica, con el fin de presentar al cine como una relación entre un texto con significados fijos y precisos y un experto que tiene la autoridad para leer estos significantes y explicar su sentido profundo y real (Mira,2008:22).

Para poder llevar a cabo un análisis semiótico de un film es necesaria la descomposición de sus elementos a fin de que dicho análisis pueda ser menos complejo, debido a que el cine toma prestados lenguajes ya consolidados como la lengua y la señalización, para mezclarlos, superponerlos y articularlos a fin de lograr una comunicación con el espectador; es decir, la forma en que se expresa, significa y comunica. Para ello lo hará mediante significantes, signos y códigos, o por lo que es lo mismo, significantes, significados y referentes; tipos de relaciones descritos en los postulados de la semiótica de C.S. Peirce (Casetti y di Chio, 2007:62).

A fin de entender mejor esta fase de nuestro análisis, es importante comprender la teoría sígnica de Peirce, donde nos plantea una multiplicidad de signos, de los cuales, según donde se encuentren insertos dentro de la película, pueden o no representar algo. Entendamos al “signo” como “algo”, que representa a un objeto (que pueda o no ser físico), para un “otro” (según el contexto), en cualquiera de sus aspectos, o lo que es lo mismo tomar el lugar de otro; a esta relación entre signo y lo que refiere Peirce le denomina “objeto”, luego entonces, todo lo que representa alguna cosa, sea visual o sonora, se le denomina “representamen”, un ejemplo de lo anterior en nuestra película de análisis Doña Herlinda y su hijo, es el instrumento musical que toca Ramón el “corno francés” (representación visual), que aparecerá en cuatro diferentes secuencias, una de ellas no física, sin embargo, en todas las secuencias alude a una penetración sexual. En la primera cuando Rodolfo va a visitar a Ramón (novio/amante) quien vive en una pensión, este último aparece sentado tocando dicho instrumento musical, dando la ilusión de estar desnudo al tiempo que toca, introduciendo la mano en el pavelló; esto pareciese que nos estaría indicando su rol pasivo, dentro de una relación homosexual. En una tercera aparición, cuando están discutiendo la decisión de que Rodolfo se va a casar con Olga, este le dice a Ramón, “tranquilízate, yo me las arreglaré, además ¿quién es mi corno francés?”, aquí el “representamen” sería solo la palabra sin el objeto físico, o lo que es lo mismo “la representación sonora”.

Ahora bien, este signo (el corno francés), nos representa un objeto (sexo), pero no lo hace bajo todos su aspectos, sino lo hace como una idea vaga; esta idea Peirce le denomina “fundamento”, a modo de la dilogía literaria, en términos coloquiales sería captar la idea de algo, sin necesidad que sea la misma, basta con que sea similar.

De lo anterior podemos explicar la multiplicidad de signos; en otras palabras, el signo incide en la aparición de otro signo similar, y esta multiplicidad de signos (relación de signos entre uno y otro) se le conoce como “interpretante”, que se refiere de alguna manera al “objeto” que el “signo” representa, pero dejando claro que el “interpretante” también es un signo debido a que representa al mismo “objeto”, creándose así un nuevo “representamen”, o en palabras más concisas es lo que Peirce le denomina “triada” (Walde,1990:89-113).

Es importante hacer la aclaración de que para Peirce el signo no forzosamente debe representar a un objeto físico, sino que puede hacer alusión a una cualidad, a una acción, acontecimiento, música, o idea; sin embargo, debe tomarse siempre como un signo icónico, siempre y cuando sean convencionales. De lo anterior se deduce que el signo, al representar a un objeto, no necesariamente debe parecerse. Para dejar claro que se entiende por convencionalidad, es necesario apelar a tres elementos esenciales en el signo, denominados, según Peirce, “primeridad”, “segundidad” y “terceridad”, contenidas en cada una de ellas por “tricotomías” (Walde,1990:89-113).

