En busca de la congruencia epistemológica. Una etnografía de las Feministes Indignades en Barcelona

Resumen

El presente texto parte de la etnografía que realicé con el colectivo de las Feministes Indignades de Barcelona. Se trata de una reflexión epistemológica y metodológica que aborda tanto el tema de los conocimientos situados y la epistemología feminista como el de la etnografía y la observación participante. Es una reflexión que aborda la dificultad de poner en práctica los conocimientos teóricos-críticos, pero que aboga por hacer lo que se pueda con lo que se tenga.


Palabras clave: feministes indignades, conocimientos situados, observación participante, epistemología feminista

Abstract

This paper is part of an ethnography I did with the collective of Feministes Indignades from Barcelona. It is an epistemological and methodological reflection that addresses both the issue of situated knowledge and feminist epistemology, as well as ethnography and participant observation. It is a reflection that addresses the difficulty of putting into practice the theoretical-critical knowledge, but advocates to do what you can with what you have.


Keywords: feministes indignades, situated knowledge, participant observation, feminist epistemology

Introducción

El presente artículo es una reflexión sobre el ejercicio de la epistemología feminista, a partir de una experiencia concreta de una etnografía del colectivo Feministes Indignades[1] (FI). Este colectivo surgió como una comisión dentro del movimiento de “indignados/as” del 15 de mayo (15M) de 2011 en Barcelona.

La idea central que se pone a discusión en el texto es que una cosa es la teoría y otra diferente, la práctica. Por tanto, aun cuando la teoría feminista nos sugiere el posicionamiento, no siempre podemos ser parte del diseño de las investigaciones. Y, cuando eso pasa, lo único que nos queda es “hacer lo que se pueda con lo que se tiene”.   

De esta forma, en la primera parte del texto, presento unas líneas sobre la propuesta epistemológica de Donna Haraway. Posteriormente, hablo sobre la observación participante. Luego, sigue el aterrizaje concreto de esta metodología a través de la  etnografía de las Feministes Indignades. Y, finalmente, unas reflexiones sobre la práctica concreta de la investigación.

1. Los conocimientos situados y la otredad significativa, algunas reflexiones desde la epistemología feminista

Una de las propuestas más destacadas y sugerentes que tiene la epistemología feminista es, sin duda, la idea de conocimientos situados, la cual —como discuto en otro texto (Araiza, 2013:170-182)— tiene una línea que va de “la política de la localización” de Adrienne Rich (1984:17-22), pasando, en un primer momento, por Harding (1996, 81-93) y, finalmente, se concreta con Haraway (1991:315-322), quien va más allá de la experiencia de las mujeres y nos invita a la parcialidad y la localización en cualquier experiencia de conocimiento.

En efecto, la idea de conocimientos situados de Haraway —al igual que otros planteamientos epistemológicos feministas— parte de la no renuncia a la objetividad. Se trata de un tipo de objetividad que no requiere la promesa de una trascendencia. Una objetividad que apuesta por un circuito universal de conexiones.

El núcleo sería: recuperar la vista, en tanto que experiencia, para encontrar una objetividad encarnada; recobrar la vista para señalar la posición desde la cual miramos. Sólo desde la mirada situada se consigue la responsabilidad al conocer. Aquí, Haraway hace un énfasis en mirar desde abajo, desde la posición oprimida pues otorga cierto privilegio para alcanzar la objetividad, aunque reconoce que no es fácil. En síntesis, se diría que esta autora propone, como alternativa a la ciencia androcéntrica o a la salida relativista cínica: “los conocimientos parciales, localizables y críticos, que admiten la posibilidad de conexiones llamadas solidaridad en lo político y conversaciones compartidas en la epistemología” (Haraway, 1991:329). A partir de la parcialidad, no de la universalidad, es que se logra el conocimiento racional, dice la autora. Y por último, algo interesante sobre el tema epistemológico en este artículo es lo siguiente:

El feminismo ama otra ciencia: las ciencias y las políticas de la interpretación, de la traducción, del tartamudeo y de lo parcialmente comprendido. El feminismo trata de las ciencias del sujeto múltiple con (como mínimo) doble visión. El feminismo trata de una visión crítica consecuente con un posicionamiento en el espacio social generizado no homogéneo (1991, p. 336).

Ahora bien, en otra de sus propuestas, la de lasespecies de compañía, Haraway (2003:80-97) parte de una historia de biopoder y biosocialidad, así como de tecnociencia para desarrollar más su concepción de naturocultura, un sitio donde las fronteras entre lo biológico y lo social nunca están claras y muchas construcciones son posibles.

Pero, sin duda, lo más potente de esta propuesta es la posible alianza entre los amores privados y las pasiones teóricas como un método de investigación. En el manifiesto de especies de compañía o especies compañeras, Haraway vuelve sobre temas filosóficos que han estado presentes en toda su obra y que parecen indisociables (epistemología y ontología) en un recorrido por la historia de los perros como animales de compañía, que no son sino una manipulación humana, lo que le sirve para insistir en su idea de naturocultura, pues la mano del humano ha estado ahí modificando la naturaleza a través de razas de perros que ha creado a partir del lobo. Pero en esa manipulación, el humano no contaba con la colectividad específica que produciría cierto vínculo, el cual se ha ido  transformado a lo largo de la historia y los múltiples viajes que se han hecho en compañía de estos seres vivos. Por eso ella prefiere hablar de especies de compañía —y no de animales de compañía—, porque incluye categorías humanas y no humanas.

