Educación valoral: cuatro momentos históricos del siglo XX: Porfiriato, Revolución Mexicana, Socialismo y Reforma Educativa Modernizadora.

Resumen

El México independiente (1821) se inicia, propiamente, en el liberalismo como pensamiento filosófico que reconocía la dignidad del ser humano, así como la búsqueda de condiciones que favorecieran la realización de los valores individuales. La educación debía ser integral, formar al alumno en los planos: intelectual, moral y físico, además de ser cívica, pública y universal. A partir de esta conjunción de principios, se considera la educación como un derecho de todos los mexicanos, el cual se empieza a configurar desde los “Sentimientos de la Nación”, de Morelos, y la Constitución de Apatzingán, hasta su precisión en el Plan de la Constitución Política de la Nación de 1823, donde se alude a la promoción de la enseñanza como el origen de todo bienestar individual y social.

En 1833 se utilizó en las escuelas la “Cartilla social sobre los derechos y obligaciones de la sociedad”. En 1867, la Ley Orgánica de Instrucción Pública reiteró la obligatoriedad de la enseñanza elemental y la gratuidad para los pobres, y se refiere por primera vez, a la necesidad de una enseñanza moral separada de principios religiosos. Las características de obligatoriedad, gratuidad y laicismo de la enseñanza elemental se confirman en la ley de instrucción pública de 1888, en donde se retoma que la enseñanza primaria sea integral y se ocupe del desarrollo físico, intelectual y moral del alumno.

En el Congreso Constituyente de 1916-1917 se reitera que la educación debe ser: laica, democrática, nacional, social, promover el aprecio de la familia, el sentido de solidaridad, los principios de igualdad y fraternidad entre los hombres. En 1921, con José Vasconcelos al frente de la Secretaría de Educación, se habla de que la educación se sustente en una base filosófica humanista que considere al hombre en su totalidad, lo que se traduce en un nacionalismo. Con las reformas al artículo 3º realizadas el 11 de diciembre de 1934 con el texto de orientación socialista que prepararon Narciso Bassols y Vicente Lombardo Toledano; no sólo se impuso a la educación básica una orientación racionalista destinada a impedir cualquier tendencia religiosa (“El Concepto Racional del Universo y de la Vida Social”), sino un socialismo cuyo contenido nunca se precisó.

La reforma educativa realizada por la SEP en 1970-1976 fue interesante en la evolución de la moral, por cuanto se propuso “cambiar las estructuras mentales” de maestros y alumnos; su modelo educativo modernizador promovía el pensamiento crítico, el autodidactismo y la formación de conciencia personal.


Palabras clave: educación, valores, moral, Liberalismo, Humanismo, Socialismo, Modernismo.

Abstract

Independent Mexico (1821) begins, properly, in philosophical thought liberalism as recognizing the human dignity and the search for conditions towards the realization of the individual values. Education should be comprehensive, to train students in the blueprints: intellectual, moral and physical, as well as being civic, public and universal. From this combination of principles, education is seen as a right of all Mexicans, which begins configuring from "Sentiments of the Nation", Morelos, and the Constitution of Apatzingán, until precision Plan of the Constitution of the Nation 1823, which referred to the promotion of education as the source of all individual and social welfare.

In 1833 it was used in schools social Primer on rights and obligations of the company. "In 1867, the Organic Law of Education reiterated compulsory elementary education and free for the poor, and for the first time referred to the need for a separate moral teaching of religious principles”. The characteristics of compulsory, free and secular elementary education are confirmed in the law of public instruction, 1888, where it returns to primary education and comprehensive care of the physical, intellectual and moral development of students.

In the 1916-1917 “El Congreso Constituyente” reiterated that education should be: secular, democratic, national, social, promote appreciation of family, the sense of solidarity, the principles of equality and brotherhood among men. In 1921, José Vasconcelos in front of the Ministry of Education, it is said that education is underpinned by a humanistic philosophical basis that considers the whole man, which translates into nationalism. With the amendments to Article 3 held on December 11, 1934 with socialist orientation text prepared Narciso Bassols and Vicente Lombardo Toledano; imposed not only to basic education a rationalist orientation aimed at preventing any religious tendency ("The Rational Concept of the Universe and of Social Life"), but a content which is never accurate socialism.

Education reform by the SEP in 1970-1976 was interesting in the evolution of morality, since it was proposed "change mindsets" of teachers and students; modernizing its educational model promoted critical thinking, self-education and training of personal conscience.


Keywords: education, values, moral, Liberalism, Humanism, Socialism, Modernism.