Entiéndase por “primeridad” a la primera remisión entre signo y objeto, para ello lo hará mediante una “tricotomía”, es decir, en esta primera remisión del objeto se tomaran, ya sea una cualidad (cualisigno), una existencia real (sinsigno), o una ley general (legisigno), por ejemplo el “corno francés” es curvo. En la “segundidad” se tomará en cuenta una extensión de la idea de la primera remisión, mediante una relación con el propio signo (icono), con el objeto (índice) y con el interpretante (símbolo), ejemplo “es metalico”. Para la “terceridad” se tomará en cuenta la manera en que se relacionan la primera remisión, con la extensión de esta, mediante la posibilidad real (Rema), la existencia real (dicisigno) y la razón (argumento), es decir se elimina los supuestos (Walde,1990:89-113).

De lo anterior se explica la multiplicidad de signos, en donde un objeto y según la combinación entre “triada” y “tricotomías”, produce un infinito número de signos.

Como anteriormente mencionamos se analizará la música, el lenguaje, y objetos (símbolos) a fin de decodificar el filme, sin dejar de lado la denotación (significado otorgado por el autor) y la connotación (los valores significativos asociados).

Por ello el interés de este trabajo es analizar la función de dichos códigos; de la imagen estereotipada de la homosexualidad masculina[2] en la película Doña Herlinda y su hijo, (Jaime Humberto Hermosillo, 1984) desde la música narrada que puede estar de trasfondo con funciones concretas, hasta los signos arbitrarios del lenguaje.

Antes de comenzar el análisis de nuestros personajes, es necesario identificarlos perfectamente con base al factor de “gradación” en la historia de nuestra cinta. Para ello, es imprescindible identificar perfectamente los elementos de la narrativa[3]; como son “los acontecimientos, los existentes, y las transformaciones”. Comenzaremos con los “existentes” dentro del cual se encuentra el personaje y los ambientes, aunque es necesario diferenciar estos dos elementos, ya que a pesar de que puede parecer fácil esta distinción, debido a que el primero lo relacionamos con los seres vivientes y los segundos con los objetos, algunas veces se entrecruzan, llegando a confundirnos; para hacer esta diferencia mucho más notoria, debemos tomar en cuenta tres criterios de distinción, “el anagráfico, de relevancia y de focalización”, ya que nos permite diferenciar entre sí, personajes y ambientes (Casetti, y di Chio,2007:155).

En el criterio anagráfico lo relacionaremos con el protagonista, pudiendo ser  una persona o cualquier otro factor, tal es el caso de la película Doña Herlinda y sus hijo; queda claro que  doña Herlinda es nuestro personaje, pero igualmente lo son sus hijos, a lo que nos llevaría también analizar a Ramón, Rodolfo y Olga, pese a que haya otros personajes que pueden tener cierta relevancia (criterio de relevancia). El peso de la historia en nuestra película recae sólo en estos cuatro personajes. Sin embargo, para delimitar perfectamente nuestro análisis, aún tenemos el tercer criterio, que es el de “focalización”, el cual nos permite identificar el personaje principal dentro de la historia, es decir, es aquel al que se le dedican los primeros planos, por lo que a pesar de que nuestra película lleve el título de doña Herlinda, son Ramón y Rodolfo el centro de equilibrio que terminan siendo el foco de atención en nuestra cinta, distinguiéndose estos dos personajes, sobre la base de todos los demás, actuando más frecuentemente y con mayor incidencia.

En una segunda fase es importante que una vez que se tienen identificados los personajes, analicemos su  interacción dentro de los acontecimientos, que al igual que los existentes estarán divididos en dos grupos, en “los sucesos” y “las acciones”, dejando claro que en las acciones solo interactuaran los personajes principales, mientras que en los sucesos podrán interactuar tanto los ambientes como los personajes colectivos u otro factor que tome el rol de personaje, como lo explicamos anteriormente.

