El lago de Texcoco, principal cuerpo de agua de la cuenca del Valle de México e importante, principalmente, debido al desarrollo de actividades económicas en beneficio de las comunidades asentadas en esta región. Desde la llegada de los primeros pobladores, el establecimiento de la Ciudad de Tenochtitlan y la colonización europea hasta nuestros días, ésta importante región lacustre ha sufrido grandes transformaciones de origen antropogénico, las cuales han alterado las condiciones naturales del lugar, principalmente el cambio de uso de suelo, provocando la degradación ambiental e impactando en las condiciones económicas, políticas y sociales de México.
Palabras clave: Cuenca de México, lago de Texcoco, degradación ambiental e impactos.
Lake Texcoco, main body of water in the basin of the Valley of Mexico and important, mainly due to the development of economic activities for the benefit of the communities in this region. Since the arrival of the first settlers, the establishment of the city of Tenochtitlan and European colonization to the present day, this important lake region has undergone major transformations of anthropogenic origin, which have altered the natural conditions of the place, especially the change of use soil, causing environmental degradation and impacting on the Mexico´s economic, social and policies conditions.
Keywords: Basin of Mexico, Lake Texcoco, environmental degradation and impacts.
El lago de Texcoco estaba inmerso en la zona de la Cuenca de la Ciudad de México, constituyendo una parte fundamental del sistema de funcionamiento hidrológico de toda la cuenca, éste regulaba el escurrimiento de las corrientes de agua de los lagos, función que fue desapareciendo y resultando en áreas desecadas y desprovistas de vegetación. Dicha función también permitía la preservación del equilibrio ecológico y la interacción de sus recursos.
Becerra-Luna (1999) establece que desde la época precortesina, la cuenca del Valle de México ha sido económica, social y políticamente la región más importante del país y de Mesoamérica. Estos calificativos han resultado en alteraciones del medio ambiente, sus recursos naturales y servicios eco sistémicos. Así, desde la época prehispánica, hasta nuestros días, la zona lacustre de la ciudad de México ha sido estereotipo de una catástrofe urbana representada por una de las ciudades más densamente pobladas del mundo: la ciudad de México.
El lago de Texcoco fue el principal cuerpo de agua de la cuenca del Valle de México, su desecación fue causa y consecuencia del desequilibrio ambiental en la región del Valle de México, principalmente debido a la dinámica social de la ZMVM (Zona Metropolitana del Valle de México). El crecimiento de la población a un ritmo vertiginoso, incorporado a los problemas de hundimiento, insalubridad, abastecimiento de agua, expansión de la mancha urbana, así como la deforestación, el cambio de uso de suelo y la desaparición de áreas verdes; son factores desequilibradores de los ecosistemas que integran la cuenca y por consiguiente del deterioro ambiental del Valle de México.
El análisis de este territorio, así como del medio ambiente en sí, no pueden ser estudiados como un factor aislado, sino más bien deben considerarse inmersos en una compleja estructura social, política y económica; y al mismo tiempo remiten la posibilidad de relacionar la naturaleza con la sociedad o con lo humano.
Desde el establecimiento del hombre en la Tierra, éste se ha beneficiado de los servicios y recursos ambientales para su subsistencia, además de alcanzar mediante la explotación de éstos, beneficios y anhelos materiales y económicos. Esta práctica de explotación masiva de recursos carente de cuidado, protección al ambiente y preocupación por el agotamiento de éstos ha generado con el paso del tiempo que el ambiente y sus recursos mermen. Los recursos naturales como elementos invaluables para el desarrollo de la vida humana, han ido disminuyendo su renovación y declinando su formación de origen por las condiciones actuales del mundo globalizado, el crecimiento industrial, urbano y el desarrollo económico.
Bajo la perspectiva del hombre pensado como ser vivo, que existe en un mundo afectado por acciones humanas, destaca la construcción de los problemas ambientales como parte de la misma sociedad moderna.
La Cuenca del Valle de México localizada en la parte más alta hacia el sur del Altiplano Mexicano, está ubicada entre los estados de México, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Distrito Federal. Al norte se encuentra limitada por los cerros de Sincoque, San Sebastián, Xalpan, Hueipoxtla, sierra de Tezontlalpan, cerro de Acayucan y sierra de Pachuca. Al sur, por el Popocatépetl, la sierra de Chichinautzin, del Ajusco y el monte de las Cruces. Por el este, la sierra de Pachuca, cerros Tecajete, San Gabriel Xihuinco, Tlalzalan, Tlaloc, Telapon, Papayo y los Volcanes Iztaccíhuatl y Pococatépetl. Finalmente, por el oeste, el monte Bajo, monte Alto y monte de las Cruces (Cruickshank, 1995).
