Aproximaciones paradigmáticas sobre el estudio de la sexualidad

Resumen

Las sexualidades y su estudio, se han convertido en un tema crecientemente analizado y debatido, no exento de controversia y polémica. De hecho, sexo y género se han convertido en el foco de una intensa fascinación feminista, epistemológica, teórico-social y legal, y ello es gracias al telón de fondo en que los teóricos se han visto en la necesidad de repensar la constitución y reproducción de las sexualidades, los cuerpos, los placeres, los deseos, impulsos, sensaciones, afectos y géneros.
El estudio científico de la conducta sexual debe incluir aproximaciones teóricas desde diferentes perspectivas, biológica, psicológica, social y antropológica, requiere un enfoque multidisciplinario, global e multidisciplinar, para que este conocimiento sea posible, se requiere de paradigmas conceptuales integradores. Se describen los alcances y postulados de las concepciones teóricas de Marcuse, Lacan, Foucault, el modelo psicoanalítico, cognitivo, modelo pentafásico de Álvarez-Gayou, empírico-positivista, sociológico, sistémico de los cuatro holones, interactivo, teoría de la interacción simbólica y teoría del queer respectivamente.


Palabras clave: Modelo psicoanalítico, modelo cognitivo, modelo empírico-positivista, modelo sociológico, modelo sistémico, teoría de la interacción simbólica, teoría del queer

Abstract

Sexualities and their study, have become a subject increasingly analyzed and debated, not exempt of controversy and controversy. In fact, sex and gender have become the focus of intense feminist, epistemological, theoretical-social, and legal fascination, and this is thanks to the backdrop in which theorists have been in need of rethinking the constitution and reproduction Of sexualities, bodies, pleasures, desires, impulses, sensations, affections and genders. The scientific study of sexual behavior must include theoretical approaches from different perspectives, biological, psychological, social and anthropological, requires a multidisciplinary, global and multidisciplinary approach, so that this knowledge is possible, it requires conceptual integrative paradigms. The scope and postulates of the theoretical conceptions of Marcuse, Lacan, Foucault, the psychoanalytic, cognitive model, pentafasico model of Alvarez-Gayou, empirico-positivist, sociological, systemic of the four holons, interactive, symbolic interaction theory and Queer theory respectively.


Keywords: Psychoanalytic model, cognitive model, empirical-positivist model, sociological model, systemic model, interactive model, symbolic interaction theory, queer theory

INTRODUCCIÓN

La Organización Mundial de la salud, establece que la sexualidad es un aspecto inherente del ser humano, abarca el sexo, los géneros, las identidades de género, los roles de género, la orientación sexual, llamada “preferencia genérica” por Álvarez-Gayou, (2006), el erotismo, el placer y la reproducción. La sexualidad se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos y creencias, actitudes, valores, prácticas, roles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir estas dimensiones, no obstante no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos y espirituales, es una construcción bio-socio-psicológica.

Aunque existen componentes característicos a todos los seres humanos que conforman la sexualidad, no se puede hablar de una sexualidad única, sino que existen tantas sexualidades como seres humanos en el mundo porque cada uno posee una construcción individual de su sexualidad.

La complejidad de los comportamientos sexuales de los seres humanos es producto de una gran complejidad de factores que inciden, sin embargo, la expresión de la sexualidad se ha ido conformando de manera diferente, tal como puede constatarse si abordamos su estudio en perspectiva histórica o transcultural. La sexualidad es ante todo, una construcción cognitiva de aquellos aspectos de la existencia humana que adquiere significado sexual y, por lo tanto, nunca es un concepto concluido ni definitivo, pues la existencia misma es continua y cambiante.

DESARROLLO

APORTACIONES DE MARCUSE

El núcleo de la revisión radical de Marcuse de la explicación de Freud sobre la sexualidad descansa en su división de la represión en básica y sobrante, así como en la conexión entre el principio de actuación y el principio de realidad. La represión básica se refiere al nivel mínimo de renuncia psicológica demandada por la vida social colectiva, con el objeto de la reproducción del orden, la seguridad y la estructura. La represión que es sobrante, por contraste, se refiere a la intensificación del auto restricción demandada por las relaciones asimétricas de poder. Marcuse describe a la familia patriarcal monogámica, por ejemplo, como una forma cultural en la que opera la represión sobrante. Tal represión sobrante, sostiene, funciona de acuerdo con el "principio de actuación", definido esencialmente como la cultura del capitalismo. De acuerdo con Marcuse, el principio de actuación capitalista transforma a los individuos en "cosas" u "objetos"; reemplaza el erotismo con la sexualidad genital “masculinista”; y demanda un “disciplinamiento” del cuerpo humano (lo que en términos de Marcuse se conoce como "des-sublimación represiva") para prevenir que el deseo irrumpa en el orden social establecido. Sostiene que el principio de actuación abre, irónicamente, un camino para la destrucción de la represión sexual.

