Importancia de la rehabilitación sexual de la persona físicamente discapacitada

Resumen

El incremento en la población de personas discapacitadas, hace indispensable considerar la posibilidad de ofrecer una rehabilitación integral a este grupo que, aunque minoritario, cuenta con los mismos derechos a la salud que cualquier otro segmento poblacional. Parte de esta rehabilitación integral es el proporcionar orientación y terapia sexual para atender las necesidades generadas en su sexualidad a raíz del proceso discapacitante. Es una realidad que la gran mayoría de las currículas de formación profesional de terapeutas ocupacionales y físicos en Latinoamérica, no contemplan asignaturas especializadas que proporcionen a los futuros terapeutas elementos básicos, teóricos, actitudinales, metodológicos y técnicos que les permitan contribuir de una forma más propositiva en la rehabilitación del área sexual de la persona discapacitada. Sin embargo, su labor, a partir de la valoración y el adiestramiento en el logro de habilidades motoras específicas, contribuye trascendentalmente en la rehabilitación sexual de este grupo de personas.


Palabras clave: Rehabilitación sexual, discapacidad, terapia física, terapia ocupacional.

Abstract

The increase in the population of disabled people, is essential to consider the possibility of offering a complete rehabilitation of this group, though minority, has the same rights to health than any other population segment. Part of this comprehensive rehabilitation is to provide counseling and sex therapy to meet the needs generated in your sexuality following the disabling process. It is a fact that the vast majority of vocational training curricula occupational and physical therapists in Latin America, do not include specialized courses that provide basic elements future therapists, theoretical, attitudinal, and technical aspects that enable them to contribute in a more proactive way in the rehabilitation of the sexual area of the disabled person. However, their work, from assessment and training in the achievement of specific motor skills, contributes transcendentally in sexual rehabilitation of this group of people.


Keywords: Sexual rehabilitation, disability, physical therapy, occupational therapy.

Introducción

El importante incremento en la población de personas discapacitadas, debido al mayor control actual existente de las enfermedades crónico degenerativas, al inadecuado manejo de las enfermedades en su etapa aguda, el incremento de los accidentes provocados por el acelerado ritmo de vida y la multiplicidad de factores que pueden ocasionar alteraciones en los nacidos vivos en la actualidad y que pueden llegar a condicionar  una secuela discapacitante, hace indispensable tomar en consideración a este grupo que aunque minoritario, cuenta con los mismos derechos de atención a la salud que cualquiera  con la discapacidad no evidente.

Por constituir un grupo minoritario, de miembros claramente identificables alrededor del cual se entretejen mitos, tabúes y prejuicios sexuales, y hacia el cual la sociedad proyecta sus temores y aversiones, nos hemos olvidado que para ellos, al igual que para nosotros, el sexo es un placer corporal y un goce subjetivo, manifiesto a través de la totalidad del ser humano, no sólo de su soma.

Si se reflejaran las imágenes que pueden surgir en la mente cuando se pronuncia la palabra “sexo”, muchas personas pensarían en hechos placenteros tales como “hacer el amor”, diversión, calidez y placer, en términos activos y pasivos. Por otra parte, si se consideran las imágenes evocadas por la palabra “discapacidad”, no es sorprendente que muchas personas piensen en conceptos tales como solo, desagradable, incapaz y doloroso. Cuando se yuxtaponen esas dos series de conceptos, se puede producir un reconocimiento significativo. La reacción emocional a los dos conceptos de sexo y discapacidad pueden incluir pensamientos tales como la imposibilidad, frustración, retroceso, desinterés o vulnerabilidad. Es claro que se necesitará de un esfuerzo consciente tanto de los profesionales como de las personas discapacitadas para alterar las actitudes que conducen a dichos pensamientos (Cole& Cole, 1989).