La “relación”, nos dice, es la unidad mínima de análisis. Sin embargo, a Haraway le preocupa anular la individualidad del otro. Y en una cita del artículo: “Notes of a Sports Writer’s Daughter”[2], narra la historia de su pequeño ahijado Marco que entrenaba a Cayenne, su perra. Se trataba de una forma de vínculo inter-subjetivo que incluye a un perro y un niño. La autora advierte que no era una posición de igualdad, sino que consistía en estar al tanto de las necesidades del otro que es significativo. Y en este sentido, la autora afirma que estar enamorada implica ser mundana y estar en conexión con la otredad significativa. Su apuesta es por aprender a vivir dentro de estas historias y llegar a conocerlas. Se trata de cohabitar las historias y estar conscientes de esta evolución en compañía, la cual no admite amnesias de ningún tipo. Hemos de recordar que hay ciertos trabajos, migraciones e historias compartidas. Cada una de estas historias puede ser un macrocosmos que nos ayude a pensar en las especies en compañía y en la invención de una tradición en la carne así como en el texto.

Finalmente, quiero subrayar que a Haraway le interesa reconocer con quién estamos y quién nos trastoca en este proceso de conocer. Así, en un seminario que dio en Barcelona en el año 2006, nos invitaba a admitir cómo gozamos siendo expertas y a que lo compartamos con más gente. En palabras de la autora, traducidas de mis notas:

Desmitifiquemos la investigación, cualquiera puede hacerlo. Vayamos más allá de los deseos de ser escuchados. Pongámonos en riesgo de ser tocados y cambiemos, sin pretender que nosotros somos quienes escuchan y sin pretender que la comunicación perfecta realmente existe.

2. Puntos de encuentro: la observación participante como epistemología encantada

En el artículo sobre el conocimiento encantado de Pablo Fernández (1993:119-120), el autor comienza definiendo la epistemología de la distancia o esa forma de conocimiento más cercana al estilo cientificista y positivista. Posteriormente, define la epistemología de la fusión, como aquella relación en la que el sujeto se disuelve en el objeto. Como ejemplos más sobresalientes de este tipo de epistemología, se encuentran: el enamoramiento y la angustia, donde quien los siente los padece, es presa de ellos, se ve arrebatado por sus sensaciones y sus sentimientos. El sujeto completo se convierte en su pasión. Posteriormente, nos habla de algunos casos inducidos, como lo podrían ser las borracheras, las drogadicciones, la sexualidad meramente termodinámica y otros cantos de sirena igualmente vertiginosos, dice, en los cuales el sujeto decide ya no ser sujeto y se borra para convertirse en el objeto.

Tras describir estas clases de epistemología, el autor presenta una alternativa a estas dos opciones tan opuestas: la epistemología del encantamiento. Se trata de la vía dialógica y democrática, por así decirlo, en la que el sujeto es capaz de escuchar, de llegar a acuerdos con el objeto, de tomarlo en cuenta, por lo menos. Como dice el autor, se trata de un intento por “comprenderse, empatizar y establecer un diálogo donde cada uno expone sus necesidades y ofrecimientos” (Fernández, 1993:123).

Ahora bien, partiendo igualmente de las críticas que desde la epistemología feminista se han hecho a la ciencia moderna, guardo mis reservas frente a una clase de conocimiento desapasionado, objetivo, distante, neutro y meramente racional. Me parece que una opción epistemológica que incluye el enamoramiento no es del todo descartable. Lo interesante sería ver qué tan capaces somos, las conocedoras/es, de gestionar nuestro ser en una relación tal. Es un reto sugerente. Pero, a fin de cuentas, la idea del encantamiento tiene ciertas características afectivas que vendrían en esta línea, como aquello de internalizar las características del otro, dotarlo de vida, hacerlo un objeto animado (como los átomos de los físicos); o como aquello del intento de participar del otro, de formar parte del objeto y entender que el objeto forma parte del sujeto, pues como dice el propio Pablo Fernández:

El mundo encantado es una unidad: todo es sujeto y objeto simultáneamente. Nosotros somos la realidad porque la realidad es nosotros, y entonces, la vida se cumple, tiene sentido, vale la pena, por el sólo hecho de saber que uno pertenece a ella, que uno es ella, lo cual evita de suyo la tentación de estar angustiado o ser un triunfador (Fernández, 1993:123).

En esta dirección, una de las tradiciones metodológicas —surgida en el seno de la antropología social— en las que es más fácil aterrizar estos planteamientos epistemológicos es la observación participante. Como explicaré más adelante, el estudio se pensó desde esta apuesta metodológica y creo que, en cierto sentido, es lo que le permitió congruencia a la luz de la epistemología feminista, aunque no hubiese sido diseñado desde esa posición. Vamos por partes.

