Lupe y Juan: retratos con vida propia. Reseña a Juan Soriano y Lupe Marín: retrato y/o autoretrato de Elsie Mc Phail Fanger


 

Lupe Marín fue algo más que otra esposa de Diego Rivera, fue una mujer de personalidad arrebatadora, carisma resplandeciente, mirada clara e inolvidable, carácter impredecible, macha feminidad  y abnegado feminismo.

Seguramente atraída ante este perfil, la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Elsie Mc Phail decidió hacer una investigación sobre ella y su relación con un hombre quien también supo atraparla en la pintura pero con quien solamente vivió una amistad llena de solidaridad y cariño. La autora ha trabajado diversos temas en su larga trayectoria, la mayoría de veces relacionadas con la vida femenina, como lo fue su investigación sobre mujeres y tiempo libre.

En esta obra, Mc Phail advierte que junto con Lupe Marín y lejos de ella brillaron mujeres talentosas e independientes, dueñas de sí y artistas con vida propia. Ahí estaba Frida, su pincel de la angustia y sus autorretratos desgarradores. Ahí estaba Lola Álvarez Bravo, su mirada delatora y sus fotografías memorables. Ahí estaba María Asúnsolo, inspirando a poetas y pintores, motivándolos y apoyándolos para crear sus obras de arte. Ahí estaba Pita Amor llena de poesía y amor por la vida. Ahí estaba María Izquierdo que pintaba el color indígena de nuestra piel en cada cuadro que delataba su sensibilidad.

Por eso, lo primero que atrae de este libro es sin duda el nombre de Lupe Marín, de María Guadalupe Marín Preciado. Bella y enigmática, controvertida y sin recato, hermosura inmaculada y carácter explosivo, sensibilidad auténtica al reconocer los latidos del arte mexicano, enamorada de la poesía y la pintura. Fue esposa de Diego Rivera y vivió después con el poeta Jorge Cuesta. Musa de los artistas mexicanos de la década de los años cuarentas. Escribió la novela titulada “La única”, que fue prohibida y causó un gran escándalo en el país por sus atrevidos testimonios, para algunos calumnias, para otros mentiras, para muchos más simplemente la historia contada por el discurso original de lo que creyó vivir la misma Lupe.  Escribió sin rencores pero con juicio sumarios, escribió con sentimiento y pasión, seguramente por eso se atrevió a declarar: “Por nuestros sentimientos olvidamos muchas veces nuestros ideales y por nuestras pasiones, nuestros deberes”.

Y esto y más provoca, atrapa y seduce de la inolvidable Lupe Marín, la misma autora del libro, Elsie Mc Phail la describe de la siguiente manera:

Lupe Marín es prototipo de esas mujeres de su época que se despiertan temprano para ir al mercado, escogen las viandas para guisar y atienden los oficios de la casa. Con el mismo esmero se dan tiempo para administrar el ocio propio y el de los demás miembros del grupo social al que pertenecen —intelectuales, políticos, artistas, personalidades destacadas. Como buena anfitriona, organiza tertulias, encuentros, idas al teatro y a bailar, comidas o partidas de pókar. Desde ahí teje su red de relaciones y —aunque es una actividad despreciada por la academia y por algunos grupos feministas, que han considerado la urgencia de otros temas como la marginación y la pobreza— son estos empeños de mujeres de clase media y alta, muchas veces invisibles, escasamente valorados e incluso vilipendiados, los que han garantizado el buen curso de las relaciones públicas y privadas de la familia y amigos cercanos. Por su habilidad social y presencia espectacular, ella representa un “activo” para su grupo, en cuya cercanía se acrecienta el capital cultural y paródico, se consolida el “buen gusto” y se cierra el círculo de los elegidos. Lo anterior deriva en el oficio intenso y sofisticado de la buena cocinera y anfitriona, que enlaza socialmente a personalidades de la cultura y del espectáculo en una atmósfera grata, relajada, en donde ella cuidará el más mínimo detalle: para ellos un soufflé de entrada, las perdices al honor con champiñones como plato fuerte, acompañados por un digestivo. El café y los puros se ofrecerán en la biblioteca… (Mc Phail, 2010: 20)

Y en ese ritmo de vida, donde no dejó de ser modista, cocinera, amiga, amante y musa al mismo tiempo que se envolvía en esos cautiverios de mujeres que la antropóloga feminista Marcela Lagarde nos delata para comprender la subjetividad femenina: madresposa, loca, monja, puta y loca.  Lupe Marín se mecía en estos cautiverios, huía y regresaba retadora, provocadora, altiva y falaz. Por eso, la primera invitación a leer este libro es su historia, su mito y su figura de mirada transparente.