Aunque, por lo general, se provee a los profesionales de la salud con conocimientos sobre la fisiopatología de las funciones genitourinaria y reproductora, se suele omitir toda información referente a la conducta sexual contemporánea. La información que poseen puede colorearse con las preferencias personales, aversiones y tabúes que pueden alentar la ignorancia. La falta de claridad y la ansiedad que derivan de la mala información puede dificultar que el profesional de la salud escuche o atienda las quejas del paciente. Éste y su familia también pueden estar desinformados o sentirse incómodos con respecto a la sexualidad, impidiendo así que el profesionista obtenga una historia sexual eficaz que propicie una derivación para una intervención sexual.

La presencia de una discapacidad física no suprime las historias personales que dificultan que el paciente y su familia discutan la sexualidad con el profesionista.  La misma incomodidad, la desinformación y la ansiedad pueden conducir a una disfunción sexual y a un conflicto de pareja. No obstante, la falta de ansiedad de un paciente de tratar el tema sexual no implica desinterés ni tampoco comodidad hacia dicha área. Puede significar que el paciente está ansioso o temeroso con respecto a las implicaciones sexuales de la discapacidad física. El profesionista puede ser capaz de reducir la ansiedad ejecutando acciones positivas que faciliten la comodidad al hablar temas sexuales y fijen las expectativas en función de las metas realistas junto con el paciente, partiendo de la sexualidad, al igual que cualquier otro aspecto importante de la vida, es un área de interés esencial para los profesionales de la salud y los pacientes que requieren sus servicios (Cole &Cole, 1989).

Desarrollo

Aun cuando durante las últimas dos décadas la rehabilitación sexual ha cobrado vital relevancia, todavía no se ha conseguido introducir en todos los programas de formación de terapeutas  físicos y ocupacionales (al menos en Latinoamérica, pero tampoco en muchos programas de países como los Estado Unidos), una cátedra que proporcione los conocimientos básicos de sexualidad y el manejo adecuado de las actitudes hacia la propia sexualidad y la de otros, que permitan a tales profesionistas actuar como soportes de las medidas terapéuticas llevadas a cabo por los sexoterapeutas durante el proceso de rehabilitación, y practicar intervenciones preventivas de disfunciones sexuales al actuar como consultores y maestros del paciente, la pareja y la familia.

Esta deficiencia no sólo en los programas académicos de formación de terapeutas, sino incluso en los de formación de muchos otros profesionales de la salud; se fundamenta, tal vez, en la creencia de que dichos profesionistas suelen mitificar en menor medida que el resto de la población, la sexualidad de la persona discapacitada, sin embargo, hay un prejuicio generalizado (entre muchos de ellos), en cuanto a que la persona que posee una discapacidad no desea expresarse como ser sexuado, que manifiesta poco interés en esta área de su persona, partiendo de dar por sentado que no tienen oportunidad de competir con sujetos de cuerpos hábiles o de ser selectivo o seductor de acuerdo a su(s) preferencia(s) sexuales.

Una discapacidad física es un estado de deficiencia relativa en ciertas habilidades funcionales que por lo general puede describir el rehabilitador. La minusvalía es un resultado colectivo de todas las obstrucciones que una discapacidad coloca entre el individuo y el potencial de funcionamiento óptimo así como entre la habilidad social real del sujeto y las expectativas sociales de un grupo de referencia. Es más exacto referirse a un individuo con una discapacidad más que una persona incapacitada puesto que el término “incapacitado” subordina todas las áreas del funcionamiento al aspecto discapacitante. El grado en que una discapacidad física sea impeditiva, es relativo a cada situación y a cada rol social. No todas las personas perciben la misma discapacidad como especialmente impeditiva, en particular con respecto a la sexualidad. Una afección física que no es necesariamente discapacitante o impeditiva puede convertirse en tal, debido al estigma social.