Para confluir finalmente en las transformaciones, las cuales estarán divididas en tres niveles: el fenomenológico, el formal y por último, pero no menos importante, el nivel abstracto, en donde nuestros personajes como parte de las acciones y las transformaciones son el principal motor de los cambios dentro de nuestra historia.

Análisis de Doña Herlinda y su hijo

La película Doña Herlinda y su hijo fue dirigida por el mexicano Jaime Humberto Hermosillo Delgado en el año de 1984, basada del cuento homónimo de Jorge López Páez[4], y exhibida en 1986 en el XV Festival “Nuevos Directores- Nuevas Películas” en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el XXX Festival de Cine de Londres, y en el Festival de Amiens en Francia, entre otros (Díaz Mendiburo,2004:101); sin embargo el estreno comercial en México tuvo lugar hasta el 18 de junio de 1987, en 10 salas de la ciudad de México (González Rubio,1998:197). El filme fue promocionado durante su estreno en 1987 bajo el eslogan “Una madre muy cuerda y un hijo muy loca en una comedia deliciosa y mordaz” (Díaz Mendiburo,2004:102). En el eslogan si bien es cierto que no se evoca a la homosexualidad, si se deja ver entre líneas ya que la palabra “loca”, refiriéndose al hijo, nos da la idea de que se trata de una película de temática homosexual.

Se trata de la decimoséptima película dirigida por Jaime H. Hermosillo, del género comedia[5] y distribuida por Clasa Films Mundiales con canciones de Pepe Guízar, Lauro D. Uranga, José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel. El reparto está integrado por actores pertenecientes al Centro de Cine de Crítica y Occidente (Díaz Mendiburo,2004:102) como: Guadalupe del Toro quien interpretó a doña Herlinda, Marco Antonio Treviño como Rodolfo, Arturo Meza a Ramón, Leticia Lupercio es Olga, Guillermina Alba como Billy, Angélica Guerrero madre de Ramón, y Arturo Villaseñor como padre de Ramón[6].

En este filme, Jaime H. Hermosillo plantea una salida al problema de doña Herlinda, quien se siente perturbada por el bienestar de su hijo Rodolfo. Éste se encuentra atrapado en una doble moral, ya que mantiene una doble relación amorosa, con Olga (novia/heterosexual) y con Ramón (amante/homosexual). La utopía de Hermosillo, constituye el primer paradigma de espacio-teoría-queer[7] en el cine mexicano (Díaz Mendiburo,2004:101). Ya que si bien es cierto a lo largo de la filmografía nacional se había tocado el tema de la homosexualidad masculina, esta solo era representada bajo estereotipos negativos, establecidos por una sociedad conservadora por ejemplo: Modisto de señoras (René Cardona Jr., 1969),  El lugar sin límites (Arturo Ripstein, 1977), La pasión según Berenice (Jaime H. Hermosillo, 1975), La primavera de los escorpiones (Hugo Argüelles, 1971).

Doña Herlinda establece, dentro del núcleo familiar, el lugar en donde las prácticas bisexuales de su hijo, junto con el liberalismo de Olga y la homosexualidad de Ramón, son toleradas y aceptadas. Por otro lado, también trata de cumplir con la responsabilidad ante la sociedad patriarcal (el matrimonio y la procreación) y con ello reinventar otras concepciones de familia[8]. Jaime H. Hermosillo plantea un cambio en la imagen estereotipada de la homosexualidad masculina; primero de género dejando sin definir el rol sexual en cuanto a quien, de entre Ramón y Rodolfo tiene el papel de activo-pasivo/masculino-femenino. El segundo es la forma en que doña Herlinda, de facto, escoge a Ramón como la figura paterna a su lado, de tal forma que la familia extendida quede conformada con Ramón como la contraparte masculina de doña Herlinda mientras Olga, Rodolfo y el nieto conformando la familia ideal del patriarcado.[9]

Rodolfo el hijo de doña Herlinda, es médico cirujano pediatra, como ostenta su madre orgullosa y es presentado con atributos machistas muy marcados, cuya función en el film es la de deconstruir los estereotipos del clásico macho mexicano que el cine nacional impuso en la década de los cuarenta y cincuenta.[10] Sostiene una relación oculta con Ramón, y abierta con su novia Olga, además tiene planes de formar una familia.