¿Qué es la observación participante? Según la lectura que hace Barbara Kawulich (2005:5-10) de varios teóricos de la antropología, es la descripción sistemática de eventos, comportamientos y artefactos en un escenario social dado. Es un trabajo de campo que involucra una mirada activa, un involucrarse en la vida y actividades de otras personas. Es un método cualitativo que busca ser respetuoso con los participantes; tomar en cuenta sus deseos, intereses e intenciones. Luego entonces, puede decirse que es un tipo de epistemología encantada.

En el proceso de investigación, una puede estar como participante completa (miembro del grupo), como participante observadora (miembro del grupo y éste sabe que está siendo observado por este miembro), como observadora participante (rol principal de investigadora que puede participar en algunas actividades) o como observadora completa (investigadora oculta) (Kawulich, 2005: 5-9). Para el caso de las Feministes Indignades, como veremos en breve, nosotras estuvimos como observadoras participantes. Y, en ese ejercicio, lo más interesante fue el experimentar hasta cierto punto ser parte del grupo y, sobre todo, ser interpeladas por el mismo grupo, tal como explicaré más adelante. En todo caso, puedo adelantar que, en efecto, se creó un diálogo entre ellas (sujeto estudiado) y nosotras (investigadoras). Y me parece que ese diálogo nos llevó a pensar la epistemología y el ejercicio de investigación mismo. Así, este artículo pretende hablar de estas reflexiones. 

3. ¿Qué hacer con lo que se tiene a mano? La experiencia etnográfica con las Feministes Indignades de Barcelona 

3.1. Punto de partida: algunas reflexiones teóricas y epistemológicas

Me propusieron formar parte de una investigación tan sólo en una de sus fases: etnografías de movimientos sociales, específicamente el caso de las Feministes Indignades en Barcelona. Dicha Investigación llevaba por nombre “Memory, Youth, Political Legacy and Civic Engagement” (MYPLACE) y se trataba de un proyecto amplio a nivel europeo, que se realizó en 14 países simultáneamente, y cuyo foco de su interés era la participación y el compromiso político de los/as jóvenes. Así, cuando me sumé al trabajo, el diseño de la investigación estaba bastante definido. Se trataba de una investigación de muchas fases que combinaba metodologías cuantitativas más clásicas como macroencuestas con metodologías cualitativas más innovadoras como el uso de una etnografía para estudiar un movimiento social.

En el caso de Cataluña (donde yo vivía), se realizarían desde la Universitat Pompeu Fabra, tres etnografías: con el movimiento estudiantil (distintos colectivos), con movimiento de la izquierda independentista (Candidaturas de Unidad Popular y Arran) y con las Feministes Indignades, un colectivo que surgió en el contexto de las movilizaciones del 15M de 2011, así es que además de autodefinirse feminista es también anticapitalista. 

El caso es que la etnografía de las Feministes Indignades  la llevaríamos a cabo entre dos personas, Mariona Ferrer (la coordinadora de la investigación en Cataluña) y yo. Cuando llegué al equipo, el contacto con FI ya se había hecho, lo que me facilitaba bastante el inicio. Me pareció muy interesante —en términos organizativos— que como asamblea hubiesen decidido previamente que una persona (también militante), con formación académica próxima a la teoría feminista, sería la encargada de revisar cualquier proyecto o intento de investigar este colectivo. Así, la compañera que se encargaba de esto, ya había dado su visto bueno y se había discutido en la asamblea, donde se acordó que sí aceptaban nuestra presencia para hacer la etnografía. Sin embargo, también me llamó la atención leer en el acta de día 4 de octubre de 2012, que algunas de las compañeras opinaron que la investigación no estaba pensada desde una perspectiva feminista (Feministes Indignades, 2012). Ahí apareció mi primer dilema: siendo yo profesora de epistemología feminista, tenía que realizar una investigación que no había diseñado yo, aunque, por otro lado, cabe mencionar que sí era bastante respetuosa y acorde a las teorías que trabajo. Es verdad que yo la hubiese pensado mucho más desde los conocimientos situados de Donna Haraway (1991:318-322), donde el posicionamiento político de quiénes investigábamos hubiese sido más explícito, incluso de cara a las Feministes Indignades; y hubiese pensado la aproximación desde una etnografía más performativa (Denzin, 2003, 200-205) que rozase los límites entre la etnografía misma y la Investigación Acción Participativa Feminista. Sin embargo, no podía ser del todo así, pues aunque cada etnógrafa/o sentía simpatía por el movimiento estudiado (pasaba igual en los otros casos), no había una plena definición o militancia frecuente en aquel movimiento.

Y, en general, la investigación no se había pensado así, por tanto yo tenía que trabajar con lo que había e intentar hacerlo de la mejor manera posible en términos ético-metodológicos. Por eso tuvimos clarísima la necesidad de preparar un documento de devolución que pudiera ser útil para ellas y no tener la sensación de que simplemente “nos llevábamos” los datos. Creo que la propuesta también les pareció acertada a las propias militantes y así lo hicimos.

Finalmente, seguí los lineamientos de una observación participante-respetuosa y realicé el diario de campo conjunto conforme íbamos presenciando asambleas y diversas acciones que emprendían las FI, así como 15 entrevistas a profundidad (se hicieron 19 en total) a distintos perfiles de militancia, la mayoría muy activas en el colectivo, una militante casual y una simpatizante. El guión de la entrevista abordaba temas relacionados con la experiencia militante, la historia y funcionamiento del colectivo, memoria, vida cotidiana, entre otros.