Antecedentes

Desde el principio de la vida independiente, en los primeros intentos por organizar la instrucción pública, la educación moral de los educandos apareció como preocupación importante y explícita; tanto José María Luis Mora como Lucas Alamán coincidían en la necesidad de proveer a la formación de las virtudes morales. Se advierte también un incipiente propósito de separarla de la educación religiosa; las leyes de Gómez Farías (1833) establecían de la enseñanza primaria una clase de Catecismo Religioso y otra de Catecismo Público, y la misma separación se introdujo en las pocas escuelas normales que empezaban a establecerse (Guevara, Niebla, 1977, p. 55)

La Constitución de 1857 se limitó a declarar que “la enseñanza es libre” y que la ley determinará qué profesiones requerirán título para su ejercicio y con qué requisitos deberá expedirse. Aunque existía el antecedente de una escuela independiente de la iglesia (la de las Vizcaínas, fundada en 1732) la mayor parte de los primeros gobiernos independientes apoyaban las escuelas establecidas por la Iglesia y pedían a ésta abrir otras.

En paralelo con la lucha de los liberales contra el poder eclesiástico se fue consolidando la propuesta de una moral republicana y secular; que se consideraba indispensable para que las nuevas instituciones políticas descansaran en comportamientos responsables. En 1867 Juárez como sustituto legal del presidente Comonfort, publicó la ley (19 de abril) en la que no se mencionaba la enseñanza de la religión en el plan de estudios de la primaria; lo mismo sucedió en la ley del 2 de diciembre de 1867 y su reglamento del 24 de enero de 1868; y en la ley orgánica del 15 de mayo de 1869 y su reglamento.

Primer periodo: Porfiriato

Congruentemente con la promulgación de la laicicidad escolar (1874) se introdujo en el curriculum la asignatura de Moral; por otra parte; también se procuraba separar a la Iglesia de las escuelas públicas; el artículo 1° de la ley del 23 de marzo de 1888 prescribía: “En las escuelas oficiales no pueden emplearse ministros de culto alguno ni personas que hayan hecho votos religiosos”

El curriculum propuesto por el Primer Congreso de Instrucción (1889-1890) para la primaria incluía tanto la Moral como la Instrucción Cívica, y esta propuesta pasó a ser ley el 21 de marzo de 1891; en ella se utilizó por primera vez el término “laico” al establecerse que “la enseñanza obligatoria que se imparte en las escuelas oficiales será además gratuita y laica” (Dublán y Esteva, 1983. vol. 21).

En las postrimerías del Porfiriato, sobrevino un cambio en la ley de educación primaria de agosto de 1908 desapareció la Moral y quedó sólo la Instrucción Cívica. Justo Sierra afirmaba que el laicismo escolar significaba neutralidad en materia religiosa: “la neutralidad entraña que no se enseñe ni que ataque religión alguna (Sierra, 1978) y se mostraba respetuoso del sentimiento religioso de la población”

Con la Revolución y Constitución de 1917 se dio un paso más: el artículo 3º estableció que la educación oficial sería laica, lo mismo para la que se impartiera en los planteles particulares y el nivel primario; se añadía que ninguna corporación religiosa ni ministro de algún culto podrían establecer ni dirigir escuelas de instrucción primaria. En el ideario educativo de la nueva Constitución, la libertad y la democracia liberal quedaron desplazados por los propósitos de hacer avanzar la justicia social y de fortalecer un Estado centralista y autoritario.

La aprobación del texto del artículo 3º fue el triunfo de una comisión legislativa encabezada por Francisco J. Mújica contra posiciones más moderadas de algunos liberales (Alfonso Cravioto, Felix Palavicini y otros) y contra el proyecto enviado por el presidente Venustiano Carranza, que limitaba el laicismo a los establecimientos oficiales. Carranza quedó tan descontento que el 19 de noviembre de 1918 envió otra iniciativa de ley, la cual no logró ser aprobada. Su iniciativa terminaba diciendo: “las leyes impracticables, allanando el camino de la injuria orillan al pueblo a la violencia y al menosprecio de los mandatos escritos” (Leyes educativas en Dublán, Esteva, 1983)

El conflicto religioso de 1926-1929 agudizó aún más la situación de las escuelas confesionales. En febrero de 1926 se publicó un Reglamento Provisional de las Escuelas Primarias Particulares del Distrito y Territorios Federales, que sujetaba la enseñanza privada a un conjunto de obligaciones tendientes a impedir toda influencia de la Iglesia en ellas. Bajo el presidente Pascual Ortiz Rubio y siendo secretario de Educación Pública Narciso Bassols, se recrudeció la hostilidad a la enseñanza católica; el 29 de diciembre de 1931 se promulgó la ley que extendía el laicismo a la secundaria.

