Lenguaje sexista

Resumen

El ser humano es un ente capaz de penetrar en el mundo de las causas y los efectos, y dentro de esa ansia de conocer al mundo sensible, la humanidad ha desarrollado un sistema efectivo de transmisión de conocimientos que, a su vez, sirve como instrumento de interacción con otros que le rodean: el lenguaje. El lenguaje no es sexista, ya que dispone de masculino, femenino y neutro, de genéricos, etc., somos las personas quienes le damos un uso sexista.


Palabras clave: Lenguaje, sexista, masculino, femenino, neutro

Abstract

Man is a being capable of penetrating the world of causes and effects, and within that desire to know the sensible world, mankind has developed an effective system of transmission of knowledge, in turn, serves as an instrument interaction with others around them: language. Language is not sexist, because it has male, female and neutral, generic, etc.., We give people who use sexist.


Keywords: Language, sexist, male, female, neutral

Introducción

¿Acaso es sexista nuestra lengua?, Como sociedad ¿somos las personas las culpables de que nuestra lengua sea sexista? Dentro de la sociedad en que vivimos, la violencia de género es uno de los primordiales problemas. En la actualidad contamos con una legislación ante la cual hombres y mujeres somos iguales y poseemos los mismos derechos y obligaciones, aunque por desgracia, la realidad es, aún hoy en día, muy distinta y la mujer sigue estando en clara desventaja frente al hombre. Una de las manifestaciones más notables de esta desigualdad es la ocultación de la mujer en el lenguaje y es, precisamente, el lenguaje el elemento que más influye en la formación del pensamiento de una sociedad. Por tanto, mientras nuestra habla cotidiana siga haciendo invisibles a las mujeres, no conseguiremos conformar una sociedad igualitaria. Por este motivo, en nuestro país contamos con el Modelo de Equidad de Género (MEG:2003) que impulsa el Gobierno Federal y el Instituto de la Mujer tanto nacional como estatal, el cual pretende erradicar esas desigualdades de género y entre sus acciones promueve el no sexismo lingüístico ya que la importancia de la corrección del lenguaje radica en que lo que no se nombra no existe, es decir, al no nombrar a las mujeres, se les hace invisibles de las actividades propias de una nación, la corrección del lenguaje debe ir precedida por una toma de conciencia de su uso incorrecto.

Desarrollo

El reconocimiento del derecho de las mujeres a una designación propia de género es una condición imprescindible del derecho a una igualdad real. El mantenimiento del masculino genérico en el lenguaje no responde a la totalidad de la Humanidad, sino a la designación del hombre. El Lenguaje Sexista excluye a las mujeres, dificulta su identificación o las asocia a valoraciones despectivas. Su uso es discriminatorio y parcial e impone barreras arbitrarias e injustas al desarrollo personal y colectivo. El hecho de no “nombrar” esta diferencia supone no respetar uno de los derechos fundamentales: la existencia y representación de esa presencia en el lenguaje. Si el lenguaje es sexista, racista o carente de los valores más elementales del ser humano, nuestra conducta será cuando menos igual. La Lengua no es neutra y refleja las relaciones de los sexos en la sociedad y la posición de subordinación de la mujer en dicha relación. El Androcentrismo hace que el hombre sea el centro del universo, la medida de todas las cosas.

Incurrimos en Lenguaje Sexista cuando quien habla emite mensaje que, debido a su forma o a su fondo, resulta discriminatorio por razón de sexo. La lengua contribuye a elaborar imágenes negativas de las mujeres y a perpetuar la situación de postergación del sexo femenino. Desgraciadamente nosotras mismas como mujeres permitimos e incluimos en nuestro vocabulario el lenguaje sexista por tradición y costumbre, con esto reforzamos la discriminación a través de estereotipos. Dentro de nuestro entorno familiar y laboral constantemente, tanto mujeres como hombres, recurrimos al uso de lenguaje sexista.

Existe una gran cantidad de estudios que cruzan género, comunicación y lenguaje. En 1997, el lingüista Álvaro García Meseguer publicó un libro titulado Lenguaje y discriminación sexual, en el que sostenía que la nuestra lengua era sexista. Casi veinte años después, su tesis se convirtió en pregunta, y García Meseguer se retractó de dicha posición en otro libro: ¿Es sexista la lengua española? (1994). Allí afirma que "la pobre lengua es inocente; el sexismo lingüístico radica en el hablante o en el oyente, pero no en la lengua". La filóloga Isabel Alamar, subdirectora de la revista Realidad Literal, agrega: "La lengua española no es más sexista que otras lenguas. De hecho, es muy similar al resto de lenguas románicas en su estructura y en sus mecanismos de género". García Meseguer explicó que la causa principal de su cambio de opinión con respecto al sexismo de la lengua española fue darse cuenta de que "no se puede identificar sexo y género gramatical, porque una cosa es la gramática y otra la biología". En una ponencia titulada "Lenguaje y discriminación sexual en la lengua española", él señala que "el origen del sexismo lingüístico reside siempre en el hablante o en el oyente, pero no en la lengua española como sistema. Esta afirmación no es aplicable a otras lenguas, ya que algunas de ellas poseen una estructura tal que, en ocasiones, es la propia lengua la que induce al sexismo. Un ejemplo de ello es el inglés, idioma que no conoce el género gramatical y que, en cambio, posee marcas directas de sexo, especialmente patentes en su sistema pronominal". Para García Meseguer, el hecho de que se confunda género gramatical con sexo no es culpa de la lengua, sino de la cultura patriarcal en que se halla inmersa.