Me parece que el resultado fue bastante conseguido y lo fuimos bordando entre todas. Vamos allá.

 

3.2. Del encuentro con ellas y de cómo se creó el vínculo

En principio, según me dijo la coordinadora del proyecto, la etnografía se haría en tres meses de manera intensiva. Los otros grupos ya habían empezado. Sin embargo, en la práctica se demostró que esto no era viable y la etnografía se acabó más o menos hasta que terminamos las entrevistas, por lo que duró de octubre de 2012 a junio de 2013, es decir, unos ocho meses. Ello nos permitió tener un panorama más amplio del funcionamiento y el propio devenir de un colectivo que cambia y se repiensa a sí mismo.

Una vez pasado el filtro para hacer la etnografía, ésta comenzó formalmente el 13 de octubre de 2012 con el seguimiento de la manifestación del 13O-15O, una manifestación del entorno del movimiento 15M,  cuyo lema era “No debemos, no pagamos”, y las FI —como parte del 15M— también participarían. He aquí algunas de nuestras impresiones iniciales.

Íbamos con un poco de retraso por lo que, al llegar al local, no las hallamos. Decidimos ir directamente a la Plaça Catalunya y buscarlas allá […] Cuando por fin las vimos, no me extrañó ver algunas caras conocidas que tenía ubicadas de otros momentos y otros espacios también feministas. Llamó mi atención ver, de primera instancia, un colectivo intergeneracional y diverso (Notas del diario de campo, 13 de octubre de 2012).

El día domingo, 21 de octubre de 2012, fui sola a la primera asamblea de FI a la que nos sumamos. Éstas fueron algunas de mis impresiones y un ejemplo de cómo solían desenvolverse las asambleas de FI.

Se empieza por lo breves, la primera parte del orden del día. Me llama mucho la atención lo fluido que va todo, cómo lo organizan Anna y Gemma[3] y cómo tienen algunas prácticas, como las de mover las manos cuando se está de acuerdo con algo, muy propias del movimiento de indignados y del antiglobalización mismo. Mientras van agotando los breves, voy pensando que tengo que introducir algo yo, presentarme. No todas me conocen y quizá no sepan por qué estoy ahí. Sería mejor recordarlo, pues no quedará muy bien que no intervenga cuando se tienen que tomar acuerdos. Así es que sin más me lanzo a hablar, un poco titubeante y nerviosa, y les explico quién soy y a qué vengo […] la asamblea sigue su curso.
[Más adelante, se toca] el asunto importante a tratar en esta reunión: la cuestión de los ejes [...] Los temas que salieron de la reunión previa fueron: organización, antirrepresión, coyuntura económica y política, postcolonialismo/inmigración, sexualidad y vidas vivibles. En algunas rondas se van comentando los que más interesan y también se deja ver que “organización” es un tema aparte, pero primordial. Es decir, tendrían que discutir primero los lineamientos de esta organización que imaginan para el futuro de las Feministes Indignades […]
En general, el llamado a lo colectivo y la práctica del cuidado de unas a otras está muy presente en discurso e intención. Cada una opina lo que considera y sin oponerse intenta buscar acuerdos […] También llama mi atención que la asamblea prácticamente logró terminar el orden del día en un tiempo récord (Notas del diario de campo, 21de octubre de 2012).

Nuestro trabajo consistió en estar presentes en prácticamente todas las asambleas que tuvieron lugar durante los meses que duró la etnografía, así como en las manifestaciones o acciones políticas en las que las FI participaron durante ese tiempo[4]. Ya fuera que se tratara de acciones próximas al movimiento feminista (25 de noviembre, 8 de marzo, 28 de junio, entre otros) o al movimiento anticapitalista (huelga general, manifestaciones de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, entre otros). De esta forma, los temas que se debatían en las asambleas estaban marcados por la agenda política de ese momento. Sin embargo, ello no impedía que también se dieran tiempo para pensar sobre ellas mismas como colectivo, como pudimos comprobar desde la primera asamblea que presenciamos cuando hablaron sobre los ejes temáticos. Asimismo, otro de los temas que siempre llamó nuestra atención tenía que ver con el cuidado. Daban especial importancia a cómo se sentía la gente, porqué no asistían más algunas compañeras, qué necesidades tenían, entre otros.

Por otra parte, por lo que respecta al calendario político, una de las acciones que más llamó nuestra atención fue sin duda la del 14 de noviembre de 2012, día de Huelga General. Para ese día, las Feministes  Indignades convocaron a un FemBlock para llevar a cabo un piquete feminista, que incluía distintas acciones. Sabíamos, por las asambleas, que la idea principal del piquete había surgido en la asamblea de FI y que consistía en una expropiación simbólica de alimentos y objetos relacionados con el (auto)cuidado como compresas o pañales, entre otros. Este bloque feminista hacía un llamado bastante bien trabajado a una huelga de cuidados. Se hizo una investigación con datos de todo ese trabajo invisible que solemos hacer las mujeres sin remuneración. Para dar una idea del día de huelga general, he aquí unas notas del diario de campo.