Por otra parte está Ramón quien sostiene una relación amorosa con Rodolfo, es exhibido como un homosexual de clase media baja, proveniente de la ciudad de Aguascalientes (otra ciudad conservadora del Bajío mexicano)[11], al parecer no tiene problemas de identidad y no finge querer vivir una doble moral, probablemente sea porque estudia en el conservatorio de la ciudad de Guadalajara y, según el imaginario colectivo, supone que todo homosexual es y debe ser sensible, con aptitudes para estudiar las artes; sin embargo, en un momento de la película, cuando es visitado por sus padres, esta seguridad aparente se ve amenazada, al tener que ocultar su preferencia sexual. Además de ser obligado por Rodolfo a disimular su relación amorosa frente a doña Herlinda, situación que no le incomoda a Ramón con tal de poder continuar con su relación, aceptando todo lo que conlleva su negación; es decir, que Rodolfo tenga novia, se case, tenga hijos y pase a un segundo plano como el amante.

El personaje de Olga, es interesante a medida que va pasando la trama, va creciendo, debido a que tendrá en un principio una rivalidad de amores con Ramón y convertirse en la posible antagonista de la historia; sin embargo termina fungiendo como celestina debido a intereses personales; presentándose al igual que Ramón, en el margen y frente a las normas dominantes, ya no de la heterosexualidad sino del machismo, con lo que la relación inicial con Ramón se ira adecuando de acuerdo a sus intereses. Los anhelos de Olga son seguir estudiando, viajar por el mundo, y sobre todo atesora su autonomía, aunque para lograrlo deberá cumplir con las normas imperantes; el deseo de sus padres de verla “realizada como mujer”. En cierto modo, los escenarios presentados de Olga y Ramón están en un nivel semejante: ya que ambos deberán de aceptar los cánones que la sociedad les impone, a fin de lograr sus objetivos personales, solidarizándose frente a los impedimentos que se les presentan.

Por último tenemos a doña Herlinda una mujer viuda, de clase media alta, posesiva y sobreprotectora, no solo de su hijo Rodolfo, sino de todas las personas que la rodean, sabe de la homosexualidad de su hijo y de la relación que tiene con Ramón, sin embargo; para ocultar esta relación frente a la sociedad, tendrá como encomienda el casar a su hijo con una mujer a fin de tener el nieto que tanto anhela.

De igual forma aparecen otros personajes como la amiga de Ramón, Billy, o los padres de este, así como la familia extendida de Olga, que sin tener un peso específico dentro de la trama, si tendrán un papel importante ya que representan la parte pública y privada de todo individuo; de la forma que Ramón y Olga lo es para Rodolfo.

La música, al igual que los personajes, tiene un uso y significado asignado a la trama del filme, ya que juega el papel de decodificador de significados, es decir; una identificación social generalizada, resultado de procesos socioculturales. Sin embargo la música requiere de “los ambientes”, ya que éste los provee de una materialización (metafóricamente hablando), es decir, es quien traza y llena la escena, más allá de la presencia identificada, relevante, activa y sobre todo focalizada de los personajes, remitiéndolos a un entorno y a una situación. La música popular mexicana la relacionamos comúnmente con las conquistas amorosas heterosexuales, manifestación de hombría; en el uso de estos significantes generalizados es en donde se puntualiza el mérito de la música en los filmes (Paz Gago,2001:378).

En esta trama, la música popular obliga al público a ejecutar un reordenamiento de lo que el proceso social impone, la diégesis[12] de las canciones ya que éstas no coincide con la narración; ocurre una discordancia en los géneros entre lo que se canta y lo que ocurre, forzando necesariamente una especie de reordenación de género y posiciones de relación. Con el fin de dejar claro de qué modo la diégesis hace uso de la música para llevar a cabo lo anterior, se analizan fragmentos de la música que aparece a lo largo de la película.