 

Papel de la rehabilitación sexual

Algunas discapacidades físicas afectan la sexualidad en forma directa o mediante el deterioro de la función genital, mientras muchas otras lo hacen en forma indirecta mediante la influencia de las diversas complicaciones consecutivas a la discapacidad, pero que no tienen que ver en forma alguna con la función genital. El infarto del miocardio precede, con frecuencia, la incompetencia eréctil en un gran porcentaje de hombres y también puede alterar el deseo sexual y las actividades del compañero o la compañera de los pacientes debido al temor a la muerte repentina precipitada por la actividad sexual.

El individuo con quemaduras desfigurantes puede querer que lo acepten y se contacten con él en ese estado y no con un vendaje terapéutico. En estos ejemplos la sexualidad se define y se expresa según como las personas se visualizan a sí mismas, sus cuerpos, sus actividades, sus preferencias de relaciones y sus aversiones. En términos amplios, quede claro que la sexualidad puede influir e influenciarse por la discapacidad física. La rehabilitación se ha definido de diversas formas. Para los propósitos de este ensayo, se define como un proceso que promueve la “normalización”, buscando al máximo posible la recuperación de las habilidades perdidas y estableciendo mecanismos que permitan reasumir la independencia y responsabilidad de la propia vida. Si una discapacidad física es compleja y de severidad moderada, el logro de estas metas requerirá los esfuerzos de un equipo integrado de profesionistas que puede proporcionar una serie de servicios de cuidado de la salud en las áreas médicas, psicosociales, vocacionales y educacionales.

Dicho equipo descubrirá que el trabajo fructífero con una persona discapacitada físicamente, demanda cierta confianza y sinceridad que deben mantenerse tanto durante la fase aguda, donde se instaura la discapacidad, como durante su tratamiento rehabilitatorio. La confianza no es fácil de obtener y puede peligrar debido a indiferencias, alteración de la comunicación, o la distancia que existe entre el profesionista y el paciente. No obstante, la gran atención que se presta a la sexualidad puede desempeñar un papel facilitador para lograr la armonía al enfatizar los cuidados, la comprensión y la franqueza, mientras se reducen la indiferencia y las barreras comunicativas (Cole, 989).

 

La discapacidad y la vida sexualmente sana.

Cuando se acepta una definición amplia de la sexualidad humana, se puede observar y comprender mejor la sexualidad de las personas con afecciones discapacitantes. Se puede entender entonces, cuándo y de qué modo la persona discapacitada puede expresar su sexualidad. La salud sexual en este sentido, puede definirse como un estado de equilibrio somático, psíquico y social que permite a los individuos desarrollarse como seres sexuales y sensuales (Torices, 1992).

Al igual que para cualquier otro aspecto del cuidado de la salud, el profesional debe tener experiencia en cómo iniciar las cuestiones y las intervenciones relativas a la sexualidad. La aceptación de la propia sexualidad del profesionista, puede ayudarlo a lograr un tratamiento más eficaz de la sexualidad de otros. Lief (1970) señala que un médico aprende sobre la sexualidad de modo diferente al aprendizaje de otros tópicos científicos. No obstante, no se puede hacer lo mismo con la sexualidad y aplicar los conocimientos a un paciente sin pensar en la propia. La falta de aceptación de la sexualidad personal puede conducir al médico a dañar al paciente y a degradar la profesión médica.

La sexualidad es una cuestión de salud. La rehabilitación, tal vez más que cualquier otra especialidad, se refiere al paciente. La sexualidad es parte de un todo y es una función natural. Sin embargo, diversas situaciones pueden impedir la naturalidad, incluyendo experiencias previas negativas o afecciones físicas. El rehabilitador puede fungir como diagnosticador, educador o terapeuta, empleando el patrón de salud. Este no implica únicamente aspectos relacionados con la fisiología y la integridad orgánica, sino también aspectos relacionados con el área psíquica y los procesos de socialización de cada individuo, por tanto el modelo netamente medico debiera abandonarse, salvo en los momentos en que se considere absolutamente pertinente cuando se trata el área de la sexualidad. No es suficiente que el profesionista pregunte: “¿Cómo es su vida sexual?” Un abandono similar del patrón médico provocaría que se preguntara al paciente con incontinencia urinaria: “¿Cómo es su vida de micción?” Las preguntas y respuestas específicas pueden conducir a un diagnóstico y a una terapéutica precisa.