Bajé en la bicicleta. Había clima de huelga total: comercios cerrados, pocos autos, piquetes por la calle, furgones policiales […]
Entonces arrancó el piquete con una mini-marcha […] Cuando llegamos a la Ronda Sant Antoni, todo fue muy rápido. Cruzamos, nos detuvimos en un supermercado. Sabíamos lo que pasaría y en eso: empezaron a salir volando productos y las chicas los iban guardando. Las que estaban adentro salían victoriosas y las de afuera aplaudíamos. Se leyó la octavilla y se explicó el porqué de la acción con un megáfono […] Continuamos con el pasacalles cantando las consignas. Siguiente punto fue una oficina de Bienestar Social. Qué bien preparadas las acciones de acuerdo  a la reflexión y contenidos políticos de este piquete en clave feminista —comentamos—. Afuera de aquella oficina, algunas Feministes Indignades hablaron con el megáfono dando más datos y razones para sumarse a la huelga de cuidado (Notas del diario de campo, 14 de noviembre de 2012).

Acabando la acción, las chicas se fueron a celebrar la jornada a la plaza 8 de marzo, donde prepararon una comida con los productos expropiados. Por la tarde se sumaron a la manifestación con los demás colectivos que hicieron la huelga aquel día. El balance de esta jornada fue doloroso, pues como había sucedido en otros momentos, terminó con una carga policial y los Mossos d’ Esquadra dispararon pelotas de goma, una de ella dejó sin un ojo a Ester Quintana. Las Feministes Indignades enseguida dieron su apoyo y sumaron fuerzas con otros grupos feministas o afines al 15M. Así, llamó nuestra atención que entre varios grupos feministas, incluido FI, prepararon una acción que se llevó a cabo el 14 de diciembre en el mismo sitio y a la misma hora en que Ester Quintana perdió el ojo. Todas las participantes llevaban un parche en el ojo y traían una letra que formaba parte de una oración que decía: “¡Stop balas de goma!”[5]

Pero volvamos a la etnografía, ésta iba transcurriendo desde octubre, ya habíamos pedido que nos pusieran en la lista de contactos y las íbamos siguiendo vía facebook, twitter y en su blog. Habíamos dicho también en una asamblea que empezaríamos a entrevistarlas, en especial a las más jóvenes. Y he aquí otra de las dificultades con la que nos encontramos en el caso de las FI y es que no todas sus militantes podían ser consideradas jóvenes. De hecho, fue algo que se repitió en otros casos de estudio de otros países del proyecto europeo de investigación MYPLACE. De esta forma, al principio la idea era intentar entrevistar a todas las integrantes que fuesen menores de 30 años y las dos mujeres mayores, cuya trayectoria en los movimientos feministas era ampliamente reconocida. Ello nos parecía que podía ser útil para el análisis, pues ellas nos podrían contar cómo había ido cambiando el movimiento feminista en Cataluña y qué particularidades encontraban en Feministes Indignades. Posteriormente, vimos que había otros perfiles de mujeres mayores de 30 que también nos interesaban y que algunas de las militantes más presentes en el colectivo estaban más en este cohorte de edad (30-40), así que ampliamos esta visión[6].

En general, conforme fuimos realizando las entrevistas, se iba creando cada vez un lazo más potente, incluso un sentimiento hasta cierto punto de complicidad. Y creo que este clima de vinculación como etnógrafas con nuestro sujeto de investigación alcanzó su punto más álgido en el acompañamiento de las acciones en torno al 8 de marzo de 2013, Día internacional de las mujeres trabajadoras. Para entonces, yo ya había realizado 7 entrevistas y la coordinadora, 2. Estas jornadas del 8 marzo estuvieron marcadas por una colada masiva en el metro (en clave feministas) el día 6 de marzo, una manifestación nocturna el día 7 de marzo, la manifestación grande del 8 de marzo propiamente y la fiesta de mujeres de la noche del 8. A continuación algunas notas de esos días, empezando por la colada feminista.

Al igual que ocurrió con la acción de expropiación en el supermercado del día 14N, día de huelga general, las Feministas Indignadas se propusieron llevar a cabo una acción que juntara sus reivindicaciones feminitas-y-anticapitalistas y que estuvieran en concordancia con el lema que se decidió en la Comisión 8 de marzo para este año: “Contra l’ofensiva patriarcal i capitalista: desobediència feminista”. Es así que la acción consistía en hacer una colada masiva en el metro. En dicha colada se invitaba a participar básicamente a mujeres con máscaras del cómic V for Vendetta, pero en versión femenina o cualquier otro elemento festivo y simbólico. Las cosas más o menos fueron según lo previsto (Notas del diario de campo, 6 de marzo de 2013).

Por su parte, la acción que más llamó mi atención fue la del 7 de marzo, bajo el lema en catalán “La noche es nuestra”, una acción vibrante y empoderadora.