La película inicia con una melodía llamada Alborada (1964) de Lauro Uranga,  al mismo tiempo que la primera escena muestra la Catedral de la ciudad de Guadalajara, aludiendo primeramente lo conservadora que es la ciudad, al mostrar este edificio, pero al mismo tiempo el punto de reunión de la sociedad homosexual en dicha ciudad en los años ochenta. Rodolfo es el primer personaje que aparece en la película. Hasta cierto punto emulando al “máximo ídolo de México” (Pedro Infante), con pantalones, camisa, y botas vaqueras, curiosamente sale de un estacionamiento subterráneo, y al mismo tiempo que se impone como el prototipo del macho mexicano, estaría declarando voluntariamente su homosexualidad en una especie de salir del subterráneo como equivalente a salir del closet; Rodolfo va a visitar a Ramón (novio/amante) quien vive en una pensión, como se ha mencionado, aparece tocando el “corno francés”, indicando su homosexualidad y su rol pasivo.

A lo largo de la película encontramos juegos de palabras e imágenes cargadas con doble intención para el espectador, que los interpretará según su contexto;  ejemplo de lo anterior es la secuencia en la que se encuentran Rodolfo y Ramón, después de darse un beso, este último le dice que se tiene que meter a bañar por que el boiler está caliente, a lo que Rodolfo lo recuesta en la cama, sin embargo Ramón le insinúa que debe irse porque el baño es compartido y sale del cuarto, Rodolfo nos deja entrever que es el dominante de la relación, ya que celosamente se asoma desde el balcón siguiendo los pasos de Ramón hasta que se mete al baño, revisando las cosas de éste, como cartas y fotografías que se encuentran en un ropero, incluso le escoge la ropa que deberá ponerse; en otra secuencia un vecino de nombre Eduardo toca la puerta del departamento de Ramón con el pretexto de ir en busca de su martillo, Rodolfo se molesta ya que siente celos de que haya una persona más interesada en Ramón y en tener sexo con su pareja (penetración-martillo), por lo que incluso más adelante Rodolfo presionará a Ramón a que se vaya a vivir con él y su mama doña Herlinda.

En la parte de la cinta, en la que Rodolfo pide la mano de Olga, Ramón permanece en casa de doña Herlinda emborrachándose con tequila, al mismo tiempo que escucha la canción de Inocente pobre amigo (Juan Gabriel, 1979), interpretada por Lucha Villa, la peculiaridad de esta canción es que la letra es cambiada para cumplir con el binarismo de género, ya que Lucha Villa (una característica es su voz masculina) cantando de otra mujer “Sé que me vas abandonar y sé muy bien por quien lo haces…dile a ésa que te quiere y que se enamoró de ti”, y al aplicarla en esta acción de la película, no requiere otro cambio, ya que está implícito el triángulo amoroso entre hombre-hombre-mujer.

En la escena del palenque de gallos es importante considerar la importancia de éste dentro de la cultura mexicana, ya que representa un refugio del machismo. Carlos Monsiváis lo menciona, junto con la cantina como uno de los tres grandes recintos del dolor; los otros dos son: las recamaras del abandono y los templos umbríos (De la Mora, 1999:95), el palenque anteriormente era el lugar reservado solo para hombres en donde los gallos son una especie de extensión viril de sus dueños y apostadores; en donde se toma casi de forma exclusiva el tequila, y se escucha la música de mariachi.

Es aquí donde nuevamente escuchamos a Lucha Villa interpretando la canción “Llegando a ti” de José Alfredo Jiménez, de nuevo el tema es interpretada por una mujer dirigida a un hombre para seguir cumpliendo con este binarismo, al mismo tiempo vemos en el palenque a Ramón sentado a un costado de doña Herlinda tomando tequila lo cual, como anteriormente mencionamos, corresponde a la figura de varón; pero doña Herlinda se da cuenta que Ramón está llorando (recordando su relación fallida con Rodolfo), y continuando con esta ocultación ante la sociedad de que los “hombres no lloran” saca un pañuelo de su bolsa y lo coloca discretamente a un costado de Ramón.