La salud sexual es diferente para las diversas personas. No obstante, existen varios componentes de la sexualidad que son comunes a un estado de salud sexual. Estos incluyen una autoestima positiva, libertad de la prohibición de ciertas actitudes e ignorancia y el deseo de arriesgar la intimidad con otra persona. Para algunos individuos, la salud sexual incluye también una estimación de la habilidad física. Al igual que otras actividades físicas, el sexo requiere una cierta cantidad de práctica y destreza. Desafortunadamente, nuestra cultura no proporciona a las personas discapacitadas los recursos sexuales que se necesitan para permitirles que aprendan sobre sí mismos y la forma de reintegrarse al mundo que los rodea como individuos sexuales y sensuales.

Así, muchos individuos en dicho estado aprenden poco sobre sí y poseen poca información, en muchos casos errónea, respecto de sus capacidades físicas útiles para la vida sexual. El rehabilitador debe remediar este hecho aprovechándose de que muchas personas portadoras de una discapacidad no sólo han demostrado ser más capaces de controlar la ansiedad generada al hablar en forma directa de tópicos sexuales, de tener una actitud más tolerante hacia las manifestaciones de la sexualidad de otros y de involucrarse en búsquedas creativas de soluciones a sus problemas sexuales.

En consecuencia, resulta inevitable pensar que en este momento, seguramente muchas personas portadoras de discapacidades condicionadas por traumatismos físicos, enfermedades sistémicas diversas o lesiones y malformaciones congénitas o hereditarias, están tratando de obtener información respecto de las consecuencias sexuales generadas por sus padecimientos, de parte de sus médicos rehabilitadores y terapeutas, o a través de cualquier otro miembro del equipo interdisciplinario de rehabilitación (Comfort, 1978).

 

Planteamientos básicos y delimitación de la tarea

Siendo este el caso, ¿Qué hacemos si una mujer a cuyo esposo se le amputó el pene acude al terapeuta ocupacional solicitándole elabore un “relleno” (u órtesis) que éste pueda usar bajo el pantalón?; o cuando, un hombre pregunta al terapeuta físico si su esposa lesionada medular podrá seguir manteniendo vida sexual activa con él; o cuando un joven de 16 años con una limitación funcional muy importante en sus extremidades superiores insistentemente cuestiona al terapeuta ocupacional si hay un medio por el cual pueda asistir o mejorar un movimiento para lograr acariciarse el pene.

Para poder participar en la rehabilitación sexual de la persona discapacitada, el profesional de la rehabilitación debe saber, primeramente, que una disfunción sexual, es una alteración persistente en una o varias fases de la respuesta sexual humana, que molesta al individuo o a su pareja (Alvarez-Gayou, 2004), debe conocer también las alteraciones fisiológicas que la discapacidad impone en el funcionamiento sexual, ya que la discapacidad física también afecta en mayor o menor medida las áreas psíquica y social de la persona (Kottke, 1989), existiendo entonces una afección multifactorial de la sexualidad del individuo, la que además de por la discapacidad, se ve influida por otros factores particulares de su historia de vida. Debe reconocer por tanto, que la disfunción sexual consecutiva a la discapacidad, puede no estar siempre fisiológicamente relacionada con ésta, y que es fundamentalmente importante atender también la sexualidad de la pareja de la persona discapacitada.

