Las diferencias como transgresión en la sociedad contemporánea. Reseña a Cuerpo, sexo y política de Marta Lamas


En un total de siete ensayos compilados en el libro Cuerpo, sexo y política, la autora reflexiona sobre la diferencia entre los seres humanos y cómo la conciencia de la diversidad corpórea, de género, de trabajo o sexualidad se asume como justificante para  la organización desigual de la sociedad contemporánea. Una sociedad que se admite moderna, que ostenta valores humanos universales y cuyos gobiernos se jactan de sus procesos democráticos para la toma de decisiones.

El contenido del libro nos confronta al mostrarnos que no somos ideológicamente modernos cuando atentamos contra la libertad procreativa de las mujeres. Su contenido nos expone como medievales cuando detalla que el proceso de toma de decisiones para cimentar el sistema normativo de nuestra sociedad, está cernido a la irreflexión que impone un dogma y sus defensores.

La autora hace visible que en una sociedad como la nuestra, todos somos ciudadanos pero que los recursos y los esfuerzos para el resguardo de nuestros derechos son privilegios negados o condicionados para quienes se les reconoce como diferentes.

¿Diferentes de quién o diferentes de qué?

Con respecto al orden patriarcal establecido, en referencia a la no aceptación de la capacidad reproductiva, en el ejercicio de la venta del cuerpo como una opción de trabajo  o porque se transgrede el sistema binario de género.

“Género” es una palabra que por mucho repetirse se ha distorsionado en su significado, por ello la autora, antes de explayarse en sus argumentos sobre la diferencia como la justificación de la desigualdad con una perspectiva de género, nos aclara que dicha palabra puede referirse a tres cosas distintas:

Es la tercera acepción en la que Marta Lamas basa su argumento para demostrar que la sociedad persiste en la idea que la identidad de las hembras y machos humanos y sus deseos sexuales derivan de su anatomía, en contraparte, ella sostiene que son elaboraciones psíquicas y del significado adquiridas en interacciones sociales concretas.

Más allá de atender los procesos de construcción de identidades de individuos o grupos concretos de la sociedad, Marta Lamas concentra su análisis en actores sociales cuyas ideas conservadoras inciden en el espacio público y en la toma de decisiones de gobierno en detrimento de los derechos humanos, especialmente cuando involucran temas como: la sexualidad, la procreación y la familia. Entonces la autora demuestra que la línea que divide el interés  público y el interés privado se desdibuja para apelar a las “buenas” conciencias.

Concretamente las ciudadanas son negadas en su libertad del uso reproductivo y sexual de su cuerpo, a su derecho de aborto, ya que la interrupción del embarazo se convierte en asunto de las instituciones religiosas cuyos representantes vaticinan el apocalipsis y el inicio del juicio final. La realización del aborto sin sanción legal petrifica y confronta los valores personales y profesionales del personal médico, al tiempo que arriesga los presupuestos a favor de programas de atención a la salud reproductiva femenina. La aprobación de la no criminalización del aborto arriesga los votos de los partidos políticos y sus legisladores en todos los niveles del gobierno.

La orientación deontológica de las instituciones y del sistema normativo mexicano persiste aún cuando las vidas, la salud o las muertes de las mujeres subsistan con graves violaciones a sus derechos humanos. Este aparente desinterés se asocia al tipo de ciudadanía reconocido para las mujeres asegura Marta Lamas, porque en un país como México, los derechos y las obligaciones de las ciudadanas se concentra en la vida sexual y la salvaguarda de la  moralidad cristiana.

Para documentar su posición, la autora nos refiere a dos casos concretos, el proceso legislativo para despenalizar el aborto en cualquier vertiente y sobre el comercio sexual ejercido por prostitutas que tiene en las calles de la ciudad de México su lugar de trabajo.

En México, el aborto es ingresado a la legislación desde el siglo XIX, pero es hasta el siglo XXI, cuando por lo menos en el Distrito Federal, la interrupción voluntaria o no del embarazo es reconocido como un derecho de las mujeres sin que ello las exponga a ser criminalizadas, además las coloca como sujetas de atención médica del servicio público. En el proceso de aprobación, partidos políticos, grupos religiosos y organizaciones de la sociedad civil se confrontaron y ocuparon los espacios públicos, especialmente salvaguardaron los espacios en los medios de comunicación para los mensajes de los grupos conservadores.

Aprobada la ley y puesta en marcha su ejecución, los centros de atención médica y el personal de salud siguen viendo y escuchando las consignas que abogan por su “buena conciencia”. En la confrontación persiste una situación más ideológica que científica esto según la evaluación de Marta Lamas.

Otro ejemplo dado por la autora, es dando respuesta a la pregunta ¿Por qué el ejercicio sexual de las mujeres, sea o no mercantil produce tanto malestar?  Desasosiego que sienten las mismas prostitutas, o  las personas que les rodean, indisposición que muestran las instituciones gubernamentales directamente involucradas.

Sin negar que la prostitución es una actividad comercial que involucra a grupos delincuenciales organizados, Marta Lamas concentra su reflexión en las mujeres que ejercen la prostitución como la actividad más remunerable que pueden realizar mujeres con escasa preparación profesional  y sin contactos estratégicos para ingresar al mercado laboral “normal”.

La autora nos demuestra que las prostitutas además de enfrentar un contexto que cuestiona y menosprecia su actividad laboral, ellas mismas se apropian del estigma de transgresoras del orden social femenino, así que exacerban su actitud de sacrificio y protección para sus hijos y sus seres queridos.

Más allá de las experiencias individuales de las personas que ejercen la prostitución como trabajo, la autora se concentran en reflexionar sobre las motivaciones culturales y morales que inspira a individuos e instituciones a sancionar a las mujeres que venden sus cuerpos para fines sexuales.

Al revisar el proceso de despenalización del aborto en México y reflexionar sobre el necesario reconocimiento de las prostitutas como trabajadoras sexuales,  Martha Lamas nos ubica en una preocupación contemporánea como personas modernas y como universitarios, la comprensión de la “libertad”, esa condición suprema que nos ubica como ciudadanas y ciudadanos de cualquier sociedad democrática.

Advierto que el contenido de ésta obra puede agredir la sensibilidad de:

Las personas obligadas a leer el libro son aquellas que se identifiquen y compartan la aspiración de la autora: “ningún ser humano debe ser discriminado ni perseguido por los mandatos culturales del género. El género es cultura, y la cultura se transforma con la intervención humana” (Lamas, 2013:174).

 

 

Lamas, Marta (2013) Cuerpo, sexo y política. México: Debate Feminista-Oceáno.


[a] Doctora en Antropología Social. Profesora investigadora adscrita al Área Académica de Sociología y Demografía, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. E mail: smendoza@uaeh.edu.mx