Esta demarcación se conformó tras un largo periodo de actividad volcánica, durante el cual se configuraron la Sierra de Las Cruces al poniente, la Sierra Guadalupe al norponiente y las sierras de Río Frío y Nevada al oriente (Burns, 2009, p. 10), debido a estas características la Cuenca volcaba naturalmente sus aguas en dirección al sur del océano Pacífico.
A partir de la formación de la Sierra Chichinautzin la Cuenca de México se convirtió en una cuenca endorreica (área donde cuya corriente principal drena a un lago o laguna) o también llamada cuenca cerrada. Debido a la orografía del Valle de México, rodeado de sierras, montes y montañas, bajaban arroyos que conformaban ríos y éstos a su vez se concentraban en el ex lago de Texcoco, por estar éste al centro del Valle. El terreno encumbraba en dirección a los cuatro puntos cardinales, por lo cual, las aguas de lluvia y los manantiales también concurrían hacia el gran Lago, a este proceso se debía la gran extensión y la capacidad de almacenamiento del mismo.
La cuenca de la Ciudad de México, estaba conformada por cinco lagos: Zumpango, Xaltocan, Texcoco, Xochimilco y Chalco.
Desde que se establecieron los primeros pobladores en esta zona lacustre hace más de 25 mil años, ha sufrido varios procesos de utilización, modificación, abandono y repoblación a lo largo de su historia. Durante los primeros periodos de su cronología no se adaptaban a una zona ambiental exclusiva, sino que explotaban distintos microambientes, así como una amplia gama de plantas y animales provenientes de otros medios (Niederberger, 1976 en Zumate y Mazari, 1990, p. 4).
Las transformaciones de los patrones de ocupación de la cuenca, como la desaparición de grandes especies como mamut, bisonte y mastodonte, y la necesidad de nuevas formas de sustento, resultaron en cambios en la vida de los pobladores entre los 7000 y 2000 a.C. Hacia 5000 a.C. las comunidades humanas asentadas en las riberas de los lagos alcanzan ya una vida totalmente sedentaria; la pesca, la caza, la agricultura, el inicio de la manufactura y el intercambio de especies son factores del avance económico y cultural hacia una civilización mesoamericana (Zumate y Mazari, 1990).
Tenochtitlan capital del Imperio Azteca se hallaba situada en una isla del lago de Texcoco, era una población próspera. Los Aztecas dependían de la agricultura chinampera “un sistema de agricultura intensiva altamente productivo formado por una sucesión de campos elevados dentro de una red de canales dragados sobre el lecho del lago” (Escurra, 1990, p. 9); por su parte Gerardo Cruickshank (1995, p. 19) las define como “parcelas construidas artificialmente en lagos de poco fondo y mantenidas firmes en su lugar por medio de estacas de sauce”, este sistema fue considerado como la base más importante de la economía lacustre. Sin embargo es significativo que no se haya encontrado durante ninguna época y en ningún lugar chinampas dentro del lago de Texcoco, aunque existen indicaciones de una agricultura semejantes en las orillas y en la llanura (Cruickshank, 1995, p. 22).
Otra clave esencial para el entendimiento de la situación prehispánica es: la amenaza que representaban, no sólo las inundaciones en general, sino específicamente las de agua salobre del lago de Texcoco. Es de suponerse que el grado de salinidad de este lago era menor cuando todo el sistema funcionaba como una unidad, es decir, antes de las grandes obras hidráulicas indígenas (Cruickshank, 1995, p. 22).
La paradoja es que las obras de defensa contra las invasiones del agua salobre realizadas en otras partes del sistema lacustre, al aislar y reducir el lago de Texcoco, aumentaron los riesgos para la agricultura, incrementando la salinidad de sus aguas, y tanto las obras hidráulicas indígenas como las de la Colonia siguieron con presión sorprendente esta lógica de la situación descrita (Cruickshank, 1995, p. 22).
El siguiente mapa muestra la evolución del nivel de los cinco lagos principales de la cuenca de la ciudad de México, en una comparación entre el siglo XV y el siglo XVIII, además de los diques de Netzahualcóyotl y Mexicaltzingo.