APORTACIONES DE LACAN

Lacan critica las tendencias conformistas de una buena parte de la terapia psicoanalítica; fue particularmente crítico de la psicología del ego, una escuela de psicoanalistas que desde su perspectiva negaba las dimensiones inquietantes y poderosas de la sexualidad humana. Al igual que Marcuse, Privilegia el lugar del subconsciente en la subjetividad humana y en las relaciones sociales. A diferencia de Marcuse, sin embargo. Para el autor, el falo es la primera marca de diferencia sexual. La función del falo en el orden simbólico es, la imposición del nombre-del-padre (nom-du-pèrè). Ello no significa que en la realidad cada padre individual prohíba la unión madre-infante, con lo cual Freud afirmó que el niño pequeño fantasea. Más bien significa que una "metáfora paterna" se inmiscuye en el ego “narcicísticamente” estructurado del niño para referirlo (a él o a ella) a lo que hay afuera; a lo que tiene la fuerza de la ley, llámese el lenguaje.

El falo, concluye Lacan, es ficticio, ilusorio e imaginario. Aun así, tiene efectos poderosos, especialmente en el nivel del género. A los hombres se les permite obtener prestigio fálico, asegura, una vez que la imagen del pene es simbólicamente igualada en el nivel de la diferencia sexual. La masculinidad es forjada, así, mediante la apropiación del signo del falo, un signo que confiere poder, mando y dominación. La femineidad, por contraste, es construida alrededor de la exclusión del poder fálico. La femineidad sostiene una relación precaria, e incluso frágil, con el lenguaje, la racionalidad y el poder. "No hay mujer, nos dice Lacan, sino excluida del valor de las palabras". Más allá del oscuro poder edípico del falo, Lacan “deconstruye” la identidad sexual como ficción o como fraude.

FOUCAULT

Para Foucault la sexualidad está ligada al avance de los sistemas de poder y dominación dentro de la cultura. Sostiene que los discursos científicos en tanto que apuntan a descubrir la verdad sobre "lo criminal", "la locura" o "el sexo" son, de hecho, utilizados para controlar a los individuos. No existe ejercicio de poder posible sin una cierta economía de discursos de verdad que operan a través y sobre la base de esta asociación. Estamos sujetos a la producción de la verdad mediante el poder y no podemos ejercer el poder excepto a través de la producción de la verdad.

Consideró a las demandas políticas de liberación de crucial importancia para redefinir las configuraciones de los deseos normales y patológicos, los actos y las identidades. Sin embargo, sospechó de la afirmación de varios liberacionistas sexuales de que el deseo era reprimido en las sociedades occidentales; él estaba más preocupado por la noción de que, si la sexualidad era liberada de los constreñimientos sociales y personales existentes, la sociedad podría alcanzar niveles más altos de autonomía. El propio Foucault lo explica: "No debemos cometer el error de pensar que el sexo es una agencia autónoma que produce efectos secundarios sobre la extensión completa de su superficie de contacto con el poder. Por el contrario, el sexo es el elemento más especulativo, el más ideal y el más interno en un desarrollo de la sexualidad organizado por el poder en su control sobre los cuerpos y su materialidad, sus fuerzas, energías, sensaciones y placeres" (Foucault, 1980).

Foucault es un efecto final, un producto de nuestro interminable monitoreo, discusión, clasificación, ordenamiento, registro y regulación del sexo. Muchos teóricos sociales, desde sociólogos hasta críticos literarios, han partido de las ideas de Foucault sobre la sexualidad para desacreditar las nociones tradicionales de la racionalidad, del sujeto unificado, y de la sexualidad como fundamento de la identidad.

MODELO PSICOANALÍTICO

Consideró los orígenes de los fenómenos sexuales en la vida como las manifestaciones de energía que llamó libidinal y que tenía como fuente la matriz biológica del sujeto. Postuló la existencia de pulsiones: la pulsión libidinal primero, luego la pulsión agresiva. Pulsiones en contraposición con la idea generalmente transmitida de instintos, imperativos biológicos heredados. La idea de pulsión está mejor identificada con la idea de fuerza, de impulso que se presenta dinámicamente para lograr su objetivo.