[La manifestación] salió de la plaza con un grupo amplio de mujeres, varias de ellas con antorcha en mano, apoderándonos del fuego, un elemento tradicionalmente asociado a lo masculino. Bajamos por Torrent de l’Olla y ya se iban proyectando con una lupa y una linterna unos mensajes que decían: “la nit és nostra” en algunos edificios. Andrea, que es tan animada y divertida, tenía el megáfono y se le escuchaba cantar varias consignas, desde: “visca, visca, visca la lluita feminista!” o “cap agressió sense resposta!”, pasando por “la talla 38 me aprieta el chocho; “avortament lliure i gratuït!” o “¡huelga, huelga, huelga de cuidados, muerte, muerte, muerte al patriarcado!”, hasta “¡somos malas, podemos ser peores!” Por el camino, además, iba un comando de guerrilla de la comunicación muy bien armado y preparado. Varias chicas llevaban cola para pegar pequeños carteles con mensajes muy bien pensados y preparados con reflexiones feministas y otras, totalmente encapuchadas llevaban pintura en aerosol e iban haciendo diferentes pintadas también con contenido para la reflexión feminista. Cuando las chicas pintaban o pegaban los carteles, otras que cargaban las pancartas se ponían de tal forma que cubrían a las que realizaban el acto de desobediencia. El resto íbamos leyendo los mensajes, tomándoles foto o cantando y emocionándonos con lo que íbamos logrando juntas.
[…] bajamos, efectivamente a la calle Còrssega, donde nos esperaban varios furgones de los Mossos d’Esquadra. Debo admitir que tuve mucho miedo […] Mariona guardó la calma y estuvo en consonancia con ellas, que gritaban: “¡estamos hasta el culo de tanto tío chulo!” o “¡macho men, macho men, ya estamos hartas de macho men!” […]
Se acababa, pues, una noche mágica, una noche en la que unas quinientas mujeres cual brujas se apropiaron de la noche y no necesitaron —como dice uno de sus cánticos—: “ni Dios ni amo ni marido ni partido” (Del diario de campo, 7 de marzo de 2013).

Por su parte, la manifestación del 8 de marzo, la manifestación grande también fue bastante especial. Contaba con la presencia de 120 mujeres tocando tambores, otras bailando y disfrutando. A mi parecer, hubo mucho más clima festivo que otros años. Sobresalía el hecho de que parecía que todo lo que iba transmitiendo el enlace de las FI con la comisión del 8 de marzo, se estaba viendo reflejado en la organización de las acciones de ese día. Pero, sobre todo, nos pareció destacable la presencia de las FI en la manifestación. Estaban hasta delante de la manifestación y por momentos dieron su megáfono a otros grupos de mujeres como un colectivo de prostitutas con máscaras que reivindicaban sus derechos o el colectivo Mujeres Pa’lante, en el que participan mujeres latinoamericanas migradas en Cataluña.

Por último, vino la fiesta con la que acabamos unas jornadas feministas bastante completas para acompañar a estas militantes incansables. Pudimos gozar de un momento más distendido, de goce, de disfrute, de estar cerca unas de otras sin sentirnos acosadas. En el diario escribí:

Fue muy emotivo. Me vino varias veces a la cabeza una frase de Donna Haraway que me aprendí en inglés […]: “the feminism I love is always interrogative and passionately in love with women. It’s an invitation to live that way rather than an ideology” (Notas del diario de campo, 8 de marzo de 2013-2).

El 8 de marzo con todas sus acciones marcaba, además, nuestro punto de cierre —según habíamos acordado entre nosotras y manifestado en la asamblea—, aunque por la vía de los hechos se extendió un poco más a lo largo de unas cuantas asambleas y alguna acción mientras acabábamos las entrevistas, realizábamos las transcripciones y preparábamos la devolución.

 

3.3. De la interpelación y las conexiones parciales

En el fluir de la etnografía, aunque nos sentíamos muy acogidas, por momentos también nos sentíamos interpeladas. He aquí un ejemplo.

Media hora más tarde —como suele suceder—, empezó la reunión con 10 asistentes (más tarde acabarían siendo 15). […] Estaba una de las dinamizadoras (la otra llegaría más tarde), alguien más se propuso para tomar palabras, pero ¿quién tomaría notas para hacer el acta? Que lo hagan las investigadoras, dijo una. Yo me reí y la chica vasca dijo: ‘que no es broma’. Lo pactamos un poco con la Mariona y les dijimos que sí, que tomaríamos notas. La otra dinamizadora (ya incorporada) me explicó en corto que se reporta sólo lo que se habla y acuerda sin poner los nombres de nadie. Yo me quedé un rato pensando cómo organizaría mis notas, pues algunas cosas serían para este diario y otras para el acta. Ya me parecía las otras veces que mis reportes se parecían a un acta, pero ayer que hice el acta, me di cuenta que no tanto: un acta es más esquemática y resumida, aquí intento plasmar más mis impresiones. Pues bien, la impresión que estaba intentando asimilar en aquel momento y que tampoco podía hablar con Mariona era la siguiente: de alguna forma, ellas nos están pidiendo que si estamos ahí, ocupando un lugar en la sala, presenciando las reuniones, participemos. De alguna manera, eso me resolvía la cuestión de la devolución (en parte). Ya veremos cómo se desarrollan las siguientes asambleas” (Notas del diario de campo, 28 de noviembre de 2012).

Tenía claro, como expliqué antes, que la investigación no se había pensado en la línea de los conocimientos situados, pero sí que era próxima la idea de observación participante. Por tanto, entre la coordinadora y yo hablamos bastantes veces sobre este asunto y entre las dos pensamos en la posibilidad de hacer una devolución. Así, les ofrecimos a las FI un documento de devolución justo en un periodo en que ellas estaban pensando en balances internos (alrededor de los meses de marzo y abril de 2013). Y les pareció muy buena idea. Sin embargo, nosotras no pudimos tener listo ese documento hasta casi finales del mismo año.