La discapacidad tiene dos tipos de efecto en la respuesta sexual de las personas discapacitadas  (Torices, 1990). Directo: cuando se afectan los centros del sistema nervioso responsables del control de la respuesta sexual humana, como pueden ser la medula espinal en sus niveles T12, L1, L2 y S2, S3, S4, el sistema límbico a nivel cerebral o las terminaciones que proveen inervación a los órganos sexuales pélvicos. De igual forma hablamos de un efecto directo a la respuesta sexual del individuo cuando hay un daño vascular o un traumatismo directo a nivel de los órganos sexuales pélvicos (pene, vulva, gónadas). Indirecto: cuando cualquier efecto colateral de la discapacidad, afecta el desempeño sexual de la persona discapacitada, trátese de dolor articular o muscular, espasticidad, movimientos involuntarios, alteraciones de la sensibilidad, efectos de medicamentos específicos, etc.

Sobre todos los cuestionamientos, el profesional de la rehabilitación, debe ser capaz de trasmitir a la persona discapacitada que aun con la presencia de denervación, amputación o deformidad, puede disfrutar de la sexualidad, para lo cual debemos modificar nuestras actitudes y trabajar con los mitos sexuales que muchos de nosotros sostenemos, empezando por desgenitalizar la sexualidad. Limitar el concepto de sexualidad a la genitalidad es “disexualizar” a aquellas personas que a causa de una pérdida física han visto afectada su respuesta sexual desde la parte orgánica. Las disfunciones sexuales representan un problema mayor en la rehabilitación de las personas discapacitadas, en la conservación de su unión de pareja posterior a la discapacidad y en el desarrollo de conceptos devastadores como individuos sensuales (Masters, Johnson & Kolodny 1987).

Reconociendo la necesidad real de rehabilitación sexual y no contando con una formación especializada en dicha área, ¿Qué papel podrían asumir los terapeutas físicos y ocupacionales?

El terapeuta físico y el terapeuta ocupacional especialmente, practican -generalmente sin darse cuenta- intervenciones preventivas de disfunciones sexuales relacionadas con la pérdida de la función motora, al analizar e informar sobre la capacidad funcional residual de la persona discapacitada y al describir en forma detallada luego de una visita domiciliaria por ejemplo, las características precisas del ambiente físico donde habita la persona discapacitada con su pareja o familia (Sha´ked, 1981). Estas intervenciones, cotidianas en el ejercicio profesional del terapeuta, permiten al terapeuta sexual tener una idea clara de las dificultades que la discapacidad puede generar en la actividad sexual de la persona, no sólo desde lo individual (por la pérdida de movimiento, dificultad para mantener posiciones, tono muscular alterado, etc.) sino también desde lo relacional y ambiental (por las barreras arquitectónicas, la indispensabilidad de ayuda de la pareja u otras personas para ciertas actividades, etc.), facilitando de este modo, además de la resolución de la disfunción sexual, en muchas ocasiones, incluso el enriquecimiento de la vida sexual de la persona discapacitada.

La facilitación por parte del sexoterapeuta para el logro de estos objetivos, no es una labor individual (ni aun en los casos en los que el sexoterapeuta es un rehabilitador), en la mayoría de los casos es indispensable la participación continua del terapeuta físico y el terapeuta ocupacional.

La investigación es una tarea poco práctica por los terapeutas físicos y ocupacionales, no obstante que resulta fundamental para su práctica profesional esclarecer y analizar cuáles son las necesidades reales de rehabilitación en nuestro medio socio-cultural. La mayor parte de la información con la que contamos, refiriéndonos especialmente al área sexual, procede del extranjero, donde regularmente se cuenta con un mayor número de recursos que en muchas ocasiones hacen imposible transpolar dichas técnicas y procedimientos a la población de un país como el nuestro. Para fomentar la investigación resulta entonces también imprescindible incluir en la curricula de su formación profesional los recursos teórico-metodológicos referentes a la investigación aplicada a los servicios sociales y de salud.

Sin embargo, si terapeutas físicos y ocupacionales pudieran tener presente cotidianamente, al valorar a los pacientes con quienes trabajan, que la “rehabilitación” del área sexual es fundamental para hablar de una rehabilitación integral, sin necesidad de explicitarlo (si no se desea) “desmenuzarían” las dificultades en su funcionamiento sexual partiendo del análisis de las actividades eróticas, en función de las habilidades motoras-funcionales, y respuestas reflejas directamente involucradas en éstas.