El conflicto entre la manifestación libidinal (placentera) y la imposibilidad dictada por la realidad (de vivencia placentera continua) implicada la necesidad de supervivencia del individuo y la especie (tanto el individuo como la especie necesitan hacer más que dedicarse a experimentar placer para sobrevivir); más tarde en el niño este conflicto se manifiesta con el surgimiento de sus impulsos placenteros y sexuales a los que se opone la sociedad por medio de sus representantes (Padre y Madre); en el adulto el Padre y la Madre son sustituidos por los principios, valores y normas que, adquiridos “introyectados”, por el individuo conforman el super-yo. Posteriormente se agregó al pensamiento Freudiano la idea de conflicto en las pulsiones: la pulsión libidinal (eros o pulsión de vida) y la pulsión agresiva (tanatos o pulsión de muerte). Para Freud y muchos de sus seguidores, la satisfacción de la pulsión libidinal, puede darse en formas que a la simple observación parecen no tener relación alguna con su objeto original (el encuentro genital generador de vida); hay tres maneras en las que esto puede suceder y reciben los nombres de perversión, sublimación y neurosis. La primera forma se establece cuando el objeto de gratificación permanece siendo alguno de los que tuvieron importancia fundamental en la infancia y la gratificación adulta se encuentra dificultada por algún evento en el desarrollo que hace que el individuo viva la realización adulta de la sexualidad como peligrosa o difícil dando por resultado una perversión. En la segunda, el objeto es sustituido en forma tan completa que parece no tener que ver nada con la forma de gratificación original de la pulsión sexual, algunas de las más sofisticadas y admiradas expresiones artísticas y culturales son vistas por el psicoanálisis como el resultado de este proceso que se denomina sublimación. En la tercera forma las vicisitudes del desarrollo de la pulsión sexual pueden dar por resultado que ninguno de los dos procesos anteriores se estructure, pero que la gratificación de la pulsión, aunque con una gran cantidad de represión, siga siendo buscada con la participación de muchos mecanismos de defensa, ante la culpa y la ansiedad que generan su gratificación y el resultado es llamado proceso neurótico. La normalidad se adquiere, según la perspectiva psicoanalítica, cuando los conflictos propios del desarrollo se resuelven satisfactoriamente y es posible la búsqueda de gratificación libidinal en la vida adulta de manera menos rebuscada.

La sexualidad es la fuente motivadora de la conducta sexual. Está enraizada en lo biológico, es vivenciada como necesidad de búsqueda de placer, siendo imposible de escapar a su influencia y puede satisfacerse de múltiples formas: sublimarse, reprimirse o sufrir fijaciones, regresiones, desplazamientos, etc. En efecto, el objeto del deseo sexual es lo más variable en la pulsión. Esta dinámica originaria generada por la pulsión sexual y el principio del placer está inevitablemente mediatizada por el principio de la realidad. La realidad nunca se acomoda del todo a los deseos, exigiendo o imponiendo renuncias inevitables. Estos planteamientos, presuponen la existencia de una pulsión, la sexual, que está presente el momento del nacimiento y que en la primera infancia se expresa ya en un deseo explícito, de naturaleza sexual: poseer al progenitor del sexo opuesto. La normalidad se adquiere, según la perspectiva psicoanalítica, cuando los conflictos propios del desarrollo se resuelven satisfactoriamente y es posible la búsqueda de gratificación libidinal en la vida adulta de manera rebuscada.

MODELO COGNITIVO

La teoría cognitiva esta sobre todo orientada hacia el estudio de los procesos mentales; su papel consiste en analizar el efecto de los conocimientos  (pensamiento) y de sus significados (interpretación) sobre la actividad social y en este caso sexual. Mientras que las teorías comportamentales acentuaban el valor determinante de los estímulos externos, la teoría cognitiva se propone describir y explicar cómo los procesos interiores imponen una forma al mundo exterior. Un ejemplo ya clásico, la teoría del campo de Lewin (1951) puede explicar cómo funcionan los procesos mentales. La idea de campo se basa en el principio de interdependencia existente entre la persona y su entorno. Pero el entorno no se reduce a sus componentes físicos: un campo es el entorno “psicológico”, es decir, tal como existe para el individuo. Se refiere a los procesos mentales que le estructuran para constituir un campo topológico, es decir, un espacio mental formado por valores que determinan las conductas dentro de un entorno.