Lupe Marín enamoró a Rivera, quien la plasmó en cuadros memorables. Y otros hombres de la época también quedaron atrapados en las redes de sus ojos y de sus medias. Quedaron seducidos por ese par de ojos claros y esa belleza imponente. Los provocó ese carácter alegre y retador, fierecilla indomable, seductora conquistable. Poetas y fotógrafos, dramaturgos y escultores, pintores y novelistas, los hombres que visitaban su casa o la conocían en una tertulia jamás la olvidaban. Los inspiraba de diferentes maneras y sus relaciones con ellos también fueron diferentes, llenas de amor y odio, de pasión y olvido, de amistad eterna y agradecimiento sincero. Entre esos hombres estuvo el joven artista Juan Soriano, veinte años menor que ella y a quien quiso como un hijo.

Juan Soriano, la segunda gran razón para acercarse a este libro. Su obra es admirable, pero cautiva más su esencia masculina con destellos femeninos, es el artista gay que representa al hombre ideal: seductor, amistoso, leal, cómplice, cariñoso, enamorado, sensible, íntimo, expresivo, sincero y cercano. Ese ser humano que se convierte en nuestra mejor amiga en cuerpo de hombre. Ese hijo amoroso que se refugia en los brazos femeninos para llorar el amor perdido. Ese compañero en que confías ciegamente porque sabe escucharte y está siempre presto a demostrarte su cariño sin exigencias ni dramatismos.

Juan Soriano desde muy joven demostró su gran talento, era un adolescente cuando conoció a Lupe Marín y entre ambos hubo una dulce complicidad rodeada de arte y de amistad verdadera. La autora afirma que Soriano fue cautivado de inmediato por Lupe. “Su admiración por Lupe es tal que al terminar la reunión, evocará su manera de surcar la habitación, las expresiones de su rostro, sus dichos y sus gestos”. Poco a poco Juan Soriano empezará a destacar por sus pinturas, por los retratos de las mujeres que admiraba, por los retratos de los hombres que amó. Estoy segura que uno de los cuadros más maravillosos que cantan a la belleza del cuerpo masculino es el que Juan tituló “San Jerónimo”. Erótico y placentero, cualquier mirada puede atisbar ese cuerpo que se muestra provocativo y sensual, ligeramente el sexo masculino se muestra con discreción, alegría y hasta alevosía solidaria. Una dulce complicidad nos invita a admirarlo mientras una perversa evidencia permite admirar en todo su esplendor que el cuerpo de un hombre es perfectamente admirable. La autora advierte sobre Soriano:

Reconocido en México por su pintura, escultura y su papel fundamental en el grupo “Poesía en voz alta” en calidad de escenógrafo y motor del proyecto, la obra de Juan Soriano ha sido poco difundida en el resto del mundo. Lo anterior se debe probablemente, a que no tuvo una buena promoción, ni era constante su exhibición en galerías. Además y en contraste con muchos de sus contemporáneos, que ejercían una difusión agresiva de su obra, Soriano nunca fue un promotor de la suya y no recibió, ni buscó una comisión que se le otorgara sobre la base de su filiación política. Perteneció a la generación de jóvenes artistas que se alejaron del muralismo para concentrarse en el perfeccionismo a pequeña escala de una atmósfera íntima de sofisticación social, como protesta tácita frente a la grandilocuencia y propaganda de la generación de los muralistas mexicanos (Mc Phail, 2010: 60).

Juan Soriano se convierte entonces en un personaje que nos seduce y que nos atrae. Pero si junto a él está una mujer como Lupe Marín, sus historias, sus complicidades y sus historias se vuelven cercanas y entrañablemente humanas, testimonios con vida propia que quedan plasmados en colores, imágenes, trazos y cuadros inolvidables. Entonces los dos son razón suficiente para leer un libro, cada uno nos invita a aproximarnos a sus vidas, cada quien pos su lado nos seducen para enamorarnos de sus perfiles y se alían para que se vuelvan personajes memorables en la historia cultural de México.