Hubo en ese tiempo un incidente curioso, importante para la historia de la educación moral. En 1926 el entonces secretario de Educación Pública José Manuel Puig Cassauran: expidió un Código de Moralidad que contenía 11 mandamientos o “leyes” , se enunciaba cada “ley”, se precisaban los propósitos que el alumno debe hacer suyos y se presentaba un cuadro de “virtudes practicadas” en el que el niño debe efectuar su examen de conciencia, registrando la frecuencia con que realizaba determinados actos (“en mis palabras, en mis pensamientos, en mis acciones o en mis pasiones”); en el último renglón el profesor debía estampar su firma de aprobación.

Las 11 “Leyes” que conformaban ese Código debían ser acatadas por los niños “para merecer el nombre de buenos mexicanos”, por esto todos los enunciados empiezan por las palabras “los buenos mexicanos…” también se apela, como a motivaciones inspiradoras, al “engrandecimiento y la prosperidad del país” y a la “fidelidad a la civilización”.

Segundo periodo: Revolución Mexicana

Como propuesta de una ética laica, la gran motivación que aparece en el Código es el nacionalismo revolucionario, el Estado se presenta como intérprete de los principios morales, y las leyes y reglamentos como referentes inmediatos de las conductas éticas. Las virtudes propuestas, inobjetables en la generalidad con que se enuncian, no se articulan en una entidad inteligible, ni se integran en una personalidad moral ideal, tampoco están referidas a los procesos propios de la edad de los educandos y se ignoran las diferencias de género.

Tan importantes como los valores morales establecidos en este Código son los supuestos pedagógicos en que descansaba, se pretendía, como hemos dicho, satisfacer las inquietudes de los padres de familia que identificaban laicidad con amoralidad; pedagógicamente se suponía que era suficiente que los maestros explicaran estos 11 mandamientos a sus alumnos y éstos repitieran actos virtuosos y realizaran exámenes de conciencia para que la formación moral fuese una realidad, se tenía fe en el valor de la prescripción, en la fuerza inhibitoria de la sanción, la eficacia de la exhortación, no obstante que ya el psicoanálisis y la psicología habían empezado a refutar estas cuestiones.

Tercer periodo: el Socialismo

Con las reformas al artículo 3º realizadas el 11 de diciembre de 1934 con el texto de orientación socialista que prepararon Narciso Bassols y Vicente Lombardo Toledano; no sólo se impuso a la educación básica una orientación racionalista destinada a impedir cualquier tendencia religiosa, sino un socialismo cuyo contenido nunca se precisó. Se extremaban además las medidas restrictivas y las sanciones contra quienes las quebrantaran; el Estado podía revocar en cualquier tiempo la autorización de los planteles particulares sin que procediera juicio o recurso legan alguno.

El malestar de buena parte de la población y las turbulencias sociales que provocó la política antirreligiosa, obligaron al presidente Manuel Ávila Camacho a procurar una reforma del artículo 3º -la de 1946- que suprimió la orientación socialista, introdujo principios humanistas y nacionalistas, y suavizo algunas disposiciones.

En la historia de la educación moral hay que ubicar en este periodo el intento de Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública de Manuel Ávila Camacho, por atender este aspecto en la educación de los adultos que se alfabetizaban, para lo cual solicitó a Alfonso Reyes elaborar una cartilla moral. Este texto propone una moral laica basada en el respeto a sí mismo, a la familia y comunidad, al país, a la naturaleza y a la humanidad.

Pasaron muchos años sin que se expidiera una ley reglamentaria del artículo 3º de 1946, pues solo en 1973 se promulgo la ley federal correspondiente: en materia de laicismo esta ley se limitó a sancionar lo prescrito en el texto constitucional.

Cuarto periodo: Reforma Educativa Modernizadora

La historia de la educación no analiza sistemáticamente la cuestión de los valores. Particularmente Larroyo (1967), Robles (1977) y Solana y colaboradores (1981) siguen un orden cronológico y no dan lugar a los valores más allá de mencionar en forma general la configuración de propósitos, épocas y sectores de la educación.

Meneses (1991, 1988, 1986) estudia las tendencias educativas oficiales con el propósito de observar si ha habido filosofías educativas. Este enfoque se relaciona estrechamente con los componentes valorales al analizar la visión del hombre y de la sociedad.

Fuera de los estudios históricos sistemáticos en donde se analizan los fundamentos ideológicos que subyacen a un proyecto educativo o a una pedagogía. ¿Qué ha pasado en el campo de la investigación educativa en relación con los valores? ¿Qué se ha hecho y que se hace? El interés científico por esta cuestión es reciente (Latapí, 1996; Wuest, 1995). El interés surgió por la crisis global y el debate sobre la cultura y la socialización (Wuest, 1995). La crítica a la escuela desde finales de los años sesenta y principios de los setentas generó interés por los procesos educativos de fondo, en los que está implícito la formación valoral.