Durante la película aparecen escenas dignas de ser analizadas como la que ocurre en la casa de doña Herlinda, cuando se casan Olga y Rodolfo, mientras se pronuncian las palabras de este sermón.

Éste es el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y de suplir las imperfecciones del individuo que no puede bastarse a sí mismo para llegar a la perfección del género humano. Esto no existe en la persona sola sino en la dualidad conyugal. El hombre, cuyas dotes sexuales son principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dará a la mujer protección, alimento y dirección, tratándola siempre como la parte más sensible de sí mismo, y la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte da al débil.

Ramón se aparta, dando la espalda simbólicamente al discurso oficial que lo excluye, salvaguardándose en un lugar en el cual se sienta protegido (el sauna), no sin antes cruzar por tres mantas colgadas de color rojo (amor), amarillo (alegría/gay), y blanco (matrimonio); pasando entre dos de ellas la de color rojo y amarillo, al tiempo que va cerrando el mismo número de puertas aludiendo al fin de su relación con Rodolfo.

El final de la película nos muestra el principio de una relación utópica que Jaime H. Hermosillo nos quiere presentar, el día del bautizo del hijo de Rodolfo y Olga, ella viste pantalones, saco, camisa y corbata, lo que coincide con la vestimenta de Ramón. Traen incluso el mismo corte de pelo ya que a lo largo de la película Olga se va cortando progresivamente el pelo, al paso que Ramón se lo va dejando largo y, en este momento de la trama, viéndolos de espalda pareciese que se trata de la misma persona. El vestuario parece informar un cambio o sustitución de los papeles entre Olga y Ramón no sólo porque ambos van vestidos iguales, sino incluso en el que corresponde al cuidado de los hijos ya que, en un momento en el que Ramón se queda solo con el niño en los brazos, Rodolfo entra en la recámara y le insinúa la futura maternidad del niño. Esta afirmación, da paso a una interpretación simbólica por parte de Rodolfo, aceptando que Olga es la perfecta celestina o la estratagema perfecta para inscribir la relación homosexual, facilitándole de manera simbólica la procreación, en donde social y legalmente la pareja oficial la configuran Olga y Rodolfo que son los padres naturales del niño; coexistiendo la relación homosexual, solo negándose socialmente pero inscribiéndose en el campo de lo simbólico.

La película finaliza con el poema “Nocturno a Rosario” (1873) de Manuel Acuña, aunque no se le recita completamente, ya que esta compendiado y solo se exaltan las partes en donde hace alusión al amor entre dos personas y a la madre; no es casual que termine con este poema ya que, además de ser una poesía romántica, en la que se destaca la individualidad de quien escribe al ser amado y que nunca va ser correspondido; al tiempo que forman un retrato familiar, en un plano general, de la familia socialmente aceptada, doña Herlinda sentada en primer plano, Rodolfo de pie a su lado derecho y al fondo, Olga con el niño en brazos, y Ramón arrodillado ante el niño.

Conclusiones

Es importante señalar esta ruptura con el estereotipo de la homosexualidad masculina en las películas; en donde el suicidio y la marginación son las únicas soluciones a relaciones fuera del espacio-patriarcal; en cambio, Jaime H. Hermosillo nos presenta una convivencia en donde todos quedan satisfechos viviendo bajo el mismo espacio creado por doña Herlinda, con todas las apariencias encubiertas. Olga con el liberalismo que la caracteriza, requiere para continuar con su ideología un hombre (homosexual) que no le exija el rol femenino que impera y que le impida continuar profesionalmente; al mismo tiempo que Rodolfo, puede continuar su relación con Ramón, ya que al haber cumplido ante la sociedad y procrear descendencia, también le ha cumplido a doña Herlinda con esta doble moral frente a la sociedad patriarcal, y por último, Ramón, quien continuara siendo el amante, mantiene su relación con Rodolfo y se convierte en un padre más del hijo de Olga y Rodolfo.