La teoría cognitiva permite llamar la atención sobre el hecho de que aquello que más determina el comportamiento es el modo en que el individuo se representa al mundo en el plano psicológico. En esta perspectiva son las construcciones mentales las que influyen sobre las conductas y lo que le interesa es captar los efectos producidos en la actividad social. En este sentido, las percepciones sociales, las opiniones o los prejuicios en tanto se trata de procesos mentales positivos o negativos, configuran las relaciones sociales.

El primer paso dentro del modelo cognitivo es la percepción: la percepción de un estímulo como sexual. Lo que percibimos como un estímulo sexual (sea este visual, táctil o de olor) depende en gran medida de la cultura en la que hemos crecido y de nuestro aprendizaje previo. El segundo paso es la evaluación. Si tenemos sentimientos positivos acerca del estímulo sexual, esto conducirá al siguiente paso, la excitación, pero si la evaluación que hacemos del estímulo es negativa,   el ciclo de excitación se detiene. El tercer paso es la excitación. Cuarto percepción de la excitación,  conducta sexual, percepción de la conducta y evaluación positiva.

EL MODELO PENTAFASICO DE JUAN LUIS ÁLVAREZ-GAYOU

A cualquier situación que provoca una respuesta sexual en un ser humano se le denomina estímulo sexual efectivo (ESE). Los estímulos pueden considerarse:  reflexogénicos y psicogénicos; a su vez, en cada una de las categorías pueden ser interoceptivos o exteroceptivos, ya sea que provengan del propio organismo o del exterior. Los estímulos sexuales efectivos” de cualquiera de los tipos mencionados inician en los organismos femenino y masculino una serie de respuestas y cambios a nivel genital y sistémico que, acompañados de percepciones subjetivas.

Cuando se establece el ESE la respuesta predominante en mujeres es la vasodilatación perineal mediada por el parasimpático que, junto con la vasocongestión, constituyen el fenómeno fisiológico fundamental de la fase de excitación. La vasocongestión origina los dos fenómenos característicos de la excitación fisiológica; en el varón, la erección del pene por la plétora sanguínea en los cuerpos cavernosos, la lubricación vaginal, cuyo mecanismo real aún no se conoce por completo. En general, la mujer tiene, durante la excitación, erección de los pezones, aumento de volumen mamario y, en la fase final, puede notarse la red venosa superficial de las mamas. En el varón, a la vez que ocurre la erección, se produce tensión de la piel del escroto y aplanamiento del mismo al engrosar el tegumento interno. Los testículos se elevan al acortarse los cordones espermáticos por la contracción involuntaria de los músculos cremastéricos. Desde el punto de vista subjetivo, la fase de excitación se percibe como aumento de tensión placentera que incrementa la excitación y se acompaña del deseo de aumentar las caricias o estímulos. En la meseta, si el estímulo sexual continúa siendo efectivo, se llega al punto máximo de la excitación y se pasa entonces a la fase de meseta. Ésta es una fase de transición hasta que se llega al umbral donde se desencadena el orgasmo. En la mujer, el cambio principal de esta fase es el aumento de la vasocongestión en el tercio externo de la vagina. Este fenómeno se considera premonitorio del orgasmo femenino y se conoce como plataforma orgásmica. En el varón, los cambios son mínimos en esta fase: pequeño incremento del diámetro de la corona del glande, elevación de testículos y, en algunos, salida a través del meato urinario de unas gotas de líquido que proviene de las glándulas bulbouretrales.

Al igual que en las fases de excitación y meseta, en el orgasmo, los fenómenos fisiológicos son la vasocongestión, contracciones mioclónicas rítmicas que se producen en las musculaturas vaginal, uretral, perineal, así como en órganos y músculos circundantes. En el varón, las contracciones expulsan el semen. El orgasmo no es una reacción sólo genital, ya que en otras fases de la respuesta sexual hay una importante participación de otros órganos y sistemas. La percepción subjetiva del orgasmo puede estar influida por cualquier factor: pareja, ambiente, clima, hora, fantasía y mil más. A un nivel simple, es una sensación explosiva e incontrolable de liberación de tensión a través de un máximo de la misma, después de la cual queda una lasitud y tranquilidad total.