Las inundaciones constituían el problema central de la zona lacustre, el río de Cuautitlán era el que representaba más peligro para la ciudad de México, pues este derramaba sus aguas hacia el río Coyotepec y éste a su vez en el Zumpango, pasando por la laguna de Xaltocan y finalmente desembocando en la laguna de Texcoco, la que al incrementar su nivel representaba riesgo de inundación para la ciudad de México.
La inundación más importante padecida en Tenochtitlan fue en 1449, solucionada con la construcción de un albarradón edificado por Netzahualcóyotl; “Este dique se construyó con empalizadas de troncos y emplastamientos, apuntalados y revestidos con barro para impermeabilizarlo; se instalaron compuertas que permitían el paso entre los lagos, con el objeto de evitar la contaminación del agua dulce con la salada” (Cruickshank, 1995, p.28), el cual iba de Atzacoalco a Iztapalapa, este dique separó la laguna de México de la laguna de Texcoco.
Después se levantó el albarradón de Ahuízotl o también llamado San Lázaro, con la finalidad de crear una línea de defensa ante las inundaciones. “Al norte y en niveles más altos, estaban los lagos de Xaltocan y Zumpango. Al sur y separado por el dique de Mexicaltzingo, estaba el lago de Xochimilco, a su vez separado por del de Chalco por el dique de Cuitláhuac. Estos lagos eran más altos que las lagunas de México y Texcoco y de agua dulce, por lo que desaguaban sobre éstas últimas a través de las compuertas del dique (Cruickshank, 1995, p.17). Con estos diques, calzadas y albarradones, la laguna de México quedó dividida en sectores que operaban como vasos comunicantes para regular las avenidas y controlar la calidad de las aguas (Cruickshank, 1995, p.28). Posteriormente se registraron inundaciones en 1498 y en 1499.
Los habitantes de los pueblos prehispánicos vivían a expensas de los lagos, así levantaron canales de riego para cultivos, construcción de casas, agricultura intensiva y abastecían el consumo doméstico.
A la llegada de los españoles, gran parte del Valle de México era una región lacustre, cuyo recipiente mayor era el lago de aguas saladas de Texcoco, ubicado en su parte central y más baja (Cruickshank, 1995, p.16).
Con la Conquista, las ciudades de la cuenca fueron rediseñadas según la traza de los pueblos españoles y la superficie lacustre comenzó a ser considerada incompatible con el nuevo estilo de edificación y uso de la tierra. A partir del siglo XVII, comenzaron a construirse obras de drenaje de tamaño y complejidad crecientes, con el objeto de librar a la ciudad del riesgo de inundaciones y de secar el lodoso subsuelo del fondo del lago (Escurra, 1990, p. 10).
El drenado de los lagos inició a los pocos años de su arribo a la ciudad de México, una de las primeras obras fue el canal entre Xaltocan y Zumpango que empezó a drenar el agua de los lagos. Después de 50 años sin dificultades de desbordamientos, hubo una gran inundación en la ciudad de México en 1555, a la que siguieron otras en 1586, 1604 y 1607, por lo que se propuso un desagüe global y destinar las aguas para regadío y navegación.
En el gobierno de la Nueva España, en 1607 a cargo del virrey Luis de Velasco ante las amenazas de inundaciones recurrentes se buscaron soluciones con el objetivo de desaguar concluyentemente las lagunas del Valle. Se resolvió encausar las lagunas de Citlaltépetl y Zumpango mediante una depresión hacia el río Tula. Sin embargo, las inundaciones continuaron y a partir de 1629 las discusiones, propuestas y obras relativas a la forma de desecar los lagos fueron permanentes (Espinosa-Castillo, 2008, p. 776). En 1637 se decidió hacer un desagüe a cielo abierto, estas obras terminaron hasta 1788, pero los resultados fueron deficientes.
El constante movimiento de agua en el lago de Texcoco acareaba tierra hacia el fondo del mismo, lo que provocó que el lecho se elevara y cuando las lluvias lo inundaban su mayor altura lo desbordaba e inundaba la ciudad; de ahí que su cercanía con la Ciudad de México fuera uno de los elementos que motivaron su desecación. Con la desecación se perdió su hermosura y fue naciendo un escenario único en la cuenca y característico en la urbanización de la ciudad de México: un valle seco, de sales e insalubre (Espinosa-Castillo, 2008, p. 776).