El uso de lenguaje sexista lo tenemos en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida como lo es en: la cultura, tradiciones, medios de comunicación masivos, publicidad, en el ámbito laboral y una parte muy importante como lo es la Educación donde el trato del Profesorado-Alumnado implica el uso adecuado de una comunicación inclusiva, así como en los Libros de Texto, uso de ejemplos y analogías de la vida cotidiana, ilustraciones, uso de espacios, etc., lo que nos proporciona una correcta relación con iguales y personas de autoridad, y así nos permitirá coadyuvar a una preparación integral del estudiante.

Conclusión y recomendaciones

Resulta difícil exagerar la importancia crítica del lenguaje, por el mero hecho de elegir determinadas palabras, revelamos nuestros conceptos ocultos acerca de la sociedad, y nuestra propia interpretación de la misma. Si cada persona tuviera conciencia de dicho proceso, en definitiva, si nos preguntáramos acerca de las pautas que existen en el fondo de nuestras palabras, podríamos encontrar soluciones creativas al problema de unos usos lingüísticos que, o bien ocultan la información sobre las vidas de las mujeres, o la enmascaran inadecuadamente. Suprimamos entre todos, mujeres y hombres, de una vez y para siempre, las diferencias de género, empezando por el lenguaje.

Las malas prácticas del lenguaje pueden cambiar gracias a nuestra acción educativa, donde podemos influir y crear conciencia desde las aulas, podemos decirle a una niña que si estudia Ingeniería será “Ingeniera” y no “Ingeniero”, que si estudia abogacía será “Abogada” y no “Abogado”, de hecho es un cambio cultural de orden social más que lingüístico, a veces creo que nos negamos a reconocer que las mujeres hacen lo mismo que los hombres y con el mismo éxito, y dicho sea de paso; sin querer parecer demasiado feminista, a veces con mayor éxito que los hombres.

Además podemos mencionar algunos de los errores que comúnmente cometemos cuando hablamos o escribimos: Usar el género masculino para referirnos tanto a mujeres como a hombres, atribuir cualidades diferentes a hombres y mujeres, utilizar expresiones descalificadoras que por lo regular son referidas a las mujeres, así como el uso de las barras, arroba (@), que sólo dificultan la lectura.

En cuanto a las recomendaciones que podríamos aplicar en nuestros ámbitos laborales y familiares, poco a poco haremos de éstas, unas costumbres dentro de nuestras actividades diarias, como los que a continuación menciono: el uso de abstractos (ocupar palabras como Secretaría, Dirección, en lugar de Secretario, o Director). Utilizar genéricos colectivos como gente, población, profesorado, juventud, adolescencia, vecindarios, ciudadanía, etc. Evitar el uso de generalidades referidas a un sexo, como sería: “Los hablantes usan el lenguaje para muchos propósitos como para discutir con sus esposas” por “Las personas usan el lenguaje para muchos propósitos por ejemplo para discutir con sus parejas”. Presencia de femenino y masculino, podemos usar dos formas aunque parezca repetición ya que son dos realidades muy diferentes, como: “Las y los agentes de la policía federal”. Uso de pronombres, sustituyendo: “El que, los que, aquellos que” por “quien o quienes”, por ejemplo: “El que solicite una constancia” por “Quien solicite una constancia”. Sustituir el pronombre impersonal uno por “alguien o cualquiera”, por ejemplo: “Cuando uno lee una noticia” por “Cuando alguien lee esa noticia”. Cambiar el verbo de tercera persona a la segunda persona del singular, como: “El alumno solo tendrá que usar ropa adecuada” por “recomendamos usar la ropa adecuadamente”. Entre otras más recomendaciones como los puestos en las empresas o instituciones, sin dejar de tomar en cuenta el uso del lenguaje inclusivo, en cualquier momento.

La participación igualitaria de la mujer en la adopción de decisiones no sólo es una exigencia básica de justicia sino que puede considerarse una condición necesaria para que se tengan en cuenta los intereses de la mujer. Sin su participación activa, así como el uso del lenguaje inclusivo y la incorporación del punto de vista de la mujer a todos los niveles del proceso de adopción de decisiones no se podrán conseguir los objetivos de igualdad, desarrollo y paz que tanto necesitamos en nuestro querido país.

Bibliografía

Castrillo, P. C. (2002). El libro del buen hablar. Una apuesta por un lenguaje no sexista. Madrid: Fundación Mujeres.

Fernández, M. Á. (1999). Sexismo lingüístico. Análisis y propuestas ante la discriminación sexual en el Lenguaje.                Madrid: Narcea. 

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Lomas, C. (1999). "Mujer y publicidad: de la diferencia a la desigualdad". Paidós.

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Mujer, I. H. Violencia contra la mujer hidalguense. Pachuca.