Cuando los elementos orgásmicos han sucedido una o varias veces, sobreviene la fase de resolución que consiste en la evolución de los fenómenos que originaron las fases anteriores. Es el retorno a las condiciones basales. En la mujer, la plataforma orgásmica drena la vasocongestión, el útero vuelve a la posición de anteroversión, la vagina y el clítoris disminuyen de tamaño, y los labios anteriores y mayores vuelven a su situación original. En el varón se pierde la erección en dos fases: una inicial rápida y parcial, y una final lenta que llega a la flaccidez total, hasta que los testículos descienden al escroto. En ambos géneros, los cambios generalizados retornan a las condiciones basales y puede aparecer una fina capa de sudación en todo el cuerpo.

Durante la fase refractaria En ambos géneros, después de la resolución, se presenta una fase en la que el umbral de respuesta a un estímulo sexual es alto, y se denomina periodo refractario. La resolución es más rápida en el varón y la refractaria es característicamente masculina.

Por último, el periodo refractario tiene relación con una actitud y educación respecto a la sexualidad erótica, a sus fines y desarrollo. En la medida que la educación de la sexualidad deje de plantear situaciones diferenciales drásticas entre varones y mujeres, se lograrán respuestas fisiológicas más naturales en uno y otro género.

LOS MODELOS EMPÍRICO-POSITIVISTAS DE LA SEXUALIDAD

El empirismo científico busca reducir la realidad percibida y aislar las variables que permitan la predicción de los fenómenos estudiados. Debido a este modo de proceder, el enfoque se caracteriza por la búsqueda de definiciones que puedan ser aplicables por diversos estudiosos de manera inequívoca, es decir, se busca la “operacionalización” de los conceptos de las variables estudiadas. Un buen ejemplo es, la definición de conducta sexual que Beach y Ford (1972) ofrecen: las actividades que suponen excitación y estimulación de los órganos genitales. Definiciones así son muy precisas y de posible verificación empírica pero dejan sin considerar la experiencia interna del individuo, que es mucho más difícil comprobar. Tratando de resolver este problema, los autores que trabajan desde la psicología experimental han desarrollado una multitud de conceptos que, gracias a las técnicas psicométricas, pueden ser medibles y objeto de verificación independiente. Este punto de vista ha podido desarrollar modelos que explican con mayor amplitud, las determinantes de la conducta sexual, misma que se sigue conceptualizando como aquella en la que se observe respuesta.

MODELO SOCIOLÓGICO

Reiss ha propuesto un modelo explicativo de la sexualidad a nivel social. La propuesta parte del concepto de guión sexual propuesto por Simon y Gagnon (1984) extendiéndolo a nivel cultural. El guión es una especie de código compartido por los miembros de un grupo, es un “modelo de interacción” conformado por papeles o roles sociales.

Propone entender la sexualidad como el conjunto de guiones culturales compartidos acerca de las conductas de excitación erótica que se supone inducen a la excitación erótica y a las respuestas genitales. Según Reiss, (1985) toda conducta erótica tiene dos consecuencias universales: Está revestida de importancia cultural.  Conlleva a la formación de vínculos entre los participantes; en cuanto que: es indispensable que los participantes muestren sus partes ocultas y, generalmente, hay una calidad placentera en la experiencia.

La sexualidad así entendida se relaciona directamente con tres instituciones sociales: Los roles genéricos a través de su función como filtros de poder, la estructura de celos que en cada sociedad regula con precisión quienes y con que se traduce en la estructura social de parentescos, las conceptualizaciones sociales de normalidad sexual, que se traducen en ideologías reguladores de la conducta sexual, de su importancia y de las vinculaciones sexuales.

MODELO SISTÉMICO

La sexualidad puede (y necesita) ser estudiada con métodos de la biología, la psicología, la sociología, la antropología y por todas las otras disciplinas humanísticas para que nos aproximemos a un conocimiento integral. Según la Teoría del Sistema General – que sustenta al modelo sistémico de la sexualidad – todos los sistemas están formados por elementos en interacción; elementos que son a su vez sistemas. Koestler (1980), sugirió el termino holones, para estos elementos. Los holones sexuales, deberán ser conceptos que conserven su aplicabilidad vertical, es decir, que puedan aplicarse a los diversos métodos de estudio: antropológico, sociológico, psicológico y biológico.