Desde 1966 había interés por la investigación educativa de los valores, si bien pesaba aún el temor positivista de que ello influyera en la objetividad de los trabajos. Sin embargo se reconocía también que la investigación social y educativa tiene valores de referencia necesarios. De modo especial, el Centro de Estudios Educativos orientaba su promoción a una sociedad más justa y más libre.

En la línea anterior han de comprenderse especialmente varios trabajos de Pablo Latapí (1994, 1993) y de Carlos Muñoz Izquierdo (1996, 1995), quienes al preocuparse por la función distributiva de la educación y la promoción de la equidad educacional han destacado a ésta como un valor fundamental del sistema que aún requiere apoyo en la elaboración de políticas públicas y en la promoción permanente de la calidad con orientación a la justicia (Muñoz Izquierdo, 1995). Se trata en esta perspectiva de comprender y organizar la educación como acción social fundamental para un proyecto de reconstrucción social guiado por los valores cristianos. (Barba, 1998)

En relación con este punto es preciso reconocer que hay un adelanto muy significativo en la Ley General de Educación, respecto de la Ley Federal de Educación de 1973; ya que identifica a los responsables de la política de equidad en la educación.

La primera síntesis de este campo de la ciencia mexicana, la investigación educativa, presentada en los documentos base del Congreso Nacional de Investigación Educativa (1981) no comprende estudios sobre los valores. Sin embargo por ser estos un asunto de investigación en las ciencias sociales que buscan alejarse de la visión positivista, la relación educación y valores pasa por la relación educación y sociedad.

Dos temas del Congreso destacan el lugar propio de los valores en los hechos educacionales, pero no los analizan de modo expreso: el currículum y las relaciones entre educación y estructura de clases.

Poco tiempo después del congreso, la Red de Información Educativa celebro un coloquio sobre “Los valores en la educación” con lo que se reconocía que ésta problemática empieza a cobrar importancia y que los sistemas educativos son el teatro de conflicto de valores (Red de Información Educativa 1982).

En cuanto a los motivos para educar en valores Muñoz Batista subraya la confusión de la época y su crisis de valores que produce una crisis de identidad del hombre al afectar el significado de su existencia. Recalca también que “La educación auténtica es educación valoral y que ésta incluye formar actitudes y conductas a favor de una sociedad más igualitaria, democrática y solidaria, en última instancia más justa” (Muñoz Batista, 1982).

Como puede apreciarse el interés por los valores tiene un origen claro en concepciones educativas que consideran necesario un cambio en las estructuras sociales. Educar en valores es no sólo una conveniencia, sino una condición para que la función transformadora de la educación pueda cumplirse.

En el II Congreso Nacional de Investigación Educativa (1993) los valores son atendidos con variedad de temas, puesto que “guardan una estrecha vinculación con la cultura y la ideología, que cruzan la totalidad de las prácticas educativas y su investigación” (Wuest, 1995). El congreso organizó los trabajos con el tema del valor. Así de 89 trabajos, 55% era relativo a educación y valores y 45% a los derechos humanos y la educación ambiental. (Wuest, 1995).

El III Congreso Nacional de Investigación Educativa (1995) concluye que la preocupación por la formación de valores pertenece a los propósitos históricos del Estado y que para ello ha tomado entre otros ámbitos el del sistema educativo. En este no hubo cambios significativos del de 1993 prevaleciendo la dispersión conceptual manifestada en el anterior.

La reforma educativa realizada por la SEP en 1970-1976 fue interesante en la evolución de la moral, por cuanto se propuso “cambiar las estructuras mentales” de maestros y alumnos; su modelo educativo modernizador promovía el pensamiento crítico, el autodidactismo y la formación de conciencia personal (Latapí, 1999).

Las siguientes reformas al marco jurídico educativo se realizaron en 1992 y 1993. El afán modernizador del presidente Salinas y el deseo de que México regularía ante el consorcio de las naciones una situación jurídica evidentemente lesiva de los derechos humanos, llevaron a su gobierno a promover el establecimiento de relaciones diplomáticas con el vaticano, lo cual implicó reformar varios artículos constitucionales entre ellos el 3º, y a expedir una nueva ley reglamentaria del mismo, la Ley General de Educación del 12 de Julio de 1993. Fue notable la falta de discusión pública del tema de la laicidad de la enseñanza privada y la celeridad con que el Congreso, controlado por el partido oficial, efectuó estas reformas.

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[a] Academia de Filosofía de la Escuela Preparatoria Número 2 de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.