Por eso, es fácil involucrarse en este libro titulado Juan Soriano y Lupe Marín: Retrato y/o autorretrato. En cada página nos toparemos con sus espíritus creativos y con sus miradas memorables. En cada palabras los recuperamos y los hacemos nuestros, próximos, espejos y reflejos donde nos confundimos y nos encontramos. Sus retratos tienen algo nuestro, de nuestros miedos y de nuestros sueños, Lupe se auto confiesa mujer de su tiempo, mientras que Juan se delata un bien querido de su época. Marín te hace creer en una historia femenina nacional que debe recuperarse con lujo de detalles y Soriano hace brillar lo maravilloso de reconocer la existencia de la diversidad sexual. Lupe y Juan, mujer y hombre, femenino y masculino, ella y él, ella y nosotras, nosotras y ellas. Retratos con vida, retratos con voz, con historias, con pasados y con memorias palpables.

Cada cuadro tiene algo que delatar, cada pose confiesa más allá de un pecado, cada color manifiesta sentimientos íntimos, cada trazo la certeza de creer en sí mismo, en ella misma, en otro modo de ser humano y libre.

Y si un libro nos promete recuperar las imágenes, los rasgos y las miradas de dos inolvidables personajes les aseguro que el análisis realizado a las obras elegidas representa una razón suficiente para leerlos del inicio al final con sumo cuidado y atención. Al terminar de leerlo quedan al mismo rango de interés Lupe, Soriano, la autora y el análisis.

Con sensibilidad y claridad, la autora nos introduce a un recorrido de imágenes que se buscan a sí mismas, creadores que se delatan a sí mismos con suma originalidad y se describen escondidos en sus frustraciones, melancolías y locuras. De esta manera recorremos la galería de retratos y de autorretratos de Juan Soriano y nos aproximamos a su alma y a su urgencia de confesar quién puede ser, quién quiere ser y quién descubre que puede ser. Cada retrato representa un viaje íntimo y misterioso de Soriano a su propia esencia que funde en uno solo lo masculino y lo femenino, la aceptación y la negación, perfecciones e imperfecciones, la utopía andrógina, el ideal humano ataviado de un cuerpo andrógino. Esa provocación queda plasmada en la obra de un artista como Soriano y en una vida como la de Lupe Marín. Bien manifiesta Elsie Mc Phail:

Soriano engendra a esta Lupe –similar y a la vez diferente a su modelo- para producir una identidad múltiple y, al hacerlo, rompe con las normas de ininteligibilidad cultural del momento, asociadas con la homosexualidad y la de-sexualización del cuerpo femenino en el caso de las “mujeres abnegadas”, la maternidad y el lesbianismo.

La admiración filial por su musa madre exacerba su parte sensual, a juzgar por el rostro magnético y nos labios carnosos en forma de corazón. El código expresivo denota deseo del incesto y su posibilidad, ya que como hijo adoptivo, alumno, acompañante, imitador y cronista de sus dichos y ocurrencias, Lupe ya no es el cuerpo de la tierra fecunda de Rivera en Chapingo, sino fuerza sensual, misteriosa y ominosa en contubernio con el misterio de la tierra, su ambigüedad, su inmundicia. Por un instante, el hijo ha transformado su relación filial en deseo carnal e incestuoso.

La obra es, en fin, un reto para las miradas patriarcales que niegan la posibilidad de compartir en un solo cuerpo destellos femeninos y masculinos. Es una obra que se confabula con las utopías de feministas abnegadas como yo que creemos en la equidad de género. Es un manual significativo para descifrar obras de arte desde la perspectiva de género y delatar el sentir de mujeres empoderadas y hombres solidariamente sensibles a temas femeninos.

 

Mc Phail, E. (2010) Juan Soriano y Lupe Marín: retrato y /o autorretrato, México: Siglo XXI.

 

[a] Profesora investigadora de Tiempo completo del Área Académica de Ciencias de la Comunicación, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.