Rubio (1994)  aplica estos conceptos para el estudio de la sexualidad humana, a la que define como el resultado de cuatro potencialidades humanas que dan origen a los cuatro holones (subsistemas) sexuales, a saber: la reproductividad, el género, el erotismo y la vinculación efectiva interpersonal.

La reproductividad humana es un holón sexual que tiene manifestaciones psicológicas y sociales de la mayor importancia y no se limita al evento biológico de la concepción, embarazo y parto. En el nivel biológico de la reproductividad, existe una riqueza de conocimiento que literalmente aumenta día con día en el mundo actual.

Entendemos género como la serie de construcciones mentales respecto a la pertenencia o no del individuo a las categorías “dimórficas” de los seres humanos: masculina y femenina, así como las características del individuo que lo ubican en algún punto del rango de diferencias. El género, al igual que los otros holones sexuales, tiene manifestaciones en todos los niveles de estudio de nuestra naturaleza humana. La dimensión humana del género, expresión de este holón, permea casi toda la existencia humana. Es por medio del género que los grupos sociales realizan una multitud de interacciones. La identidad misma, es decir, el marco mental interno de referencia de nuestro ser está construido en el género como elemento central. En el plano psicológico, el género adquiere relevancia central en la conformación de la identidad individual.

El erotismo es un elemento de la sexualidad que nos remite a las experiencias más comúnmente identificadas como sexuales, para mayor claridad de conceptos, es preferible identificar al erotismo con el componente placentero de las experiencias corporales (individualmente vividas o, más frecuentemente, en interacción con otro), en las que se presentan los procesos de activación de respuesta genital y corporal.

El erotismo tiene niveles de manifestación biológica, pero son sus componentes mentales, especialmente en lo que se refiere a las representaciones y simbolizaciones, así como a la significación social y su regulación, lo que hacen del erotismo, una característica específicamente humana.

Ninguna consideración sobre lo sexual puede estar completa sin incluir el holón de las vinculaciones afectivas entre los seres humanos.  Por vinculación afectiva entendemos la capacidad humana de desarrollar afectos intensos (resonancia afectiva) ante la presencia o ausencia, disponibilidad o indisponibilidad de otro ser humano en específico, así como las construcciones mentales, individuales y sociales que de ellos se derivan. La forma más reconocida de vinculación afectiva, es el amor. Sin embargo, y contra lo que suele pensarse, se le puede dar el mismo nombre a formas de vinculación afectiva totalmente diferentes y hasta opuestas. El amor tiene un carácter activo, el amor da y además tiene cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento por la otra persona con la que experimentamos afectos intensos. El estudio de las vinculaciones afectivas entre los seres humanos tiene contenidos en todos los niveles en los que los otros holones sexuales se manifiestan.

MODELO INTERACTIVO

Fernández (1996) considera que el estudio de la sexualidad humana debe superar las diversas distorsiones que a este respecto se han planteado: El sexo es una necesidad básica e imperiosa, un instinto imposible de modificar en sus intentos de ser saciado y que se halla enraizado en lo más profundo de nuestra biología. Imposición de nuestros específicos roles de género frente a la riqueza implícita en la diversidad cultural. Creencia en que todo el mundo debe ser heterosexual, apareciendo como un colorario posible el homofobismo.

Para lo cual Fernández nos propone: Una correcta descripción de los fenómenos (por ejemplo, las diferencias psicosociales en función del sexo). Una comparación de los hallazgos descriptivos, provenientes de todas las perspectivas posibles (medicina, psicología, sexología u otras).

Tal modelo propuesto por Fernández, será elaborado a partir de los siguientes postulados: La teoría de la evolución y sus implicaciones por lo que respecta al dimorfismo sexual y de género. Evolución de los sistemas complejos (los sistemas complejos adaptativos) a partir de los sistemas más simples. El rechazo a la visión dualista del psiquismo humano. El pensamiento dialéctico: igualdad y diferencia sexuales; bidireccionalidad biológico cultural. Explicaciones de tipo circular, lo físico incide en lo psicológico, al igual que lo psicológico incide en lo físico, que lleva a asumir una perspectivo biopsicosocial, de tipo interaccionista que sustenta el modelo.