Por otro lado, en el transcurso de la etnografía, coincidió que yo impartía cursos virtuales de investigación feminista con el equipo del SIMReF[7], a través de la URV, y dos de las militantes de FI eran mis alumnas. Eso, aunque me acercaba, también me ponía en un compromiso, puesto que yo enseño a construir investigaciones desde una base epistemológica feminista. Y recordaba que era una de las críticas que se había hecho en la asamblea. Sin embargo, mis temores no tenían fundamento. Las dos alumnas accedieron a ser entrevistadas y cooperaron bastante. Incluso, el día de la devolución, una de ellas comentó que también le imponía que yo diera estos cursos.

En general, creo que conocerlas más y poder atrevernos a participar de vez en cuando en las asambleas, ayudó a que la investigación, aunque no hubiese sido pensada de esta manera, sí fuese en cierta forma feminista. 

 

3.4. El proceso de devolución: una búsqueda de congruencia mínima

Como dije, durante muchos días le dimos vuelta al asunto de la devolución. Tanto por las interpelaciones que recibimos, como por lo que nosotras mismas pensábamos como investigadoras, las dos etnógrafas tuvimos muy clara la necesidad de hacer una devolución.

Por momentos, pensábamos que con nuestra simple presencia activa podría bastar o acaso poder darles alguna retroalimentación. Esta segunda cayó por su propio peso cuando ellas mismas hablaron de la necesidad de repensarse como colectivo, de ponerse a trabajar sobre las direcciones que debían tomar y los ejes de trabajo a seguir. Entonces, nosotras les comentamos que pensábamos hacer un documento de devolución con lo que nosotras estábamos observando y lo que salía en las entrevistas, algo que les sirviera para trabajar esto que ellas mismas pretendían. La idea les gustó bastante y así lo hicimos. Sólo que no pudo ser tan rápido como ellas hubiesen querido, pues el análisis nos llevó algunos meses más.

Finalmente, entregamos un documento a finales de 2013, que pasó primero el filtro por la misma persona que había evaluado el proyecto de investigación. A ella le pareció correcto. Así, entregamos varias copias en una sesión muy emotiva que cerraba el vínculo que habíamos tejido entre las dos etnógrafas y el colectivo de las Feministes Indigandes.

El documento, inspirado en el diario de campo y en las entrevistas, lo organizamos de la siguiente manera: 1. Acompañamiento a Feministes Indignades, una introducción que simplemente explicaba en qué consistió y por qué periodo de tiempo. 2. Para qué queríamos esta información: aquí se explicaba de manera clara y concisa en proyecto, los objetivos del estudio, los criterios de selección de las etnografías y el uso de la información recogida. 3. Para devolver al colectivo: qué hemos observado, es decir, notas del diario de campo. 4. Voces de sus propias participantes (especialmente extraído de las entrevistas sin aclarar nombres), que, a su vez, contenía:4.1. Cosas que ha conseguido FI, 4.2. Aspectos a destacar, lo que más gusta de FI, 4.3. Las acciones exitosas que más se recuerdan, 4.4. Las asambleas y sus dinámicas, 4.5. Para seguir trabajando y enganchando con ejes y objetivos (recomendaciones) y 4.6. De feminismo y vida cotidiana. Finalmente, en un apartado quinto de conclusiones, les sugeríamos trabajar tres bloques: a) vidas vivibles (por la sostenibilidad de la vida), b) dar especial énfasis a la decolonialidad/inmigración/desigualdad social y c) sexualidad, transexualidad, derecho al propio cuerpo… otras maternidades. Esta reagrupación de bloques era nuestra sugerencia de lo que veíamos que eran los intereses reales de las entrevistadas y las prioridades de debate en las asambleas (Ferrer y Araiza, 2013).

En términos generales, parece que realmente, intentamos ser muy respetuosas y tratamos de remarcarles los puntos que podían ayudarlas a mejorar como colectivo. No cabe duda que esta experiencia nos ayudó a acercarnos a una práctica epistemológica feminista, sin que esto, insisto, hubiese sido pensado desde el principio.

Notas para hacer lo que se puede con lo que se tiene. Reflexiones finales

Las primeras reflexiones a manera de corolario de este texto provienen de la inquietud de pensar en la teoría y la práctica. Es decir, en la teoría estoy de acuerdo y me considero bastante afín a los planteamientos de la epistemología feminista, en especial, a las teorías de Donna Haraway. Sin embargo y por lo que respecta a la práctica, una no siempre se desempeña en el mundo de la investigación a lo largo de todo el proceso. A veces, pasa que participamos de investigaciones en su ejecución, pero no en su diseño.

Como he ido exponiendo, éste fue el caso de esta investigación, en la cual participé sólo del proceso etnográfico. No obstante y como también he ido aclarando, aunque la investigación no fue pensada desde planteamientos epistemológicos feministas, sí que contenía en su diseño supuestos próximos, como es el caso de la observación participante. Por tanto, no fue difícil hacer el puente y, dentro de lo posible, posicionarse una vez iniciada la etnografía. Ello fue muy útil, pues la etnografía se hacía en el seno de un colectivo feminista, lo cual me permitió estar cómoda con nuestro trabajo. 

