¿Muy frío o muy caliente?

Resumen

Los cambios que percibimos en el medio ambiente pueden ser sutiles, sin embargo llega el momento en que se manifiestan drásticamente y es entonces cuando despertamos, pero puede ser demasiado tarde. La ignorancia y desconfianza de la información científica al respecto muchas veces promovida o saboteada por científicos pagados por las grandes corporaciones contaminantes nos distrae del problema y nos lleva a la indiferencia.


Palabras clave: Calentamiento global. Cambio climático. Termohalino

Abstract

Environmental changes can be soft, however the time arrives when they happen suddenly strong and wake us up too late to react effectively. Ignorance and suspicion about scientific hard information sometimes promoted by false scientific people paid by big polluting corporations moves our attention out of focus and take us into indifference and procrastinating


Keywords: Keywords: Climate change. Global warming. Procrastinating. Halothermal

Tenemos tendencia a exagerar las sensaciones de acuerdo a nuestro estado de ánimo y al estar con otras personas por hacernos interesantes expresamos con énfasis cuando tenemos frío diciendo “hace mucho frío!” buscando solidaridad con nuestra opinión. Esa actitud puede calificarse definitivamente como subjetiva. Siendo tan susceptibles los humanos de emitir juicios tendenciosos al expresar ideas propias, no podemos esperar objetividad en opiniones influidas por intereses más allá de lo emocional o convincente. La ciencia pretende allanar esos defectos humanos y pretende construir explicaciones objetivas a los fenómenos observados fundamentándose en un método confiable de 3 o 4 pasos. ¿Merecen nuestra desconfianza los que hacen ciencia por ser al fin y al cabo humanos también?

¿Hemos sentido últimamente “mucho frío” y por las noticias que informan de intensas nevadas en diferentes lugares, algunos cercanos y algunos no tanto a nuestro ámbito ya empezamos a creer que se inicia una nueva Era de hielo? ¿Perdemos de vista que simplemente es invierno? O por el contrario, si en la primavera o en el verano sentimos “mucho calor” de inmediato juramos que es una realidad el calentamiento global y entramos en pánico porque el planeta se va a derretir?

Es por eso que hemos llegado a la invención de instrumentos para medir la intensidad de los fenómenos físicos y una afirmación objetiva acerca del frío o del calor debe ir acompañada de un dato numérico resultado de una medición usando un termómetro. De tal manera que es mucho mejor decir que la temperatura es de 16 °C a decir “hace mucho frío” o bien, que mucho calor puede significar una temperatura ambiente arriba de los 30°C. Teniendo en cuenta que la temperatura promedio para un clima templado la evaluamos los humanos entre 20 y 25°C un valor que esté por abajo lo consideramos frío y por arriba de este rango lo consideramos más cálido de lo deseable.

A principios de este 2016 nos informó la prensa que según datos obtenidos y analizados por la NASA y la NOAA (National Aeronautics and Space Administration y National Oceanic and Atmospheric Administration de los E.E.U.U.), el 2015 fue el año más cálido desde 1880, año en que se empezaron a llevar registros de las temperaturas globales en el planeta.

Luego entonces nos encontramos con que la perspectiva personal está limitada de acuerdo a la amplitud de nuestro campo de acción y que no podemos hacer afirmaciones válidas para todo el mundo ya que primero que nada se limitan a un entorno demasiado reducido como puede ser simplemente nuestro pueblo o ciudad en que vivimos y peor aún a la percepción individual de las temperaturas a lo largo de los días y de los años.

¿Está ocurriendo verdaderamente un cambio climático global que se manifiesta en un aumento real de las temperaturas promedio del planeta? ¡La respuesta es Sí!

El aumento no es igual en todas las regiones del mundo e incluso en el sur de Groenlandia y en los alrededores de la Antártida se detecta una ligera disminución posiblemente debido a la fusión de las placas de hielo continental que al incorporarse al océano cambia el equilibrio termohalino produciendo una disminución en la temperatura del agua. ¡Pero esto solo es una evidencia más de que se están derritiendo las masas de hielo continentales y es precisamente por el aumento global de temperatura! Los datos claramente indican un aumento confirmado de 1°C comparando la media de temperaturas del siglo XX tan solo con la media de temperaturas de lo que va del siglo XXI. ¡En regiones como el este de Norteamérica y todo Rusia el aumento es de alrededor de 2°C, o sea el doble del promedio mundial! Según el gráfico publicado en la página de la NASA en nuestro país el aumento está dentro del promedio de 1°C.

Parece evidente que estos incrementos relativamente pequeños nos mantienen bien ajustados al modelo del síndrome de la rana hervida (Clerc,2005), de tal manera que no solo no hacemos nada para buscar una solución, sino que ni siquiera nos parece que sea un problema. Es esta ignorancia tan conveniente en muchos aspectos para todos los humanos que en mayor o menor grado evadimos nuestra responsabilidad en primer lugar para reconocer que somos causantes del calentamiento global y el cambio climático y en segundo lugar para tomar acciones decididas, drásticas y eficaces para revertirlo o tan siquiera detenerlo.