El sexo es una “variable” compleja que implica, unos procesos de diferenciación sexual o de “sexuación” que se extiende a todo lo largo del ciclo vital, siendo así que los factores biológicos, psicológicos y sociales se van a mostrar en mutua y permanente interacción, dando lugar a sujetos que van a presentar una ambigüedad de sexo. En este proceso es posible la diferenciación de tres tipos de conglomerados: Sexo como variable estímulo: los comportamientos condicionados por el sexo de las personas con que se interactúa. Sexo como variable sujeto: diferencias/ semejanzas entre los sexos. Sexualidad o comportamientos sexuales.

De otra parte, se usa el término género para referirse a las características consideradas socialmente apropiadas para mujeres y varones dentro de cada sociedad determinada. Si bien es de carácter psicosocial tiene su exclusiva razón de ser en el dimorfismo sexual aparente (mujer/ varón), en permanente interacción con él a todo lo largo del ciclo de vital. Tanto el sexo como el género son susceptibles de modificaciones y, para ambas, lo bilógico y psicosocial se muestran en continua y permanente interacción.

Cada individuo ha de lograr, por un lado, una correcta identificación de sí mismo como sujeto sexuado, a fin de poder desarrollar una determinada sexualidad. Por otro, al mismo tiempo, aunque tal vez por mecanismos diferentes, cada sujeto necesita llevar a cabo una identificación con lo que la realidad de género le ofrece o impone (estereotipos, roles, etc.) a través de los diversos agentes de socialización: padres, pares, profesores y medios de comunicación.

TEORIA DE LA INTERACCIÓN SIMBÓLICA

Teoría centrada en la influencia de los significados y los símbolos sobre la acción y la interacción. Su primera premisa básica es que la naturaleza humana y el orden social  son producto de la comunicación simbólica entre las personas. La conducta de una persona se construye a través de sus interacciones con otros. Las personas se pueden comunicar de manera exitosa entre sí sólo al grado que adjudiquen significados similares a objetos o a personas. El significado que tiene un objeto para una persona depende no de las propiedades del objeto, sino de lo que la persona pueda hacer con él; un objeto adquiere significado solo en relación con los planes de la persona. Central a la interacción social se encuentra el proceso de toma de roles, en donde el individuo imagina como se ve desde el punto de vista de la otra persona. Por medio de visualizarse a sí mismo y las acciones potenciales desde la perspectiva de la otra persona, es frecuente que podamos anticipar las conductas que nos permitirán alcanzar nuestro objetivo.

Los principios básicos de esta teoría son: Hay una diferencia entre los animales y las personas, ya que nosotros tenemos la capacidad de pensar. Esta capacidad de pensar se moldea con la interacción social. En la interacción las personas aprenden los significados y los símbolos que permiten ejercer su capacidad de pensamiento. Los significados y los símbolos permiten a las personas actuar e interactuar de manera distintivamente humana. Las personas son capaces de modificar o alternar los significados y los símbolos que usan en la acción y la interacción sobre la base de su interpretación de la situación. Capacidad para interactuar consigo mismas.

El pensamiento es una de las bases teóricas del interaccionismo simbólico, el pensamiento es una capacidad humana y reside en la mente. La socialización es un proceso en el que las personas aprenden las cosas que necesitan para vivir en sociedad, el actor forma y adapta sus necesidades. El simbolismo es el instrumento de comunicación psicosomática por excelencia. En primer lugar, es el medio que posee el individuo de conocerse a sí mismo; en efecto, a cada segundo asaltan su cerebro visceral mensajes que describen el estado exacto de sus órganos y el desarrollo preciso de sus funciones. Ahora bien, estos mensajes no le son dados en su lengua materna, pues el cerebro visceral no habla dentro del marco de una cultura determinada, sino en un lenguaje universal que es el de las necesidades vitales comunes a todos los hombres; este lenguaje es el lenguaje simbólico. Por esta razón símbolo es también el medio de comunicación entre el hombre y sus semejantes. Entre todos los símbolos, los que están ligados a la actividad sexual tienen la misma generalidad pues tocan de cerca los problemas de emergencia de la vida y de la reproducción de la especie.

TEORÍA QUEER

El fundamento teórico de la Teoría Queer descansa en el “postestructuralismo” y en el “deconstructivismo literario”, así como en la influencia de teóricos sociales como Foucault, Lacan y Derridá, entre otros. Al ser menos un cuerpo unitario y coherente que un ensamblaje de herramientas conceptuales y estrategias políticas, la teoría queer intenta subvertir los estereotipos culturales utilizados para comprender a las diversidades sexuales con el objeto de poner especial atención en los saberes queer que la modernidad ha desencadenado en su marco de identidades sexuales y diferencias. En un sentido, el término "Teoría Queer" se incorporó en un esfuerzo por evitar todas esas distinciones finas en nuestros protocolos discursivos, no para adherirse a alguno de los términos dados, ni para asumir sus responsabilidades ideológicas, sino para transgredirlas y trascenderlas -o al menos problematizarlas.