Si bien, como él propio Jaime H. Hermosillo ha dicho, Doña Herlinda y su hijo no es una de sus más grandes obras, es la primera película mexicana de temática homosexual en la que nos presenta dos posturas, el de las normas dominantes (heterosexualidad) y las de la homosexualidad, que en vez de excluirse, negocian visiblemente un pacto en el cual la norma dominante encubrirá y silenciara a la homosexualidad, a fin de lograr una pseudo-convivencia. Este encubrimiento se impone como la condición para que la relación homoerótica pueda darse en escenarios bastante cómodos y evitando cualquier clase de conflicto social. Dicho pacto parece beneficiar no sólo a quienes lo idearon sino también a los que se vieron involucrados en él, evidenciando la doble moral de la sociedad mexicana de la época.

El cine, como aparato constructor de realidades y cultura, aporta modelos de identificación y proyección; en el caso que nos ocupa, simplifica la imagen del homosexual a fin de lograr una interacción entre dicha imagen y el espectador.

A pesar de que la imagen homosexual apareció por primera vez en la década de los treinta en el cine mexicano, no es sino hasta la década de los ochenta que se percibe un cambio sustancial con respecto a su representación; dando un giro evolutivo de la marginalidad a la aceptación del público; sin embargo, aún no se observa una visibilidad de la condición homosexual, es decir no se ha modificado la percepción que el personaje homosexual tiene sobre su propia condición sexual.

Referencias

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[1] Todas las sociedades del mundo en cualquier temporalidad se han regido por los principios de “vigilar y castigar” las acciones que violen la integridad de sus buenas costumbres. En México, esta ardua tarea de promoción e imposición de la decencia, la urbanidad y las buenas costumbres se institucionalizó desde la segunda década del siglo XX, y tuvo su mayor auge en los años cuarenta y cincuenta. (Hernández Sotelo, 2004:11).

[2] Se define a este tipo de orientación sexual como la preferencia erótica (incluyendo fantasías y experiencias) por personas del mismo sexo, con disminución del interés erótico hacia las personas del sexo opuesto. Otras definiciones, dentro de la dificultad de dar una descripción exacta de la homosexualidad, son, por ejemplo, un patrón persistente de sentimiento homosexual acompañado de un patrón persistente ausente o débil de sentimiento heterosexual; una atracción erótica persistente, de tipo adulto, hacia una persona del mismo sexo y que generalmente, aunque no siempre, desemboca en una relación sexual, en <http://www.proyectopv.org/2-verdad/conceptohomo.htm>, consultado 15 de septiembre de 2013.

[3] Entiéndase narrativa como una concatenación de situaciones, en la que tiene lugar acontecimientos y en la que operan personajes situados en ambientes específicos (Casetti, y di Chio,2007:154).

[4] Nació en Huatusco, Veracruz, el 22 de noviembre de 1922. Narrador. Licenciado en Derecho por la UNAM; realizó estudios en la FFyL. Ha sido coordinador de talleres literarios y colaborador de Cuadernos Americanos, El Nacional, Humanismo, Mercurio (Perú), México en la Cultura, Novedades, Prometeus y otros, en http://www.edicionescalyarena.com.mx/?P=bio&autid=104, consultado 10 de septiembre de 2013.

[5] Entiéndase como género cinematográfico a las diferentes concepciones que van desde una categoría temática a modo de modelo cultural rígido, hasta una línea de fuerza que preside el film con base a su contenido implícito y a su estilo especifico. (J. Romaguerra,1999:46-47).

[6]http://www.cinetecanacional.net/php/detallePelicula.php?clv=2869&Tit=Retrospectiva%20Jaime%20Humberto%20Hermosillo consultado 16 de septiembre de 2013

[7] Entiéndase a la Teoría Queer, como sinónimo de Gay, lésbico o bisexual, pero de distintas formas, es un término que describe un abanico de distintas posiciones no-normativas yuxtapuestas una a la otra, sin categorizar, bien para sugerir las áreas coincidentes entre lesbianas, gays, bisexuales u otras posturas no-normativas (Ceballos,2005:176).