¿Cuál es la causa del aumento de la temperatura promedio del medio ambiente atmosférico? Pues el incremento en la concentración de gases de efecto invernadero directa o indirectamente provocado por la actividad humana. Estos gases retienen el calor del Sol y al aumentar su concentración en la atmósfera consecuentemente se retiene más calor que no escapa al espacio durante la noche y ésta acumulación paulatina pero constante es la principal causa del calentamiento global. Los dos gases más importantes que contribuyen a este fenómeno son el metano y el dióxido de carbono. El metano es producido ante todo por la descomposición anaeróbica de materia orgánica y esto ocurre en muchísimos sitios relacionados con la actividad humana como los drenajes, tiraderos de basura, fosas sépticas, granjas que acumulan excremento de animales de crianza además de otras muchas fuentes naturales como los pantanos y los fondos marinos. Aunque el aumento de temperatura global aumenta la actividad bacteriana y aún en las fuentes naturales se estimula su producción y no podemos decir que no somos contribuyentes al problema.

Por otra parte el dióxido de carbono aunque es producto también de varios procesos naturales ante todo lo producimos mediante la quema de combustibles que pueden ser fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural o recientes como la madera y el alcohol entre otros. La mayor cantidad de este gas es producido en las termoeléctricas que generan energía quemando carbón, gas natural, petróleo o derivados. Claro que los vehículos con motor de combustión interna y cada estufa o calentador de agua domésticos también aportan a la producción de este gas y de manera creciente conforme aumenta la población humana.

En el caso del dióxido de carbono sabemos que la fotosíntesis puede captarlo y retirarlo de la atmósfera convirtiéndolo en biomasa, sin embargo las áreas verdes se reducen alarmantemente ante la deforestación y el avance de las planchas de pavimento que muchos preferimos en nuestros patios y espacios públicos. Si las áreas verdes aumentaran proporcionalmente al aumento de la población y al consecuente incremento en la producción del CO2 tal vez podría mantenerse un equilibrio. Sin embargo aunque aumenta grandemente la quema de combustibles por el contrario, disminuyen las áreas verdes tanto naturales como en regiones urbanas sobre todo en poblaciones que consideran como una molestia la hojarasca, los insectos, la necesidad de mantenimiento a los jardines y otras incomodidades que evitamos simplemente cubriendo de cemento muchos espacios que eran prados, jardines o incluso terrenos baldíos o campos improductivos al convertirlos en fraccionamientos urbanizados.

¿Entonces que podemos hacer para combatir este problema? Primero que nada debemos reconocer que es un problema y tenemos bastantes evidencias de que lo es. El aumento de energía contenida en la atmósfera ha provocado que los fenómenos meteorológicos incrementen su frecuencia e intensidad. Segundo, reducir al mínimo todas nuestras acciones o actividades que generen los gases de efecto invernadero. Por ejemplo, reducir el uso de los vehículos de combustión interna, sustituir los calentadores de gas por dispositivos de energía solar. En caso de seguir usando estufas y calentadores de gas, prevenir y corregir fugas en la instalación, uso racional del tiempo y horarios para el aseo con agua caliente, fijar el termostato del calentador a un valor inferior al máximo (tenemos la mala costumbre de ponerlo al tope…¡Y luego nos quejamos de que está muy caliente y le abrimos a la llave del agua fría!), tapar las ollas cuando se poner a calentar o hervir, usar la olla de presión para reducir los tiempos de cocción en alimentos. En cuanto a la energía eléctrica que indirectamente induce quema de combustibles en las plantas generadoras termoeléctricas, debemos apagar los focos que no sean indispensables, instalar focos y lámparas de bajo consumo (los más ahorradores son las lámparas de tecnología led), aprovechar al máximo la iluminación natural abriendo ventanas y cortinas, desconectar aparatos que no se están utilizando, bajar al mínimo necesario la perilla del termostato del refrigerador y otras muchas medidas de ahorro de energía que ya conocemos pero que por desidia no aplicamos o bien informarnos de todas las ideas novedosas o antiguas que no conozcamos, probarlas y aprovecharlas.

En cuanto a las medidas de reducción relacionadas con leyes y acuerdos que regulan o limitan la quema de combustibles, debemos apoyar a las instancias políticas, gubernamentales o de cualquier índole que promuevan la reducción de emisiones o mejor aún la instalación, uso y modernización de fuentes de energía no contaminantes como la solar y eólica.

Conclusión

Las expectativas pueden ser pesimistas si tenemos en cuenta que la gran mayoría de la gente se deja llevar por la inercia y las costumbres de toda una vida y de muchas generaciones no se cambian fácilmente. ¿Podemos ser el mono numero 100? (Watson,1979) ¿Nuestro ejemplo puede generar un cambio masivo si alcanzamos el número crítico de personas convencidas y activas para promoverlo? Los gritos han sido desesperados y hemos visto llorar a Obama pidiendo concretar los acuerdos para reducir las emisiones. Hemos escuchado desde altas y reconocidas tribunas como en el discurso de Di Caprio al aceptar su premio “…colectivamente sentimos el año 2015 como el más cálido en los registros históricos…¡El cambio climático es real! ¡Está sucediendo ahora mismo! Es la amenaza más urgente que enfrenta nuestra especie y necesitamos trabajar colectivamente y dejar la desidia (procrastinating). Tenemos que apoyar a los líderes que no hablan solo representando a las grandes empresas contaminantes sino que hablan en nombre de toda la humanidad”

Bibliografía

Clerc, Olivier. La rana que no sabía que estaba hervida. 2005

Watson, Lyall. Marea vital. La biología de lo inconsciente.1979



[a] Profesor de la Preparatoria No.2