“Ofrenda a los Dioses: Sacrificio”

Resumen

Durante un ritual de sacrificio se ofrece un regalo a la divinidad para establecer, mantener o restaurar la relación del ser humano con un orden sagrado que lo trasciende. Para el antropólogo de las religiones Edward Burnett Taylor, el propósito original de todo sacrificio fue hacer un don a los Dioses para asegurar a su favor, su buena voluntad, o minimizar su hostilidad. Está intención se fue enriqueciendo con el paso de los siglos y la confirmación de las religiones más formales, hasta derivar en un sistema complejo, bifurcado para fines específicos, que incluye técnicas para la propiciación o la expiación y la búsqueda de la fertilidad, que pueden incluir actos de comunión, entrega de ofrendas e incluso construcción de edificios.


Palabras clave: Sacrificio, pagano, ritual, deidad, holocausto, incienso.

Abstract

During a ritual of sacrifice is offered to the deity to establish, maintain or restore the relationship of humans with a sacred order that transcends a gift. For the anthropologist Edward Burnett Taylor religion, the original purpose of every sacrifice was to make a gift to the gods to ensure their favor, their goodwill, or minimize their hostility. This intention was enriched over the centuries and confirmation of the formal religions, to result in a complex system, bifurcated for specific purposes, including techniques for atonement and propitiation or seeking fertility, which can include acts of communion, delivering gifts and even building construction.


Keywords: Sacrifice, pagan, ritual, deity, holocaust, incense


 

Ofrenda a los Dioses

Sacrificio: Entre las formas de sacrificio más comunes empleadas por las religiones antiguas sobresale la matanza de animales y/o personas. Por sacrificio se entiende universalmente la ofrenda hecha a la deidad de un don perceptible por los sentidos, como manifestación externa de nuestra veneración, que tiene por objeto alcanzar la comunión con ella.

 

SACRIFICIOS PAGANOS

Diversas culturas, acostumbraban también el sacrificio humano, otras practicaban el sacrificio ritual, el cristianismo por ejemplo tomó como eje el sacrificio del “cordero de Dios”, o Jesucristo, para poner fin a los sacrificios de los animales.

 

SACRIFICIOS EN LA INDIA

El vedismo de la antigua India fue, en un grado que no se ha alcanzado en ninguna otra parte, una religión sacrificial relacionada con las deidades Agni y Soma. Un proverbio veda dice: “El sacrificio es el ombligo del mundo”. El sacrificio era visto originalmente como una fiesta para los dioses; ante sus altares, sobre el césped sagrado, se ponían ofrendas de comida (pastelillos, leche, mantequilla, y la bebida del soma.

 La acción de ofrecer sacrificios, que nunca se realizaba sin fuego, se llevaba a cabo dentro o fuera de los edificios. No había templos. Había dos sacrificios que eran más importantes: el ofrecimiento del soma y el sacrificio de caballos. La ofrenda del soma, un néctar obtenido al exprimir algunas plantas- tenía lugar en la primavera. Se prolongaba por un día completo y constituía una fiesta popular. Tres veces se exprimía el soma, en un ritual celebrado varias veces al día, y que se alternaba con el ofrecimiento a los diversos dioses de panes sacrificiales, libaciones de leche y la muerte de once chivos.

El sacrificio del caballo, realizado bajo las órdenes del rey y en el que participaba todo el pueblo, requería un año de preparación. Este era el culmen, el “rey de los sacrificios”; las solemnidades duraban tres días e iban acompañadas de toda clase de diversiones públicas. El propósito de este sacrificio era dar otro toro a los dioses de la luz para su yunta celestial. En sus orígenes, parece que era común sacrificar seres humanos en vez de caballos, y de ahí nació el concepto de substitución.

 

LOS EGIPCIOS

El templo egipcio generalmente estaba conformado por una capilla obscura en la que se hallaba la imagen de la deidad. Frente a ella se encontraba un salón con pilares escasamente iluminado por una ventanilla en el techo. El plano del edificio nos muestra que el templo no era utilizado para asambleas populares ni para residencia de los sacerdotes, sino exclusivamente para la conservación de las imágenes de los dioses. Los sacrificios se ofrecían en el patio, a donde convergían las muy populares procesiones en las que las imágenes de los dioses eran transportadas en barcas. Ante la imagen del dios se ofrecía diariamente comida y bebida, que eran colocados en la mesa de los sacrificios. La colocación de la piedra angular de un templo nuevo conllevaba el ofrecimiento de sacrificios humanos, aunque esta costumbre fue abolida en la era de los Ramasidas.