[8] C. Lévi-Strauss consideró (en 1974) que para que un grupo social merezca la denominación de familia debe reunir por lo menos tres caracteres: 1)  ser consecuencia del matrimonio; 2)  estar integrado por la pareja conyugal y los hijos nacidos de ella, con el agregado o no de otros parientes; y 3) presentar una unión debida a: “a) lazos legales, b) derechos  y obligaciones económicas, religiosas y de otro tipo, y c) una red precisa de derechos y prohibiciones sexuales, más una cantidad variable y diversificada de sentimientos psicológicos tales como amor, afecto, respeto, temor, etc.”, en http://blogsdelagente.com/drabdala/tag/crianza/, consultado 12 de septiembre de 2013.

[9] El patriarcado es la estructura familiar básica de todas las sociedades modernas. Se caracteriza por la autoridad de los hombres sobre las mujeres y sus hijos en la unidad familiar. Para que los hombres ejerzan esta autoridad, el patriarcado debe dominar toda la organización social, la producción, el consumo, la política, el derecho y la cultura. Sus estructuras fundamentales son las relaciones sociales de parentesco, la heterosexualidad obligatoria y el contrato sexual, en  <http://blogsdelagente.com/drabdala/tag/patriarcado/>, fecha  de consulta: 12 de septiembre de 2013.

[10] En el cine de ambiente rural, de las décadas de 1940 y 1950, sobresalió la fotografía de Gabriel Figueroa y la dirección de Emilio (El Indio) Fernández, quienes buscaron delimitar una mexicanidad a través de una revelación y exaltación propia del paisaje, de una visión de la pareja y de las relaciones sociales, y de una  articular versión de la historia nacional. Este cine, filmado en el blanco y negro de la época, que se adecuaba a la idea de que el pueblo mexicano no tiene color, según Gabriel Figueroa (1990), se integraba con imágenes de desolación, aislamiento, y carácter angustiante y conflictiva de la vida, mediante una particular fotografía de los paisajes, los cielos y sus nubosidades, que incluía especiales perfiles humanos, decorados en las habitaciones campiranas, y amaneceres y atardeceres cautivantes. Con todo ello se buscaba mostrar visiones enaltecidas e idealizadas del coraje, la grandeza de la tierra, y el machismo y la femineidad de la población rural. Véase:
http://portalacademico.cch.unam.mx/materiales/prof/matdidac/sitpro/hist/mex/mex2/HM2-3CultPortal/Cine1940.pdf> [Recuperado el 4 de septiembre de 2013].

[11] Región donde se aglutinaron los sectores jesuitas y católicos intransigentes, que se dirigió hacer una labor movilizadora, oposicionista, defensora de la libertad religiosa y cívica, que en la década de los treinta se denominó “sinarquismo”, convirtiéndose en un movimiento social de masas regionales cuya ideología tradicionalista, hispanista, anticomunista, ultra católica y nacionalista pasaría hacer la voz de la pobreza (Serrano Álvarez,1991:239-271).

[12] Se trata de un universo espacio-temporal coherente, poblado de objetos y de individuos que posee sus propias leyes (parecidas eventualmente a aquellas de la experiencia vivida). El texto narrativo muestra y representa parcialmente dicho mundo. Sin embargo, el lector o espectador también tiene que construirlo imaginariamente a partir de lo que el texto propone o sugiere. La diégesis es el mundo en el cual penetra el lector o espectador cuando se deja "atrapar" por una historia, en http://lazonaterritorioincierto.blogspot.com/2009/.../diegesis-cinematografica, consultado 2 de septiembre de 2013.


[a] Egresado de la licenciatura en Historia de México, Área Académica de Historia y Antropología, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.