Ello me lleva  a pensar en las últimas palabras de Pablo Fernández (2004), para hablar de cómo debe hacerse la psicología colectiva y cómo deben tomarse decisiones para sobrevivir, aun sabiendo que no estamos haciendo psicología colectiva:

Y si de repente se aparece la práctica, esto es, si en algún momento inminente quien hace psicología colectiva tiene que trabajar para vivir y le ofrecen un trabajo que necesita, sobre todo porque le pagan, no importa de qué, lo mejor es aceptarlo, porque si sus estudios han consistido en pensar el pensamiento, lo más seguro es que se haya vuelto inteligente, lo cual consiste en hacer lo que se pueda con lo que se tenga, lo cual es de suyo embellecer la vida en la medida de las posibilidades, y así, siendo inteligente podrá hacer lo que deba en el trabajo que necesita, pero, porque es inteligente, sabrá que lo que está haciendo no es aplicar la psicología colectiva, que es inaplicable, sino haciendo un trabajo, que ojalá sea el que le guste (Fernández, 2004: 253).

Pues bien, yo tuve la suerte de hacer lo que pude con lo que tuve sin denominarlo un proyecto de investigación con base epistemológica feminista. Pero sí que creo que la forma en que lo fuimos construyendo, junto con el proceso de devolución, permite decir que a la práctica sí que fue una investigación feminista para hacer la etnografía de un colectivo también feminista. Y sí, fue un trabajo que disfruté mucho hacer.

Referencias bibliográficas

Araiza, A. (2013) “De la política de la localización a los conocimientos situados. Notas para la creación de una ciencia feminista” en Liévano, M. y Duque, M. (Comps.), Subjetivación femenina: investigación, estrategias y dispositivos críticos, pp. 163-191. Monterrey: Ediciones UANL.

Denzin, N. (2003). “The call to performance” en Symbolic Interaction, 26 (1), pp. 187-207.

Feministes Indignades(2012). Acta de la asamblea del 4 de octubre de 2012. Recuperada en: http://feministesindignades.blogspot.com.es/p/actes-dassemblea.html.

Fernández, P (1993). “El conocimiento encantado” en Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, 13, pp. 119-124.

(2004). La sociedad mental. Barcelona: Anthropos.

Ferrer, M. y Araiza, A. (2013). Ni víctimas, ni pasivas, mujeres combativas. Notas de una etnografía con las Feministes Indignades. (Documento inédito de devolución para el colectivo). Barcelona: Universitat Pompeu Fabra.

Haraway, D. (1991).“Conocimientos situados: la cuestión científica en el feminismo y la perspectiva parcial” en Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, pp. 313-346. Madrid: Cátedra/Universitat de València.

(2003) The companion species manifiesto. Dogs, people and significant otherness. Chicago: Prickly Paradigms Press.

Harding, S. (1993). Ciencia y feminismo. Madrid: Morata.

Kawulich, B. (2005) “La observación participante como método de recolección de datos” en Forum: Qualitative Social Research, 6(2), pp. 1-32.

Rich, A. (1984) “Notes towards a Politics of Location” en Zavala, I. M. y Díaz-Diocaretz, M., Women Feminist Identity and Society in the 1980’s, pp. 7-22. Utrecht: John Benjamin Publishing Company.

 

 

[1] El nombre original del colectivo es catalán, pero es bastante sencillo deducir que la traducción en castellano es Feministas Indignadas.

[2] Este artículo es previo al manifiesto y lo cita recurrentemente en el texto, sin embargo, hay una nueva edición de 2006.

[3] Dentro de la investigación, se decidió anonimizar los datos. Por tanto, los nombres de las entrevistas y del diario de campo no son los nombres verdaderos. Al tratarse de un colectivo político, es lo más conveniente en términos etnográficos por motivos de seguridad.

[4] Aunque coincidió en que esto lo fueron cambiando a lo largo de estos meses, la frecuencia de las asambleas solió ser quincenal. Una era en domingo y la siguiente en un día entre semana (martes o miércoles). Por lo que respecta a las acciones, éstas estuvieron más bien marcadas por el calendario político.

[5] Durante la etnografía vimos cómo FI tenía mucha relación con algunas comisiones del 15M, en especial la que trata los temas antirrepresivos, particularmente, con el colectivo Rereguarda en moviment.

[6] Además, nos ateníamos al hecho de que, por un lado, en los países del sur de Europa, por las dificultades económicas de emancipación, la juventud se prolonga; y, por otro, que en este contexto militante en el que se mueven muchas de estas mujeres se observa un estilo de vida juvenil por llamarlo de alguna forma.

[7] Por sus siglas en catalán SIMReF es el Seminario Interdisciplinar de Metodología de Investigación Feminista, en el que confluimos distintas académicas de universidades del Estado español: Universitat de Barcelona, Universitat Rovira i Virgili, Universitat Autònoma de Barcelona y Universidad del País Vasco; y de México, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.


[a] Profesora investigadora del Área Académica de Ciencias de la Comunicación, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.