Carta editorial

La definición de lo humano solo se puede enlazar a un concepto epistemológico, el conocimiento. Esta ha sido la verdadera razón de la construcción de lo humano, la sociedad, el mundo abstracto, la cultura, el arte, las megas construcciones y la complejidad de la tecnología. El conocimiento es una maravilla de la naturaleza que a través del tiempo se ha ido forjando, moldeando y afinando como un instrumento que producirá una dulce melodía.

Sin embargo han tenido que suceder múltiples hechos, casualidades, cambios profundos y maravillosos. Algunos de ellos han sido otorgados a la imaginación de Dios, a un origen divino que emerge de casualidades e instrucciones predefinidas como un destino inobjetable. Otros, lo han elaborado bajo sustentos mágicos, con la fuerza desatada de la naturaleza, con la luz del rayo y el enojo del sonido. Esto ha dado pie a la construcción de grandes épocas humanas, cuya fuerza de este pensamiento han sido el sostén del caminar de la sociedad humana. La magia y la religión han sido esos conocimientos maravilloso que han ejercitado la reflexión humana, para dar paso a nuevas formas de reconstruir la misma realidad, hurgarla, desagregarla, exprimir su esencia y reconstruir cada molécula de ella, este es el conocimiento científico.

Este resurge después de un pequeño sueño medieval, con la fuerza del empirismo y los primeros instrumentos y herramientas de la reflexión griega. Con la gran invención de Sir Francis Bacon, al utilizar  la comparación, el análisis, la evidencia,  el dato, la demostración, la repetición, para sustentar la verdad y asegurar la fortaleza de esta nueva forma de reconstruir la realidad. El conocimiento científico  ha estado perfeccionándose desde mediados del siglo XVI, para construir la sociedad moderna, para sacar a la humanidad de ese letargo obscuro que constriñó su espíritu.

Estamos iniciando esta gran época   de dominio del conocimiento científico, a pesar de sus grandes dilemas –como el de separase en campos científicos- y al resolver cada reto, se va sustentando y fortaleciendo su presencia. Si duda que la ciencia aun comparte –y disputa- este dominio con las demás formas del conocimiento, la magia, religión, sentido común, pragmatismo, entre otros.

Sin duda lo que presentamos hoy en nuestro Boletín, es ese esfuerzo y batalla para ganarle espacios a la ciencia, por eso hay que leer, analizar y compartir nuestros conocimientos y resultados de investigación, para crear nuevas comunidades críticas que vayan sustentando el dominio de esta invención, la ciencia.

Dr. Sócrates López Pérez.