 

LOS GRIEGOS

El objeto de las acciones religiosas, oraciones, sacrificios y ofrendas votivas, era obtener el favor y la ayuda de los dioses, siempre recibidos con sentimientos de asombro y agradecimiento. Las ofrendas de sacrificio, cruentas e incruentas, eran generalmente artículos de consumo humano. A los dioses superiores se les ofrecían pastelillos, panes, frutas y vino. A los dioses inferiores, panes de miel y, como bebida, una mezcla de leche, miel y agua. La consagración sacrificial frecuentemente consistía simplemente en la colocación de los alimentos en recipientes a los lados de los caminos o en montículos funerarios con objeto de contentar a los dioses o a los difuntos. Usualmente se reservaba una porción para consumir y con ello solemnizar la fiesta sacrificial en unión con los dioses, o el sacrificio de los dioses inferiores en el Hades. Pero nada debía sobrar. Los sacrificios se quemaban sobre el altar, en forma de holocaustos. El incienso se añadía a casi todos los sacrificios como una ofrenda secundaria, aunque también había ofrendas especiales de incienso. Quien ofrecía los sacrificios llevaba ropa limpia y guirnaldas alrededor de la cabeza, rociaba sus manos y el altar con agua bendita y salpicaba con oraciones solemnes la comida sacrificial sobre la cabeza de las víctimas (puercos, chivos y gallos). La música de flautas acompañaba la muerte de la víctima y se hacía que la sangre corriera a través de unos agujeros hacia los depósitos sacrificiales. El mérito del sacrificio en gran medida se calculaba por su costo. Los cuernos de la víctima se cubrían de oro, y en los festivales se realizaban las hecatombes; lo más normal era sacrificar doce, pero sobre todo, tres víctimas (trittues). Incluso hasta los tiempos históricos, en casos de extrema aflicción, se ofrecían víctimas humanas. El centro del culto griego eran los sacrificios, y no se tomaba ningún alimento hasta que no se ofreciese una libación de vino ante los dioses.

 

LOS ROMANOS

La religión y todo el sistema de sacrificios fueron considerados entre los antiguos romanos, mucho más que entre los griegos, algo propio del Estado. Un calendario preparado por los pontífices daba a los ciudadanos romanos información detallada respecto a cómo debían comportarse con los dioses a lo largo del año. El propósito del sacrificio era ganar el favor de los dioses y protegerse de sus influencias siniestras. También se programaban los sacrificios de redención (piacula) por crímenes y errores pasados. Se sabe que en los tiempos más primitivos ofrecían sacrificios de origen indo-germánico tales como el del caballo, pero también de corderos, cerdos y bueyes. A partir de ciertas costumbres (arrojar muñecos de paja al Tiber y colgar monigotes de lana en las intersecciones de los caminos o en los dinteles de las casas) de períodos posteriores se puede concluir que en algún tiempo se acostumbraron los sacrificios humanos. El Panteón Romano llegó a unir en paz a las deidades más incongruentes de todos los países. Pero ningún culto igualó al que se brindaba al dios indo-iraní de la luz, Mitra, al que los soldados y oficiales del ejército romano, así estuvieran en lugares tan distantes como el Danubio o el Rhin, no dejaban de ofrecer sacrificios.