A mediados del siglo XIX, en 1857 el Ingeniero Francisco de Garay (director del desagüe del Valle de México) realizó y dirigió un proyecto que radicaba en la construcción del llamado gran canal que iba desde el límite occidental del lago de Texcoco hasta el corredor de Tequixquiac descendiendo en el río Tula. De Garay comenzó los trabajos de drenaje en tres partes; un tajo abierto de Texcoco a Zumpango; un túnel de Zumpango a Tequixquiac y el tajo de Tequixquiac (Espinosa-Castillo, 2008, p. 777). Las obras concluyeron durante el gobierno de Porfirio Díaz en 1900.
En los años subsiguientes a la creación del gran canal se presentaron fallas y se prolongó el gran canal hacia la parte sur. La construcción de colectores, el nuevo túnel de Tequisquiac y el entubamiento de algunos ríos, fueron parte de nuevas obras de ingeniería hidráulica y sanitaria.
Pese a que dichas obras mermaron el problema de las inundaciones en el Valle de México, éstas se siguieron presentando hasta 1940, “… a partir de ese año, por los hundimientos del subsuelo, la ciudad empezó a sufrir inundaciones cada vez más graves” (Cruickshank, 1995, p.31). En la década de los cincuenta el drenaje de la ciudad siguió siendo ineficiente, de ahí que en 1954 se decidiera edificar un nuevo túnel, el de Tequixquiac, el cual colaboró a drenar el agua de la cuenca.
Para solucionar los problemas de inundaciones y de hundimiento de la ciudad de México, en 1954 se propuso el sistema de drenaje con base en túneles profundos. Así en 1967 inició la construcción del Sistema de Drenaje Profundo (con una longitud de 166.14 km), concluyendo su primera etapa en 1975, el cual integra la columna vertebral del sistema de drenaje de la ciudad de México. El proyecto erigía la construcción de un emisor central y la de dos interceptores profundos (central y oriente), la profundidad de éstos permitiría el desagüe por gravedad a agrandes profundidades a través de túneles. Este sistema está compuesto por tres tipos de estructuras hidráulicas: salidas artificiales, red secundaria y red primaria, y pretende evitar inundaciones durante el periodo de lluvias y hacer más eficiente el sistema de drenaje de la cuenca de México.
Fue en los últimos 50 años cuando los lagos y ríos prácticamente desaparecieron y la extensión del lago de Texcoco fue disminuyendo lentamente (Espinosa-Castillo, 2008, p. 777). En 1608 Enrico Martínez consideraba una extensión de los lagos en 41,000 ha; en 1861 de acuerdo con la Comisión del Valle había 27,217 ha; la Comisión Hidrográfica calculaba ésta en 26,691ha para 1904; y de 14,000 ha en 1966 según la SRH-GGOVM (Nacional Financiera-SHCP, 1969:12 en Espinosa-Castillo, 2008, p. 777).
Al reducir los límites de los lagos, el lago de Texcoco dejó de recibir sus derrames. De este modo ha disminuido el peligro de las inundaciones, pero también ha disminuido el agua y la vegetación, y los suburbios de la ciudad cubiertos una vez por el hermoso verdor de sus jardines, no presentan en el día sino una costra de sales eflorescentes (Calderón, 2003, en Espinosa-Castillo, 2008, p. 777).
Por lo tanto, el sistema lacustre se ha disipado por la contaminación y sobreexplotación de acuíferos, deforestación, desgaste de suelos, desaparición de lagos y bosques y obras de drenaje. Aunado a ello, el fenómeno de migración a la ciudad capital, desde la década de los cuarenta, donde el Estado de México ha representado un espacio para cubrir la necesidad habitacional y de vivienda de la población recién llegada. Exponiendo a este espacio urbano a la influencia de diversos actores, los cuales tomaron un papel fundamental en la transformación de este ecosistema.
De esta manera iniciaron acciones destinadas a convertir el territorio en una zona de fraccionamientos y finalmente en la construcción del área urbana del ex lago de Texcoco. Este territorio estuvo influenciado por diferentes procesos que a través del tiempo lo llevaron a convertirse en lo que hoy es. Desde su proceso de formación y las primeras intervenciones sobre esta área, así como las relaciones de apropiación y producción tuvieron efectos en el contexto económico, político y social del territorio.