Tal vez resulte un tanto difícil diferenciar aquellas habilidades que tienen una relación directa con el desempeño sexual y que al no contar con ellas pueden afectar la sexualidad de la persona discapacitada, por tanto, sería muy útil mencionar algunas de ellas, partiendo del análisis de una sola actividad sexual, pongamos como ejemplo “una relación sexual coital en posición del misionero”. Las personas involucradas en este tipo de relaciones deben ser capaces de desplazarse hacia el sitio donde tendrá efecto el encuentro, sorteando todas las posibles barreras arquitectónicas que encuentren a su paso, como pudieran ser escaleras, puertas estrechas, espacios reducidos entre el mobiliario de las habitaciones del lugar, alfombras o tapetes que cubren el suelo o pisos en extremo resbalosos o irregulares, etc. Logrando este primer objetivo y suponiendo que se trata de una habitación y que el encuentro se tendrá en la cama, deben ser lo suficientemente hábiles físicamente para retirar las ropas de cama que en muchas ocasiones son sujetadas bajo el colchón (las sabanas) o son regularmente pesadas (cobertores y edredones), por lo cual se requiere una prensión manual, control voluntario de los movimientos de hombro y codo y una fuerza muscular adecuados; retirada la ropa de cama, debe contar con las habilidades funcionales necesarias para desnudarse al menos parcialmente; supongamos que se desnudan totalmente, entonces, deberán ser capaces de mantener un control más o menos adecuado de cuello y tronco, contar con arcos de movilidad funcionales de codo, hombro y mano para lograr con este una prensión y pinza fina, útiles para desabrochar, desabotonar, etc., contar con la destreza necesaria para realizar movimientos de columna con un margen adecuado de seguridad (para evitar caídas, por ejemplo). Una vez desnudos para colocarse en la cama en la posición del misionero, la mujer debe ser capaz de realizar cambios de decúbito o arrastres en cama en forma hábil, mantener las piernas separadas lo cual implica un control adecuado de los músculos abductores de la cadera; el varón debe ser capaz de realizar cambios de decúbito y arrastres igualmente en forma hábil, colocarse y mantener la posición de cuatro puntos a horcajadas sobre la mujer lo cual implica necesariamente una fuerza muscular adecuada de los músculos de las cinturas pélvica y escapular, así como un dominio de los movimientos de cadera, rodilla, hombro y codo. Deberá también lograr mantener un buen equilibrio al balancearse antero posteriormente al penetrar a la pareja. La pareja así mismo, debe ser capaz de elevar la pelvis repetidamente para facilitar la penetración. Para lograr la penetración el varón debe conseguir una erección lo suficientemente firme, lo cual implica que exista integridad neurológica a nivel de los centros reguladores de la respuesta sexual humana e integridad vascular de los órganos sexuales pélvicos, además de mantenerla lo suficiente para que él y su pareja se sientan sexualmente satisfechos.

Para retirarse, ambos deben contar con las habilidades físico-motoras necesarias para realizar a la inversa todo el proceso descrito previamente (retirarse de la cama, vestirse, arreglo de la ropa de cama, salir de la alcoba, etc.). Este fue un análisis un tanto “mecánico” de una sola actividad sexual en la cual no tomamos en cuenta las destrezas que se requieren para acariciar y besar a la pareja, para realizar un aseo previo y posterior a la actividad sexual, ni las relaciones con los juegos sexuales que acompañan generalmente a la actividad coital.