 

LOS CHINOS

El emperador de China era el “Hijo del Cielo” y cabeza de la religión de Estado. También era el sumo sacerdote al que pertenecía el derecho exclusivo de ofrecer sacrificios al Cielo. El sacrificio principal tenía lugar anualmente en la noche del solsticio de invierno, y se realizaba sobre el “altar del Cielo” en la parte sur de Beijing. En la terraza más alta de este altar se colocaba una tableta de madera que simbolizaba el alma del dios del Cielo. Había otras muchas tabletas (del sol, la luna, las estrellas, las nubes, el viento, etc.), que incluían las correspondientes a los diez predecesores inmediatos del emperador. Delante de cada tableta se hacían ofrendas de sopa, carne, vegetales, etc. En honor de los antepasados del emperador, así como del sol y la luna, se ofrecía también un toro. Ante las tabletas de los planetas y las estrellas, un becerro, un cordero y un cerdo. Simultáneamente, sobre una pira levantada al sureste del altar, se ofrecía un toro en honor del supremo dios del Cielo. Mientras ese toro era consumido por el fuego, el emperador presentaba una ofrenda de incienso, seda y caldo de carne ante la tableta del Cielo y las de sus predecesores. Una vez terminadas esas ceremonias, todos los artículos sacrificados se llevaban a hornos especiales donde eran arrojados al fuego para ser consumidos. El emperador también hacía sacrificios especiales en honor de la tierra frente a la muralla norte de Beijing, aunque en este caso las víctimas no eran quemadas sino enterradas. Los funcionarios reales representaban al emperador en la realización de los sacrificios en otras partes del territorio. 

 

EN MESOAMÉRICA

SACRIFICIOS MEXICAS

En la mitología mexica, a partir de las reformas de Tlacaelel el sacrificio era el recurso humano para salvar al universo de su destrucción, asegurando la supervivencia del sol y con ello la vida misma. Un ciclo de 18,980 días se repetía cada 52 años, al término del cual el «Quinto Sol» (Nahui Ollin) corría el riesgo de extinguirse para siempre, y la tierra de ser dominada por seres de la noche. Un enemigo debía entonces ser sacrificado en el monte Huixachtépetl para hacer brotar el fuego nuevo, después de lo cual sangre y corazones humanos debían, periódicamente, nutrir al dios en los siguientes 52 años. La práctica servía también a una estrategia de dominación: garantizar los privilegios de las clases dominantes.

Bernardino de Sahagún, autor de documentos valiosos para la reconstrucción de la historia del México antiguo, cuenta que los sacrificadores se extraían sangre a ellos mismos durante los cinco días anteriores al rito. En la víspera se organizaba la solemne «danza de los cautivos», donde la víctima era forzada a bailar. Las personas condenadas a morir y sus sacrificadores pasaban la noche en vela juntos. Éstos cortaban a aquéllos una mecha de cabellos para conservarlos como trofeo y objeto mágico portador del «tleyotl» (fuego interior de la víctima). Al amanecer, el sacrificador llevaba a la víctima al templo. Antes de subir, se le retiraba parte de la vestimenta para descubrirle el pecho y, acto seguido, los sacerdotes la subían a la pirámide trunca, donde se le atrapaba de las extremidades y se le extirpaba el corazón.

Anualmente se acostumbraba realizar el sacrificio de un músico, por lo que se debía elegir a un prisionero joven para educarlo en las artes musicales, principalmente en tocar una especie de flauta cerámica. Era cuidadosamente alimentado y ricamente vestido como si se tratara de la divinidad Tezcatlipoca. Un mes antes del sacrificio era casado con cuatro doncellas las cuales lo acompañaban hasta el día de su inmolación cuando era llevado por una barca por el lago hasta llegar a una isla donde había un cu, donde éstas lo abandonaban. El músico se dirigía al templo y subía cada peldaño (rompiendo las flautas que había tocado durante su consagración) y al llegar a la parte superior era tomado por sus victimarios que lo sujetaban de sus extremidades y uno de ellos, que era el sacerdote, le abría el pecho con un cuchillo de obsidiana o sílex llamado técpatl, le arrancaba el corazón y lo decapitaba. Su sangre era recogida en un cuauhxicalli, su cabeza clavada en un tzompantli, su corazón era quemado como ofrenda a los dioses y el resto de su cuerpo era despeñado por la escalinata del templo.