La dinámica social de la ZMCM está fuertemente influenciada por el crecimiento demográfico, el cual ha resultado en el incremento de las demandas de servicios como agua, desagüe, drenaje y desechos. Particularmente el incremento en la demanda de agua potable ha representado sobreexplotación de los acuíferos y deforestación de zonas para la recarga natural, resultando en hundimientos del subsuelo de la ciudad y del Valle de México, que a su vez provoca problemas en el funcionamiento del drenaje. En la ciudad de México cada habitante dispone de aproximadamente 370 litros promedio (incluye todo tipo de usos), en los municipios metropolitanos se registra una dotación promedio de 185 litros por habitante al día. Estas dotaciones se consideran elevadas de acuerdo a los estándares internacionales; sin embargo su uso obedece a hábitos de derroche, pérdidas en las redes que asciende a 50% del caudal; esto desvirtúa el esfuerzo en el ahorro de agua, pues se pierde un caudal al consumo industrial (6m³/s) (Moreno, 2006, p. 173). Aunado a las pérdidas de agua en redes públicas e intradomiciliarias.
La población total en México, según el Censo de Población y Vivienda del INEGI, 2010 es de 112, 336, 538. Entre 1940 y 1970 en la Ciudad de México se dio un proceso de concentración de habitantes originarios de diferentes Estados de la República.
La gran concentración de la población se hizo extensiva a los municipios colindantes, y aunque el incremento de la población en el Distrito Federal en un principio fue evidente, a partir de 1985 y 1990 el Estado de México presenta una mayor concentración de la población, creándose así la Zona Metropolitana del Valle de México.
La urbanización ha carecido de planeación y regulación en el desarrollo humano y poblacional. Molina y Molina (2012: 70-72 en Lezama y Graizbord, 2010:114) refiere a la ZMVM como “un territorio que representa cerca de 5% del país se asientan alrededor de 20 millones de personas, una quinta parte de la población nacional. Las proyecciones de población pronostican una concentración demográfica de 25 millones en este territorio para el año 2020”.
Este factor demográfico desencadenó una serie de componentes que lógicamente vendrían con él, entre ellos una mayor demanda de servicios urbanos como transporte, infraestructura, agua y electricidad. Esto ha favorecido el incremento de la industria, de las actividades económicas y por ende de las emisiones de contaminantes en la atmósfera, además de la degradación ambiental.
Por otra parte, la zona metropolitana del Valle de México constituye la fuerza económica más importante y dinámica del país, “39.7% del PIB nacional lo constituye la participación conjunta del Distrito Federal, Estado de México, Nuevo León y Jalisco” (INEGI Conociendo México, 2012:67).
Las actividades económicas son diferentes tanto en el Distrito Federal como en el Estado de México, en el caso del segundo, ha tenido mayor crecimiento en el sector manufacturero, y el Distrito Federal en el sector servicios. Cabe destacar que “el sector manufacturero tiene mayores capacidades de afectación al medio ambiente” (Molina y Molina, 2002:78-79 en Lezama y Graizbord, 2010:116).
La concentración de población en el territorio acarreó problemas por la falta de filtración de los suelos, la sobreexplotación de pozos profundos, la expansión de la mancha urbana, devastación de bosques, erosión de los suelos y desaparición de lagos y bosques.
Los impactos ambientales de la desecación del ex lago de Texcoco, también influyeron en impactos de carácter político, económico y social, tales como la pobreza, el empleo, la carencia de servicios (agua y drenaje), el transporte y la movilidad. Todo esto, resultó en la alteración del equilibrio del ecosistema del ex lago, afectando no sólo la salud de los habitantes de la región, sino más bien la dinámica y la estructura social de esta región y sus alrededores.
Finalmente, la problemática actual en el Valle de México es el resultado de la alteración del ecosistema y pérdida de recursos naturales, originado por una serie de factores, entre ellos: la desecación del Lago de Texcoco y su impacto, deforestación, pérdida de suelos, desaparición de áreas verdes y lagunas, la explosión demográfica, y la expansión de la mancha urbana e industrial en la ciudad de México, en general, el desequilibrio de los ecosistemas que integran la cuenca del Valle de México y el deterioro ambiental. Además de la dinámica política, económica y social desarrollada a la par de dichas alteraciones.
La ciudad de México debido a su ubicación, tanto en la antigüedad como en la época actual, y a los asentamientos humanos ha tenido que hacer frente a transformaciones del territorio y de la dinámica social.
Los pueblos prehispánicos vivieron a expensas de las actividades lacustres como la agricultura, la pesca y la cacería de animales acuáticos, además de hacer modificaciones físicas en el lugar como la construcción de puentes, calzadas y desembarcaderos, muchos de ellos para controlar los flujos de agua y encausar artificialmente la mayoría de los ríos.