 

Consideraciones finales

Dependiendo de las aptitudes, actitudes, intereses y responsabilidades laborales, cada profesionista puede encontrar un nivel de involucración en la rehabilitación sexual adecuado para sí. Annon (1976) ha sugerido un plan de cuatro pasos de involucración. El primer paso es el nivel en que el profesionista genera un ambiente en el que la persona discapacitada puede expresar y discutir sus intereses sexuales. Esto puede realizarse con preguntas claves, iniciando la conversación con respecto a tópicos sensibles o simplemente escuchando el lenguaje hablado o corporal del paciente. Todo profesional de la salud debiera ser capaz de funcionar en el nivel 1. Si esto no se hace, se puede negar a los pacientes la posibilidad de discutir los problemas reales e intereses que puedan enfrentar, tanto en el área sexual como en muchas otras. El segundo paso es un nivel en que el profesionista proporciona información limitada para la resolución general del problema. La información limitada es típicamente educacional y no personal y trata con la discapacidad y sus implicaciones en la salud sexual en un sentido amplio.

El tercer paso es el nivel en que el profesionista proporciona sugerencias específicas con respecto a los intereses y discusiones sexuales. Esto implica, que el profesionista ha realizado una historia clínica sexual y que es experto en la materia y en la discapacidad física particular que se considera. Pudiendo realizar un análisis de las actividades sexuales previas a la discapacidad similar al ejemplo antes  expuesto, los terapeutas podrían adiestrar a la persona discapacitada en las habilidades motoras y funcionales más útiles para su desempeño sexual, sugiriendo posiciones más “cómodas” para la interacción sexual, así como auxiliares para la misma, modificando el entorno físico, elaborando aditamentos especiales (para mantener la posición, desvestirse, retirar la ropa de cama, acariciar, etc.), facilitando una  independencia en sus actividades básicas cotidianas, etc., teniendo siempre en cuenta que es muchísimo más sencillo tratar de conseguir que la persona discapacitada logre realizar lo más cercanamente posible a sus rutinas previas sus actividades diarias, que conseguir cambios drásticos en sus hábitos de vida. Hay que dirigir los trámites procurando afectar lo menos posible el desempeño y comportamiento sexual de la persona, esta es la meta del trabajo conjunto entre los terapeutas y el especialista en salud sexual, en este nivel de intervención.

El cuarto paso es el nivel de terapia especializada. Esto lo proporcionan los profesionales que se han capacitado en sexoterapia y que también comprenden las discapacidades físicas, ya que es importante valorar como los efectos colaterales a la discapacidad pueden llegar a interferir en el desempeño sexual y en esa medida reeducar el control de esfínteres o entrenar un manejo adecuado de rutinas de vejiga e intestino o en el uso de catéteres y dispositivos de vaciamiento vesical e intestinal. El uso de respiradores artificiales, o la dificultad respiratoria por un déficit neurológico o pulmonar, los efectos medicamentosos, el uso de férulas, órtesis o prótesis, la silla de ruedas, el dolor articular o muscular, etc., deben tomarse en cuenta también cuando el terapeuta hace un análisis de la actividad erótica de la persona discapacitada con vistas a facilitar la rehabilitación sexual, ya sea apoyando las medidas terapéuticas del profesional del equipo interdisciplinario que se haga cargo de la atención del aspecto sexual con la persona discapacitada o facilitando la adecuación de las medidas terapéuticas al proporcionar información precisa de la capacidad funcional residual del paciente al sexoterapeuta a quien se canalicen aquellos casos que requieran atención particular para evitar así la aparición de otros problemas.

Con frecuencia, la rehabilitación física incluye cuestiones interpersonales y psicológicas, y a menudo requiere asesoramiento de la relación de pareja. Implica pues, tener una comprensión completa y un entrenamiento en psicodinámica, en especial en la medida en que los conflictos se relacionan con la sexualidad. También implica una comprensión completa de la discapacidad física, de la rehabilitación física y de las reacciones personales y familiares a la discapacidad en el ambiente rehabilitador.

Conclusiones

Involucrarse en la rehabilitación sexual, requiere que, como profesionales, coloquemos de lado nuestro código personal de conducta en cuanto a sexualidad se refiere, para poder aceptar las practicas, necesidades y preocupaciones de la persona discapacitada como algo legítimo.