El trabajo de Sedgwick ha sido muy influyente en la Teoría Queer, principalmente porque ha llevado el debate más lejos de las estrechas definiciones de las políticas de la identidad, así como también más allá de las oposiciones básicas de opresión y resistencia. Al rehusarse a aceptar que el mundo puede ser fácilmente dividido entre homosexuales y heterosexuales; Sedgwick busca subrayar: a) que el conocimiento es la consecuencia de los cuerpos; b) que el centro no es el objeto del fundamento del sujeto humano; c) que las identidades sexuales son fundamentalmente provisionales, móviles y fracturadas; y d) que la inestabilidad de la oposición binaria hetero-homosexual amplía las posibilidades para la reinvención de identidades, deseos, prácticas, comunidades, conocimientos y estructuras sociales.

CONCLUSIONES

La expresión de la sexualidad se construye en la cognición del individuo a partir de las experiencias que tiene desde etapas tempranas, que la hacen significar, resignificar e integrar las experiencias del placer erótico con su ser hombre o mujer, sus afectos que le vinculan con otros seres humanos y con su potencialidad reproductiva.

Estudiar a la sexualidad desde los contextos científicos, reclama imperiosamente un marco referencial interpretativo que pueda  enfatizar  diversos aspectos de la vivencia sexual sin menoscabo de la necesidad científica de buscar la objetividad. En este afán, el contar con un modelo de pensamiento que no limite formulaciones y conceptos a determinada metodología de medición, puede ser una ayuda importante en la aún inacabada tarea de lograr la integración del conocimiento científico de la sexualidad. De cualquier forma, la sexualidad y sus problemas reclaman la intervención de un gran número de profesionales. Cuando se visualiza la importancia de los procesos mentales en la conformación de la sexualidad, una conclusión inevitable radica en reconocer el papel preponderante de la educación, sea ésta formal o no, en la determinación de la calidad de vida sexual del individuo y de la sociedad. Las acciones terapéuticas, sean éstas de carácter físico o psicológico, reclaman de un esfuerzo individual, profesional y social mayor que si bien ofrecen a la persona y sociedad problematizadas con su sexualidad la oportunidad de mejoría, deberían estar siempre consideradas como acciones a realizar ante el fracaso de las políticas educativas (o de la biología de nuestros cuerpos). Lo anterior conlleva necesariamente la generaración de una actitud libre de mitos, prejuicios y tabúes hacia la sexualidad,  construir formas inteligentes, cognitiva y emocionalmente, de expresar la sexualidad dentro del amor y el erotismo, separado de la genitalidad, analizar conocimientos pertinentes y actualizados que contribuyan a la adopción de un código ético, que respalde la expresión de la sexualidad dentro del marco de los derechos humanos, una sociedad mejor requiere de una sexualidad vivida en forma armónica, responsable, plena, libre y honesta.

REFERENCIAS:

Álvarez-Gayou, J.L (2015). Sexoterapia integral. México D.F: Manual Moderno.

Carpintero, H. (1996). Historia de las ideas psicológicas. Madrid: Pirámide.                   Castanedo, C. (1993). Seis enfoques psicoterapéuticos. México: Manuel Moderno.

Elliot,  A, (2010), sexualidades: Teoría social y la crisis de identidad, 24(65), 22-24 recuperado desde: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732009000100009

Fernández, B, R. (1988). Evaluación Conductual. Madrid: Pirámide.

Lamas, R, (2004), Modelos de la sexualidad humana, recuperado desde: http://revistaliberabit.com/es/revistas/RLE_07_1_modelos-de-la-sexualidad-humana.pdf

Rubio, E, (1994), Antología de la sexualidad humana I, México, DF, Grupo editorial Miguel Ángel Porrúa.


[a] Profesor investigador de la Licenciatura en Médico Cirujano-UAEH-ESTl.

[b] Profesores/as investigadores/as del Instituto de ciencias de la salud-UAEH.

[c] Profesora por asignatura, área académica de Psicología-ESAT-UAEH.

[d] Alumna del área académica de medicina-UAEH-ESTl.