Durante la época Colonial se impuso una nueva forma de edificar la ciudad, con prácticas incontrolables de utilización de recursos naturales, esto resultó en desagües, contaminación y desvío de ríos, alterando el ecosistema natural de la cuenca. “La pérdida de la agricultura chinampera fue una de las primeras consecuencias” (Escurra, 1990, p. 10); lo anterior es parte de un proceso de cambio en el sistema hidrológico de la zona lacustre del Valle de México.
Asimismo, el crecimiento demográfico y la edificación de fraccionamientos condujeron al ex lago de Texcoco a la desecación total y a la conurbación con la ciudad de México. En este proceso intervienen factores económicos, políticos y sociales, por lo que estas consecuencias tienen orígenes antropogénicos, el resultado: el ex lago de Texcoco convertido en un área urbana densamente poblada. Esto dio lugar a una serie de tensiones ambientales que desembocaron en un serio deterioro ecológico, como son la desertificación de los terrenos ocupados y circundantes y la creación de un foco de insalubridad que llegó a representar un grave peligro para la salud de la población de la Ciudad de México y de los municipios conurbados del Estado de México.
La nueva dinámica poblacional y los usos urbanos del suelo aumentaron la demanda de servicios, desencadenando la explotación y uso desmedido de recursos naturales y servicios ecosistémicos. Ejemplo de ello, es la perforación acelerada de pozos profundos en los acuíferos localizados en la Cuenca del Valle de México. La contaminación atmosférica que provoca enfermedades respiratorias, oculares y gastrointestinales, así como ausentismo en las industrias. El cambio de uso de suelo, que ha convertido a la ciudad en área asfáltica, donde el agua pluvial no puede absorberse naturalmente para continuar con su ciclo y recargar los mantos acuíferos. La deforestación, erosión de agua y aire, la desaparición de áreas verdes y lagunas y el abatimiento de recursos hidráulicos subterráneos, son factores estimulantes del cambio climático, una de las alteraciones más graves de impacto ambiental a nivel global, de salud humana y de la dinámica poblacional.
El deterioro ambiental es un problema que afecta al orbe, el crecimiento de la población, someterá a fuertes presiones el suministro de alimentos y con ello el rendimiento agrícola, los recursos hidráulicos y la necesidad de energía, contaminación del aire y emisiones de gases de efecto invernadero, son algunos de los factores.
En este contexto, el deterioro ambiental del ex lago de Texcoco y su área conurbada es producto de un proceso histórico, en el que intervinieron diversos factores políticos, sociales y económicos, el cual no puede analizarse de manera independiente, sino más bien interrelacionada; que tiene origen no sólo desde la intervención de las primeras poblaciones, sino más bien desde la concepción social del hombre mismo, de su sentido de supervivencia y de no sentirse parte de la naturaleza y del entorno en que vive.
Naturaleza como un espacio biofísico donde ocurren y se dan las condiciones propias al espacio, en ella intervienen aspectos geológicos, meteorológicos, biogeoquímicos, la diversidad y los ecosistemas; produciendo un contexto natural y la interrelación de estos factores.
La sociedad vista como una forma de convivencia que está condicionada por factores culturales que moldean a las sociedades, por el marco normativo de la vida pública, privada o política, por el ejercicio del poder, consenso y represión, así como instrumentos para satisfacer y moldear los valores y formas de pensar.
Las formas de interrelación sociedad-naturaleza han ido cambiando y eso ha repercutido en el medio ambiente. La cosmovisión dominante actualmente es el antropocentrismo, una teoría filosófica que sitúa al hombre como centro del Universo. Desde esta perspectiva la naturaleza queda en un segundo plano, y se identifica su función principal sólo como proveedora de servicios y recursos para satisfacer las necesidades humanas.
Si continuamos con este patrón de uso y explotación de recursos naturales, la próxima extinción del hombre estará aún más cerca. No importarán los avances tecnológicos logrados, el desarrollo económico ni las relaciones de poder establecidas, porque simplemente no habrá un espacio para vivir.
Finalmente, es necesario recordar que los recursos naturales, los cuales nos dotan de sus servicios, son finitos. Aunque la degradación ambiental ya es muy grave, aun cuando haya alguien en el mundo que desee contribuir a un cambio de perspectiva y actúe en consecuencia, habrá una esperanza de conseguir un equilibrio entre la utilización de recursos y el desarrollo humano, económico, político y social.
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[1] Ayudante Nivel B del Grupo de Investigación Gestión del Cambio y Desarrollo Humano, Departamento de Administración, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco.
[2] Correo electrónico: bge@correo.azc.uam.mx