La formación profesional en rehabilitación necesita considerar aspectos que van más allá de la simple recuperación de la funcionalidad para la independencia en las actividades cotidianas “tradicionales” y la reincorporación a la vida productiva, lo cual constituye, en conjunto con el proveer a los educandos de los conocimientos mínimos necesarios sobre la anatomía y fisiología sexual, y sobre los aspectos psico-socio-culturales de la interrelación entre el funcionamiento  sexual y las diversos formas de dificultades físicas y emocionales, elementos básico para la rehabilitación de la disfunción sexual en el sujeto físicamente discapacitado.

Ampliar la currícula de formación profesional en rehabilitación, requiere ante todo de la disponibilidad de las autoridades escolares para aceptar que la sexualidad del sujeto discapacitado es un aspecto con el que trabajan diariamente los terapeutas y a partir de esto se vuelve necesario contar con profesionistas en el área de la educación y la terapia sexual que puedan ofrecer información científica y capacitar técnicamente a los terapeutas en formación, sobre las estrategias que pueden serles de utilidad con las personas aquejadas de una discapacidad física; en segundo lugar, se requiere que el estudiante realice un trabajo actitudinal importante (durante el tiempo que dure su formación) hacia su propia sexualidad y hacia la de otros para enfrentar la demanda de recuperación en relación a ciertas prácticas sexuales en forma menos prejuiciosa y valorativa y por último, un compromiso individual de actualización y crecimiento personal que ayude al terapeuta a “sanear” sus dificultades relacionadas con el ejercicio profesional de la rehabilitación y con la vida cotidiana.

El hecho de que la sexualidad se considere un aspecto fundamental en la vida de los sujetos discapacitados por parte de las escuelas formadoras de rehabilitadores garantizará que facilitemos verdaderamente una rehabilitación integral con la calidez y calidad necesaria para que el sujeto discapacitado pueda sentirse nuevamente “persona”, en la máxima extensión de la palabra, con los derechos y obligaciones que esto implica hacia sí mismo y hacia el grupo de referencia en que se desenvuelve.

De esta forma,  podría generarse también en los educandos la necesidad de investigar y/o diseñar procedimientos para identificar los requerimientos específicos relacionados con la sexualidad de las personas discapacitadas en sus centros particulares de trabajo o en la comunidad en general. Se fomentaría la creación de programas inter y multidisciplinarios específicos para la atención de las disfunciones sexuales del sujeto discapacitado desde el inicio de la rehabilitación física. Involucraría a un mayor número de rehabilitadores en una formación personal profesional en áreas como la educación sexual y la sexoterapia, con lo cual se contaría con un mayor número de profesionistas calificados para trabajar en el cuarto nivel del que habla Annon, en un mayor número de centros dedicados a la rehabilitación tanto a nivel público como privado.

Referencias

Alvarez-Gayou, J.L. (2014). Sexoterapia Integral. México: Manual Moderno.

Annon, J. (2011). The Behavioral Treatment of Sexual Problems: Brief Therapy. New York: Harper and Row.

Baldano, J. (1988). La Sexualidad del Deficiente. Barcelona: CEAC

Cole, T.M. & Cole, S.S. (2006). Rehabilitación de los problemas de sexualidad en la incapacidad física. En: F.J. Kottke (Ed.) Medicina Física y Rehabilitación. México: Paramericana.

Torices, I. (2005) Papel del terapeuta físico y el terapeuta ocupacional en la rehabilitación sexual de la persona físicamente discapacitada. En Archivos Hispanoamericanos de Sexología, I (2). Instituto Mexicano de Sexología.

[a] Terapeuta sexual, Especialista en Sexualidad y Discapacidad, IMESEX, AC.

[b] Profesores/as investigadores/as de la Licenciatura en Enfermería-UAEH-ESTl.

[c]Profesora por asignatura de la Licenciatura en Enfermería-UAEH-ESTl.

[d]Alumno de la Licenciatura en Enfermería-UAEH-ESTl.