Además de la extracción del corazón, había otras formas de sacrificio que se aplicaban en rigurosa conformidad al calendario azteca: decapitación, despeñamiento desde un templo, flechamiento, encerramiento en cuevas, ahogamiento, asamiento y «rayamiento» (lucha ritual)

 

EL SACRIFICIO JUDÍO

Para los hijos de Israel, el sacrificio humano constituía una profanación del nombre de Yahvé (Lev 20, 1 ss). Los profetas tardíos también elevaron sus poderosas voces en contra del perverso culto a Moloch, en el que se le ofrecían niños como víctimas. Es verdad que desde el tiempo del Rey Ajaz hasta el de Josías fue la influencia del ambiente pagano la que predominó, y que esa influencia fue tan grande que hasta en el malhadado Valle de Hinon, cerca de Jerusalén, No se sostiene históricamente la opinión de muchos investigadores, que afirma que también hubo sacrificios humanos al servicio de Yahvé.

El ofrecimiento de la sangre de una bestia en lugar de una vida humana tuvo su origen en la profunda idea de substitución. Y tuvo su justificación en las metafóricas referencias proféticas al único sacrificio vicario ofrecido por Jesucristo en el Gólgota. La venganza de sangre (cherem) acostumbrada entre los israelitas, según la cual los enemigos y las cosas impíos debían ser radicalmente exterminadas (Jos 6, 21 ss.; I Re 15, 15) no tiene nada que ver con los sacrificios humanos. La idea de tal venganza no se originó en la sed de sangre humana de los sacrificios de las religiones paganas, sino en el principio de que las fuerzas hostiles a Dios debían ser eliminadas del camino del Señor de la vida y de la muerte por medio de un castigo cruento. Los malditos eran exterminados de la faz de la tierra, no sacrificados. Según la tradición judía, los sacrificios, tanto cruentos como incruentos, datan del comienzo de la raza humana. El primer sacrificio mencionado en la Biblia es el de Caín y Abel (Gn 4, 3 ss.). Siempre van asociados el sacrificio y el altar (Gn 12, 7 ss.). Ya encontramos la comida sacrificial en tiempos patriarcales, sobre todo en conexión con la firma de tratados y acuerdos de paz. La alianza del Sinaí también fue celebrada en el contexto de un sacrificio solemne y un banquete (Ex 24, 5). Posteriormente, Moisés, en su papel de representante de Yahvé, elaboró todo el sistema de sacrificios, y el Pentateuco determinó con la exactitud más escrupulosa las varias clases de sacrificio y los rituales correspondientes. El sistema de sacrificios, al igual que todo el culto mosaico, está regido por una idea central, peculiar de la religión de Yahvé. “Sean santos porque yo soy santo” (Lev 11, 44).

 

SACRIFICIO CRISTIANO

La cristiandad únicamente conoce un sacrificio, el sacrificio que fue ofrecido cruentamente por Cristo sobre el árbol de la Cruz. Pero para poder aplicar sacrificialmente al hombre individual, a través de un sacrificio constante, los méritos de la redención obtenida de modo definitivo por el sacrificio de la Cruz, el Redentor mismo instituyó el Santo Sacrificio de la Misa para que fuera una continuación incruenta del sacrificio cruento del Calvario. Recomendamos leer el artículo MISA para que se entienda la relación entre el sacrificio eucarístico y el sacrificio de la Cruz. Pero en vista de la enorme importancia que reviste el sacrificio de la Cruz en la economía de la salvación, debemos brevemente discutir la realidad de ese sacrificio. 

Diversas religiones siguen realizando hoy en día sacrificios reales o simbólicos: en el catolicismo la misa conmemora el sacrificio de cristo; en el mundo islámico, sobretodo en Pakistán-ls Dhbihah o sacrificio de los animales se sigue usando; los sacrificios del hinduismo incluyen la presentación de ofrendas como madera, granos, especias y mantequilla clarificada (ghee) que se arrojan al fuego en matrimonios y funerales.

Cabe mencionar, así mismo, en el contexto de esas religiones, los sacrificios personales que uede ofrecer un creyente en su relación con Dios, por ejemplo someterse a una pena física, privarse de un alimento, realizar una peregrinación, etc.

Bibliografía

Ofrenda a los Dioses: Sacrificio. (06 de 05 de 2013). Muy Especial, 50.

Olivier, G. (Enero de 2010). Sacrificio humano mito y poder. Recuperado el 03 de septiembre de 2015, de Letras libres: www.letras libres.com/revista/convivio/sacrificio-humano-mito-y-poder-entre-los-mexicas


[a] Profesora Investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.